Dos Mundos Newspaper V32I40

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Page 4A. DOS MUNDOS • Volume 32 • Issue 40 • October 04 - October 10, 2012

¡La Migra y Tú!

The (not so) innocent Internet El video (estúpido) y las fotos (‘topless’): ¿hay límites?

Trayendo noticias de inmigración a tu puerta

By Jorge Ramos

c.2011 Jorge Ramos (Distributed by The New York Times Syndicate.)

C

ada año el Departamento de Estado tiene una lotería para visas de inmigrante. El próximo programa para 2014 empezó el primero de octubre al medio día y va a cerrar el 3 de noviembre de 2012. Ahora los guatemaltecos califican para ésta. No se olviden que sólo pueden presentar su solicitud electrónicamente. Hace unas semanas escribí una columna sobre la lotería. Una mujer me escribió porque la había ganado para 2013 pero vivía aquí ilegalmente. Como le expliqué a ella, no vale la pena participar en la lotería si no puede cambiar su estatus legal aquí. La semana pasada tuve una consulta con una mujer de África que la ganó en 2010 y tenía la entrevista en su país. Fue aprobada como una mujer soltera, pero antes de entrar a Estados Unidos y recibir su residencia, ella se casó con su novio y no mencionó eso en el aeropuerto. Ella ahora tiene que presentar la solicitud para él y esperar años para una visa y correr el riesgo de que un oficial de CIS vaya a creer que ella cometió fraude por haber entrado como soltera cuando estaba casada. Ciudadanos de muchos países de América Latina (Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Cuba, Guatemala, Honduras, Nicaragua Panamá, Paraguay, Uruguay y Venezuela) califican para la lotería, pero las reglas son muy estrictas. Como expliqué recientamente, el gobierno niega a personas seleccionadas por varias razones. Si uno miente en la solicitud —dice que está soltero cuando está casado o, tratando de proteger sus hijos que viven en EE.UU. ilegalmente, no los incluye en su lista de hijos. También puede tener un problema si la dirección está equivocada, etc. Tiene que mandar una foto digital y esa foto tiene que ser precisamente según las instrucciones.

Si usted o un miembro de su familia quiere aplicar para la próxima lotería, debe visitar www.dvlottery.state.gov. El gobierno tiene tecnología que puede identificar fraude, por ejemplo si alguien presenta una solicitud más de una vez por año. Los solicitantes pueden averiguar si fueron seleccionados empezando el primero de mayo de 2013 mediante un número de confirmación que recibirán cuando aplican. Si por suerte “ganan” la lotería, empiecen el proceso rápidamente, porque las visas están limitadas y tienen límites de tiempo. Buena suerte. Beverly Black, Esq. es abogada en leyes migratorias y familiares en Filadelfia, PA, con más de veinte años de experiencia. Ella sugiere que busque consejo legal porque cada caso es diferente. El consejo en este artículo es información general y no debe ser considerado consejo legal. Su teléfono es (215) 722-6080, pero si quiere hacer una pregunta por favor visite su website: www.beverlyablack.com. También, puede conectarse con ella por Facebook: http:// facebook.com/lamigraytu o seguirla en Twitter @ attybblack. Además, puede mandarle una pregunta a lamigra@ dosmundos.com. Beverly tiene ahora dos oficinas para servirle: 7600B Rockwell Avenue Philadelphia, PA 19111, (215) 722-6080 546 W. Hamilton Street, Suite 405 Allentown, PA. 18101, (484) 221-8466

El Tráco de Humanos

es Ilegal

El tráfico de humanos es una forma moderna de esclavitud en la cual personas se benefician a través del control o la coerción de otra persona. Los traficantes obligan a otros a trabajar y proveer servicios a través de coerción, miedo, y fraude. Es ilegal utilizar fuerza o amenazas para hacer a alguien trabajar para pagar una deuda. El tráfico de humanos quebranta la ley federal y es un delito en todos los Estados Unidos. Las leyes proveen opciones para las víctimas del tráfico sin importar su estado migratorio. El Departamento de Justicia de los Estados Unidos se compromete a vigorosamente investigar y a enjuiciar delitos del tráfico de humanos. Si usted es víctima o testigo del tráfico de humanos, favor de comunicarse al teléfono Nacional del Tráfico de Humanos:

1‐888‐373‐7888

El Centro Nacional de Recursos del Traco de Humanos �ene un telé‐ fono condencial disponible sin cargos las 24 horas patrocinado por el Proyecto Polaris.

Departamento de Justicia de los Estados Unidos

E

l video norteamericano que difama al profeta Mahoma y las fotografías en que aparece semidesnuda la duquesa de Cambridge cuestionan la moderna idea de que nada debe ser censurado y que, gracias al Internet, todos debemos tener acceso a todo. ¿Hay límites? La primera impresión es que ya no los hay. En julio, se subieron sin ningún problema a YouTube 14 minutos de una película llamada “La Inocencia de los Musulmanes” —que aparentemente nadie ha visto— y que presentan al máximo guía espiritual de los musulmanes como un violador de menores de edad, misógino y criminal. En septiembre, versiones del video dobladas al árabe, aparecieron en Internet y fueron transmitidas en Oriente Medio, lo que hizo estallar protestas contra Estados Unidos en Libia y Egipto. Por el hecho de haber sido producido en Estados Unidos, el video proporcionó una excusa para que cientos de manifestantes atacaran violentamente el consulado de Estados Unidos en Bengasi, Libia. El embajador estadounidense Christopher Stevens, dos ex miembros de los SEAL y un empleado fueron asesinados en el enfrentamiento. Poco después, las protestas se extendieron a más de un veintena de países árabes y aún no han parado. La administración del presidente Obama no tuvo nada que ver con el video, ni tampoco alguna agencia del Washington. De hecho, la Casa Blanca lo condenó y pidió a YouTube que revisara el video, —ostensiblemente con la esperanza de que lo retirara del sitio en su totalidad. Aunque la corporación Google —dueña de YouTube— bloqueó inicialmente el video en Egipto, Libia, India e Indonesia, se negó a la petición de prohibirlo mundialmente. No obstante, el gobierno de Estados Unidos sigue siendo el blanco de estas protestas. He visto el video, como millones de internautas en todo el mundo; y ciertamente se trata de una provocación barata, mal hecha, malintencionada, prejuiciada y racista. Sí, es estúpido y absolutamente intolerante, pero es muy simplista creer que esos 14 minutos pueden generar una reacción antinorteamericana tan fuerte. Está claro que en el mundo árabe hay todavía un profundo resentimiento contra Estados Unidos. El video en contra de Mahoma fue sólo una excusa. Los países musulmanes aún resienten el apoyo de décadas de Estados Unidos a los dictadores de la región. Hosni Mubarak era uno de los principales aliados norteamericanos antes de terminar en una cárcel de Egipto. Y hoy en día, por ejemplo, Estados Unidos apoya abiertamente al régimen antidemocrático de Arabia Saudita. Eso explica, en parte, las protestas. Pero hay más. Aún no se olvidan las fotografías de torturas y abusos a los prisioneros árabes en las cárceles norteamericanas en la prisión Abu Ghraib. Y para muchos musulmanes todavía no tiene explicación la guerra que el ex presidente George W. Bush inició contra Irak. Saddam Hussein era un terrible y sádico dictador pero no tuvo absolutamente nada que ver con los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, ni tenía armas de destrucción masiva cuando Estados Unidos invadió Irak. Nada justifica la violencia contra el embajador Stevens y contra instalaciones norteamericanos en la región. Nada. Pero dudo mucho que el video haya sido la única razón que generó esa violencia. Eso explica, también, porque YouTube lo tiene todavía en su servidor y se puede ver en la mayoría de los países del mundo. Otra noticia reciente, a primera vista en nada relacionada, ha tocado temas similares; la publicación de fotos de la duquesa de Cambridge, mejor conocida como Kate Middleton, sin la parte de arriba del bikini. Se las tomaron cuando ella vacacionaba en la casa de un tío de su esposo, el príncipe William, en Provence, en el sur de Francia. Aún cuando el paparazzi las haya tomado desde una carretera con un telefoto, se trata de una residencia privada y Kate y su esposo tenían el derecho absoluto a su intimidad. Si hubieran estado en un lugar público, no podrían aspirar a total privacidad. Pero ese no fue el caso. Por eso la casa real en Gran Bretaña puso una demanda en contra de la revista Closer —que compró y publicó las fotos— y un tribunal en Francia prohibió la venta de las fotos a otros medios y exigió que todo el material tomado por el fotógrafo fuera regresado a Kate y William. Por supuesto, para entonces las fotos se había diseminado ampliamente por la red y el daño ya estaba hecho. En comparación con la violenta reacción que siguió a “La Inocencia de los Musulmanes”, este asunto parece trivial. Pero la defensa de la privacidad hecha por la Corte nos protege a todos. Nadie, absolutamente nadie, tiene el derecho a publicar tus cartas y documentos personales ni a tomar fotografías dentro de tu casa. Eso es un delito en la mayoría de los países del mundo y la decisión del tribunal francés lo corrobora. En este mundo en que nuestra vida privada está a sólo un clic de computadora y a un “hacker” de distancia, es bueno saber que hay leyes que nos protegen aunque no tengamos títulos nobiliarios. Al final, ocurrió lo opuesto a lo que muchos suponían: el video que generó muertes y violencia no fue prohibido, y las fotografías de la duquesa sí. No, en este 2012, no todo se vale.

T

hanks to the Internet, people have access to information on almost anything they want. But how much access is too much? Two recent news stories dominating the global media have intensified the debate over whether this constant stream of information should be regulated more closely. The deadly reaction across the Middle East to a crudely-produced YouTube video slandering the Prophet Muhammad and a court case regarding photographs featuring the Duchess of Cambridge sunbathing topless underscore the Internet’s power – and how easily it can be used as a tool of influence or invasion. “The Innocence of Muslims,” promoted by its producers as a 14-minute trailer for a featurelength movie, was uploaded to YouTube in July. It depicts Islam’s top spiritual leader – who Muslims believe should never be depicted in any form – as a child abuser, misogynist and criminal. On Sept. 11, versions of the video dubbed in Arabic surfaced on the Internet and were broadcast in the Middle East, sparking anti-American protests in Libya and Egypt. By virtue of its being produced in the United States, the video provided an excuse for hundreds of rioters to storm the U.S. consulate in Benghazi, Libya. Ambassador J. Christopher Stevens, two former Navy SEALs and an aide were killed in the firefight. Violent protests have since spread to more than 20 countries – and they’re still going strong. As with millions of other YouTube viewers, I’ve watched this crass, racist production. Indeed, the video is nothing more than a blatant provocation to Muslims. But it would be a mistake to assume it’s the only source of anti-American sentiment fueling the protesters who’ve taken to the streets to denounce the United States and burn the American flag. No, the video was a catalyst, enabling people to express a resentment against Americans that has simmered in the Middle East for years. President Barack Obama’s administration had nothing to do with the video, nor did any U.S. government agency. In fact, the White House denounced it and asked YouTube to review the video – ostensibly, in hopes it would be removed from the site. Yet the American government remains the target of the protests. (Meanwhile, an actress who appears in the video requested it be taken down; Google representatives refused, citing YouTube users’ freedom of speech.) It’s highly doubtful that removing the video would solve the problem. It has already been blocked in some countries, including Egypt and Libya, with no calming effect. We must acknowledge there’s a strong current of rancor toward the United States coursing through the Middle East because, for decades, the U.S. government supported dictators such as Egypt’s Hosni Mubarak – one of Washington’s key allies in the region before he ended up in jail. Arabs also haven’t forgotten that the United States strongly supports Saudi Arabia’s anti-democratic regime. Nor have they forgotten the images of torture and abuse that came out of the Abu Ghraib prison – to say nothing of the Iraq invasion itself, which the United States has never justified. None of this, of course, justifies the protesters’ violent acts or the lives taken. However, placing the blame – and all the media focus – on a ridiculous online video seems dreadfully misguided. It’s difficult to believe the protests were spontaneous and that one video could provoke such a dramatic, deadly response. It seems more likely that extremist groups used the video as an excuse to act on the ideas and biases they already had. Another recent news event that is – at first glance – unrelated has touched on similar themes: the publication of topless photos of the Duchess of Cambridge, Kate Middleton. The photos were taken with the help of a telephoto lens while the duchess and Prince William, her husband, were vacationing at a private residence in France. The British royal family, citing an invasion of the couple’s privacy, filed a lawsuit against Closer, a French magazine that purchased and printed the photos. Defenders of the magazine cite freedom of speech, but a French court barred Closer from selling the photos to other media outlets and ordered its editors to hand them over to representatives of the royal family. Of course, by then the photographs had been widely disseminated online and the damage had been done. Compared to the violent aftermath that followed once the “Innocence of Muslims” video gained traction online, this matter seems trivial. But the court’s defense of privacy is important. By affirming that no one has the right to photograph people in private residences without permission, the court has offered a level of protection seldom found in our modern world, where the ability to invade others’ private lives is often only a click away. It’s reassuring to know that, whether we’re royalty or not, laws exist to protect us from the harm that can come from this sort of offense. Of course, we still have far to go. The topless photos were taken down from Closer’s Web site, but the video – which has had consequences of a different magnitude – wasn’t removed from YouTube. It seems this debate over regulation is nowhere near a resolution.


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