Nuevas ciudadanías y juventudes trans (2013)

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Nuevas ciudadanías y juventud trans1 Camilo Andrés Rojas Tello Tak Combative (D.C. Hernández) Colectivo Entre-tránsitos Al pensar la construcción de nuevas ciudadanías es importante reconocer que, dentro de la diversidad humana, existen experiencias que han sido invisibles para la sociedad, ya sea por una decisión del sujeto de ser invisible o también por cómo se ha constituido el deber ser dentro de lo que es, al menos, nuestra cultura colombiana, llena de machismo, misoginia, violencia, pobreza, pocas oportunidades laborales y educativas, entre otras múltiples falencias. Ahora bien, la ciudadanía presupone la existencia de un sujeto (político). Y bajo el concepto de ‘sujeto’, como lo ha señalado Judith Butler, se ocultan una serie de presupuestos acerca de lo que puede llegar a ser ese sujeto. Se trata de una serie de características que deben cumplirse como pertenecer a un género únicamente entre las dos opciones: masculino o femenino y que este género tenga un correlato biológico relativo al sexo, bien sea macho o hembra. Estas características (y únicamente hacemos referencia a lo que atañe al sistema sexo/género) implican la desaparición de una serie de no-sujetos cuyas experiencias, como mencionábamos arriba, son invisibles para la sociedad. Estos no sujetos, por lo tanto, en un sentido tampoco son ciudadanos en sentido pleno, y habría que pensar en ellos a la hora de reflexionar sobre nuevas ciudadanías. En ese sentido, esta presentación se dividirá en tres momentos: El primero, una contextualización donde evidenciaremos la situación de lxs jóvenes con experiencias de vida trans: cómo se ve impedido el proyecto de vida al no encajar en un modelo de sociedad establecido y, a su vez, cómo muchas personas trans, para poder desarrollarse intelectual y económicamente, se invisibilizan en el intento de encajar en las normas establecidas de lo que se espera de los hombres y las mujeres, para así tener una vida medianamente “normal”. El segundo momento tratará sobre la trayectoria en esta área que se ha desarrollado desde el Colectivo Entre-Tránsitos, resaltando la importancia de trabajar con jóvenes y sus familias. Además, se hablará sobre los debates que se 1

Ponencia presentada en el VII Coloquio Colombiano de Investigadores e Investigadoras en Ciudadanía, mes Juventudes, Universidad San Buenaventura, 2013 (24 y 25 de octubre).


han generado en torno de la construcción de identidad de algunos de los hombres trans que han interactuado con nuestra organización, analizando cómo el apoyo o no de las familias influencia en los modelos de masculinidad a los que se adjuntan los hombres trans al momento de reconocer en sí mismos algún tipo de experiencia y/o vivencia trans. Finalmente, el tercer momento será la exposición de una apuesta específica que nació en el año 2012 en el Colectivo Entre-Tránsitos bajo el proyecto “Transformarte es tu derecho” ejecutado por el Colectivo. Este proyecto trajo como resultado la sistematización de una experiencia pedagógica para trabajar derechos humanos, transmasculinidades, género y sexualidades desde un enfoque de educación popular. La apuesta llamada “Universo pedagógico” la expondrá Tak Combative quién sistematizó dicha la experiencia educativa. Primer momento: Contextualización En primera instancia, es importante resaltar la labor que algunas organizaciones sociales, la academia, activistas y artivistas han desarrollado frente a la visibilización de experiencias de vida trans, donde se ha podido evidenciar cómo los modelos hegemónicos de la masculinidad y la feminidad violentan en distinta escala los cuerpos y las identidades que se salen de las normas establecidas, independientemente de si el individuo reconoce en sí mismo una experiencia de vida trans. Frente a este panorama, con el tiempo, la sociedad contemporánea ha permitido roles, comportamientos y estéticas más tranquilas frente a las construcciones del género de hombres y mujeres. Allí, las mujeres se empiezan a desempeñar en lo público y los hombres en lo privado, invirtiendo el modelo hegemónico. Un ejemplo de eso es que ya se piensen paternidades amorosas y decididas. Sin embargo, la especificidad de las personas que evidencian un rol de género distinto al que socialmente se le asignó por su sexo han tenido múltiples barreras para construirse, ya sea por querer hacer parte de los modelos hegemónicos de la masculinidad o la feminidad, o por aborrecerlos. Cabe resaltar que, en Colombia, se ha hecho una visibilización mayor de las mujeres trans (travestis, transformistas, transgénero y transexuales), justamente por las circunstancias sociales en las que se han desenvuelto las dinámicas de ellas, que son las históricamente asignadas, reconocidas y visibles: la prostitución y la peluquería. No pienso profundizar en este asunto porque son ellas mismas las que deben hacerlo y lo han hecho durante años. Sin embargo, utilizaré ese punto


de partida para analizar las problemáticas de hombres trans desde el contexto que se vive al menos en Bogotá. Al ser la prostitución y las peluquerías los roles más frecuentes para las personas trans, se han deslegitimado a nivel organizativo y personal las experiencias de hombres transexuales, justamente, por el desconocimiento social que se tiene de la existencia de otras formas de reconocer experiencias de tránsito. Esto, supuestamente, hace a los hombres trans “menos trans”, por no estar envueltos en las labores anteriormente mencionadas. En ese sentido, no se han tenido en cuenta los aportes que hombres con experiencias de vida trans han hecho al participar en procesos organizativos y de activismo, tales como la Política Pública LGBT. De hecho, algunos hombres trans participaron en la elaboración de esta política, pero, lamentablemente, allí no se hacen visibles ni la participación ni las necesidades específicas de hombres transexuales. Siendo así, poco se sabe de los procedimientos que en Colombia se requieren para los procesos de reconocimiento social de los hombres trans. Factores como el machismo, el falocentrismo y la androfobia han colaborado en este desconocimiento, y no se han analizado suficientemente dentro del movimiento LGBT. Así, se valida la violencia desde la exclusión, la burla, y el cuestionamiento de la existencia y relevancia de trabajar las transmasculinididades en Colombia y la T dentro del acrónimo LGBT. Es por eso que muchos hombres trans han desarrollado proyectos de vida solitarios, sin interés en organizarse, donde la invisibilidad es el estado al que quieren llegar, para ser hombres “común y corrientes”. Este interés de ser invisibles se deriva de las dinámicas que la masculinidad hegemónica, la psiquiatría y la sociedad en general brindan a los hombres transexuales. Se supone que los hombres deben ser fuertes, no manifestar sus dolores, competir para ver quién es más hombre a través de estéticas corpóreas que requieren de mastectomías, histerectomías, testosterona y faloplastias para que puedan ser hombres completos. Ser hombres completos les permite acceder a requisitos como la libreta militar y, en esa misma vía, les permite acceder a una vida normal, heterosexual y tradicional, corrigiendo lo que estaba mal para dejar de tener disforia de género (que es como la psiquiatría llama a las personas transexuales). Así, los hombres trans son declarados enfermos mentales para que puedan acceder a los procesos de transformación corporal.


Para llegar a este estado, muchos hombres transexuales esperan a tener una estabilidad económica e independencia que les permita desarrollar estos procesos sin las presiones que existirían a edades tempranas donde se depende de la familia o cuando los recursos son limitados, porque estos procesos requieren de dinero al ser considerados estéticos dentro del Plan Obligatorio de Salud. Esto ha traído como consecuencia frustraciones, dolores y castraciones a nivel personal en el ámbito sexual, afectivo y corpóreo en muchos hombres trans. Muchos de ellos tuvieron que posponer estos procesos que son vitales para la construcción del proyecto de vida por la no aceptación de sus familiares al manifestar lo que sucedía. Además, por las fuertes exigencias que los medios de comunicación muestran sobre cómo deben ser los hombres, el falocentrismo ataca vorazmente en las prácticas sexuales, donde la penetración es el acto más importante, lo que trae consigo mayor frustración al no tener pene. Así, algunos hombres trans se llegan a considerar menos hombres, incapaces de dar placer y de satisfacerse a sí mismos, presuponiendo, además, la heterosexualidad como única posible orientación sexual. Segundo momento: trabajo del Colectivo Entre-Tránsitos Frente a ese panorama, el cual ha traído más dolores que satisfacción, hemos pensado cómo desarrollar en contextos más sanos, donde sean las personas quienes decidan sobre sus cuerpos y sus identidades y no la psiquiatría, los medios de comunicación ni el sistema patriarcal en el que estamos inmersos. Para esto, el Colectivo Entre-Tránsitos ha tocado fibras profundas, indagando en los deseos personales, para así evidenciar factores que son fundamentales para el desarrollo de proyectos de vida donde el deseo es el motor de transformación. Por esa razón, nuestra misión es cuestionar, debatir y complejizar cómo construyen los hombres trans su masculinidad desde la interseccionalidad, teniendo en cuenta aspectos relevantes como la raza, la clase, la religión, la edad, el acompañamiento o no de sus familiares y redes de apoyo, el nivel educativo, entre otros. Desde el colectivo intentamos promover también la reflexión frente a los modelos hegemónicos que la sociedad –o por lo menos la colombianaesperaría de los hombres, demostrando que otro tipo de hombres son posibles, construyendo, desde los afectos, nuevas emociones y ampliando el espectro corpóreo de lo que es ser un hombre. Concluimos que un pene no determina ser un hombre ni una vagina determina ser una mujer.


En la primera infancia, todas las personas van definiendo qué les gusta: los colores, la ropa, los juegos, el nombre como desean ser llamados, entre otros. Las personas trans, en la mayoría de los casos –es muy difícil generalizar en estos tiempos- se sentían más identificados con los aspectos que vendrían siendo del género distinto al que fueron asignados a partir de su sexo de nacimiento. Sin embargo, nos surgen preguntas, como por ejemplo: ¿por qué ésta identificación? ¿Por qué éstos roles y características han sido asignadas al género? ¿Los juegos, ropa y colores nos construyen como hombres y mujeres? Aquí los hombres trans no son llamados “hombres con sexo femenino”, ni las mujeres trans son llamadas “mujeres de sexo masculino”, porque esa clasificación errónea confunde el sexo con el género. ¿Quién determina que una vagina es femenina y un pene masculino? Atribuirle al sexo un género es un ejercicio individual. Además, otro aspecto que se debe tener en cuenta, para complejizar un poco más, es que al recurrir a la terapia de reemplazo hormonal, hombres y mujeres trans, independientemente de su sexo, pueden llegar a un estado intersexual. Entonces, partiendo de aspectos biológicos, la vagina y el pene no tendrían las mismas características que tradicionalmente se le atribuyen. Las personas con experiencias de vida trans demuestran cómo las normas de género mutan, se transforman y acomodan a los intereses y gustos personales. No todas las expresiones son iguales y se pueden manifestar en diferentes aspectos, grados, formas, etc., por eso determinar quién es trans y quién no lo es resulta una tarea difícil y también hegemónica, porque sería jugar con las dinámicas que el patriarcado ha usado para encasillar y normalizar las identidades masculinas, femeninas y trans. Entonces, seguir un modelo único establecido de hombre es más difícil que reconocer en nosotros mismos una expresión de género distinta. Sin embargo, esa es nuestra apuesta. Para nosotros, la expresión de género se va construyendo a través de transformaciones en el lenguaje, en los roles, en el cuerpo, etcétera. En ese sentido, otras formas de enunciar “lo trans” han posibilitado la diversificación de formas de transitar que parten del reconocimiento individual y de cómo este quiere denominarse o no. Por otra parte, es pertinente que las familias acompañen éstos procesos de tránsito junto con sus hijos e hijas, porque justamente a causa de la exclusión de las personas trans de sus hogares al no encajar en los pantalones o en las faldas que se les asignó por su sexo de nacimiento, es que existe un gran índice de


mujeres trans desescolarizadas, ejerciendo la prostitución y también, hombres trans inmersos en actos delincuenciales. En investigaciones que colegas han realizado sobre prostitución masculina, se evidencia cómo los menores de edad a partir de los 9 años se prostituyen en zonas de Bogotá como Terraza Pasteur y la plaza de Lourdes, muchos de estos, si quieren seguir con una identidad de género masculina, permanecen en éstas zonas, pero al momento de querer realizar transformaciones corpóreas femeninas, se dirigen a la localidad de Mártires para poder trabajar y realizar estos procesos de tránsito. Lo anterior sin acompañamiento médico, utilizando métodos riesgosos artesanales como aceites de cocina. El acompañamiento familiar es fundamental para la formación de proyectos de vida de personas trans. Trabajar con las familias permitirá dar herramientas para que la sociedad reaccione sobre cómo las normas de género hegemónicas excluyen a las personas que se salen de estas clasificaciones. Tercera parte: Hacia un universo pedagógico El Universo pedagógico nació en el marco del proyecto TransformaArte es tu derecho, un proyecto a gran escala apoyado por CIVIS Suecia y que buscaba fortalecer al Colectivo Entre-tránsitos, formando nuevos líderes y ampliando su incidencia y participación. En concreto, el Universo pedagógico tenía como objetivo hacer que otras personas reconocieran en ellas mismas y en otrxs experiencias de vida trans en un escenario de DDHH. Este objetivo está relacionado con una idea que hemos desarrollado al pensar en las construcciones de género. Lo que nuestra experiencia nos ha enseñado es que todos y todas finalmente no encajamos por completo con lo que se espera del hombre y de la mujer hegemónica. A la hora de la verdad, quizás todos somos disfóricos porque estas nociones son ante todo ideas regulativas, más que realidades. Entonces, si cada uno explora su vida quizás pueda reconocer en ella algún tipo de tránsito más o menos radical en el espectro del sistema binario. Esto facilitaría, de acuerdo con nuestra propuesta, el reconocimiento de otras corporalidades y otras identidades como las de los hombres trans. Pero, además de eso, la empatía generada a través de este proceso de reconocimiento es para nosotros una fuente muy potente en el campo del respeto por los derechos humanos. En términos de ciudadanía, el ejercicio del Universo pedagógico es considerado por nosotros como una herramienta muy útil para que diferentes públicos lleguen a entender la idea de que es necesaria una nueva ciudadanía que nos contemple a


nosotros, las personas trans. Además, a través de la puerta que es la experiencia compartida, fue posible hablar de las problemáticas que nos aquejan, como el acceso a la educación a oportunidades laborales o a una vida erótico-afectiva alegre y plena. Siendo esta la apuesta del Universo pedagógico, doy un breve recuento de lo que fueron sus metodologías. El Universo pedagógico se compone de talleres realizados por un “facilitador”. Esta figura se contrapone al profesor o al tallerista en la educación formal y jerarquizada. Los talleres buscan cuestionar de alguna manera las construcciones de género hegemónicas a través de un abordaje de nuestros ejes temáticos distribuidos así:   

Dimensión subjetiva: cuerpo, sexualidades, emancipación y transformaciones Dimensión cultural: binarismos, masculinidades, transpatologización y violencias Dimensión política: resistencia, endodiscriminación, tránsitos y Derechos Humanos

Estos temas se trataron apelando a referentes comunes de los asistentes como la infancia (juguetes, rondas infantiles, etc.), las propagandas y canciones populares, y, sobre todo, intentando apelar al cuerpo mismo de quienes participaban con dinámicas como los disfraces del género opuesto o la simulación de situaciones de discriminación. Finalmente, los grupos focales a los que se les compartió el proyecto comprendieron desde población universitaria de arte y psicología, mujeres y hombres trans de diferentes edades, grupos de jóvenes de diferentes localidades y el Colectivo mismo. Consideramos que la réplica de este universo en otro tipo de público: personal que trabaja en salud, educadores, estudiantes, trabajadores del sector público, etc. puede contribuir en algo a la hora de allanar el terreno para un nuevo concepto de ciudadano.


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