Filmin Mag #6 Desirée de Fez escribe a "Skinamarink"

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Estimado/a lector/a:

Ya es octubre. Y sabes muy bien qué significa eso. En esta edición de FilminMag, nos vestimos de negro para celebrar el último fenómeno del terror: “Skinamarink”, de Kyle Blake Edwards. De ella y de él nos habla en detalle nuestra pluma invitada de este mes, la fantástica Desirée de Fez, que nos cuenta por qué Skinamarink se ha convertido en una de sus películas de terror favoritas.


Os aseguramos que, si te adentras en ella, vivirás una experiencia que jamás olvidarás. Nuestro set ideal: apaga las luces y el móvil, cierra puertas y ventanas, agarra una manta y sube bien el volumen. Gracias por acompañarnos un número más, y por favor, no dudes en escribirnos con todas tus pesadillas.



Mi amigo Daniel Noah, que tiene un gusto exquisito y ha producido algunas de mis películas de terror favoritas de los últimos años, me envío un día un WhatsApp: “Es una obra maestra. Una de mis películas favoritas de todos los tiempos”. Los del terror somos muy propensos a la exageración: damos una patada a una piedra y nos salen cuatro obras maestras. Pero Daniel es una de las personas más sensatas que conozco y mide mucho el entusiasmo. Hablaba de Skinamarink (2022), el debut de Kyle Edward Ball, una película que yo ya tenía en el radar por varias razones. Había empezado a hacer ruido en redes, dividía radicalmente a los espectadores (suele pasar con las películas buenas) y su director venía de YouTube.


Cuando descubro la existencia de una película de terror cuyo origen está en otro lenguaje, en este caso el de Internet, voy directa. Y Skinamarink era la evolución natural de otro proyecto de su director: su canal de YouTube @BitesizedNightmares, en el que recrea en vídeos las pesadillas de sus suscriptores. Encima, había leído que la película iba de espacios liminales, un tema que me obsesiona y que varios creadores jóvenes, entre ellos Kyle Edward Ball y Kane Parsons, responsable de la serie de YouTube The Backrooms (alojada en su canal @ kanepixels, será llevada al cine por Parsons y con James Wan y A24 en la producción), están abordando en sus trabajos.


¡Había incluso leído un artículo que relacionaba Skinamarink con Casa de hojas, el libro de Mark Z. Danielewski! Pintaba todo muy bien, y el mensaje de Daniel confirmaba que no podía posponer más ver Skinamarink. En su WhatsApp, hacía insistencia en la obligación, en el caso de no poder disfrutarla en una sala de cine, de verla completamente a oscuras, con las mejores condiciones de sonido y sin distracciones a mano (“¡Apaga el móvil!“). Eso hicimos mi novio y yo. Y, como para Daniel, Skinamarink se convirtió automáticamente en una de las películas de terror más alucinantes que habíamos visto en mucho tiempo. Querido Kyle Edward Ball, no te conozco de nada pero te adoro. Es muy fuerte lo que has hecho en Skinamarink.


Jamás había visto una película que recreara con tanta veracidad un miedo que creía olvidado: el miedo a despertar a media noche de niña y no entender nada, de sentir cómo el lugar en el que me sentía protegida y más segura, mi casa, se convertía en un espacio de pesadilla. Mi habitación como algo abstracto, los pasillos y las ventanas como pasadizos y puentes al horror, la sensación de que mis padres se habían ido. Sigo preguntándome cómo has convertido eso en imágenes y sonidos, cómo has convertido – sin estridencias, con calma, sin sacrificar la belleza– lo más cotidiano en la boca del lobo. Skinamarink no se parece a ninguna otra película de terror, no tiene ni el mal de la referencialidad ni el de la coyuntura. Emerge en una realidad paralela. Tiene sus propios códigos y su propio idioma, en el que se cruzan el lenguaje cinematográfico, el de Internet y el del arte experimental. Y desde ese lugar extraño, en el que las ventanas se desplazan y los juguetes adquieren una condición monstruosa, nos conduce a los miedos más comunes y reconocibles.



Se dice que Skinamarink no es para todos los públicos porque pone a prueba nuestra paciencia. Puede ser: Kyle Edward Ball rueda ese viaje nocturno en largos planos estáticos, apenas iluminados, muy exigentes. Pero, sinceramente, creo que eso tiene más que ver con nuestro miedo a aceptar una invitación tan clara al misterio, a lo imprevisible, a lo que no nos han contado antes. Desirée de Fez



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