Semanrio N º 5

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destacamento de las dos armas. Llegados a Santa Cruz de la Sierra, el coronel Carrera, fue reconocido por las autoridades, pues Warnes se encontraba guerrilleando con los realistas en Chiquitos. El coronel Carrera pereció en un movimiento popular que estalló en aquella ciudad de Santa Cruz de la Sierra y Warnes siguió ejerciendo su mandato como antes. Ibarra salvó a duras penas su vida en aquel trance difícil y se incorporó al ejército en los días del desastre de Sipe­Sipe, contraste que obligó a Rondeau a evacuar el Alto Perú. Un año después Ibarra era encargado por el general Belgrano para organizar un cuerpo de 200 reclutas santiagueños, con el título de comandante en comisión. El 30 de agosto de 1817 el general Belgrano ascendió a Ibarra a sargento mayor graduado y lo nombró comandante general de la frontera de Santiago del Estero, cediendo a los empeños de los habitantes que ansiaban garantizar la línea de Abipones con un oficial de antecedentes, que reuniera además la característica de ser hijo de la Provincia. Esta comisión apartó al mayor Ibarra del camino de las empresas militares, en las cuales hubiera obtenido mucho más honor y gloria, que en el puesto político en que actuó desde entonces. Justamente, cuando Ibarra se presentó para hacerse cargo del puesto que le discerniera el general Belgrano, acababa de producirse un terrible terremoto en Santiago del Estero, producido a la una y media de la tarde del día 4 de julio de aquel año y persistiendo los estremecimientos del suelo hasta el día 11, suceso que produjo un verdadero desastre, especialmente al norte de la ciudad, agrietándose la tierra con explosión de piedras y agua en más de 25 leguas, con el consiguiente desplome de templos, edificios, etc., al extremo de quedar las familias despavoridas al raso. Este memorable terremoto había sido precedido de dos terribles huracanes, desencadenados los días 22 de enero y 22 de febrero de 1817, que destrozaron edificios y arboledas. El mayor Ibarra llegó a su provincia natal cuando todos los ánimos estaban atribulados por tamaños desastres. De inmediato se dedicó con ahínco a asegurar la frontera contra los belicosos indios Abipones y tan acertado estuvo en su dedicación que el Director Rondeau, su antiguo jefe, le confirmó el grado de sargento mayor el 31 de agosto de 1819. Pero todas estas preocupaciones del mayor Ibarra lo habían señalado a la fracción encabezada por la poderosa familia Frías, que estaba ansiosa de desprender a Santiago del Estero del vasallaje de Tucumán. A raíz del pronunciamiento de Arequito, el 28 de enero de 1820, el mayor Ibarra dirigía una comunicación al Cabildo poniéndolo en antecedentes de aquel acontecimiento, y de que el general Bustos se había hecho cargo del mando del Ejército Auxiliar, quien había llegado a Córdoba con sus fuerzas y en camino de adoptar el gobierno federal. Esta primera noticia del movimiento de Arequito coincidió con el pasaje por Santiago del Estero del teniente coronel Felipe Heredia, que con 100 hombres había llegado hasta allí escoltando al moribundo general Belgrano en su viaje postrero a la Capital de la República; Heredia con escasa prudencia, intentó lastimar el decoro de la magistratura santiaguina e inmiscuirse en elecciones de concejales, lastimando así a los patriotas y políticos de Santiago, exasperando sus opiniones ya muy divididas a causa del injustificable procedimiento que se empleó con el teniente coronel Juan Francisco Borges, que fue pasado por las armas. ­ ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


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