Badis y León el Africano

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l final del camino se llega a la maravillosa costa donde sorprende y a la vez nos acerca aún más al siglo de León el Africano, el baluarte español semiolvidado, del Peñón de Vélez de la Gomera, nombre que resulta de la deformación cristiana de Bades de la región de los Gomora. Se ha escrito que Pedro Navarro conquistó el islote en 1508, tras la persecución de unos piratas berberiscos. El hecho que parece casual no lo fue tanto, pues lo cierto es que existían desde años antes, planes secretos de la monarquía española para hacerse con el emplazamiento; no hay que olvidar que la zona tras el tratado de Tordesillas debía ser de influencia portuguesa. La intención original era la de conquistar toda la población, debido a la importancia de la ruta comercial que de ella partía, hecho que no fue posible, los españoles sólo consolidaron el islote que fue posteriormente muy útil para el control de corsarios, redención de cautivos, como presidio e incluso para el comercio, cuando este les estuvo permitido. León el Africano que estaba en Fez escribió:

El Peñón de Vélez de la Gomera desde el puesto fronterizo marroquí te transporta a otro tiempo. El lugar donde están las pateras varadas pertenece al reino de Marruecos. La roca es zona militar española que tiene prohibido el acceso por tierra.

“Es costumbre del gobernador y los habitantes armar fustas que despachan para países cristianos, donde causan gran daño. Por ello don Fernando, el rey de España antes mencionado, envió una flota bajo el mando de Pedro Navarro, quien se apoderó de una isla situada justo enfrente de Badis y a una milla de la ciudad. Allí hizo edificar una fortaleza sobre un escollo y la proyectó de soldados, víveres y una buenísima artillería”. En los años en que el Peñón pasó de nuevo a manos de las tribus bereberes Wattasíes, al servicio del soberano de Fez, hasta el año 1564, aumentó la piratería sin disminuir el comercio con el sur de la península ibérica. León conoció el hecho de la pérdida cuando estaba en Nápoles y se refirió a él de la siguiente manera: “Los cristianos conservaron la isla hasta que el rey de Fez, once años más tarde, mandó de nuevo un ejército. Gracias a la traición de un soldado español que mató al alcaide por haber seducido a su mujer, la isla cayó en manos de los moros que quitaron la vida a todos los soldados de la guarnición salvo al traidor y a su mujer, a los que el gobernador de Badis y el rey de Fez mimaron y obsequiaron”.

“Los pescadores capturan tanto que necesitan siempre ayuda para sacar sus redes. La gente pobre suele ir cada mañana a la orilla del mar a echarles una mano, a cambio de una buena parte del pescado que cogen” “En esta tierra hay pocos animales excepto cabras, asnos y monos” “En la ciudad comen pan de cebada”

El relato de León el Africano evidencia un gran conocimiento del territorio y de sus gentes. Los momentos de decadencia los justifica en el abandono al que estaban sometidos sus habitantes por las autoridades de Fez, que unido a lo agreste y escarpado del territorio provocaban la rudeza y fiereza, no exentas de nobleza y valerosidad de sus pobladores. El olvido de estos bellísimos territorios del Rif ha sido su mal endémico prácticamente hasta nuestros días. Confiemos en que esto deje de ser así y que sus gentes sin llegar a perder su esencia, bien observada por “el Africano”, sean capaces de mantenerla sin dejar de ser visibles en este mundo, tan convulso como el de hace quinientos años.

Texto: José Quirós Garrido Fotos: Manuel Saavedra José Quirós


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