Manzanas rojas (proyecto de lectura)

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PRÓLOGO

A los autores que escribimos teatro para los grandes y para los pequeños, unas veces se nos ocurren relatos de acontecimientos que nunca ocurrieron y, en otras ocasiones, nos inspiramos en hechos que han sucedido en el mundo. Eso no quiere decir que lo que contemos en nuestras obras tenga que ser un fiel reflejo de la realidad. Las escritoras y los escritores solemos sazonar nuestras narraciones con algunos ingredientes, que celosamente se guardan en los estantes de las cocinas literarias. Estos elementos tienen nombres muy diferentes a los de las tradicionales especias que se añaden al puchero de los guisos que hacen los grandes magos de los fogones. Los autores no utilizamos comino, pimienta, canela o nuez moscada, sino pequeñas o grandes porciones de humor, de tragedia, de poesía, de misterio, de ternura y de tantos otros recursos creativos, con los cuales se con-

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sigue que la misma historia pueda ser contada de diferentes formas, dependiendo de la persona que tome la pluma para relatarla. Antes de comenzar a escribir Manzanas rojas, leí muchas informaciones sobre lo que está ocurriendo en esa zona de nuestro planeta que conocemos con el nombre de Oriente Próximo. Leí historias de niños que viven allí y contemplé muchos dibujos de chicos y chicas que reflejaban sobre el papel miedos y preocupaciones muy diferentes a los que sentimos las gentes que habitamos en Occidente. Manzanas rojas es una obra de teatro inspirada en hechos que desafortunadamente forman parte de la realidad de una región del mundo en la que dos comunidades enemigas luchan por sobrevivir en un mismo territorio, donde las enormes desigualdades hacen casi imposible cualquier coexistencia pacífica. Nuestra historia relata la amistad entre dos chicos, cuyas familias pertenecen a cada uno de los dos bandos enfrentados en ese lugar del planeta. Ellos también van a tener que afrontar las adversidades derivadas de la forma en la que los mayores intentan solucionar sus conflictos. Los personajes son de carne y hueso. Tal vez os podríais encontrar con ellos si un día


lograrais visitar el lugar donde suceden los hechos que os quiero contar. Sin embargo, no todo lo que vais a leer pertenece al mundo de la realidad. Como podréis comprobar, Salim, uno de los protagonistas del relato, se refugia en la fantasía para hacer frente al miedo que le producen los tanques y los helicópteros, dueños y señores de la ciudad donde habita. El guiso literario que deseo ofreceros contiene bastantes pizcas de humor, ya que lo que ocurre en la obra forma parte de la vida de dos chicos que juegan, se divierten e intentan olvidar la parte más triste del mundo en el que les ha tocado vivir. Y es que en cada lugar, por dura y difícil que sea la existencia, siempre se encuentra un espacio de libertad donde hacer crecer la esperanza y la solidaridad. Si tuviera que definiros en muy pocas palabras mi intención al escribir esta obra, os diría que Manzanas rojas pretende hablaros de la amistad, del sinsentido de las guerras y de la crueldad de todos los muros que intentan aprisionar al ser humano.

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ARGUMENTO

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ESCENA I El Presentador inicia el relato y, aproximándose a las casas de Salim y de Ariel, nos habla de ellos, de su amistad y de la forma en la que viven. ESCENA II Salim y Ariel conversan sobre lo que a cada uno de ellos les ha ocurrido. Deciden poner en marcha el plan que llevan maquinando hace días y que consiste en gastar una broma a sus familiares. Ariel ha confeccionado un gran cabezón, con la ayuda del largo palo en el que su amigo coloca las manzanas que vende en el mercado. Pretenden hacer aparecer inesperadamente el enorme muñeco ante las ventanas de sus casas. Gazala, madre de Salim, recibe un gran susto al ver surgir tras los cristales la descomunal cabeza. Una


vez repuesta del sobresalto, grita a su hijo mientras los chicos huyen. Amos, padre de Ariel, que también recibe la broma, insulta a Salim, al que considera único responsable del alboroto. ESCENA III Tras mostrarse fascinado con el color y el brillo de las manzanas que Salim vende, Ariel le muestra las canicas de cristal de diferentes colores que ha comprado. Salim toma una de ellas y se la coloca ante los ojos. Al instante comienza a relatar las maravillas que contempla a través del vidrio. Ariel se lo toma a broma, y le acusa de mentiroso. Su amigo le cuenta que es capaz de ver cosas que él no puede comprender, como al personaje de un libro con el que habla cuando siente mucho miedo. Tan entusiasmado parece Salim con la canica, que su compañero le propone cambiársela por dos de sus manzanas. Salim acepta, no sin antes inventar con su amigo una disculpa para que Gazala no le regañe por la desaparición de los frutos. Salim queda solo en escena y, al colocarse otra vez el cristal ante él, de nuevo comienza a soñar. Todo lo que hay a su alrededor se vuelve del mismo color de la canica.

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ESCENA IV Gazala termina de retirar las últimas manzanas del caldero donde las baña en un líquido acaramelado de brillante color rojizo. Tras ponerlas en un escurridor, sale de su casa para dirigirse a la de Amos, donde realiza trabajos domésticos. Cuando llega, el hombre la está esperando para comunicarle su despido. Al principio, la mujer cree que todo es consecuencia de la broma que le gastaron los chicos e intenta disculpar la travesura de su hijo. El padre de Ariel se muestra inflexible y le exige que le devuelva la llave de su casa. Gazala intenta hacerle comprender lo que para ella supone perder el trabajo en una tierra en la que tanto escasea. Ante la intransigencia de Amos, abandona la casa apesadumbrada. ESCENA V Gazala se lamenta con su hijo de haber perdido el empleo, así como de la triste situación que vive su pueblo. También le reprocha que sea tan temeroso y que no se una a los otros chicos que se manifiestan contra los que, con la fuerza de las armas, ocupan sus tierras. Salim le hace ver que él trabaja todos los días para ayudarla y que, cuando dispone de algún tiempo libre, procura ir a la escuela. Cuando


Gazala le recuerda que su padre murió defendiendo su tierra, Salim le responde que es imposible detener los tanques con simples piedras como hacen otros chicos. ESCENA VI Salim abandona la casa de su madre y se dirige al círculo de arena que separa su vivienda de la de Ariel. Lleva en las manos el viejo volumen de desgastadas tapas de piel que le regaló su padre. Se sienta en el suelo y, entornando los ojos, llama en voz baja a Yehá, el personaje de las historias contenidas en el libro. El afable personaje oriental aparece tras él y se acomoda a su lado. Salim le cuenta el pesar que siente al reconocer su falta de valor. Yehá intenta calmarlo relatándole una leyenda con la que pretende hacerle comprender cómo para sentir valentía es preciso conocer antes el miedo. Juntos recuerdan una de las hermosas frases que contiene el libro: «Cuando llega la luna nueva, se corta en trocitos la luna vieja para fabricar con ellos las estrellas». ESCENA VII Amos culpa de un atentado, ocurrido al otro lado de la ciudad, a las gentes que viven en el barrio de Ariel y de Gazala. Se encuentra

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tan indignado que grita y pide medidas enérgicas para eliminar a todos los que él piensa que son revolucionarios. Gazala no comprende el odio que Amos siente contra ellos. Inesperadamente, se escucha el ruido de unas máquinas pesadas aproximándose. Se produce el oscuro total.

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ESCENA VIII Cuando vuelve la luz al escenario, después del descanso, veremos como un muro de piedra atraviesa el círculo de arena y separa las viviendas de ambos amigos. Salim llega a su casa y, como otros días, intenta dar ánimos a su madre, que se lamenta de la nueva situación en la que se encuentran. Ahora tendrán que recorrer muchos más kilómetros para intentar buscar trabajo. Su hijo se ofrece a vender manzanas por la tarde, aunque para ello tenga que dejar la escuela. Gazala pretende disuadirle, ya que sin estudios nunca podrá mejorar su situación. A pesar del miedo de su madre a los controles militares, Salim decide volver al mercado. ESCENA IX Ariel se entera por su padre de que él es quien ha pedido ayuda a los amigos que tiene


en el ejército para construir el muro que ahora le separa de Salim. El muchacho le expresa lo preocupado que está por la situación en la que va a quedar la madre de Salim, al haberse quedado sin trabajo. ESCENA X Salim regresa del mercado. Antes de llegar a su casa, se deja caer, rendido, en el círculo de arena. Saca del bolsillo su canica y se la coloca ante sus ojos. Su imaginación le hace contemplar sobre la tierra figuras fantásticas. Al dirigir el cristal en dirección a su casa, contempla como el padre de Ariel entra en la vivienda. El sueño de Salim finaliza. Al regresar al hogar y preguntar a su madre por la inesperada visita, se da cuenta de que todo ha sido una fantasía. ESCENA XI Del otro lado del muro cae un papel arrugado. Salim comprueba que se trata de un mensaje de su amigo. Ariel le propone construir un elemental teléfono, con cuerda y envases de yogur, que les permitirá comunicarse a pesar del obstáculo que se interpone entre ellos. Tras denodados esfuerzos, consiguen ponerse en contacto y deciden buscar soluciones

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para volverse a ver todos los días. Ariel busca una larga escalera, y su amigo apila algunos bidones que encuentra cerca de su casa. La operación fracasa ya que Amos sale inesperadamente de su casa y Salim rueda al fallarle la torre que ha conseguido construir con los recipientes de metal.

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ESCENA XII Gazala y su hijo conversan, iluminados por la luz de un quinqué de petróleo. Salim quiere saber quiénes son los causantes de las guerras. Gazala le explica que los responsables no son solo los ejércitos que las hacen, sino también los países que les venden las armas. Salim cree que Ariel nunca haría la guerra contra ellos; sin embargo, su madre piensa que, cuando sea mayor, tal vez piense como su padre. En el pequeño transistor de pilas se escuchan alarmantes noticias sobre la ocupación del barrio en el que ellos viven. Al ver el rostro de preocupación de su hijo, Gazala desconecta la radio. Salim se encamina muy lentamente hacia el exterior. ESCENA XIII Salim se sienta en el semicírculo de arena que el muro ha dejado al lado de su casa. De nuevo vuelve a recordar a Yehá. El fantástico


personaje aparece para animar al muchacho. Sus cálidas palabras le hablan de justicia, de tolerancia y de la urgente necesidad de que la tierra que pisan sea compartida por todos en paz. ESCENA XIV Salim regresa feliz del mercado al haber conseguido una buena venta. Su madre no se encuentra en la vivienda. Se oyen ruidos de carros de combate. Ariel se encarama a la escalera para advertir a su amigo del peligro. Ve como Salim entra precipitadamente en su casa y sale con la caja de metal en la que guarda todos sus tesoros. Después, vuelca el contenido en el suelo, recoge un tirachinas y toma una piedra con objeto de lanzarla contra un carro de combate. Ariel salta para impedir que su amigo se coloque en la línea de tiro del tanque. Justo cuando consigue llegar hasta él, se produce una estruendosa explosión. ESCENA XV Vemos a Salim y a Ariel caminando por una fantástica alameda a cuyos lados se yerguen decenas de palos cuajados de hermosas manzanas verdes. La suave música aportará a la escena una profunda sensación de placidez. La

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cálida voz de Yehá formula un deseo final con el que concluirá la representación: «Tal vez otros chicos y chicas, que ya no serán ni Salim ni Ariel, seguirán luchando para mostrarnos el poder de la amistad, el sinsentido de las guerras y de la crueldad de todos los muros que pretenden aprisionar a los seres humanos. De los jóvenes es el futuro. Ojalá las lunas viejas dejen paso a las nuevas, para que ellas alumbren una tierra en la que la paz, la justicia y los sueños sean posibles».


PERSONAJES

PRESENTADOR Irá introduciendo a los espectadores en la historia de Salim y de Ariel, dos amigos de diferentes civilizaciones que viven en el mismo territorio, aunque separados por muros de incomprensión y violencia. Su apariencia será la de un contador de historias maravillosas, surgido de las páginas de algún libro de cuentos, de esos que a veces descubrimos en el desván o en el interior de un viejo baúl. Las ropas que viste le darán un aspecto entre maestro y sabio bonachón; se muestra feliz al poderse dirigir a los jóvenes espectadores que han acudido a presenciar la representación. SALIM Muchacho de doce años. Su piel tendrá el color de los habitantes de las tierras de Oriente Próximo. Posee un temperamento decidido,

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Salim Presentador

Gazala

aunque en ocasiones muestre una gran timidez. Ayuda a su madre vendiendo en el mercado las ricas manzanas cubiertas de rojo caramelo que ella prepara. Tal vez sean los duros acontecimientos que tienen lugar en su tierra los que le hayan hecho convertirse en un ser introvertido, que busca en la amistad de Ariel y en el libro que le regal贸 su padre un escape a los momentos de tristeza. Cuando se siente feliz, exterioriza sus sentimientos con


Ariel Amos

Yehá

gran ternura. Viste con las ropas típicas de los jóvenes de la región. Su inteligencia natural llega hasta el punto de haber logrado expresarse en el idioma de su amigo, gracias al contacto diario con las gentes que se acercan a comprar las manzanas que él les ofrece. ARIEL Muchacho de trece años. Pelo rubio o castaño y piel blanca. Viste a la europea. Vive en el


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mismo territorio, pero pertenece a la comunidad de los que fueron llegando hasta allí desde otros países y ocupando tierras para constituir un nuevo estado. Él se siente más seguro que su amigo, ya que, aunque también sus conciudadanos soportan la violencia reinante, ellos poseen el mayor ejército de la región, con el que han invadido la tierra en la que habita Salim. A pesar de la oposición de su padre a que mantenga contactos con personas integrantes de la otra comunidad a las que considera enemigas, Ariel defiende a su amigo, al que trata como un hermano menor. A diferencia de Salim, que apenas puede acudir a la escuela debido a su trabajo de vendedor ambulante, él asiste regularmente a un colegio en el que recibe una buena educación. Es travieso y posee un gran sentido del humor, que utiliza para provocar amigablemente a Salim. GAZALA Madre de Salim. Tiene cuarenta años, pero representa bastantes más, debido a un prematuro envejecimiento por dificultades de la vida: perdió a su marido y tuvo que sobrevivir empleándose de limpiadora en casas como la del padre de Ariel. A pesar del amor que profesa a su hijo, en ocasiones le reprocha el que sienta


tanto temor cuando escucha el ruido de los tanques que invaden sus calles. Ella querría que fuera tan valiente como su padre, muerto por defender la tierra en la que él nació. Gazala es una mujer agobiada por la falta de trabajo y por los peligros derivados de las incursiones del ejército que defiende a los que, como Ariel y su padre, viven al otro lado del lugar que ellos habitan. AMOS Padre de Ariel. Tiene cuarenta y cinco años. Pertenece a la comunidad que controla con sus tropas los territorios en los que viven Salim y su madre, a los que considera enemigos de su pueblo. Está de acuerdo con el trato duro que se da a sus vecinos y hace todo lo posible para que Ariel rompa su amistad con Salim. La separación de su esposa le ha convertido en un hombre de mal carácter y excesivamente autoritario con su hijo. YEHÁ Este personaje está inspirado en un tipo muy popular en los países de Oriente Medio. Las historias que se le atribuyen, y que están reflejadas en numerosos libros, son divertidas, pícaras, tiernas, imaginativas y ocurrentes. La

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forma de pensar de Yehá se asemeja, en numerosos aspectos, a la de nuestro Sancho Panza, el cual siempre intenta solucionar, mediante la sabiduría popular, los intrincados problemas a los que se enfrenta su señor don Quijote de la Mancha. Sin embargo, en esta ocasión hemos querido presentar un Yehá más poético, más anciano, menos cómico y más preocupado en acudir a la llamada de Salim para mitigar sus temores y ayudarle a superar las horas difíciles. Si se recurriera a la caracterización de este personaje con una media máscara, podría ser interpretado, mediante un cambio significativo de su voz, por el mismo actor que encarne a Amos, padre de Ariel. Vestirá ropas orientales, que le darán apariencia de hombre respetable y sabio.


ESCENIFICACIÓN

DECORADO Dos casas de una planta. Solamente una de las habitaciones de cada vivienda será visible al público. La de la izquierda corresponderá a una modesta vivienda característica de los países de Oriente Próximo. En ella habrá: una mesa, dos sillas y un desvencijado sillón. Cerca a él, un hornillo de carbón sobre el cual se encontrará un pequeño caldero en el que Gazala, la madre de Salim, prepara las manzanas de caramelo que su hijo vende en el mercado. En la pared, la foto del padre y esposo, con una cinta en la frente en la que aparece cierta inscripción realizada con caracteres orientales, imposible de descifrar. Sobre la mesa, un quinqué de petróleo que nos indica la falta de energía eléctrica en la vivienda; junto a él, una pequeña radio de pilas. La casa de la derecha tendrá unas características mucho más occidentales. Las paredes,

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pulcramente pintadas. Muebles modernos, un armario con objetos domésticos y, en la pared, una gran foto o póster en el que se contempla una vista de Nueva York, con la Estatua de la Libertad en primer término. Separando ambas casas, un círculo de tierra del desierto. Se tratará de una «zona de nadie» en la que Salim y Ariel se reúnen. Será también el lugar donde estará el Presentador.


También se puede optar por un decorado mucho más sencillo: en la parte izquierda del escenario se colocará un mural que evoque la cultura de Oriente Próximo; en el lado derecho se colgará otro mural, aunque este hará referencia al mundo occidental; finalmente, en el centro, no podrá faltar el círculo de arena. El espectador deberá imaginar el resto de los elementos.


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MÚSICA El fondo musical que se escuchará a lo largo de la representación deberá ser un tema poético y descriptivo de las emociones por las que atravesarán los protagonistas a lo largo de la obra. Fusión de las dos culturas a las que pertenecen Salim y Ariel. La composición deberá presentar varios niveles de tratamiento, con objeto de subrayar tanto las situaciones alegres como las más sensibles e incluso dramáticas. SONIDO Lejanas explosiones, ruidos de cadenas de carros de combate en movimiento y motores de helicópteros en pleno vuelo, reproducidos con mayor o menor intensidad, serán los sonidos más representativos del espectáculo. ILUMINACIÓN Se considera necesario plantear un diseño de luces capaz de definir los dos planos de la obra: el realista y el imaginario.


ACOTACIONES ESCÉNICAS

ESCENA I 1. (Página 31) Entra en escena el PRESENTADOR. Antes de dirigirse a los espectadores, pasea lentamente por el círculo de tierra, como si intentara encontrar las palabras justas con las que comenzar su intervención. Se trata de un personaje enigmático. Viste de forma intemporal, aunque su atuendo y sus gestos deberán transmitir calidez, proximidad y, también, cierta dimensión mágica. 2. (Página 33) Se mueve en dirección a la vivienda situada en el lado izquierdo. Lentamente, esta se irá iluminando para permitirnos contemplar la figura inmóvil de SALIM, que sostiene entre sus manos un largo palo de metro y medio de alto, remata-

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do por una esfera de paja en la que se exhiben varias manzanas recubiertas por una sólida capa de brillante color rojizo. 3. (Página 33) Paulatinamente veremos como se ilumina la casa situada en el extremo opuesto del escenario. Sentado ante la fachada, ARIEL, inmóvil, lee un libro. El PRESENTADOR se aproxima a esta casa. 94

ESCENA II 4. (Página 35) Realiza un significativo gesto de derrota situando su dedo pulgar hacia abajo. Avanza hasta su amigo y clava el palo cargado de manzanas en el centro del círculo de tierra. 5. (Página 38) SALIM entra en su casa y regresa al poco tiempo con un paquete esférico entre las manos. Al retirar el papel que lo cubre, comprobaremos que se trata de una cabeza de cartón (papel maché), que representa un grotesco personaje con ridículos bigotes. ARIEL toma el palo de las manzanas e introduce la testa del fantoche en el extremo superior del palo. Después, coloca una larga tela sujeta a otra madera


para simular el cuerpo del personaje. Lo mueve como si se tratara de los títeres o marotes que se utilizan en las fiestas populares. SALIM protesta al ver peligrar lo que para él representa una auténtica tienda ambulante con la que se gana la vida. 6. (Página 39) ARIEL hace señas a su amigo para que le siga. Se agacha y avanza sigilosamente con el palo y la cabeza del muñeco tendidos, con objeto de ocultarlos a la vista de GAZALA, que acaba de aparecer en el interior de su casa. Ambos se arrastran hasta situarse bajo la ventana de la única habitación que nos presenta el decorado. ARIEL señala a SALIM un cubo metálico con su correspondiente tapa y le hace indicaciones para que golpee las dos piezas de latón, tan pronto él haga aparecer la cabezota ante la ventana. Se producen algunos momentos de tensa espera. El palo con la cabeza se va elevando lentamente y, a una señal de ARIEL, SALIM golpea la tapa del cubo, al tiempo que la cabezota aparece por la ventana ante la que se encuentra GAZALA. El estruendo hace que la mujer dirija su mirada hacia la ventana y esté a punto de rodar por tierra debido a la impresión que le pro-

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duce la aparición del insólito personaje. Una vez repuesta, grita en pleno ataque de nervios. Los chicos retiran el palo y corren a esconderse. GAZALA se asoma por la ventana, gritando.

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7. (Página 39) Los muchachos se acurrucan tras la fachada de la casa de ARIEL esperando que pase el temporal. GAZALA sigue gritando, aunque paulatinamente retorna la calma y desaparece de escena. 8. (Página 40) SALIM corre a buscar el cubo y se prepara para el momento en el que su amigo eleve el muñecón por la ventana. Ambos aguardan agazapados hasta el momento en el que AMOS, padre de ARIEL, entra en la habitación cubierto por una toalla de baño. Tan pronto los chicos comprueban que se dirige a la ventana, elevan el cabezudo mientras SALIM golpea el cubo. La impresión del padre es tal, que la toalla de baño se escurre por su cuerpo, dejando su figura al desnudo (el personaje se encontrará de espaldas al espectador). Inmediatamente recoge el paño y vuelve a cubrirse, aunque, con la precipitación, está a punto de rodar por tierra de forma grotesca. Se


asoma por la ventana y solo ve correr a SALIM, ya que su hijo se ha escondido pegando su cuerpo a la fachada. 9. (Página 41) SALIM y ARIEL han corrido a esconderse en un extremo del decorado, donde se encuentran varios bidones metálicos apilados. Respiran con dificultad; aunque ARIEL ríe, SALIM permanece serio. En su rostro se dibuja un gesto de preocupación. ESCENA III 10. (Página 48) ARIEL se incorpora y, tras propinar un simpático golpecito de complicidad a su amigo en la cabeza, desaparece de escena. SALIM queda perplejo. Tras unos momentos de duda, se encoge de hombros, dando por buena la propuesta de ARIEL. Lentamente, dirige la mirada a la canica azul que sostiene en su mano. Se muestra maravillado con su tesoro. Poco a poco eleva la bola hasta situarla ante uno de sus ojos. La luz comienza a descender, confiriendo al lugar una apariencia irreal. La escena se verá invadida por una inquietante luz azulada, al tiempo que múltiples destellos invaden el ambiente.

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SALIM se incorpora y avanza por el escenario. Mientras que con una de sus manos mantiene la canica ante los ojos, con la otra intenta cazar los brillantes reflejos que invaden su cuerpo y cada uno de los rincones del decorado. El fondo musical de la obra acompañará las lentas evoluciones de SALIM. La escena se convertirá en el lugar fantástico en el que nuestro protagonista es capaz de construir mundos imaginarios desde los que escapar a todo aquello que le produce temor e inquietud. Lentamente se irá produciendo el oscuro total. ESCENA IV 11. (Página 49) GAZALA termina de introducir las últimas manzanas en el rojo líquido del caramelo. Con gran esmero, va situando las frutas en una rejilla metálica donde habrá de solidificarse la capa líquida que las recubre. Retira el recipiente del fuego y se seca las manos con un paño. Pausadamente se despoja del mandil con el que protegía su vestido y se dirige a la salida. Cruza el espacio que le separa de la vivienda en la que habita ARIEL con su padre. In-


troduce una llave en la cerradura y entra. Con gestos rutinarios toma una especie de bata de faena y se la pone. Tras recoger varias bayetas y un cubo, se inclina para comenzar a fregar el suelo de la habitación. Tras algunos instantes, en los que GAZALA se afana en su tarea, aparece AMOS, padre de ARIEL. El hombre hace gestos apremiando a la mujer para que finalice su trabajo. Ella le mira extrañada e intenta expresarse en la lengua de su patrón con evidentes dificultades. 12. (Página 50) GAZALA se incorpora y le entrega la llave, apesadumbrada. Toma las monedas que el hombre le tiende. Se despoja de la bata y la deposita en el lugar de donde la tomó. Está a punto de romper a llorar. Sale de la casa y cruza muy lentamente el espacio que le separa de la suya. Se deja caer en la única desvencijada butaca existente en la estancia. Dirige su mirada hacia la foto del esposo muerto, que cuelga de la pared. 13. (Página 51) Se interrumpe al percibir la actitud de GAZALA. Apoya el palo de las manzanas contra una de las paredes. Se in-

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clina ante su madre y le toma con cariño una de sus manos. La luz desciende para cobrar fuerza en la casa de AMOS. ARIEL regresa de la escuela. Saluda a su padre.

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14. (Página 52) AMOS no parece hallar la respuesta adecuada a la apremiante pregunta de su hijo. Inesperadamente parece encontrar una razón contundente, pero se contiene, al considerar que su razonamiento puede resultar excesivamente duro para su hijo. Se produce una larga pausa. ESCENA V 15. (Página 55) GAZALA se dirige a su hijo, que está contemplando los «tesoros» que guarda en su caja de hojalata (varios lapiceros de colores; pequeños recipientes de cristal; algunos cromos, manoseados, de futbolistas; su libro de Yehá, etc.). ESCENA VII 16. (Página 57) Desaparece el PRESENTADOR. SALIM penetra en el círculo desértico. Se moverá como si estuviera soñando. Su mente parece encontrarse muy lejos de


allí. Al llegar al centro del espacio escénico, se sienta y abre el libro que vimos extraer de su caja metálica. Se trata de un pequeño volumen que le regaló su padre, de ajadas tapas de piel, en el que todavía se aprecian algunos adornos orientales. Recorre las desgastadas hojas con tal ternura y delicadeza que el espectador captará el cariño que profesa a su libro. SALIM concentra su mirada en la página abierta y aguarda pacientemente. ESCENA VIII 17. (Página 65) Durante el prolongado oscuro o el entreacto con bajada de telón (en las salas que exista esta posibilidad), se habrá instalado en escena un muro que divide el escenario en dos e impide que los habitantes de ambos lados puedan comunicarse. Al hacerse la luz veremos como SALIM y ARIEL, situados en sus respectivos espacios, dirigen la mirada hacia el paredón. Los dos se encuentran frente a frente, aunque la tapia les imposibilite contemplarse físicamente. En sus rostros se detecta un gesto de perplejidad y agobio. El PRESENTADOR se situará en el centro del escenario,

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en la parte más avanzada de la corbata. Detrás de él se encontrará el perfil de la muralla, la cual se prolongará hacia el fondo de la escena. ARIEL y SALIM permanecerán inmóviles, ajenos a la intervención del PRESENTADOR.

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18. (Página 66) La luz sobre el PRESENTADOR desaparece. SALIM se dirige muy despacio a su casa. Lo primero en iluminarse será la habitación de la vivienda, en la cual GAZALA recoge las manzanas de la rejilla de secado y procede a colocarlas con gran parsimonia en el palo que su hijo utiliza para transportar la mercancía al mercado. ESCENA X 19. (Páginas 72-73) Tras evolucionar entre el público, asciende al escenario y, una vez que ha clavado el palo en la arena, se deja caer en el semicírculo de tierra que el muro ha dejado en el lado de su casa. Extrae de su zurrón la canica, la sitúa ante los ojos y contempla cómo la escena cambia de luz y toda ella comienza a llenarse de imágenes y objetos fantásticos que parecen surgir de la bola.


Sobre el semicírculo comenzarán a aparecer unas extrañas formas que corresponden a las visiones que cruzan por la mente de SALIM. Se tratará de objetos tradicionales de los países orientales, que, al ser evocados por el chico a través de su bola de cristal, adquirirían caprichosas e irreales formas. Sin retirar la canica de sus ojos, SALIM intentará palpar las imágenes que irán apareciendo y desapareciendo en una constante marea. La música en esta escena servirá para acentuar el clima fantástico. Inesperadamente, SALIM dirigirá la bola a su casa y contemplará a través de ella como AMOS camina muy lentamente hacia la vivienda llevando un gran pan. Llama a la puerta. Aparece GAZALA en el umbral. Ella recibe el presente y gesticula mostrando su agradecimiento por el alimento que le ha entregado AMOS. Toda la acción deberá tener la apariencia de ensoñación de unos hechos que, a pesar de estar ocurriendo en escena, no forman parte del mundo real. El hombre saluda con gran cortesía y desaparece hacia el fondo del escenario. También GAZALA sale del espacio de actuación. Debido a la sorpresa que la inesperada visita le ha producido, SALIM retira la canica

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de sus ojos. Al instante se produce un brusco corte del efecto lumínico azulado, y la escena vuelve a su estado anterior. SALIM grita. ESCENA XI

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20. (Página 75) SALIM permanece sentado en el suelo un tanto avergonzado por su atolondramiento. Guarda la canica en su bolso. Inesperadamente cae cerca de él una bola de papel del tamaño de un huevo. Mira hacia el muro y sonríe ante la posibilidad de que pueda tratarse de un mensaje de su amigo ARIEL. Al instante saca de su bolsa un ajado cuaderno, arranca una hoja y escribe algo muy despacio. Al finalizar su corta misiva, arruga el papel y lo tira por encima del muro. Es en este momento cuando la luz cobrará fuerza al otro lado de la muralla para permitirnos distinguir a ARIEL, que, con gesto alegre, estira el papel. También SALIM estira cuidadosamente la página enviada por su compañero. Contemplaremos sus caras de perplejidad al intentar descifrar los mensajes y más tarde la franca sonrisa que se dibuja en los rostros de ambos amigos.


21. (Página 76) ARIEL corre a su casa y, al poco rato, regresa con dos envases de yogur y un rollo de cuerda de bramante fino. Tira al suelo el contenido y agujerea con la punta de las tijeras el fondo de ambos recipientes. Tras cortar varios metros de cuerda, introduce los extremos de la misma y fija los cabos a cada uno de los envases, afianzándolos mediante varios nudos. Tan pronto comprueba que la conexión entre ambos contenedores de plástico está asegurada, intenta lanzar uno de ellos por encima del muro. Cansado después de varios intentos fallidos, introduce una piedra en el envase y lo lanza, consiguiendo su objetivo. Grita presa de gran nerviosismo. 22. (Página 80) El número que monta SALIM deberá ser concebido como un ejercicio de equilibrista de circo. Coloca tres bidones apilados, ayudándose para la operación de algunos otros que se encuentran próximos. Tras varios intentos, consigue encaramarse. Lo más difícil será llegar al último y, más tarde, mantener el equilibrio. En varios momentos estará a punto de rodar por tierra. Los bidones deberán poseer trucos de anclaje para evitar su caída an-

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tes del momento en que esta deba producirse, al final de la escena. Aparece ARIEL cargando con una escalera plegada que procede a montar rápidamente, al tiempo que su amigo realiza equilibrios en el otro lado. Mientras ARIEL está a punto de conseguir llegar al borde del muro, los bidones de SALIM se quedan a media altura. Inesperadamente suena la voz estruendosa de AMOS. SALIM rueda por tierra, asustado con el grito del padre de ARIEL. Por un momento los bidones bailarán en pleno desequilibrio hasta caer al suelo con gran estrépito. Al ver aparecer a su padre, ARIEL comienza a realizar grotescos movimientos gimnásticos en lo alto de la escalera para intentar hacer creer a su padre que realiza una tabla de ejercicios escolares. ESCENA XIII 23. (Página 86) YEHÁ se inclina y toma un puñado de la tierra del desierto que se encuentra bajo sus pies. Intenta aprisionarla en su puño, pero lentamente los finos granos comenzarán a escurrirse entre sus dedos. Debido al silencio que reina en esce-


na, el sonido de la arena al caer deberá ser percibido por los espectadores. ESCENA XIV 24. (Página 88) Al percatarse de que su madre no se encuentra en la vivienda, apoya el palo en un rincón y se sirve un vaso de agua de una vasija de barro. Lentamente irá ganando en intensidad un extraño sonido similar al que produce un enjambre de avispas. Mediante un fundido sonoro, el anterior efecto perderá intensidad ante el ruido, cada vez más nítido y potente, de cadenas de carros de combate en pleno avance. Vemos salir a ARIEL de su vivienda, alarmado por el sonido. Dirige su mirada hacia el lateral del escenario, e inmediatamente su rostro experimentará un gesto de alarma. Grita en dirección a la vivienda de SALIM. 25. (Página 89) SALIM se mueve inquieto sin saber qué decisión tomar. Al fin se introduce en uno de los bidones con los que compuso la torre para alcanzar el muro. Otros dos de los recipientes todavía se mantendrán en pie junto al paredón. ARIEL,

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que no sabe si SALIM ha escuchado sus gritos de advertencia, comienza a montar la escalera, que más tarde apoyará en el muro para iniciar la ascensión. El sonido de los carros de combate se hará cada vez más intenso.

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26. (Página 89) ARIEL consigue encaramarse al muro justo en el momento en el que aparece en escena un carro de combate. Con gran sorpresa observa como su amigo ha abandonado el escondite en el que se encontraba y corre hacia su casa. A los pocos instantes, SALIM abandona la vivienda llevando la caja de hojalata que contemplamos en escenas anteriores. Tras volcar precipitadamente todo su contenido en el suelo, vemos como sujeta con su mano izquierda un primitivo «tirachinas» confeccionado con madera, goma y cuero. ARIEL grita desde lo alto del muro en un intento por disuadir a SALIM de la acción que se dispone a realizar. 27. (Página 89) SALIM se agacha para recoger una piedra del suelo con objeto de lanzarla contra el carro de combate tan pronto este derribe la pared de su vivienda. El mucha-


cho musita algo, mientras ARIEL se dispone a saltar desde el borde del muro a los dos bidones que SALIM apiló al otro lado. 28. (Página 90) SALIM tensa la goma y dirige su tiro hacia donde se encuentra el cañón. Su figura quedará congelada, como si se tratara de una fotografía de prensa. ARIEL salta desde lo alto del muro y consigue llegar hasta su amigo, justo en el momento en el que se produce un fogonazo procedente del cañón y se escucha una fuerte detonación. Se produce el oscuro total. ESCENA XV 29. (Página 92) De nuevo se hace la luz en el espacio escénico. Contemplaremos a SALIM y a ARIEL de espaldas, el uno junto al otro. Una suave luz los bañará, transmitiendo la sensación al espectador de que ambos se encuentran en un espacio irreal, próximo al mundo de los sueños. Las casas habrán desaparecido de escena, cubiertas por las cortinas de la cámara negra. Muy lentamente irá apareciendo en todo el fondo del escenario la imagen proyectada de una idealizada alameda, flan-

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queada por decenas de palos con hermosas y brillantes manzanas verdes. Los palos, similares al que SALIM solía utilizar para vender su mercancía, habrán echado ramas de caprichosas formas de las que penden los frutos. El diseño deberá ser una mezcla de estilos naif y surrealista. Los dos personajes, siempre de espaldas al espectador, simularán caminar hacia el fondo del escenario. La voz de YEHÁ sonará ampliada por el eco, con objeto de transmitir al espectador una atmósfera alejada de una locución convencional.


SUGERENCIAS: LECTURA E INTERPRETACIÓN

Manzanas rojas es una obra teatral que aborda temas complejos y polémicos, por lo que requiere una lectura lenta, profunda y, en parte, orientada por el profesor. Existen dos posibilidades para trabajar el texto con los alumnos, de las cuales la segunda implica la realización de la primera, pero no viceversa: 1) Lectura colectiva dramatizada. 2) Representación. LECTURA COLECTIVA DRAMATIZADA Consideramos que la lectura dramatizada o declamada es más factible que la representación dentro del ámbito escolar (también en campamentos de verano, bibliotecas...), y la consideramos una actividad más recomendable que truncar la obra para representar aque-

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llos episodios más fáciles de interpretar o de memorizar. Por otra parte, al no exigir memorización, permite hacer hincapié en la expresión, pensar en lo que se dice, en cómo se dice..., es decir, el lector estará más pendiente de interpretar que de memorizar. La memorización, muchas veces, provoca que no se tenga en cuenta el mensaje de la obra. Para la lectura colectiva dramatizada, en primer lugar, asignaremos los personajes a los alumnos-actores. Los papeles principales pueden ser leídos, en cada bloque o escena, por un alumno o alumna distinto, con objeto de que participe todo el grupo. El reparto será el siguiente: PRESENTADOR ARIEL SALIM GAZALA

AMOS YEHÁ LOCUTOR

La lectura dramatizada nos llevará, sin duda, varias clases. Así pues, indicaremos a los alumnos la escena o las escenas que vamos a declamar en cada sesión. En función de la extensión o del contenido, podemos anticipar


que una sesión de lectura no podrá exceder de dos o tres escenas. No olvidemos que una misma escena puede precisar varias lecturas, que permitirán al alumnado practicar la declamación y mejorar la interpretación de los personajes. Los actores correspondientes leerán, individual y previamente, el texto en casa. Antes de la lectura declamada de esas escenas, los alumnos participantes expondrán al resto de los compañeros qué aspectos interesantes han extraído de su lectura en casa: conducta o ideología de los personajes, desarrollo o ritmo de la acción, etc. Se trata de que manifiesten su opinión previamente a la explicación del adulto (profesor). De este modo, motivamos en nuestros alumnos la reflexión, el espíritu crítico, y la participación activa, aunque en algún caso tengamos que matizar sus observaciones, incluso contradecirlas. Manzanas rojas es una obra idónea para la reflexión y el debate. Los temas que trata son tan variados que, de acuerdo con la exposición de los alumnos, en cada sesión podemos enfocar el diálogo de diferente manera. Algunos de los asuntos que podrán ser abordados en clase en relación con la obra son:

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– la importancia del respeto a la diversidad, es decir, de la no discriminación por razones de sexo, raza o religión; – la necesidad de coexistencia pacífica de los pueblos; – el derecho de los pueblos a un estado y a unas fronteras seguras; – el derecho de los desplazados a volver a su tierra; – la oposición a todas las medidas de fuerza contra la población civil y la destrucción de sus medios de subsistencia; – el necesario apoyo de los organismos internacionales a la solución de conflictos que duran más de cincuenta años; – la importancia de la amistad y de la solidaridad individual frente a la injusticia y a la opresión. REPRESENTACIÓN ESCÉNICA Una vez que hemos finalizado la lectura dramatizada, podemos preparar la representación, en la que aconsejamos que se involucre todo el grupo de alumnos: decoración del escenario, música, atrezo... La representación puede ser total o parcial. En este segundo caso, meteremos las «tijeras»,


como tantas veces nos hemos visto obligados los docentes, para hacer viable la representación de una obra por los escolares. Si optamos por la representación completa (siempre es más deseable), podemos optar por la lectura «disimulada» de los textos (aprendidos «casi» de memoria). En este caso, la decoración escénica y el atrezo son fundamentales, para que los espectadores no vean el libro en manos del actor. También, cómo no, podemos sugerir que memoricen los textos cortos y que, de los largos, tenga cada actor la síntesis en la mente y pueda permitirse la libertad de improvisar, si bien esto necesita mucho más tiempo de ensayo, y no siempre es factible. Otra posibilidad consiste en repartir los papeles principales, por ejemplo los de Ariel y Salim, entre varios alumnos, por escenas, como quizá hemos organizado la lectura en el aula.

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