El Sótano Revista Nº6

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TAPA Lucas Bonillas Flore Malzoni Martín Cedrés ARTE - DIAGRAMACIÓN - CORRECCIÓN: Lucas Bonilla, Stephanie Borche, Martín Cedrés ESCRIBEN EN ESTE NÚMERO: Dayiana Longo José Correa José Manuel Barrios, de Hábito Gervasio Lembo Lucio Bondiolaccino Luis Canobra Lucas Bonilla Martín de los Santos Martín Cedrés Mr Baru Pablo Pérez S. R. de Galvani Valentina Diano Virginia Bonilla Z ILUSTRAN Y PINTAN Kaniche Lalo Martín Cedrés Valentina Diano FOTOGRAFÍA: Abril Rodríguez Lenka Suárez Lucas Bonilla Martín Cedrés Mai Rodríguez Pelado Sánchez Pablo Pérez


5 Poesía 8 Recortes 9 Lenka Suárez 11 Sueño (lúcido) de una noche de verano (del siglo xxi) 12 Kaniche 13 Pelado Sánchez 15 Sos Tará 17 Abril Rodríguez 29 Capítulo 2 33 Piezas 35 Rimarte al mirarte 37 Pablo Pérez 39 Oxygeno 41 Como dios manda 46 Kaniche 47 Cuento 49 Silvestre 51 Que no quede 52 Escombros 53 Una herida en la frente 55 Al Bulto



fotografĂ­a.Lucas Bonilla


que mierda veo cuando veo cuando se deja ver cuando quiero ver y no observar cuando veo y no miro cuando miro y no veo cuando veo y miro al mismo tiempo no observo, jaja miro, veo, observo sin pensar naturaleza divina... que o como reaccionaras al vernos mirar lo + lindo. que nos das! que son a los ojos!!! para ver. a veces pienso y es una lástima porque mañana me voy a arrepentir de haberme visto escribiendo o de haber visto o de haber observado o de haber mirado. cuando te miro solo es por fuera. pero me gusta como te miro, porque solo yo te miro de esa manera. jaja mi media naranja. apaga la tele y dejame verte más allá de lo que veo afuera!! y los ciegos qué ven??

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fotografía.Pablo Pérez

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ilustraci贸n.Valentina Diano


“Un retrato deja de serlo en cuestión de segundos. Cuando la carbonilla toca el papel, ya no es una recreación de un rostro lo que estos trazos forman; ya no es el rostro que se observa en la realidad el que es cuidadosamente representado en una hoja. Cuando el lápiz cae al piso, lo que se ve ya no es un retrato, es una persona, es esencia, es una verdadera vida, es sentimiento, es una historia, es una idea y es que todo esto mucho más. El retrato ya no es retrato, y la persona que se estaba inmortalizando ya no es la persona inmortalizada. Algo intangible en lo más profundo de la mente, y quisiera crear que hasta del alma, genera estas nuevas imágenes. Y así se ve el mundo, sin ver nada en realidad. Todo parece ser conformado por un sinfín de pequeñas cosas, pequeñas partes que despiertan en el alma diferentes sensaciones. Es ver la vida en recortes. Si nos pusiéramos a pensar como armaríamos una persona con recortes de cada recuerdo que poseemos, de todo aquello que idealizamos, de lo que anhelamos, tal vez nos daríamos cuenta entonces, que lo hemos estado haciendo siempre. Rompiendo identidades para crear una nueva que satisfaga algo, que despierte algo, que nos haga sentir. Quizás sólo soy yo quien veo la vida en recortes, quien ve personas fragmentadas y las plasma con el fin de saciar una incomprensible necesidad de encontrar “familiaridad” en un rostro. Tal vez soy yo quien ve niñez en ojos desgastados con los años, miedo en la más dura de las expresiones. Quizás nada de lo que veo está verdaderamente ahí, quizás todo es simplemente reflejo. Manifestaciones de lo que quisiera ser, de lo que sueño, lo que soñé, lo que conozco y lo que conocí, de todo aquello que no sé, y todo aquello que no “siento” sentir. Y tal vez de eso consta cada retrato, quizás eso es lo que veo cuando miro. Un sinfín de identidades para un sinfín de momentos sin vivir. Tal vez a través de esto puedo ver, puedo vivir. A través de recortes. “

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FOTO


FOTO fotografía.Lenka Suárez


Cansado pero sin ganas de dormir salí a paso lento hacia la playa. La noche rompió su velo y dejó nacer una luna llena que miraba a la tierra con su panóptica furia. El umbral de la civilización y lo salvaje de este mundo lo marcaba no solo la ausencia de humanos en toda la extensión de arena blanca, sino también el rugido de las olas que invitaba al más valiente a retirarse. Sin nada que perder, proseguí mi caminata hasta que estuve de cara al viento en la orilla. Una niebla espesa, rara para este lugar en esta época del año, descartaba los lados de la playa como algo que no corresponde, pero existe. Alguna nube pasajera cerró la luna con un parpadeo fugaz, y durante un instante tuve una visión de lo más extraña. Esculturas clásicas, griegas, romanas, todas postradas en la fina arena como vigilantes de una isla que no debe ser visitada. El mármol milenario brillaba su pulido lustre con la luz blanca de esa noche. Como faroles menguantes, las estatuas fueron perdiendo su halo lentamente y quedaron hechas hierro y carbón, encorvadas, marchitas. Salvo una. Una mujer con aire misterioso, esculpida quien sabe cuando y por quien sabe que maestro de la piedra, miraba ahora en la dirección de mi posición. Dudando, pero curioso, me levanté y caminé hacia ella. Para mi sorpresa sus ojos relucían blancos aún más que su pétrea piel, como un alma encerrada en un cuerpo que le queda chico. "¿Cuál es tu nombre?" le pregunté. Y la estatua respondió. "Soy Selene, mi cuna esta en la luna, y tú eres el hombre. Y esta playa no es lugar para que los tuyos encuentren la paz y el descanso." por un segundo pensé que iba a callar, y que yo iba a morir, definitivamente. Pero siguió. "Cuando un corazón aulla sincero en una noche como esta, en la que mi madre cae con todo su poder sobre tu mundo, no puedo expulsarlo de este lugar. Pero no estes aquí mas tiempo del necesario. Haz tus preguntas, encuentra tus respuestas, y márchate". Ante sus severas palabras, y con una nueva claridad de pen samiento que hasta nublaba mi psiquis, me levanté y le dije "Ya me marcho, Selene. Pues he descubierto que hay una mujer a cargo de la luna, y eso me tranquiliza". Seguí mis huellas sin mirar atrás y volví a mi lecho entre los altos pinos.

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KANICHE http://www.behance.net/kaniche



fotografĂ­a.Pelado SĂĄnchez


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Querido Duende: Ojalá supiera decirte qué veo cuando te miro, pero no puedo porque sos escurridizo, petiso de mierda! Ya me habían dicho, sí: “Un día te tomás un mate con pedacitos de sandía en la yerba y al otro se te aparece”. Hoy me cagaste de nuevo! Estuve tres cuadras. Me entendés lo que son tres cuadras? Tres cuadras estuve para desenredar el puto cable!!! Desde aquella vez que me tuviste tan distraído a la salida de casa que me olvidé del emepetrés me tenés de hijo. Si sabrás ser ortiva! Aparte al comienzo arrancaste tranqui, eran solo los cables de los auriculares, pero ahora te ganó el vicio. Tas de crá, duende! Ahora me hiciste una trenza con el cable del ratón. Vos seguro sos el bichicome que afloja el cable de la tele y hace que se vea todo con lluvia. Al cable del teléfono me le hiciste un bucle que está más difícil de enderezar que la moral de Tinelli. También debés ser el que me deja el cargador del celular ahí, con toda la pinta de estar conectado pero en realidad no. Te gozás la vida sabiendo que ando todo el día con la barrita del celular tintineando. Sos tremendo hijo de puta y esto lo digo con propiedad!!! Sé que sos hijo del Hada de los Dientes. Atorranta importante tu vieja!!! Se vino del norte y le copó el mercado al Ratón Pérez con una empresa en negro. Y ya que estamos en el asuntito este de tu familia, decile al Duende de las Medias que me devuelva el kilo y medio de medias que me viene haciendo desde hace años. Me importa un carajo si vuelven todas con 2 botones cocidos en la punta pero qué vuelvan!!! Casi me olvido! Felicitaciones por el nudo recontra-super-hyper-megamutante que te mandaste con la manguera. No lo pude desenredar! Me di cuenta que andabas a las risitas entre dos macetas mientras me veías obligado a poner el dedo en la punta de la manguera. Esa me la jugaste bien. Y otra cosa, te paso la jeta de duende por un una piedra de afilar si no la cortás con la bobadita de salir de la nada a engancharme los auriculares en la mochila de alguien o en algún posabrazos o pestillo o algo de eso. Vo, pero en serio, Duende. Terminala con los nudos. Me tenés hasta el esternón con los nudos. Igual, ya te escribí todo. Ya me descargué. Yo sé que, ta, en el fondo no sos mal pibe. No es culpa tuya. Sé que estás con un lote de ansiedad desde que te despidieron de la fábrica de chorizos…


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"a cuántas personas por día las miro a los ojos? creo que muy pocas, de hecho hay días que no sé si miro a alguien a los ojos, o si alguien me miró a mí. estoy obsesionada con las miradas"












imagen. Laura. Medina

Ambos quedaron como plastificados con los ojos bien abiertos y sus respectivas copas, ya vacías en las manos, todos los clientes quedaron en el mismo estado, mirando hacia la puerta, cuando uno de estos intenta salir del local se topa de frente con un culatazo de escopeta. Bandido 2 - La puta que te pario borracho de mierda!!! Sos sordo, hijo de puta!?...que todos quietos dije!!!! El borracho cayo inconsciente con la ceja abierta y el rostro completamente ensangrentado. Giyo - No te puedo creer - Susurra sorprendido. Churrinche - Me cago en dio´ la puta madre, con lo bien que venía la noche. Bandido 1 - A ver si cerramos todos el culo y no se les ocurra hacer cagadas que andamos con pocas pulgas hoy...eh! Bandido 2 acercándose al mostrador tira un saco de arpillera mientras apunta con la otra mano - Che gordo dale rápido, ahí dentro todo el vento, que no quede nada, también 4 cartones de cigarrillos y dos bote llas de ron cubano. Daleeeee!! Bandido 1 - Despliega otro saco que deposita sobre una mesa al centro del salón, apuntando con la bufosa efectúa su oratoria cual calesita - Y todos los giles de goma sáquense los relojes y lo que llevan de valor y lo tiran pa´ acá adentro. Giyo mira de reojo a Churrinche y utilizando la vista cual si fuera un apuntador, le señala hacia donde descansan los instrumentos. Sobre el final del mostrador donde ya la luz escasea yacen recostados el violín Stradivarious de Giyo y la guitarra Orosco de Churrinche, los dos instrumentos de alto valor económico, aparte del valor musical y sentimental que sustentan para estos dos artistas.

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Churrinche comprende el mensaje y responde con sus mismos ojos seguido de mirar hacia arriba la persignación en clara señal de plegaria por la suerte de sus vidas y de sus instrumentos. Entre tanto los bebedores del bar depositaban sus pertenencias de valor en el saco que uno de los bandidos había dejado en el medio del salón, el otro seguía gritándole a Mandil - Che gordo!!!, apurate y dame toda la guita!!! dale saco de grasa, no me tomes el pelo que te meto un licuado de perdigones en la jeta!!! Que te apures retrasado mental!!!! Giyo y Churrinche se miraron con una expresión bastante particular, ellos sabían lo tanto que le molestaba a Mandil que lo llamaran retrasado mental. Mandil quedo paralizado y con el rostro totalmente colorado. Bandido 2 - Que me miras bola de grasa? te dije que te movieras!!! - gritó avanzando hacia el mostrador al mismo tiempo que dejaba de apuntarle al cantinero. Sigilosamente Giyo toma el brazo de Churrinche y con la mirada señala el suelo del local. Mandil seguía inmóvil con la mirada fija y el rostro como si estuviera en llamas - Que te apures te dije retardado!!! - Grita el bandido 2 a centíme tros del rostro del cantinero. Giyo y Churrinche se tiraron al piso al instante de escuchar el puñetazo con el que contesto Mandil al bandido, el sonido fue extraño, se pudo escuchar como quebró la mandíbula del asaltante y mientras se desmoronaba detono el arma provocando un sonido ensordecedor. El relampagueo se escucha en toda la zona, que si bien tenía sus corridas y garuferos no era común escuchar balazos. Es un barrio pintoresco y derruido, cada manzana encierra en su entraña un complejo conglomerado de edificaciones de principio de siglo, a las cuales se adosan posteriores piezas y altillos. Variadas conexiones naturales embellecen cada uno de los cuadros; árboles antiguos, furtivas enredaderas, malezas, yuyos y parrales, como si no conocieran de muros, ni de linderas propiedades, simplemente son en el lugar. Por la noche la paleta cambia su tono y son las lamparitas amarillas las encargas de dar luz y calor, fuera de su alcance cualquier cristiano es ciego, el aroma de los pucheros y el humo de las chimeneas. Por las calles el tabaco y alcohol de los bohemios y los nocturnos.


fotografía.Martín Cedrés



Esos ojos ven, y a esos ojos vemos. En los ojos nos perdemos y con los ojos entendemos. Nadie puede conocer a nadie si no conoce realmente su mirada, los ojos con los que queremos ver la gente inspirada, la vida de una tirada. A los ojos vemos la esencia, a ciertos rostros las pretensiones. En la esencia está la demencia, en lo falso las malas intenciones. En la razón hay acciones, en el cuerpo inclinaciones. Falsedad es decadencia, locura son emociones. Los ojos son espejos del mundo. Yo me veo en esos ojos, en ellos me hundo. Crío identidad que crías contigo, como si al verte viera

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lo que no vi antes, amigo, lo inexplorable, lo trascendente, lo inexorable, lo inmanente. El todo está en la visión, pero hay aún más en el instrumento por el que se rige en su misión. Aunque no vean exige poder ver más que cual quier documento, lo logra al momento. Cada uno tiene con qué mirar, y con eso tiene con qué lo miren, y aunque lo desanimen, tendrá con qué caminar, tendrá porqué respirar, tendrá porqué avanzar. Aunque no tenga visión, o globos oculares, tendrá espejos de su esencia, más allá de toda ciencia y de toda experiencia. Es esa esencia que reflejan esos


ojos la que deja ver la cabeza entre tantos pocos. Es la esencia la que puedo ver en esos ojos. Cuando te miro veo revolución. Veo lo que ves, veo esa acción individualmente mediática, esa decisión espiritualmente dramática, esa visión personalmente caótica, esa canción estúpidamente módica. No ves lo que es, tampoco lo hago yo, y de eso se trata la esencia, ese es el embrollo… de eso se trata el ver e interpretar… de observar y tratar lo que parece ser sin descartar… de ignorar el qué dirán y las decisiones de los demás e intentar la felicidad de cada minuto, no de canuto, sino con los que estén y los que sean cuando tu estés y seas, y que quieras que estén y sean contigo. Cuando te miro veo evolución. Pese a que puede ser involución, veo el crecimiento de una mirada que da el advenimiento de lo nuevo, de lo que diremos, o de cualquier simple huevo. Veo, dejas ver, lo que quieres decir y no te dejan, lo que has querido hacer y no te dejan, lo que soñaste con vivir y no te dejan. Veo que quieres ser, pero no te dejan. Aleja al que no deja abrir la reja de los ojos entre cejas. Cuando te miro veo lucha. Veo alguien que escucha y quiere ser escuchado.

Cuando miro esos ojos devastados veo unos brazos cansados, unos pies lastimados y un pueblo hastiado, abrumado, y que al fin de cuentas, ganan que sea desinteresado. Ganan que se crea un fracasado, que crea que no tiene poder, cuando el de los gobernantes no es sino un capricho que no quieren perder. Su miedo está en nuestro querer, y nuestro deber en no perecer. Su propósito es gastar, el nuestro ganar. Su sueño es encajar, el nuestro crear. Por eso, si me preguntan qué es lo que veo cuando te miro, cuando lo miro, cuando la miro, cuando los miro, cuando las miro, cuando nos miro y cuando me miro, les diría que lo veo todo tan claro, como con la claridad que puede tener el reflejo de una esencia pura, tintada por la luz de un alma, condicionada por ciencia dura, experiencia cruda, religión oscura y razón esencial y calma… que se puede ver el mundo inmenso, denso de gente en armonía alterada con naturaleza, que se puede ver la pureza de quien todo lo ha destruido, y que se puede ver la perfección de un humano con mucho por perfeccionar. Esos ojos ven, y a esos ojos vemos. Con esos ojos veo, y a esos siempre miraré.

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piezas Dice que camina desarmada, que tiene un montón de piezas para armar Jugueteaba con un par de nubes en comas tímidas y puntos firmes Como ese tema de jazz que resonaba hoy al despertar ¿Te acordás? Me duele un poco esta carne machucada con intentos de existir Y el rechinar de cada hueso en mis pies. Mis condenados pies. Hijos de la tierra, enamorados del viento Todas las caras de la vida se acurrucan hoy en esta habitación Una prosa corre entrecortada a través de mi respiración Existir como uno, mil maneras a la vez Juana en calle Montmartre al 233 Cambio de nombre y dirección Por si se le ocurre oír mi casa desde el interior Aún cuando está lejos, está cerca mi corazón.

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DAYIANA LONGO

fotografía.Mai Rodríguez



fotografía.Pablo Pérez




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Terrorífico, casi humano. la mirada de un perro que me interpela. lo que tengo para decir no es la verdad de nadie. ni de nadie ni para nadie. tal vez que no sea yo. escucho, escucho. escucho. me dan ganas de decir algo, cosas. gritar (arrancarme los ojos). me arrepiento, es inútil. -y tal vez me equivoco- (al callar). porque afuera, mijo. afuera te van a comer crudo, mijo! te van a coger! y se van a joder en ti. a nadie le importa nada y tú. les chupas un huevo. cómo te hago saber, cómo te explico que sólo estamos de paso. y que estás pa la chiquita, abombao! la fácil, aunque mueras de estrés. aunque no te de el tiempo. estás en una telenovela nabo! te comes el cuento. y te estresas, todavía te estresas ¿no estarás perdiendo el tiempo? ¿no estarás en la cortita? ¿y cuál es tu viaje de vida? tu recorrido. a lo largo de los años, lo que has ido viajando. imaginando, creyendo, haciendo. ¿qué has estado haciendo? me digo. en el medio: un montón de energía rara. todo acá abajo. de árboles y edificios. cuando te miro apariencia. cuando te veo esencia. cuando te miro acciones. cuando te veo intenciones. yo me pregunto si son prejuicios. o perjuicios sacos de contradicciones. un trauma buscando oportunidades. eso veo. la luz verdadera. con las vendas puestas.


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yo también me digo a cada rato que tengo vergüenza la mano desborda mi cara sobre los ojos y me encierra atolondrado ¿qué es esto que tengo acá sino mio? mi cara, la tuya, la de todos sí tú no somos todos, quiénes somos yo da vuelta la página y fíjate que es demasiado afuera y poco adentro lo que hay en la feria yo compro tu plata, porque con esa cadena ahorco el tiempo cada fin de mes da vuelta la pagina y fíjate que nos lincha tanta vergüenza de no vernos como se debe como dios manda te espero hombre en el río sagrado




Voz y Talismán. Binariedad. Supongo entonces puedes entrar en la búsqueda de un lenguaje universal que esté por encima de los idiomas. Paradojas visuales. Mensaje sin código. Documentos estéticos. Efecto placebo de la cultura extrasomática. Poesía visual donde el objeto nos transporta. Yuxtaposición que distorsiona la interpretación. Mensaje continuo en perfección analógica. Captas la imagen por un metalenguaje interior, ya eres cómplice de una nueva manera de mirar, te invito a que nos seas obvio. Ahora tus ojos se encontrarán enfrentados en movimiento penetrante de lo inconsciente. El cielo y la tierra te permiten ingresar a una nueva diferenciación de lo mismo. Metamorfosis mutua en proceso. Mensaje encubierto. Tramando escamas te haces cómplice del enigma, por la posibilidad de ver la totalidad de la materia en estado líquido. Dime la solución. ¿Disolución? Ahora debes de extraer del inconsciente y, aunque no busques en los contenidos profundos encontrarás la Sabiduría. Renovación y regene ración. Seres psíquicos combinados para las realizaciones tangibles. Creación. Ponte la máscara para facilitar y ocultar la transformación. Estás en el centro de la masa confusa. Entras con fuerza ascensional en el juego de sombra y de luz. Revela la envoltura del agujero aunque no hayas dejado huellas contrapuestas. En visión caleidoscópica, me lanzas al Infinito, me haces inmaterial, invisible. Existe un vacío en la comunicación, puede ser la inocencia en tránsito a igual distancia del pensamiento y la sublimación. Fértil longevidad desde la intuición. Me pregunto ¿de dónde puedes venir? Leo en el código que surge de las tinieblas, como mensajero de la luz, vuelves a desaparecer en la tenebrosidad. Elector: ¿dónde me has traído? Quiero regresar, dame la llave. Extraído de la segunda interf@se de Etiología: Cosmos & Caos (MFMM, 2000)

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KANICHE http://www.behance.net/kaniche


“Se dice que hay varias maneras de mentir;pero la más repugnante de todas es decir la verdad, toda la verdad, ocultando el alma de los hechos”. J.C.Onetti. “El pozo”

En el momento en el que el juez fue a dar la sentencia, ella se apretó los labios, con fuerza, y cerró los ojos frunciendo el seño. Las arrugas en los ojos se hicieron evidentes y los surcos de la frente delataron más años de los que en verdad tenía. Sus manos se estrechaban debajo del escritorio, en un gesto de súplica que nadie alcanzaba a ver, ni ella misma. No pudo oír las palabras del juez, no quiso. Su mente se había insta lado en algún recoveco del pasado y dejó que el recuerdo la embargara, sin resistirse.

Era un recuerdo de los lindos, de los pocos. Estaban sentados bajo la parra en una nochecita de verano, era víspera de reyes. Los niños correteaban por todos lados, nerviosos y expectantes. Corría una brisa calma que expandía el aroma a jazmines y traía consigo algún rastro del menú de los vecinos para la cena. Se pasaban el mate y celebraban la ocurrencia de los menores, que desde hacía un rato cantaban y bailaban en un escenario improvisado, usando las escobas como micrófonos.

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-“Tuve que hacerlo”-, le dijo al abogado, _ “No me quedaba otra”_ El la miró con ojos de compasión y pensó, sin querer, en cómo iban a pagarle sus honorarios si la mujer iba presa. El más grande miró a su padre y vio cómo la cara empezaba a transformarse de a poco. Era un proceso que tardaba apenas segundos y que él conocía de memoria. Podía cerrar los ojos y describir en detalle la metamorfosis de quien, once años antes le había dado la vida y ahora se la quitaba todos los días un poco. Dejó la escoba recostada a la pared y llamó uno a uno a sus hermanos, los reunió y los invitó a ir hasta el baldío de al lado a juntar el agua y el pasto para los camellos. Los niños aceptaron encantados. Su padre, mientras tanto, escupía a un lado de la silla y tiraba con violencia el mate recién cebado, al tiempo que le gritaba a la mujer una serie de improperios que tenían que ver con la temperatura del agua. Esta vez sería eso. Otra vez, otra cosa. Cuando los niños llegaron con el agua y el pasto, el hombre se había ido y la mujer lloraba tapando su rostro con ambas manos. Quería ocultar la marca del abuso, inocultable. Sus hijos la rodearon en un abrazo apretado y secaron sus lágrimas. Uno de ellos levantó el mate y lo acomodó para seguir cebando. El otro puso las sillas en ronda y se fueron sentando en silencio. Ninguno dijo nada. Volvió en sí y levantó la cabeza, tenía las manos coloradas y le salía un hilo de sangre del labio inferior.

Miró a su abogado y supo lo que había pasado. Sólo se arrepintió por sus hijos. Lamentó en el alma no haber sido capaz de seguir aguantando. La invadió la culpa. Se le mezclaba el recuerdo en el presente y la sensación de que aquel momento espantoso tenía algo de maravilloso también. Había sido una de las peores golpizas, cierto, pero ese día había dicho “basta”. Ella sabía lo que tenía que hacer. _”Cambie la cara mamá”_ dijo el menor de los hermanos, “_los reyes no le van a dejar nada si la ven así”_. _”Tiene razón m´hijo, no me haga caso que ya estoy bien_”. Preparó el té de tilo para repartir entre los niños, como era habitual en las vísperas de reyes. Y poco a poco el cansancio le fue ganando a los nervios y dejaron que los ojos se les fueran cerrando pese al esfuerzo rebelde por mante nerlos abiertos. Al cabo de una hora los cinco estaban dormidos. La mujer los tapó y besó en la frente. “_Te amo hijo mío”_ susu rró al pie de cada una de las camas. Puso los cinco regalos en el árbol y apagó las luces de co lores. Todo se volvió negro. Al otro día, el mayor de los hermanos ayudó a los pequeños a abrir los regalos. A él los reyes le habían traído un camioncito con remolque. Era justo el que quería, pero sintió que ya estaba grande para eso, así que se los dio a los demás. Un par de semanas después, el hombre amaneció muerto. Tendido en su cama. Lo envenenaron.

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fotografía.Mai Rodríguez

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En este preciso instante lo que somos, y lo que estamos dejando de ser. Un señor petrificado al borde de un roble oscuro mira vidrioso un punto a lo lejos. Unos vírgenes risos dorados corretean las mariposas que hoy visitan la plaza -Mamá, ¿Por qué? ¿Por qué se van? Se derraman sobre mi universo un par de decenas de billones de trillones de descreídas respuestas mezcladas con un olor a menta. Menta, menta, todo olía a menta. El vivir, y el morir, las voces de innumerables años testificados en los trayectos de las nubes sobre mí. Somos un punto en la línea del tiempo. Nos estábamos mirando. No precisábamos ni hablar. Como si nos uniera una silvestre telepatía.


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Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? Génesis, 16:13

Míranos. La hamaca de la intemperie vacila la piel. El tacto se deshidrató y ya no recuerdo que edad teníamos, cuando empezamos a ver al mundo como un relato breve. No observábamos el verdor de los árboles sino su frescura. El sol brilla, brilla, brilla. La brillantez del sol nos convoca. Fuimos amados por el sol y a él volveremos. Nuestros hijos serán sol, y los hijos de nuestros hijos serán sol, y sus hijos tendrán sol bajo su almohada y dormirán sin miedo. Nadie nos trajo aquí ya que la materia nos convoca como una idea irreversible. El aire invertido pasea por los poros, y cuando lo aspiramos se vuelve a invertir y nos da descanso. Yo no vine a ver la brillantez del sol y es tan hermosa… Un retrato familiar, una voz vieja nos adorna. Cuando hagamos música nacerán los peces que repoblaran al océano.

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Llegamos a la hora de la guerra siendo la comida que no se come con los dientes. A veces nos amamos y otras roemos las paredes. Es aquí, en el hogar del hijo donde vemos un nombre que es nuestro pero no se parece en nada a nosotros. Una guerra de arena caliente y lugares privados se libra en nuestro reino. Lo que transcurre es de una maldad muy grande. Las orejas en el cielo hacen al cielo una certidumbre silenciosa. Nos tambaleamos ante el primer sonido. Las sirenas duermen en la piel junto a su color retráctil. Por eso podemos ser felices sin necesidad de sonreír. La palabra se hizo carne y hábito entre nosotros. Aquí, bajo los soles brillantes el color se hace mas grueso. Aquí, bajo los soles brillantes, distingo un camino y es mi paz. Aquí, bajo los soles brillantes, damos cortesía a la gente nueva. Aquí, bajo los soles brillantes, ora nuestra carne hoy día. Aquí, bajo los soles brillantes, decidimos aprender a no pensar. Aquí, bajo los soles brillantes, respondemos con la tiranía del rasgado en nuestros ojos. Aquí, bajos los soles brillantes, nadie ampara a quien se rompe. Aquí, bajo los soles brillantes, el amor es una vaguedad de la trasparencia.


El sentido de la vista siempre estuvo sobrevaluado. Esta percepción ha sido apuntalada a lo largo de la historia con diversas frases célebres, pero al mismo tiempo descalificada por otras. Todo depende del punto de vista con que se mire al sentido de la vista, valga la redundancia, porque no es lo mismo desde los zapatos de un ser humano, que bajo las escamas de un reptiliano.

queda sin argumentos. Quizás por eso, en esta “controversial” edición de “Al bulto” hagamos uso excesivo de este recurso. Desde ya les pedimos disculpas. Embanderados con el sentido de la vista encontramos frases tales como “una imagen vale más que mil palabras” (proferida por un señor que quería transar una foto vieja por un diccionario en el mercado del trueque), “ver para creer” (espetada por una dama que deseaba observar con sus propios ojos el supuestamente desproporcionado miembro viril de un caballero) o la vieja y tramposa “ojos que no ven, corazón que no siente”, ingeniosa creación de la primera mujer que engañó a su marido.

Los dichos y refranes célebres siempre intentan legitimar una postura. Como si el solo hecho de evocar ese enunciado mundialmente famoso nos otorgara cierto poder al momento de doblegar a quien opina diferente a nosotros. También suelen ser utilizados como comodín cuando alguien se

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Pero lo cierto es que muchas veces una imagen no dice ni una pa labra, en otras tantas oportunidades creemos en cosas que no vemos (por ejemplo, yo jamás en mi vida vi un pez espada, empero creo en su existencia) y nuestro corazón habitualmente siente cosas que nuestros ojos no ven, porque como dijo el primer comebagre de la historia: “lo esencial es invisible a los ojos”. ¿Por qué juzgamos con tanta liviandad a alguien por su imagen entonces? Quizás porque si no estigmatizáramos a las personas por su apariencia, tendríamos que asumir el “riesgo” de acercarnos e interactuar con ellas. Escuchar su realidad. Dedicarles unos minutos de nuestro “valioso” tiempo. Y si, es mucho más fácil juzgar de lejos, por la apariencia. Claro que también se ha dicho que “las apariencias engañan”, entonces tanta contradicción entre frases célebres nos termina provocando una gran matufia en la cabeza que hace que ya no sepamos qué creer. Tratemos de desasnarnos con un ejemplo, basado en hechos reales. Felipe, ¿sos vos? Se han escrito libros, filmado películas, dibujado cómics

, tatuado colas y otras manifestaciones artísticas sobre los reptilianos, pero quizás vos que estás leyendo esto nunca hayas escuchado hablar de ellos. Básicamente, son como los extra-terrestres, pero son intra-terrestres: viven dentro de la tierra. Tienen apariencia de reptil, pero la capacidad de transformarse en humanos y pasar desapercibidos, con el único fin de alimentarse y sobrevivir. El problema es que los reptilianos comen humanos. Si se arreglaran con una ensalada mixta, o unos panchos del carrito, todo bien, pero su dieta se basa en humanos, entonces reconocerlos es fundamental para salvar nuestra especie. Si buscás un poquito en internet vas a aprender a detectarlos. Yo una vez conocí a uno, se llamaba Felipe. Buen tipo, salvo por su instinto asesino y su profundo deseo por acabar con nuestra especie. Reconocerlo fue fácil porque Felipe nunca podía completar su metamorfosis humana. Siempre le quedaba algo pendiente. O era la cola colgando, o las escamas en la piel, o la lengua puntiaguda. Nunca podía transformarse 100% en humano.


Nos hicimos amigos una noche en la rambla. Ambos estábamos bo rrachos. Felipe estaba triste porque se había comido un “cocainómano” y esto le había costado varios dientes porque el occiso estaba re duro al momento de ser ingerido. Yo le dije que no se preocupara, que la falta de piezas dentarias le iba a resultar beneficiosa para vincularse en ciertos ambientes.

Eso lo llevó a meterse en ámbitos que no le convenían, como en medio de la barra brava de Peña rol o en misas de “Pare de sufrir”. Y así fue que una noche, entre jabones de la descarga y ritos satánicos, su amigo Paulo se lo comió. Si, Paulo era un reptiliano que había tomado la forma de un pastor brasilero y como Felipe ahora era 100% humano, no lo reconoció y se lo manducó sin chistar.

Un reptiliano, un amigo.

Si Felipe se hubiera aceptado a sí mismo con sus virtudes y sus defectos, si no hubiera querido perfeccionar su apariencia, hoy estaría vivito y coleando (literalmente). Por eso creo que más allá de cómo nos ven los otros, primero deberíamos pensar como nos vemos nosotros mismos. Vernos y aceptarnos como somos. ¿Qué importa cómo nos ven los demás? Mientras nos reconozcan las personas que ya nos conocen, no habrá nada que temer. Bueno si, a los reptilianos siempre hay que temerle, pero ta, como dice el dicho: “si no puedes con tu enemigo, únete a él”, ¿o me vas a decir que vos nunca te comiste una persona?

Con el tiempo forjamos una gran amistad, basada en su palabra de no comerme a mí y mis consejos para que él pudiera pasar de sapercibido en la sociedad, al menos hasta que pudiera completar la mutación humana y manejarse libremente entre los de nuestra especie. Y ese día llegó. Felipe pudo convertirse en un humano con todas las letras y ya no necesitó mis servicios. Pensé que ahí sí me iba a querer comer, pero después de ver todo lo que ingería yo diariamente, ciertamente entendió que no le convenía, que no lo salvaba ni un bidón de té mixto. Lo más triste fue que la euforia por tener apariencia 100% humana fue la perdición de Felipe.

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ilustraci贸n.Lalo





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