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Mi amiga en la tienda de a dólar
Cuando mi amiga visitó por primera vez los “Nuevayores” vino a mi casa y lo único que me pidió fue que la llevara lo más pronto posible a una de esas famosas tiendas de a dólar porque quería comprobar con sus propios ojos si era cierto o no lo que decían de que todo allí era así de barato, además necesitaba preparar una caja para enviarla a “Erredé”, sin embargo, tuvo que esperar par de días [los cuales les parecieron una eternidad] para que su sueño se convirtiera en realidad, ya que llegó un jueves y mi disponibilidad para salir a pasear o ir de compras era los fines de semana. No bien se asomaron por la ventana los primeros rayos de sol de ese sábado, cuando ahí estaba ella, en la cocina, haciendo café y preparando un desayuno de esos que te dejan el día entero saciada, a base de huevo con salami y mangú con cebollita [creo que ni durmió la noche del viernes, loca porque amaneciera, cuan niño esperando la llegada de los Reyes Magos o Santa]. Con una sonrisa de oreja a oreja, bañadita y cambiadita se asomó a mi puerta y me dijo que debíamos salir pronto y bien alimentadas porque íbamos a “coger calle” y que ella estaba ¡ready to go! Con cara de sueño le comenté: llévame suave que tenemos tiempo, además recuerda que la semana próxima pedí vacaciones y estaré sólo para ti. Ya alimentadas adecuadamente nos dispusimos a salir hacia el anhelado lugar con sendos bolsos en mano, jeans, camisetas, tenis y lentes de sol. Nunca se me olvidará la cara de emoción que puso cuando llegamos a la tienda, a pesar de que intentó disimularla frente a mí; sus ojos brillaban y su cabeza giraba de un lado a otro cuan péndulo de reloj. Tomó una canasta y quiso que yo tomara otra porque una no era suficiente. A medida que caminaba entre los anaqueles su alegría iba creciendo y las canastas también, pues ya habíamos llenado 4 y aún no terminaba. Yo no sabía dónde meter la cara de la vergüenza cada vez que ella exclamaba en voz alta “¡mira que belleza!”, pero la entendí porque recordé cuando yo igual fui por primera vez a una de esas tiendas y quise llevármela completa, sólo que no pude más que una canasta porque el dinerito no estaba muy abundante que digamos. Desde adornos para el hogar: cuadritos, detallitos y chucherías, pasta dental y cepillo, desodorante, jabón, champú y acondicionador, ambientadores, accesorios para cocina y baño, el pelo y maquillaje, etc., etc., etc., hasta ropa y juguetes para el perrito que ni siquiera tiene, compró cosas. Cuando creo que por fin terminamos se devuelve a buscar otra y otra y otra mercancía… ¡una canasta más! Pensé. Después de andar la tienda de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, al fin terminamos y es entonces cuando llega la hora de ir a caja, pero ¿quién crees que pago la cuenta?

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