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Ciencias / Science
El Sol Latino July 2020
La importancia de las vacunas a nivel individual y global por JESSICA CABALLERO-FELICIANO Se ha escuchado mucho acerca de la búsqueda de la vacuna para el coronavirus. Científicos a través del mundo están trabajando arduamente para conseguirlo ya que éste será lo que pondrá fin a la pandemia. Sin embargo, hay mucha polémica asociada a las vacunas de parte de grupos de activistas. En este artículo hablaremos de cómo funcionan las vacunas, un poco acerca de la historia del movimiento anti-vacunas, y como se relaciona al COVID-19. Para entender cómo funcionan las vacunas, primero tenemos que entender cómo funciona el sistema inmunitario de una persona saludable. Nuestra sangre contiene células inmunitarias llamadas linfocitos. Cuando un patógeno (ej. un virus o una bacteria) entra a nuestro cuerpo, los linfocitos lo reconocen como algo externo y deciden atacarlo. Para poder atacar a ese patógeno y destruirlo, los linfocitos crean anticuerpos que rodean al patógeno y son específicos para ese patógeno en particular. Se dice que es específico porque ese anticuerpo funciona básicamente como una llave. Esa “llave” o anticuerpo solo puede reconocer a ese patógeno en particular para que pueda ser penetrado, descompuesto y desechado. Por ejemplo, si te da un catarro común, los doctores te dicen que descanses, tomes muchos fluidos y tomes medicinas para los síntomas. Esto es porque durante esa semana, tu cuerpo estará creando anticuerpos para combatir ese catarro. Pero, si los síntomas continúan por mas de una semana, puede haber algún problema que tu sistema inmunitario no lo está combatiendo de manera apropiada. En la actualidad no hay una vacuna para el catarro.
Crédito / La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés)
Ahora, ¿Cómo funcionan las vacunas? Una vacuna es una sustancia que contiene un patógeno en una forma muerta o debilitada (al punto que no puede causar la enfermedad). Al entrar la vacuna al cuerpo, nuestro sistema inmunitario ataca a ese patógeno, formando así anticuerpos contra el patógeno. De este modo, si mas adelante llega a entrar el patógeno de manera activa, nuestro sistema inmunitario lo reconoce y lo ataca con los anticuerpos que ya están presentes por la exposición previa a la vacuna. La meta de las vacunas es introducir un patógeno a tu cuerpo sin que te enferme para que tu cuerpo esté preparado para atacar al patógeno cuando éste entre a tu cuerpo y así evitar la enfermedad. Sin embargo, hay personas que tienen un sistema inmunitario débil, como por ejemplo las personas que reciben quimioterapia, personas con enfermedades autoinmunes, entre otros. Para estas personas, los linfocitos no están trabajando adecuadamente. Por lo tanto, no pueden recibir una vacuna ni estar expuestos a enfermedades porque su cuerpo no podrá producir los anticuerpos para combatirlo. Si su cuerpo no puede producir anticuerpos, hasta un catarro común puede ser letal. Pero si las personas que están a su alrededor están vacunadas, habrá menos probabilidad de que ellos se enfermen y estarán protegidos. A esto se le llama “inmunidad de grupo” (o “herd immunity” en inglés). Es por esto que las vacunas
trabajan a nivel del individuo y también a nivel global. La vacuna del sarampión es un ejemplo claro de cómo funcionan las vacunas. En el año 2000, el CDC anunció que el sarampión fue erradicado en los Estados Unidos debido a su vacuna que es 99% efectiva. Este logro fue altamente celebrado. Sin embargo, para el año 2019, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, (CDC por sus siglas en inglés) reportó que habían 695 casos de sarampión en 22 estados. Se entiende que este brote comenzó porque un turista que nunca fue vacunado viajó a un país con incidencias de sarampión. Al contagiarse y regresar a los Estados Unidos y entrar en contacto con otras personas que tampoco estaban vacunadas o que tenían sistemas inmunitarios comprometidas, se propagó el sarampión que anteriormente había sido erradicado. Analicemos este caso un poco mas de cerca. Hay dos maneras en que este brote pudo haber sido evitado: 1. Si el turista hubiera estado vacunado contra el sarampión, no se hubiera contagiado al ir a ese otro país y no lo hubiera propagado en los Estados Unidos al regresar. 2. Si el turista al regresar hubiera entrado en contacto solamente con personas que si estaban vacunadas contra el sarampión, no se hubiera propagado el brote debido a la inmunidad de grupo. Parte de lo que llevó a que algunas personas decidieran no vacunar a sus hijos contra el sarampión es por el movimiento anti vacunas o “anti-vaxx”. Este movimiento ha puesto mucho esfuerzo en propagar un mensaje de que las vacunas están relacionadas al autismo. Hasta el momento no hay ningún estudio científico que valide ese mensaje. Por el contrario, los expertos dicen una y otra vez que no hay ningún vinculo entre la vacuna del sarampión y el autismo. Entonces, ¿por qué este mensaje y movimiento anti-vacunas? Resulta que en el 1998 un doctor llamado Andrew Wakefield y sus colegas publicaron un artículo en una revista llamada Lancet donde publica que 12 niños tuvieron problemas de desarrollo después de ponerse la vacuna del sarampión. Inmediatamente hubo dos reacciones a este artículo: 1) muchos padres se preocuparon y decidieron no vacunar a sus hijos y 2) la comunidad científica criticó al artículo de Wakefield porque era notable que su artículo tenía muchas fallas lo cual invalidaban sus resultados. Sus colegas inmediatamente publicaron un articulo retractando la interpretación de Wakefield diciendo que en realidad no habían encontrado un enlace entre la vacuna y el autismo. Poco después, salió a relucir que Wakefield estaba recibiendo dinero de parte de un grupo de abogados para que falsificara la data con tal de que los abogados pudieran usar su estudio para ganar un caso contra la compañía que creaba las vacunas. Sin embargo, no fue hasta el 2010 que el articulo original de Wakefield fue retractado de la revista Lancet. Luego de esto, se han impuesto regulaciones mas estrictas para poder publicar en revistas científicas. Sin embargo, esto no resuelve el daño causado por el estudio fatulo de Wakefield. Volviendo al COVID-19. Usualmente, se puede tardar años en crearse una vacuna. Pero en el caso del COVID-19, los científicos no están empezando de cero en su búsqueda. El COVID-19 no es el primer coronavirus que hemos visto en la historia moderna. Hay diferentes coronavirus que han sido fatales, pero que no llegaron a convertirse en pandemia (como el MERS y el SARS). Por lo tanto, los estudios que se han hecho para conseguir la vacuna del MERS y el SARS ya han identificado posibles enfoques para la vacuna del COVID-19. Aunque todavía no hay una vacuna para el COVID-19, los científicos están en búsqueda de la vacuna y es cuestión de tiempo de que la tengamos disponible. Pero, no solo es importante que la vacuna esté disponible. También es imperativo que todas las personas contribuyan a erradicar esta enfermedad al vacunarse. JESSICA CABALLERO-FELICIANO (jcaballerof@umass.edu) es estudiante en el Neuroscience & Behavior Graduate Program - UMass Amherst.