TIS A R
G
Vol 13, No. 43
El Primer Periodico en Español de la Sierra | Publicado los Jueves |
Octubre 25 - Octubre 31 | 2018
Una historia distinta del Camino
¡Que viva la otra California! Por Darcie Khanukayev
—Excuse me —escucho con un acento español. Levanto la vista y me saluda una cara morena y sonriente con ojos brillantes. —¿Desearías una toalla? —un joven de una forma muy profesional me ofreció una toallita fría y húmeda para combatir el intenso calor del verano. Yo estaba sentada junto a la playa debajo de una sombrilla de palmas, estaba perdida en mis pensamientos mientras escribía en mi «oficina» junto a la playa. Reaccionando con una sonrisa, le respondí: —¡Claro! ¡Por supuesto! —y la acepté, cubriendo mi cara con aquel tejido suave y refrescante con un ligero aroma a limón. Se presentó como Leonardo. ¡Qué vida en la playa californiana! El sonido de las poderosas olas que rompen contra la orilla, la enorme extensión del cielo que proporciona una vitrina para vastas nubes, una brisa ligera y refrescante que me acariciaba; respiré profundamente. Hace tres días me dijeron que podía recoger mi visado en la embajada española en las próximas tres semanas. «¡Esperar tres semanas más!», pensé para mí misma. «Cuando tenía tanto que
hacer para prepararme para mi puesto de profesora en Valencia». La paciencia es una virtud, por lo que he oído, pero yo estaba demasiado ansiosa por la espera. Me decidí por una táctica diferente: la distracción. Me relajaría y disfrutaría mi espera dirigiéndome a México ... Cuando entré en el aeropuerto de Baja, me sorprendió ver el letrero de bienvenida ... ¡Bienvenidos a California! No había leído la palabra (Baja) antes, ni la que seguía después (Sur) del letrero de bienvenida, así que me pregunté cómo podría haber dejado California para llegar otra vez a ... ¿California? Por supuesto, yo estaba en California, pero no la de donde soy, ésta está por debajo de la frontera: es Baja California Sur. Por encima de ella se encuentra Baja California Norte, donde se encuentra Tijuana. La California en la que vivimos en realidad se llama Alta California. La belleza de la zona me sorprendió y me encantó. Me absorbió la hermosura de la vegetación verde y robusta, los cactus, las colinas escarpadas y las aldeas pintorescas; este no era el desierto plano y estéril, horneando bajo un sol feroz como siempre yo había imaginado. Iba a descubrir esta franja
de tierra separada del resto de México que se extendía por debajo de «nuestra» California, por ser un mundo propio y encantador. En esta California, el español es el idioma oficial, así que Leonardo y yo entablamos una amable conversación mientras yo secaba mi cara con esa tela fresca y perfumada. Y, después de nuestro encuentro inicial, todos los días cuando Leonardo acababa de chrlar con los invitados, siempre se pasaba por mi «oficina» para hablar sobre la vida en México, en E.E. U.U. y en España. Así, comenzó mi educación cultural de la california mexicana. Mi tiempo en Baja coincidió con su Día de la Independencia y me entusiasmó ser parte de él. Para aclarar algunos conceptos erróneos; yo no estaba en México el 5 de mayo, el famoso día que celebran todos en Alta California como si fuera el Día de la Independencia de México comiendo nachos, bebiendo cerveza Corona y Dos XX. No. Estuve allí la semana del 15 y 16 de septiembre; su verdadero día de la independencia. Según Leonardo y Zuzel, otra de mis amigos mexicanos, la batalla por la independencia de España comenzó con «El Grito de Dolores».
—Un sacerdote de la parroquia llamado Miguel Hidalgo de Dolores, Guanajuato clamó por la independencia en la madrugada del 16 de septiembre —explicó Leonardo cuando repartió raspadas verdes, blancas o rojas a los huéspedes del hotel (los colores de la bandera mexicana)— por eso lo celebramos la noche del día 15. —¡Ven con nosotros a la plaza de la ciudad esta noche para la celebración! ¡Hay fuegos artificiales, un discurso, tamales, música! —Agrega Zuzel con entusiasmo. Cuando nuestro pequeño grupo se acercó a la plaza, escuché: —¡¡Qué viva el presidente!! ¡¡Qué viva el alcalde!! …tras más y más ¡¡que vivas…!! Siempre habían seguidos de los vivas los nombres de un político importante o una persona histórica. Pero, yo no reconocí ninguno. Zuzel me susurró que no me preocupara, ella tampoco reconocía los nombres porque a veces gritaban el nombre del tío de un político u otro pariente. Finalmente, llegamos a lo emocionante: ¡¡Que viva México!! ¡¡México lindo!!! Cuando estuve en el avión rumbo a España, sonreí al recordar mi aventura en Baja; tal vez haya una virtud oculta en no tener paciencia.