El sol de la sierra 25 enero 2018

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Vol 13, No. 4

EL PRIMER PERIODICO EN ESPAÑOL DE LA SIERRA | PUBLICADO LOS JUEVES |

Toda la Basílica se iluminó de un rojo reluciente, duró un instante y luego se extinguió. Un par de segundos más tarde otra explosión iluminó el campanario y la antigua fachada, esta vez con matices de verde. No es el 4 de julio y no estamos en el aeropuerto de Bishop, California; es el 5 de enero y estamos en España. Es la víspera de Los Reyes Magos y tengo una vista panorámica de las festividades en La Plaza Mayor, la plaza principal de la ciudad desde un balcón. —¿Cuál es tu día favorito durante las vacaciones? —le pregunté al grupo de expertos entusiastas que me rodeaban. Tenían entre 9 y 15 años y sus ojos se iluminaron tanto por la emoción como el reflejo de los fuegos artificiales. Me respondieron a gritos: —¡La Navidad! ¡El día de los Reyes! —Pero, ¿Qué opináis de la fiesta del Año nuevo? —les pregunté. —Pues, es solo otra fiesta —escuché del grupo. En España, mis viajes me llevaron a un lugar donde iba a experimentar las festividades típicas navideñas, y descubrí algunas diferencias bastantes interesantes. En los Estados Unidos, tenemos el día de acción de gracias, luego, la Navidad un mes después y entonces la celebración del Año Nuevo. Son muchas fiestas, pero es manejable. En España, del 24 de diciembre al 6 de enero, hay tres festivales de mayor importancia. Una locura. Parece que a medida que las tecnologías reducen nuestro mundo, las tradiciones y las culturas del mundo se combinan. Por ejemplo, el 5 de mayo es en realidad una celebración más grande en California que en México donde se originó. El Black Friday comienza a ser reconocido en países fuera de los Estados Unidos y ahora Santa Claus comienza a invadir las tradiciones hispanas. No solía ser así; España es tradicionalmente un país católico, por lo que no tenía Santa Claus, o más bien, Papá Noel nunca apareció en el belén donde nació el Niño Jesús, así que nunca tomó parte de sus tradiciones navideñas. Los españoles han basado sus celebraciones navideñas en eventos bíblicos. La Navidad se celebra con una cena familiar la noche anterior que se llama La Nochebuena. El día siguiente marca el nacimiento de Cristo y, tradicionalmente, no hubo regalos. Las familias, las plazas y los escaparates

exhiben escenas detalladas de la Natividad en lugar de decorar árboles de Navidad. —¿Por qué os gusta la Navidad? ¿Recibís regalos? —les pregunté. —Me gusta porque toda la familia nos reunimos —dijo Abel, uno de mis entrevistados de 10 años—. Y, sí, recibimos regalos, ¡pero el gran día es Reyes! —¡Sí, los Reyes es mi favorito también! —gritó José Manuel, el mejor amigo de Abel. Ambos estaban en patinetes que habían recibido durante las vacaciones. La tradición de los Reyes se basa en la historia de los Reyes Magos de Oriente que vieron la estrella de Belén en el cielo cuando nació el Niño Jesús. En su día no había aviones, pues, los Tres Sabios tuvieron que montaron en sus camellos durante unas dos semanas, guiados por la estrella. Cuando finalmente llegaron a Belén, fue entonces cuando le dieron regalos al Niño Jesús, no en el mismo día de nacimiento. Por lo tanto, el 6 de enero es el día del intercambio de regalos en España. Tiene sentido. —En California, los niños no celebran a Los Reyes —les dije. Los rostros de mi audiencia se mostraron sorpresa y pude ver que sentían lástima por sus colegas estadounidenses. —¿Pero por qué no? —me preguntaron desconcertados y preocupados. Les expliqué que, en California, los niños tienen a Santa Claus y que solo entrega regalos en La Nochebuena. El gran día es la Navidad, luego está la celebración del Año Nuevo y luego se vuelven a la escuela. —¡¿Eso es todo?! Bueno, tal vez podríamos enviarles algo, porque, claro, tenemos tres Reyes y ellos solo tienen un Santa Claus. Así fue el consenso de mi joven grupo. —Entonces, ¿qué es lo que necesitáis hacer esta noche para preparar la llegada de los Reyes? —pregunté, con ganas de aprender más. —Tenemos que poner paja o zanahorias para los camellos y, a veces, mis padres sacan brandy para los Reyes —respondieron. «Como lo que pasa en EE.UU., más o menos…», pensé. Mis amigos jóvenes, con ganas de vivir plenamente las festividades, se subieron a sus patinetes saludándome —¡Felices reyes! Y desaparecieron entre la multitud, la música y la resplandeciente Basílica.

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Enero 25-31 | 2018

Una historia distinta del Camino

Los Reyes Magos


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