TIS A R
G
Vol 13, No. 44
El Primer Periodico en Español de la Sierra | Publicado los Jueves |
Noviembre 01 - Noviembre 07 | 2018
Una historia distinta del Camino
¡Venga Toro!
Sus profundos ojos como platos marrones me miraron, observando. No me juzgaron; solo paciencia, aceptación, incluso amor. Pero eso fue hace veinte años; yo había cambiado desde entonces. Recuerdo cómo sentí el miedo pasar por mi cuerpo ante esos ojos que me observaron; y cómo había acelerado mi ritmo mientras corría por un prado de iris morados y Mt. Tom, el telón dramático al fondo. Ahora, estaba mirando unos ojos casi iguales, pero éstos no tenían aceptación, ni paciencia, y menos aún, amor. Se concentraban en la venganza y la protección. Yo estaba en España, en una corrida de toros: ¡una infame y polémica corrida de toros! Ámalos, ódialos, tú decides.
Las corridas de toros son polémicas en España; todos tienen una opinión: buena o mala y claro, todos tienen una opinión de ti que depende del lado en que te encuentres. Yo, como todos, tengo mis preferencias. Soy un amante de los animales, me gusta abrazar los árboles, especialmente mis árboles frutales y las secoyas, y me alimento de plantas, ecológicas, por supuesto. ¿Pero eso hace que las corridas de toros sean incorrectas? ¿Y por qué a unos países les fascinan? En lugar de opinar, quería investigarlo. La primera vez que estuve en España, recuerdo mi encuentro con un toro: era una enorme estatua de un metal negro en medio de una plaza en Salamanca. Exudaba
poder, valentía, gracia, y exigía un respeto soberbio. Fue ese, el momento en que me enamoré de los toros. Más tarde, cuando viajaba por Andalucía, la región sur de España los veía en las colinas. Estos toros, se dice, son de una raza diferente de nuestros toros en Bishop. Los toros en California serían como los perros y los toros de España, los toros bravos, serían como lobos. Son intrépidos, hermosos y poderosos. Un solo hombre no es rival para esta clase de toros. Por lo tanto, hay un equipo de toreros. Los actores principales son el picador, el banderillero, el matador con una cuadrilla que tantea el toro y apoya al matador. En una corrida de toros, el protagonista es el matador y aparece como el último «acto» de tres. Su trabajo es mostrar increíble gracia, valentía y aplomo mientras domina al toro. Enseña su maestría en la faena mientras da capotazos. Debe plantar firme sus pies, trabaja los
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cuernos del toro cerca de su cuerpo, y, por Dios, ¡nunca huir del toro! Es, para el matador, un jugar con la muerte. Por esta razón, para atender a los toreros hay una capilla y un hospital debajo de las plazas de toros. El toro, por otro lado, tiene instintos muy predecibles. Es daltónico, pero puede ver los contraste y movimiento, y los sigue instintivamente. Es por eso la capa funciona, no porque sea roja. Cada vez que el toro intenta embestir al hombre que está detrás de la capa, inclina la cabeza y en lugar de dar con el hombre, reacciona al movimiento de la capa. Pero el toro aprende con cada movimiento en la plaza y, por esta razón, nunca entran en contacto con los humanos antes de entrar en la plaza. También por esta razón tienen que matarlos al final de la corrida. El «momento de la verdad» es el momento en que muere el toro. Si el matador vacila y no mata limpiamente el toro, el público lo
abuchea. En las clases que enseñaba en Bishop y Big Pine, estudiábamos los toros. Los estudiantes aprendieron algunos pases con la capa, simulamos ser un toro, cuándo decir olé y cuándo silbar. Para explicarles, les dije: el toro representa la vida: ¡es gloriosa, orgullosa y fuerte! Y si pensáis por un momento que el toro que sale de la puerta y que está arremetiendo contra vosotros se va a detener y escuchar a vuestras razones de no hacer los deberes del instituto, ¡estaréis muy equivocados! ¡Es mejor prepararse para la faena de la vida! Grita: ¡Venga Toro! ¡Que viva la vida! Ahora, cuando pienso volver a correr por el campo de Owens Valley, con esa manada dócil en el bello prado, puedo apreciar lo que los toros me han enseñado. Ser valiente y fuerte frente a lo que la vida nos ofrece, y aún abrazar mis árboles.
Por Darcie Khanukayev