TIS A R
G
Vol 13, No. 20
El Primer Periodico en Español de la Sierra | Publicado los Jueves |
Mayo 17-23 | 2018
Una historia distinta del Camino
Tú, también, sobrevivirás Por Darcie Khanukayev
—¡Manteneos firmes! ¡Lo importante es que no os alejéis, y especialmente, no les deis la espalda! Mis alumnos me escucharon: algunos atentamente, otros incrédulos, y otros cortésmente. Creo que la mayoría pensó que estaba exagerando. Después de todo, no estábamos hablando de encuentros con osos en Mammoth Lakes, hablamos de conocer y saludar a la gente normal. Lo que mis alumnos aún no sabían era que cada cultura tiene sus propias normas y suposiciones de la normalidad. Yo estaba preparándolos para entrar en un mundo diferente; iban a salir de su hermosa y protegida Eastern High Sierra para enfrentarse a España. Mientras viajo, me encuentro reflexionando sobre estas normas culturales no expresadas; abren puertas a las profundidades de nuevas experiencias, y ¡también pueden crear conflictos irreparables! Imaginé que si yo fuera una hormiga, todo este tema sería irrelevante. Por ejemplo, si voy caminando por las selvas de Colombia o Sri Lanka, o por las montañas de la Sierra Nevada de España o California, o a lo largo de la costa de Nueva Zelanda, por lo que puedo ver, todos se saludan de la misma manera. Las hormigas, cuando se cruzan en los caminos, se saludan tocándose las antenas y continúan. Debe ser un instinto. No es así con los seres humanos. Nuestra forma de saludarnos y reconocernos es tan diversa como nuestras propias huellas digitales. Por supuesto, cada cultura tiene sus saludos generalizados; sin embargo, dentro de cualquier cul-
tura, las personas pueden tener su propio estilo. Por ejemplo, los estudiantes que aprenden inglés como lengua extranjera se les enseña que los estadounidenses se saludan con dar la mano y que cuando se encuentren con uno hay que darla. Personalmente, no recuerdo la última vez que estreché la mano de alguien en Los Estados Unidos. Yo doy abrazos o inclino la cabeza para saludar. Daré la mano solo en un entorno profesional o formal. En España, no se estrechan la mano, se besan. Entre chicas y chicas, y entre chicas y chicos (de todas las edades) se saludan con dos besos. Entre los chicos, es costumbre dar la mano seguido de un golpecito amistoso en el hombro, como un abrazo a medias. Ahora bien, la forma en que las diversas culturas se saludan no es intrínsecamente buena ni mala. El problema surge cuando las diferentes culturas contactan entre sí, sin la conciencia de las normas diferentes. Una noche, mi amigo español, Xavi, y yo estábamos viendo una película estadounidense llamada Sideways. En español se llama Entre copas. En una escena, dos de los protagonistas masculinos fueron a un restaurante para quedar con un par de chicas que habían conocido anteriormente. Cuando llegaron a la mesa de las chicas, los hombres sonrieron, dijeron “hola” y se sentaron. De repente, escuché a mi lado: —¡Ostras, no se besan! El comentario de Xavi me hizo pensar. Si uno mira
la escena con perspectiva californiana, la forma en que los cuatro personajes de la película se saludaron e interactuaron parecía perfectamente normal. Y entonces, la percibí desde la perspectiva de la muy táctil cultura española. No hubo ninguna interacción física entre el grupo, ni siquiera un apretón de manos. Desde la perspectiva de Xavi, los hombres fueron increíblemente mal educados y todos se comportaron de forma muy artificial y fría. A medida que compartimos más sobre los saludos de nuestros países, me contó los problemas durante su viaje a Chile. No se besan, se dan la mano. Xavi estuvo de gira con su compañía teatral, conociendo e interactuando con muchas personas. Me dijo que el aspecto más difícil de viajar era saludar a la gente. Sin pensarlo dos veces y queriendo ser amigable, se acercaba a las chicas para darles los dos besos tradicionales, uno en cada mejilla. Dijo que se apartaron visiblemente de su gesto. Él, un poco sorprendido, se preguntó si tendría algún problema de higiene. Un amigo le avisó que debía de estrechar la mano a las chicas, pero no vigorosamente con un fuerte golpe en la espalda al estilo español. Xavi dijo que nunca se acostumbró. Sin embargo, sobrevivió. No estoy segura de si mis estudiantes que se aventuraron a ir a España se acostumbraron a que los besaran dos veces en cada mejilla, pero me describieron con orgullo cómo se mantuvieron firmes, no se alejaron, y que a pesar de que fuera incómodo ¡sobrevivieron!
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