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Vol 13, No. 6
El Primer Periodico en Español de la Sierra | Publicado los Jueves |
Una historia distinta del Camino
Puntos de contacto Por Darcie Khanukayev
¡Suelta! ¡Estarás bien! ¡Te tengo! ¡Venga ya! Claro, pensé sarcásticamente. Mis brazos y piernas temblaron mientras el pánico se extendía por mi mente. Agarré las repisas de una pulgada de ancho y las grietas en el acantilado a seis metros del suelo. No quería morir, todavía no, no así. ¡Solo apártate de la roca, te tengo! Miré hacia abajo; lo cual me costó toda mi atención. No quería relajarme sin darme cuenta y deslizarme por el acantilado hasta una inevitable muerte prematura. Vi a Theresa allí abajo, sosteniendo la cuerda de aseguramiento. Ella me sonrió, la misma sonrisa que me había animado al tocar conciertos como las Sirenas de la Sierra. A Theresa con el violonchelo le tocaba la parte del bajo en nuestro dúo y yo, con la voz más alta en el violín, había aprendido a confiar en ella para que me apoyara, incluso cuando titubeé con mi violín. Además de ser una violonchelista maravillosa, Theresa es una escaladora ávida. Se figura entre los muchos atletas que escalan en la región conocida como una de las mejores del mundo. Se llama el Gorge en el valle de Owens. En el Eastern High Sierra, escalar no es solo un deporte, para algunos es una forma de vida. Ésta fue la primera vez que escalé un acantilado y estaba aterrorizada. Durante el Camino me pasaron momentos de esa misma sensación de terror. No me refiero a perderme, ni a los perros, ni a cruzar ríos embravecidos e hinchados; estoy hablando de lavar la ropa. Los peregrinos de El Camino de Santiago usan mochilas cargadas de ropa, comida para merendar, agua, saco de dormir, guías, artículos de tocador, etc. La idea es traer solo lo que sea necesario, y esto significa llevar una muda de ropa: lavar un conjunto mientras se usa el otro. Por lo general, el lavado se hacía a mano en el lavabo del baño o tal vez en un fregadero más grande al aire libre. Fue una tarea cotidiana. Lo que me puso nerviosa fue la parte de secar, o más bien tender la ropa. España no se usa habitualmente secadoras de ropa. Normalmente, usan tendederos, pinzas y el sol. Aplaudo al país por esta tradición que apoya la tierra. Sin embargo, esta misma tradición tiene su lado oscuro. Nunca olvidaré el momento exacto cuando lo aprendí. Había terminado de caminar por el día y acababa con una de mis tareas de cada tarde: lavar la ropa para el día siguiente. El albergue se situaba en un monasterio reformado con literas para dormir en la cuarta planta. A través de
la ventana, un tendedero había sido fijado al edificio para nuestras necesidades de secado. Perfecto, pensé, se secarán muy bien a esta altura. Me colgué la camiseta mojada de RocUrFace en una cuerda y me dio la vuelta para coger una pinza para tenderla. Al mismo tiempo, una ráfaga de viento sopló por el patio. La camiseta era liviana, fácil de secar, fácil de transportar y me sentí como una californiana guay vistiéndomela. Cuando volví con la pinza para la ropa, la vi caer hacia abajo los cuatro pisos. Me quedé en shock. No me moví. Por mi mente corría una historia: era un sábado por la tarde, no había porteros a quienes me pudieran abrir a puerta del patio. Ni tampoco mañana habrá para que yo recuperara mi camiseta. Tendría que continuar mañana sin ella. La conmoción se convirtió en luto y luego en una resolución determinada de nunca perder a otro querido amigo. La próxima vez que colgué mi ropa, apliqué las
Febrero 08-14 | 2018
técnicas de escalar que había aprendido de Theresa: mantente enfocada, mantén al menos tres puntos de contacto, prepara tu artículo y la línea antes de cometer, ten a alguien en el suelo apoyándote. Ahora, para realmente aprender las lecciones, necesitamos distinguir entre escalar, que es con cuerdas de aseguramiento y bouldering, lo que significa que no estás atado a nada. Si te sueltas mientras bouldering, te caes. Al escalar, si te sueltas, tu compañero abajo te mantendrá con el arnés de aseguramiento y las cuerdas. Lo que hace particularmente peligroso al tender la ropa de cuatro pisos es porque se parece al bouldering. Un momento de distracción y tu calcetín se va. Posiblemente para siempre. Hoy, cuando abro la ventana para tender la ropa, con los pantalones vaqueros en la mano, siento esa sensación familiar de adrenalina a estas alturas. La memoria de esa tarde escalando con Theresa todavía está conmigo. Me solté del acantilado y como había dicho, Theresa me suspendió con las cuerdas… para mi alivio profundo. Ese acto me dio coraje para “escalar” en los Buttermilks y otros sitios de primera clase mundial en el Owens Valley, y también me dio los recursos para seguir secando mi ropa en otros tendederos en sitios antiguos a lo largo de El Camino en España.