TIS A R
G
Vol 12, No. 15
El Primer Periodico en Español de la Sierra | Publicado los Jueves |
Abril 20-26 | 2017
Una historia distinta del Camino
El Planeta de las… Cigüeñas En la tierra donde es una gran parodia Dañar un nido de cigüeña en un árbol de pera, Que las cigüeñas nos sirven a todos... ¡Qué nostalgia siento, Señor! ... - El poeta polaco Cyprian Kamil Norwid, Moja piosnka. e di cuenta de ellos a lo largo del CamiM no mientras andaba por la Península Ibérica: enormes cestas elaboradas toscamente. A veces un padre elegante y aparentemente distante, aunque fiel, lo guardaba, y otras veces estaba sólo el nido. Bueno, debo expresarme con más precisión: no los vi exactamente a lo largo de todo el Camino. Esa descripción sería mejor para los nidos de avispas que hay en el valle de Owens que aparecen de forma aleatoria, sin ser invitados ni visibles, justo debajo de la puerta del jardín o el grifo exterior del agua, con sus habitantes malvados dispuestos a atacar con celo al inocente hortelano. En contraste con esos, estos pájaros elegantes y esbeltos solo construyeron los suyos en lugares que reflejan su dignidad: el campanario de las
Por Darcie Khanukayev
iglesias, antiguos acueductos, puentes romanos, mezquitas con un milenio de antigüedad o castillos medievales. De vez en cuando se ven sus nidos encima de un poste moderno de teléfono o en un edificio abandonado, pero los transforman en algo mágico. Ellos son uno de los encantadores rasgos distintivos de andar por el Camino de Santiago en España. Se les llama cigüeña blanca, una Ciconia ciconia para ser exactos. No era yo la única que los encontraba encantadores; iba a descubrir que están rodeados de tradición y leyenda por todo el mundo. Según Wikipedia, en el Antiguo Egipto, se asociaron con el “alma”. La palabra hebrea para la cigüeña blanca es chasidah, que significa “misericordioso” o “amable”. Para los clásicos, griegos y romanos, las cigüeñas eran modelos de devoción parental. No morían de vejez, sino que volaban a las islas y adquirían una apariencia humana. Los seguidores del Islam reverenciaron las cigüeñas porque hicieron una peregrinación anual a La Meca en su migración. Para los eslavos daban suerte y, por supuesto, matando a uno traía desgracia. En Alemania, un nido encima de una casa signifi-
Vista del posible Planeta de las Cigüeñas localizado en Extremadura, España. Foto por Ramón Gassot.
caba protegerse contra incendios. Se creía que las almas de las cigüeñas eran humanas. Y, ahora, llegamos a la historia de cigüeñas más conocida en nuestras culturas occidentales: ¡Entregan todos los bebés! ¿A que sí? Yo quería saber la verdad, así que continué investigando. Según la Wikipedia: “El folklore alemán sostenía que las cigüeñas encontraban bebés en cuevas o pantanos y los llevaban a los hogares en la espalda, dentro de una cesta, o en los picos. Esas cuevas contenían adebarsteína o “piedras de cigüeña “. Las cigüeñas entregaban el bebé a la madre dejándolo caer por la chimenea. Seguí leyendo que las cigüeñas también eran responsables de los defectos de nacimiento si el bebé se golpeaba la cabeza o se mutilaba cuando caía por la chimenea. En España, todo el mundo sabe que los bebés vienen de París a través del esfuerzo de las cigüeñas. Las mentes curiosas quieren llegar al fondo de este asunto. ¡Seguí investigando con Wikipedia para descubrir que, de hecho, los españoles tienen razón! ¡Los bebés vienen de París! Según los datos, las cigüeñas siguen una ruta migratoria desde sus terrenos de recolec-
Cigüeñas en el campanario de una iglesia en España. Foto por Sr. Ticklerderivative.
ción estival en Europa hasta África para pasar el invierno. Lo interesante es que en un ignoto momento de la historia un grupo de cigüeñas decidió detenerse en París. Nunca llegaron a África. Se instalaron en un campanario y, aparentemente, hasta el día de hoy sigue siendo el centro de reparto de bebés. Mientras caminábamos un día, recuerdo haber pasado junto a muchas columnas de piedra a lo largo de la senda; era todo lo que quedaba de un edificio antiguo. Las cigüeñas se habían apoderado de estas ruinas con sus nidos encima de los pilares. Mi amigo Ramón y yo no pudimos apartar la vista. El sonido del silencio mezclado sólo con el crotoreo del pájaro nos generó una sensación extraña. Entonces, Ramón dijo exactamente lo que yo estaba pensando: —¡Parece El Planeta de las Cigüeñas! Fue entonces cuando decidí que había terminado de investigar los hechos de las cigüeñas. De ahora en adelante, les dejaría encantar y deleitar mi alma de la misma manera que lo han hecho a los seres humanos a través de los siglos.
Hero Anastasija Vaughan, nieta de Khanukayev, todavía en su tela de cigüeña. Foto por Brandie Vaughan.