El sol de la sierra 23 febrero

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Vol 12, No. 8

El Primer Periodico en Español de la Sierra | Publicado los Jueves |

Febrero 23-01 | 2017

Una historia distinta del Camino

Confía en Dios pero ata tu camelo Por Darcie Khanukayev y Marco Cabrera

La vida no te quita cosas, te libera de cosas»: Marco y yo estábamos escuchando a Fecundo Cabral, un escritor, poeta y filósofo argentino que es celebrado por todo el mundo. Yo esperaba que si Marco escuchara a Cabral le ayudaría pasar más fácilmente por las cinco etapas para superar el dolor y la pérdida. Su cartera y iPhone habían sido robados. En Santa Marta, Colombia. Fue sólo un saltito en el cálido mar Caribe. —¡Wow, no es como si estuvieras en la Sierra Alta del Este, estamos hablando de Colombia! La gente allí está desesperada —exclamó un amigo. Fue un comentario típico, y un poco inocente cuando podría haber sido una descripción mucho más “colorida” de la difícil situación de Marco. Me abstuve de reaccionar; ¿Por qué patear un perro cuando está ya abajo? En lugar de reaccionar, pensaba para mí misma mientras Marco y yo caminábamos por las selvas de Tyrona, del concepto de la pérdida. «Una pérdida implica que eres dueño de cosas, ¿verdad? ¿Podemos realmente poseer algo? ¿O son las cosas sólo un regalo prestado de la vida? La propiedad es un concepto desconocido para los aborígenes de Australia. ¿“Tener menos” equivale al nuevo estándar de “tener más”? Tener menos “cosas” realmente es como tener más libertad. ¿Es eso lo que quería decir Cabral?» pensé. Tuve que estar de acuerdo. Sentía que esta experiencia del Camino por partes de Colombia era mucho más eficiente y más ligera que la experiencia del Camino en España; Tenía una mochila más pequeña y llevaba menos de esas cosas de “por si a caso”, o sea lo que pesa el

miedo. Mientras seguimos caminando, para no pensar en los gritos incesantes de mis picaduras de mosquitos, continué reflexionando: «¿Qué pasa con una pérdida debido a un incendio? Como el Round Fire que se extendió por las comunidades de Paradise y Swall Meadows hace un par de años? ¿Cómo se atreve Cabral a decir que las familias que perdieron todo fueron liberadas? ¿Es posible que fueran liberadas de esos miedos que se derivan de la ilusión de estar separados y que así contribuyan al sentido de la soledad, falta de comunidad, camaradería y generosidad entre vecinos?» Y luego hay la pérdida de las cosas olvidadas. Recuerdo que cuando era estudiante de intercambio en Sri Lanka, me bañé en una refrescante caída de agua rodeada de

una selva exuberante. Después del baño, recuerdo que esperaba ponerme el vestido sedoso y sentirme como una reina en la brisa tropical. Pronto descubrí que lo había dejado en un asiento de autobús; Sabía que nunca volvería a verlo. ¿Cómo podría yo interpretar esa situación como algo liberador? Bueno, después de recuperarme del shock, recuerdo sintiendo una verdadera esperanza de que la persona que lo encontara lo luciría como si fuese una reina, igual que yo lo hubiese hecho. Pensar en esa image me hacía sentir feliz. Marco también estaba reflexionando mientras caminábamos por las enormes raíces de árboles y saltando arroyos de la selva Colombiana. Detrás de mí, escuché: —Puse al Universo a prueba para ver si me escuchara — lamentó

Marco tratando de entender su pérdida. Al oírlo, tuve que ponerme de acuerdo. Pensé en los tiempos en que había puesto al Universo a pequeñas pruebas; igual que lo había hecho Marco. Pensé en cómo si las cosas no salieran como yo quería, o sea si el Universo no pasara mi prueba, yo tomaría “este fallo” como un castigo personal de los Cielos. Que el Universo no me quisiera, que yo fuera una cualquiera. En otras palabras, era como si yo fuera una niña mimada que si no recibiera sus demandas, tendría sus rabietas. ¿Y es que mi interpretación quiere decir que las expectativas decepcionadas signifiquen que el padre/madre omnipotente no me escuchara? Yo creo que no. Tal vez este tipo de pérdida nos libera de la noción de

que el Universo no juega favoritos con nadie, que todos somos partes gloriosamente iguales en la gran selva de la vida, sin excepciones. Acabamos de llegar a la pequeña aldea llamada Pueblito y decidimos almorzar sobre las grandes losas de roca que los nativos usaban para construir plataformas para sus casas y templos. Mientras comíamos, volví a pensar en la liberación de la pérdida. Recordé un antiguo proverbio árabe: Confíe en Dios, pero ate su camello. En otras palabras, confía en la providencia, pero no a expensas del sentido común. De hecho, después de darme cuenta de que el sentido común es otro regalo de Dios, ¡me sentí liberada de mis “cosas” de la mente!

Marco, buscando su cartera en Santa Marta, Colombia. Foto por Darcie Khanukayev


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