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NO DEBE SER UN DIVORCIO

ATROPELLADO Y RUDO SINO UNA DESPEDIDA QUE PRESERVE AL MÁXIMO LA RELACIÓN QUE YA EXISTE.

La semana pasada el gobierno de Honduras rompió relaciones con Taiwán con el objeto de establecerlas con China. En Centroamérica solo Guatemala y Belice mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán, a costa de tenerlas con China. El gobierno actual no cambiará esta situación, pero Guatemala tendrá que establecer relaciones diplomáticas con China en un futuro no muy lejano. Fue el segundo país más importante como origen de las importaciones guatemaltecas en 2022, solamente superado por Estados Unidos, y fue el octavo país en importancia como destino de nuestras exportaciones. Difícil no tener relaciones diplomáticas con la segunda potencia económica, política y militar en el mundo, con fuerte incidencia en las normas internacionales que van a regir la economía y la política mundial durante las próximas décadas.

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En su momento corresponderá gestionar este nuevo vínculo con cuidado, buscando mantener una relación cordial con Estados Unidos, que últimamente ha entrado a una competencia estratégica con China. Estados Unidos reconoce a su gobierno hace ya varias décadas, pero son evidentes las crecientes tensiones entre ambos países y la posición de Estados Unidos de negarle a China cualquier espacio donde pueda ampliar su influencia. Y si hubiera que escoger entre las relaciones diplomáticas entre ambos países no hay duda de que debiera privilegiarse la relación con Estados Unidos. Por su cercanía y múltiples relaciones, desde las económicas hasta las humanas, constituye un actor omnipresente en Guatemala. Pero la abrumadora mayoría de países mantienen relaciones diplomáticas con China, incluyendo a los aliados más cercanos de Estados Unidos, como Canadá, Japón y los países europeos, sin que eso entorpezca los vínculos de cooperación económica, política y militar con la principal potencia mundial. Mantener buenas relaciones con otros países de Asia, como Japón, será crucial, debido a las tensiones surgidas de la conducta agresiva de China, que busca reflejar su poder económico en una creciente presencia e influencia política y militar en ese continente. El reconocimiento diplomático del gobierno chino no debe significar el sacrificio del absoluto respeto al derecho internacional ni dejar de respetar las normas multilaterales y democráticas que debieran regir al mundo. No significa contemplar a China como aliado ante un mundo cada vez más conflictivo.

PARA IR NAVEGANDO EN LA ZOZOBRA, EL DEUTSCHE HUBO DE ACUDIR A ESTRATEGIAS POCO ORTODOXAS DE CAPITALIZACIÓN COMO LOS “COCOS”.

Cada cierto tiempo en esta era que dícese llamar post moderna los contribuyentes, con mediación de los políticos, subsidiamos los portafolios bancarios. Ellos, los políticos, siempre están ocupados en otros menesteres, pero cuando el pánico empieza a cundir con corridas bancarias y demás, aparecen los gurús apelando a la calma: Joe Biden en los Estados Unidos, Christine Lagarde del Banco Central Europeo, y ahora el Canciller Olaf Scholz de Alemania, quien se apresuró a defender al alicaído Deutsche Bank, afirmando que las heridas no son de la gravedad del Credit Suisse, que venía cayendo de a poco debido a grandes travesuras.

Estamos de vuelta en el crimen financiero, como bien lo comenta con elegancia la columnista española Lucía Mendez de El Mundo. Lo cierto es que los bancos vienen acarreando basura financiera desde hace tiempo, y que no me digan los neoliberales criollos, que todo esto se debe al salvataje social que las sociedades democráticas y civilizadas del globo debieron implementar, primero inventando a velocidades jamás vistas una vacuna anti coronavirus, y luego rehabilitando los sistemas sanitarios, presionados hasta más no poder por los millares de muertes diarias.

Hace un tiempo publiqué una columna titulada “El Deutsche Bank y los Cocos”. Y empezaba comentando lo Interesantes que son las crisis porque permiten ver agujeros negros. Era el 2016, cuando los bancos alemanes salieron con su valija de Euros a prestarle a países ya endeudados como Grecia, magistralmente comentado por el ex Ministro griego de Finanzas Yanis Varoufakis en un buen libro titulado El Minotauro Global, que detalla las picarescas que los caballeros del dinero hacen con el pisto ajeno.

Para ir navegando en la zozobra, el Deutsche hubo de acudir a estrategias poco ortodoxas de capitalización como los “Cocos”, apodo entresacado del sofisticado término anglosajón Contingent Convertible Capital Instruments, que permite capitalizarse con deuda (capital híbrido le llamaron), que los grandes reguladores internacionales permitieron como paquete de salvataje de la crisis 2008-2009, y que dicho sea de paso se intentó aplicar en nuestro medio, afortunadamente sin concretarse.

Miguel Ngel Sandoval