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¿Hasta cuándo el Parlacen?

El Parlamento Centroamericano (Parlacen) es producto de una iniciativa guatemalteca lanzada en 1986 y concretada en 1991, al cobrar vida como una institución que debía promover la integración de la región. Hoy, 32 años después, es un cascarón político que no sirve más que como fuente de empleo para los partidos políticos de los países que lo integran.

Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana son los miembros plenos de este organismo, que es parte del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), a pesar de haber demostrado con el paso del tiempo que sus aportes son absolutamente nulos y su labor intrascendente.

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Cada país aporta 20 diputados centroamericanos, pera alcanzar un foro de 120 parlamentarios, cuya vez no se escucha y ni siquiera es tomado en cuenta por las autoridades de las seis naciones miembros por dos razones fundamentales: a) nunca aportan algo importante, ni siquiera interesante y; b) sus resoluciones no son vinculantes.

La idea original no parecía mala. Europa tiene un parlamento regional y tiene un peso específico en materia de integración política, económica y social. Hacia eso apuntaba nuestro tristemente célebre Parlacen.

Sin embargo, en todos estos años se ha comprobado la inutilidad del Parlamento Centroamericano, pero ninguno los miembros hace propuestas para convertirlo en un organismo que aporte y tenga un impacto real en Centroamérica y República Dominicana.

Los políticos sí han encontrado utilidad en el Parlacen. Les da oportunidad de enviar a financistas de campañas, amistades y hasta parientes de los líderes partidarios. Es para algunos también un refugio adecuado, porque les concede inmunidad a los diputados, al mismo nivel que la tienen en sus respectivos congresos nacionales.

Curiosamente, en el caso de Guatemala, varios candidatos ofrecen denunciar el tratado y buscar la salida del Parlacen, mientras que otros reformarlo para que sea funcional. Lo mismo sucede en otros países. Sin embargo, al llegar al poder, los gobernantes se olvidan de las promesas y transcurre el tiempo sin que se haga algo por salir o al menos transformarlo.

En las elecciones de 2019, el voto nulo –de rechazo– fue más alto que el de cada uno de los partidos políticos que participaron.

La UNE fue el que alcanzó más votos, con 633 mil, mientras que quienes anularon su papeleta o votaron en blanco, sumaron más de 1.6 millones. Un repudio marcado.

Calificando nuestro sistema político: ¿Democracia o dictadura?

HAY UN DESENCANTO CON EL FALLIDO SISTEMA POLÍTICO QUE IMPERA EN EL PAÍS, PORQUE NO RESPONDE A LOS VALORES DEMOCRÁTICO Y SÍ A CONCEPTOS AUTOCRÁTICOS DICTATORIALES.

Hace algunos meses vi los resultados de una encuesta de la firma CID-Gallup realizada en al menos doce países latinoamericanos sobre el sentimiento de la población hacia la democracia, con un resultado que llama a meditar, pues la gran mayoría de guatemaltecos se muestra decepcionada de nuestro sistema político.

Apenas un 36% de la población prefiere la democracia a otra forma de sistema de gobierno. Somos el peor país en lo que podríamos llamar solidez democrática, mientras que, para envidia nuestra, Costa Rica es el primer país con un 71% de su población creyendo que no hay otro sistema de gobierno mejor.

Eso me llevó a preguntarme de qué manera podríamos calificar nuestra democracia y entender a qué se debe ese desencanto.

Busqué diez características que fueran fundamentales para el buen funciona - miento de una democracia y luego calificarlas. Aunque reconozco que puede haber otras, seleccioné estas: 1.- Estado de derecho; 2.- Participación ciudadana; 3.Sufragio; 4.- Organizaciones políticas sólidas; 5.- Autonomía de los poderes políticos; 6.- Libertad de expresión e información; 7.- Desarrollo humano; 8.- Instituciones sólidas; 9.- Respeto a los derechos humanos; 10.- Contrapesos al poder.

Si a cada una le ponemos diez puntos, la mejor calificación sería 100 –como en el colegio y la U– y entre 60 y 70, algo aceptable. Lo interesante es que cada quién puede hacer la evaluación desde su perspectiva. Yo haré un repaso de lo que veo, en base a información y hechos comprobables.

1.- Estado de derecho. Perdido absolutamente desde el momento en que el sistema de justicia se ha colocado de manera sumisa a las órdenes del poder político, representado en la alianza oficialista: 3 puntos por los operadores de justicia que aún tienen dignidad.

2.- Participación ciudadana. La voz de la ciudadanía ha perdido fuerza. Pareciera que aquella primavera cívica que se vivió en 2015 está en el olvido. La clase política ha sabido crear división social bajo el concepto ideológico: 4 puntos y esperanza en que esto cambie.

3.- Sufragio (cada 4 años). El problema es que el sistema político está fallido. El multipartidismo sirve solo para hablar de apertura, pero favorece a los poderes fácticos de turno, a los partidos con recursos –muchas veces ilícitos–. El TSE ha perdido autonomía y en vez de servir al pueblo, sirve al poder político: 4 puntos, por la participación ciudadana en las urnas.