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debacle actual y la complicidad del Colegio de Abogados

EL COLEGIO DE ABOGADOS Y NOTARIOS DE GUATEMALA, CONOCIDO COMO UNA ASOCIACIÓN

GREMIAL NO LUCRATIVA, QUE

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VELA POR EL DECORO, DEFENSA Y CAPACITACIÓN DE SUS INTEGRANTES

A NIVEL NACIONAL, EL CUAL LLEVA DESDE SUS ORÍGENES

EL TÍTULO DE “ILUSTRE” Y SIN

EMBARGO LO ÚLTIMO QUE PEDIMOS

A ELLOS ES PRECISAMENTE

“ILUSTRACIÓN”. DESDE HACE YA

MUCHO TIEMPO SE HA CONVERTIDO EN UN INSTRUMENTO DE PODER DESPRESTIGIADO GRACIAS A SU CAPACIDAD DE INFLUIR EN LAS DECISIONES PÚBLICAS, SITUACIÓN

QUE DEBE REVERTIRSE.

Su importancia radica en la construcción social del Estado de Derecho y la obligación contenida en los artículos 34 y 90 de la Constitución Política de la República, que en marca la obligatoriedad de la colegiación profesional.

Una de sus principales funciones en esa construcción de Estado, es la de participar en la elección de las Cortes, del

Fiscal General, Instituto de la Defensa Pública Penal, elección de autoridades de la Universidad de San Carlos, Rector, decano, entre otras, por lo anterior es apetecido la dirección y administración del citado Colegio.

En los últimos tiempos, se ha desnaturalizado su función para el agremiado y para la sociedad guatemalteca en general, conllevando una politización del mismo.

Derivado de ello, en los próximos comicios se han postulado 8 planillas que corren para la dirección de tan alto cargo gremial. De ahí que sea importante para el agremiado y la población, el que cambie ese oscurantismo y politización de tan importante institución.

Es tiempo de cambiar, innovar y sobre todo mejorar, para que no sigan siendo los mismos los que detenten el control del Colegio, lesionando los derechos e intereses de quienes representan. Hoy en día aumenta considerablemente año con año los miembros que pertenecen a este Colegio y con ello afrontan retos muy significativos en el quehacer de la profesión, por lo que hace obligatoria la transformación de este.

Es ridículo que 8 planillas compitan por la dirección de dicho Colegio, mostrando así una similitud con la realidad nacional, donde la fragmentación de opiniones devora todo el debate, dejando sin oportunidad a la solución de los verdaderos problemas que agobian al gremio y sobre todo haciendo de lado la responsabilidad hacia la sociedad.

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