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MARCELA GEREDA

Sonia Fausto:

MUSICALIZAR LAS EMOCIONES, DOTAR A LOS SENTIMIENTOS DE RITMO Y VOZ INIGUALABLE ES LO SUYO.

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La artista y cantante guatemalteca de canción ranchera y boleros Sonia Fausto se ha presentado en diversas ocasiones en los últimos meses; dos veces en restaurante Fridas (una vez acompañada de mariachis y la otra de un fantástico guitarrista y pianista) y en la Finca La Azotea, en Antigua, Guatemala.

Escuchar a Sonia Fausto es una experiencia de belleza; debe ser la fuerza, el carisma y el poder de su voz que llegan hasta lo que hay debajo de los huesos. O acaso que su voz se cuela por recovecos indecibles que emocionan hasta a una piedra, pero algo se transforma dentro de una al escuchar a esta maga de la canción ranchera y boleros.

Sonia ha cantado en España, México y latino América junto a artistas como Julio Iglesias, Paloma San Basilio, Mocedades, Alejandro Sáenz, etc. Es España es considerada como la mejor intérprete de canción ranchera y boleros.

Desde muy niña Sonia supo que había nacido con un don. Dice: “Sé que nací con un don. Cantar es mi vida. Can- tar es vivir. En un escenario me olvido de todo, me olvido del mundo. Me gusta transmitir emociones y que la gente viva lo que estoy cantando. Por muy tristes que puedan ser las canciones, hago que la gente las viva, porque llevo musicalidad en las emociones. Para mí, cantar es lo máximo. He cantado para la hermana del Rey de España y para muchísimos ayuntamientos de la península Ibérica. España me ha dado mucha satisfacción. Hacer carrera de artista aquí es muy difícil. A muchos nos toca migrar y buscarnos la vida. Cantar nos hace olvidar todas las penas”.

En la presentación del jueves 26 en Plaza La Décima en La Mezcalería de Fridas logró tonos y ritmos verdaderamente extraordinarios. Además de rancheras clásicas como “te solté la rienda”, “La Bikina”, “si nos dejan”, “La Diferencia”, “cómo han pasado los años”, nos erizó la piel otras veces con “La Malagueña” y “Piensa en mí” de Luz Cazal.

Tomando el pulso de las diversas audiencias de diferentes edades y clases sociales, emociona ver cómo y cuánto la voz de Sonia Fausto une, congrega, cohesiona al público. Y a la vez cómo el bolero clásico lejos de ser un género olvidado mantiene viva el alma de espíritus apasionados. Es un deleite cantar en coro el mariachi de Sonia Fausto interpretando a José Alfredo Jiménez o Vicente Fernández.

Mar A Aguilar

“transparencia” lograría hacerlo irrespetando desde el comienzo el documento más importante del país?

LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA NO SE DEFINE SOLAMENTE EN LAS URNAS, SINO QUE TAMBIÉN, DEBE LIBRARSE EN LAS MENTES DE LA POBLACIÓN

El pasado viernes, 27 de enero, se hizo pública la decisión del Tribunal Supremo Electoral (TSE) de aceptar la inscripción del binomio del partido Valor, liderado por Zury Ríos. Esto a pesar de que Ríos cuenta con una prohibición constitucional para optar a la primera magistratura de la nación basada en el Artículo 186 de la Constitución de la República, el cual le impide optar al cargo de Presidente o Vicepresidente a “parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad” de un caudillo o “jefes de un golpe de Estado, revolución armada o movimiento similar, que haya alterado el orden constitucional.” Está demás agregar que esta no es la primera vez que Ríos, a pesar de la prohibición, intenta participar como candidata, lo cual debe llevarnos a la pregunta: ¿por qué, alguien que pregona un discurso de

El largo camino de Zury Ríos para llegar a la presidencia del país representa un perfecto ejemplo de los legados del autoritarismo y de la violencia del Estado en Guatemala. Su poder y presencia política son un claro indicativo de por qué no podemos seguir historizando el periodo de 1960 a 1996 como una guerra o un conflicto armado, porque la violencia ejercida no se limitó a una batalla entre dos sectores política e ideológicamente opuestos, o a un conflicto meramente librado por la vía de las armas. Por el contrario, las décadas de conflicto fueron producto de la continuación de un sistema opresivo colonialista que en la segunda mitad del siglo XX y bajo el contexto de la guerra fría, las elites del país aprovecharon para avanzar con su campaña usando como armas la violencia directa -expresada a través de ataques masivos como masacres y la política de tierra arrasada, así como ataques selectivos, como los que ocurrieron en la áreas urbanas-, al mismo tiempo, empujaron estrategias de violencia no directa como la incorporación de poblaciones indígenas a las fuerzas de seguridad, la reubicación de comunidades en aldeas modelo y las campañas de propaganda ideológica que vendieron la idea de que, ese sector que solo buscaba asegurar y defender sus privilegios, estaba en realidad “salvando a Guatemala.”

Mar A Jos Lara

Restos de luz

ASÍ, CUANDO YO MUERA, HE DE SER A TU LADO, UNA PEQUEÑA LLAMA DE DULZURA INFINITA.

JUANA DE IBARBOUROU, LA PEQUEÑA LLAMA

Me gusta sentir la tibieza de las paredes cuando cae la tarde. Palpita en ellas el sol del ocaso, invisible cuando llega la noche, pero aún presente en ese rescoldo.

Cuando el tiempo nos entregue a la marea del olvido, probablemente no dejaremos atrás la dulzura infinita de la que habla Juana de Ibarbourou —esa quizás solo podría guardarla su poesía—. No obstante, intuyo en las ausencias una calidez arcana —pero cierta— parecida a la luminosidad que nombran sus versos, que se derrama en el espacio que alguna vez sostuvo su estancia remota.

¿Qué objetos guardan los restos de luz de quienes ahora son recuerdo?

¿Qué lugares? ¿Qué vientos? ¿Qué cuerpos aún tienen trasvasado su fuego compartido?

Cartografías

Intento yuxtaponer a mi mirada una especie de mapa de calor, con la misión de identificar el pulso de aquello que permanece —o permanecerá— en los muros de mi vida, como huellas solares de los adioses. Encuentro islas de memoria viva y futura.

La delicada firmeza de unas manos vuelve a animarse en la borrosa dedicatoria que hace años dejaron sobre un libro. La cansada postura de unos hombros se restituye en una camisa de franela que se añeja en el armario, sin piel a la cual darle abrigo. El eco de una voz resurge de los pasillos que tiempo atrás nos escucharon conversar, dudar, reír. Toco con las yemas de los dedos la sombra del porvenir.

La verdosa vivacidad de un jardín dará cuenta de quien ahora dedica las tardes a obsequiarle la humedad y los cuidados que precisa. Las esquinas dobladas de páginas y páginas armarán el camino que unos ojos anduvieron sobre las palabras. La vibración de este pecho reconstruirá el ardor apacible de quienes hoy se abrazan a él.

¿De mí? No lo sé. Tal vez algunos restos de luz queden en las manos que otrora envolvieron las mías; en los regazos que se convirtieron en estero para recibir mis lágrimas; en las miradas que no volveré a acariciar con la mía.

Me enternece que la vida sea también una quemadura. Abrazo esa «pequeña llama» y sus vestigios.

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