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Los Actores Clave del Conflicto: Más Allá de Israel y Hamas

El conflicto entre Israel y Hamas involucra a diversos actores regionales, cada uno con sus propias agendas y perspectivas. A continuación, un breve análisis de algunos de ellos.

Hezbollah. En español “Partido de Dios”, es uno de los movimientos islamistas más importantes de Medio Oriente. Este grupo, con base en el Líbano, cuenta de forma paralela con un poderoso brazo militar y con una presencia significativa en la política libanesa. Originalmente fue creado por los Guardianes de la Revolución iraníes en 1982 para luchar contra las fuerzas israelíes que habían entrado en territorio libanés. Pero Hezbollah ha extendido sus tentáculos, estableciendo grupos paramilitares en Siria e Irak, y sirviendo de inspiración para otras fuerzas armadas, como los Hutíes en Yemen, todos ellos aliados de Irán.

Debido a que Hamás proviene del movimiento sunita de los Hermanos Musulmanes, mientras que Hezbollah, chiita, extrae su ideología de la revolución iraní, la relación entre estos dos grupos no es particularmente buena, sin embargo, tienen un objetivo común: destruir a Israel y oponerse a cualquier normalización de relaciones entre el Estado hebreo y los países árabes. Irán. Este país teocrático desempeña un papel destacado en el conflicto a través de su respaldo al llamado “Eje de la Resistencia”, integrado por Hamas, Hezbollah, los Hutíes en Yemen y otras milicias chiitas en Siria e Irak, que buscan ejercer presión sobre Israel y sus aliados.

Como adversario de Estados Unidos e Israel, y principal potencia chiita en la región, Irán ve como una amenaza los Acuerdos de Abraham, procesos de normalización de relaciones diplomáticas y comerciales alcanzados en 2020 entre Israel y un puñado de países árabes sunitas bajo la égida de Washington.

Líbano. Este país vecino de Israel y sede de Hezbollah, se encuentra en una posición delicada, ya que, si por algún motivo Hezbollah decide involucrarse en el conflicto, Israel no dudaría en tomar acciones retaliatorias en territorio libanés.

La economía libanesa, que ya de por sí enfrenta desafíos colosales, con una crisis financiera y una inflación descontrolada, se vería muy afectada si termina formando parte del actual conflicto. Además, los libaneses drusos o cristianos maronitas no coinciden con la visión de Hezbollah, por lo que, si este grupo terrorista arrastrara al Líbano a la guerra, le pasarían una importante factura política.

Arabia Saudita. Esta monarquía del Golfo Pérsico ha cancelado las negociaciones para una eventual normalización de relaciones con Israel. Y, de hecho, el gobierno saudita ha experimentado un cambio significativo en su postura respecto a Palestina. Si bien hace cuatro años, el gobernante de facto, el príncipe heredero Mohammed bin Salman (MBS), afirmaba que la cuestión palestina no era de interés de los sauditas, a partir del inicio de la nueva guerra, MBS se ha convertido en un férreo defensor de los palestinos, sabiendo que hoy la causa de este pueblo ha tomado centralidad dentro de la opinión pública árabe y musulmana.

La tensa relación que tienen con el conflicto estos actores, a los que podríamos sumar otros como Turquía, Siria, o incluso a los rebeldes Hutíes en Yemen, le agrega complejidad a la actual guerra.

No obstante, hay que tener claro que si bien Irán tiene la mano en el gatillo de los integrantes del “Eje de la Resistencia”, Teherán tendría mucho que perder en una guerra abierta contra Israel apoyado por Estados Unidos.

Mientras que a Israel no le convienen más frentes abiertos, tomando en cuenta que su ejército (Tzahal) ya está presente en Gaza, en la frontera con el Líbano y en Cisjordania, en donde la situación se ha tensado mucho en los días recientes.

Por lo que, si bien una expansión del conflicto no puede descartarse por completo, las posibilidades de que esto suceda no son mayúsculas, debido a que a ninguno de los actores les conviene una escalada. Sun

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