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Kamala Harris, el Momento de Despegar

Kamala Harris hizo historia en 2020, cuando se convirtió en la primera mujer, la primera de origen afroestadounidense y asiático en ser elegida como vicepresidenta de Estados Unidos. Generó expectativas inmensas y este 2023 debería ser un año clave para ella.

Pero primero, deberá probar que su estrella no se ha apagado y que puede ser, de nueva cuenta, la compañera de fórmula de Joe Biden si éste busca la reelección, o que puede brillar con luz propia si el presidente da un paso al costado y le deja vía libre para buscar la candidatura presidencial.

“Cuando rompes un techo de cristal, te vas a cortar y te va a doler”, es una de las frases más conocidas de la vicepresidenta. Ella se ha cortado, y le ha dolido, más de una vez. Lejos están los tiempos de aquel enero de 2021 en el que su ascenso político generó más entusiasmo que el de Biden. Harris no logró la candidatura presidencial, pero sí la vicepresidencia y de inmediato hizo gestos a las mujeres, a las sufragistas, a la comunidad afroestadounidense, consciente de que, gracias a ellos, había llegado donde estaba.

La luna de miel duró poco. A lo largo de poco más de dos años, Harris se enfrentó a la dura realidad del poco lucimiento que da la vicepresidencia, un cargo que implica asumir tres roles principales: ejercer la presidencia cuando el mandatario no puede hacerlo, representarlo en actos en otros países cuando no puede estar, y presidir el Senado. Esta última tarea le ha quitado demasiado tiempo a Harris como para recorrer el país, hacerse ver, hacer notar que la administración Biden-Harris trabaja por y para los estadounidenses o dejar su huella. “Kamala Harris: la vicepresidenta ausente”, criticó en su momento el medio The Hill, aludiendo a que no se le veía en entrevistas o conferencias de prensa.

El empate técnico entre republicanos y demócratas en el Senado la obligó a presidir una veintena de debates y a ser el voto definitivo. Para su desgracia, los estadounidenses han puesto poca atención a las decisiones que de allí han salido. No le han ayudado tampoco las diferencias entre su personal, que han derivado en la salida de miembros clave y en críticas hacia ella por lo que se ve como problemas para manejar su cartera política.

A diferencia de la cercanía que era evidente en la administración de Barack Obama, con Biden como vicepresidente, Harris y el mandatario demócrata no terminaron de hacer “click”.

Lejos de los reflectores, la popularidad de Harris se desplomó. A 11 meses en el cargo, su índice de aprobación estaba en 28%, menos incluso que la aprobación, de por sí baja, de Joe Biden.

Pero, a decir de expertos,

Harris ha hecho exactamente lo que debe hacer. La vicepresidenta, señaló a DW Amy Dacey, ex-CEO del Comité Nacional Demócrata, ha cumplido con su labor y ayudado a que los demócratas saquen adelante una serie de iniciativas que, sin su voto, seguirían estancadas en el Senado. Como el Acta para la Reducción de la Inflación. Hasta ahora, ha fungido como el voto decisivo 26 veces, sólo superada por dos vicepresidentes en la historia de Estados Unidos: John C. Calhoun (31) y John Adams (29). La vicepresidenta no sólo se sacó el tigre en la rifa con su cargo. También con su designación para atender uno de los desafíos más grandes y más complejos de Estados Unidos: la migración. No le ha ido bien en este frente: el viaje que hizo en junio de 2021 a Guatemala y México lo opacó su mensaje a los migrantes de “no vengan”, cuando se esperaba de ella una declaración más humanitaria. Su propio partido calificó la actuación de Harris en ese momento de “decepcionante”.

A finales del mismo mes, y ante las críticas porque ni ella ni Biden habían viajado a la frontera sur de Estados Unidos a ver de cerca la crisis migratoria, Harris cedió y viajó a El Paso, donde intentó recomponer el camino. “Estamos hablando de familias. Estamos hablando de sufrimiento. Y nuestro enfoque -migratorio- tiene que ser reflexivo y eficaz”. Con todo, a sabiendas de la “papa caliente” que es el asunto migratorio, Harris ha preferido mantenerse más bien alejada. Tampoco eso le ha servido.

“Ella ha hecho mucho para tratar de que la gente olvide que alguna vez estuvo involucrada en el tema… Te da la sensación de que se ha rendido”, lamentó David Bier, director asociado de estudios de inmigración en el Instituto Cato.

Este 2023 es un año clave para Harris. Desde que Biden la nombró compañera de fórmula, los estadounidenses pensaron en ella como la posible sucesora del demócrata en las elecciones de 2024, dada la edad del actual mandatario. Biden aún no ha revelado si buscará o no la reelección, pero insiste en que es su “intención”. Su baja popularidad, aunada al escándalo que está desatando el ya conocido como Bidengate: el hallazgo de documentos clasificados en su casa y oficina, podrían allanar el camino de Harris y de otros posibles contendientes.

Pero Harris tiene algo de lo que ellos carecen: el apoyo afroestadounidense, justo la razón por la que Biden la eligió como compañera de fórmula y que hoy, en un Estados Unidos profundamente dividido, sigue siendo clave.

De no contender por la Presidencia, la pregunta es: ¿Biden la mantendrá como su compañera de fórmula para una eventual reelección? La respuesta más probable es que sí: Harris tiene el atractivo del voto afroestadounidense, asiático y femenino. Sun.

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