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Nuevos Cargos Contra Trump: Política y Cascadas Conspirativas

Las teorías de conspiración nuevamente están siendo alimentadas entre un sector de la población estadounidense. Se han levantado más de 30 cargos federales contra Trump, esta vez relacionados con el manejo de documentos clasificados y obstrucción de justicia en relación con esos documentos. Si las acusaciones resultan ciertas, Trump habría trasladado a su propiedad de Mar-a-lago y posteriormente rehusado a entregar, una importante cantidad de documentos clasificados como secretos o ultrasecretos, relativos a seguridad nacional, vulnerabilidades estadounidenses, temas nucleares, de inteligencia o incluso planes detallados de ataque a potenciales enemigos. No obstante, estamos viviendo, como lo compartí hace unos meses, el fenómeno paralelo de las teorías conspirativas. Según una encuesta de CNN, 76% de estadounidenses consideran que la política tuvo algún rol en la presentación de estos cargos. No es un asunto menor. Encuestas previas indican que, entre 60 y 70% de quienes votaron por Trump en 2020, consideran que las elecciones no fueron libres ni justas y piensan que estuvieron manipuladas. Para ellos, Biden es un presidente ilegítimo. Por eso, hasta hace poco, para la mayor parte del partido republicano, oponerse a Trump o simplemente abandonar el frente de batalla, significaba traicionar esta creencia, un costo que muy pocas personas estuvieron dispuestas a pagar. Esta situación podría tener efectos para la candidatura de Trump tanto en lo inmediato como hacia el mediano plazo. Veamos: Dos factores para entender la relevancia del tema: (1) El mayor predictor de que una persona crea en una teoría de conspiración, es su creencia previa en una conspiración anterior, según explica Cass Sunstein. Las teorías de conspiración, nos dice la investigación, se dan en cascada; y (2) La relación entre este expresidente y su base es bidireccional. Trump alimenta continuamente la idea de que existe una conspiración en su contra. Al mismo tiempo, el exmandatario entiende muy bien cómo piensa su base electoral, conecta con ella, y se nutre de ella. En todo este panorama, la teoría de que hubo un fraude electoral, un robo masivo de votos en el que participaron actores de distintos niveles de gobierno, de los tres poderes de la unión, de ambos partidos, además de personalidades clave del sector privado, de los espectáculos y los medios de comunicación, no es sino un capítulo más de una serie de cascadas que no han terminado, a las que ahora se suma el drama de los cargos en su contra por parte del Estado de Nueva York.

Por ejemplo, hace muchos años, Trump impulsó la teoría de que Obama no era estadounidense, sino un musulmán nacido en África. Al hacerlo, independientemente de la evidencia al respecto, Trump fue paulatinamente acumulando una masa de seguidores para quienes esta idea tenía absoluto sentido.

La cascada de las teorías de conspiración no se detuvo. Ahora, cuando finalmente Trump lograba “vencer al establishment” y tomaba posesión de la Casa Blanca en 2017, las estructuras del sistema “se aliaban para sacarlo de ahí” a como diera lugar.

Desde el “Estado Profundo”, se fraguaba un plan para encontrarle pruebas a fin de destituirlo.

Todo encajaba. Al final, si bien se demostró la injerencia rusa en las elecciones, no hubo evidencia suficiente para inculpar a Trump de estar aliado con ese país para ganarlas. Esto, naturalmente, alimentó las teorías conspirativas: “Intentaron inculparlo y no lo lograron”. Uno a uno de sus detractores en la Casa Blanca que operaban en su contra desde adentro, terminaba exhibiendo su “traición”, y él los iba retirando del camino. El voto a favor de destituirlo tras el primer juicio de Impeachment en la Cámara de Representantes y a favor de su absolución en el Senado, se dio prácticamente en las líneas partidistas. Por tanto, ese juicio se presentó en su momento, como la última treta y fracaso de sus enemigos para sacarlo del poder. En ese sentido, el “fraude” del 2020 formaba parte de la misma narrativa. Ya que no pudieron destituirlo de manera legal, ahora, el “Estado Profundo” echaba a andar toda una maquinaria—la misma que ya había echado a andar en 2016, pero ahora de formas

Mauricio Meschoulam

mucho más refinadas—para robarle la elección, sacarlo de la Casa Blanca y luego una vez más intentar destituirlo mediante un nuevo Impeachment. Trump advirtió una y otra vez que a través de un complejo sistema de votación a distancia “con el pretexto” de la pandemia, funcionarios electorales, miembros locales, estatales y federales del partido demócrata apoyados por los medios de comunicación tradicionales, por multimillonarios y personalidades de todos los ámbitos, planeaban un “fraude masivo” en su contra. Millones de personas le creyeron desde entonces. Si seguimos el hilo de esa narrativa, una vez que Trump deja el poder, las fuerzas que buscan terminar con él “siguen trabajando”. Existen varios casos en su contra desde hace tiempo, de los cuales, el del Estado de Nueva York es uno y el de los documentos clasificados es apenas el segundo. Los cargos que se han levantado, las evidencias al respecto y todos los procedimientos, formarían parte de la conspiración para “impedir que regrese” y “destrozar su carrera política”. La cuestión es que, para quienes creen en ello, la existencia de este plan maestro no necesita ser probada. Es autoevidente. Si las pruebas ofrecidas muestran una verdad diferente, entonces las pruebas forman parte del plan. También forma parte del plan quien las exhibe y quien las juzga. No importa cuántas veces se volvía a contar los votos, o si es que existen pruebas contundentes para imputarle cargos de cualquier índole: se trata de una conspiración que se autosostiene.

En esa conspiración creen millones de votantes, y ese es el dato, porque cualquier esfuerzo de distensión, de despolarización, y de sanación social, cruza por el fantasma de la ilegitimidad de Biden, quien, para esos millones, siempre será el presidente que robó las elecciones; los cargos contra Trump serán siempre parte del mismo plan y, por tanto, su implementación se explica sola. Sun

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