Vox Clamantis. Arte e historia en la Iglesia Mayor de San Juan Bautista. 1814-2014

Primera edición: Noviembre, 2014. © Ayuntamiento de Chiclana. c/ Constitución, 1. 11130 Chiclana (Cádiz). © De los textos, cada uno de los autores. © De las fotografías: Félix Alonso del Real.

Este catálogo cuenta con la colaboración de:

Diseño y edición: Vexel | Estudio Publicitario.

Ilustración de cubierta: El conde de Maule y Antonio Pizano ante un paisaje de Chiclana de la Frontera. Franz Xavier Riedmayer. Óleo sobre lienzo. 1806. Colección particular.

Coordinador de la edición: Juan Carlos Rodríguez.

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COMISIÓN MIXTA II CENTENARIO DE LA IGLESIA MAYOR (AYUNTAMIENTO DE CHICLANA - PARROQUIA DE SAN JUAN BAUTISTA) Ernesto Marín Andrade Alcalde de Chiclana Rvdo. Francisco José Aragón Calderón Párroco de la Iglesia Mayor de San Juan Bautista Nicolás Aragón Reyes Primer teniente de alcalde y concejal-delegado de Medio Ambiente y Playas José Manuel Lechuga Meléndez Concejal-delegado de Fomento, Cultura y Patrimonio Cultural Jesús Romero Aragón Director del Museo de Chiclana Jesús D. Romero Montalbán Investigador y comisario general del II Centenario de la Iglesia Mayor Carmen Arias Guerrero Restauradora y máster en Patrimonio Histórico Juan Antonio Vallejo Montero Hermano Mayor de la Cofradía de Jesús de Medinaceli Juan Carlos Rodríguez Rodríguez Coordinador ejecutivo del II Centenario de la Iglesia Mayor

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ÍNDICE TESTIMONIO DE NUESTRA HISTORIA 8 Ernesto Marín Andrade, alcalde de Chiclana UN MONUMENTO ESPIRITUAL 11 P. Francisco Javier Aragón Calderón, párroco de la Iglesia Mayor TORCUATO BENJUMEDA Y LA IGLESIA DE SAN JUAN BAUTISTA 14 Teodoro Falcón Márquez, profesor emérito de la Universidad de Sevilla UNA OBRA CUMBRE DEL NEOCLÁSICO GADITANO 22 Jesús D. Romero Montalbán, comisario de la exposición SAN JUAN BAUTISTA, DEVOCIÓN Y CULTO 32 Carmen Arias Guerrero, restauradora de la exposición y de la talla titular de San Juan Bautista VOX CLAMANTIS, ARTE E HISTORIA EN LA IGLESIA MAYOR DE SAN JUAN BAUTISTA 36 Juan Carlos Rodríguez, coordinador de la exposición

TESTIMONIO DE NUESTRA HISTORIA Ernesto Marín Andrade, alcalde de Chiclana Entre el rico patrimonio histórico que se ha conservado a lo largo de los siglos, los chiclaneros siempre hemos estado particularmente orgullosos de nuestra Iglesia Mayor de San Juan Bautista. Un monumento, un icono junto al Arquillo del Reloj, que nos ha dado identidad durante los últimos doscientos años. Nos ha cautivado por muchas razones, la mayoría de ellas sentimentales; pero también por su imponente alzado y su belleza neoclásica que sigue impresionando a propios y extraños, a los chiclaneros y a todos los que nos visitan. Ese gran templo que representa una Chiclana opulenta, íntimamente ligada al comercio de Indias que partía de Cádiz. Una ciudad que era, ya antes de la invasión francesa, residencia y “lugar de delicias de la gente rica de Cádiz”, como la describió Leandro Fernández de Moratín. Esas grandes familias comerciantes de Cádiz, como lo eran el Conde de Maule y Antonio Pizano –nacido en Chiclana–, a cuyos “celos y esfuerzos” debemos que el 24 de junio de 1814 se celebrara en ella la primera misa, donde predicó por uno de los grandes chiclaneros insignes, el magistral Antonio Cabrera.

Esta Iglesia Mayor –que debemos describir sin complejos como uno de los más hermosos ejemplos del neoclásico andaluz– es también testimonio del fervoroso espíritu de superación que siempre ha distinguido a Chiclana. Esa misma villa que había quedado en la ruina, empobrecida por el ejército francés. El templo que en 1776 había comenzado a construirse según los planos de Torcuato Cayón –a quien los chiclaneros debemos también agradecer otro de los grandes símbolos de nuestra ciudad: la ermita de Santa Ana– fue cuartel de artillería y caba-

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llerizas de las tropas napoleónicas. Pese a los desmanes de la invasión, el clero, el entonces ayuntamiento, los arbitrios concedidos por el rey y las ofrendas de los fieles, junto a esos comerciantes que tan bien quisieron a esta ciudad, lograron su esperada apertura aquel día de San Juan de hace doscientos años.

Esto es lo que hemos querido conmemorar.

En esta celebración no debemos olvidarnos de aquellos dos eminentes arquitectos que concibieron el noble trazado de la nueva iglesia, erigida sobre los restos de un primitivo templo del primer tercio del siglo XVI. De Torcuato Cayón y, sobre todo, de su discípulo y ahijado, Torcuato José Benjumeda, a quien “se debe la mayor parte de su construcción”, como se puede leer aún en el memorial existente en una de las columnas nada más atravesar las puertas del templo.

Tampoco tenemos que obviar la inconmensurable labor pastoral que en esta parroquia han llevado a cabo sacerdotes en la memoria de todos los chiclaneros, como el padre Francisco Javier Almandoz.

Hoy tenemos como párroco a un chiclanero de pro como es el padre Francisco José Aragón Calderón, primer artífice de una conmemoración que todos los chiclaneros debemos sentir como nuestra, porque todos estamos obligados a difundir el entrañable y valioso legado cultural e histórico vinculado con la Iglesia Mayor. Conocerlo es, sin duda, conocer mejor nuestra ciudad y quienes somos hoy. Esta iglesia de la que presumimos los chiclaneros es uno de los más bellos ejemplos de la rica arquitectura neoclásica gaditana, de nuestro pasado y de nuestra capacidad de emprendimiento.

Fachada principal de la Iglesia Mayor.

Foto: Pedro Leal Aragรณn 9

Interior de la Iglesia Mayor desde el Altar Mayor. Foto: Pedro Leal Aragรณn 10

UN MONUMENTO ESPIRITUAL

Rvdo. Francisco J. Aragón Calderón, párroco de San Juan Bautista La parroquia es una parte del pueblo de Dios atendida por un párroco en nombre del Obispo, que hace presente la Iglesia universal en un territorio concreto. En este caso, en Chiclana, que unida a Cádiz corrió su misma suerte también en cuanto a la Iglesia.

Alfonso X estableció el Obispado de Cádiz y el celo pastoral de su Obispo residente las parroquias en las poblaciones de la frontera. Desde antiguo se tienen datos de la solicitud pastoral de Chiclana, se sabe del hospital de San Martín y la devoción a la Virgen de los Remedios. Igualmente, se tienen datos concretos de la construcción de una iglesia gótica en 1510, de gran magnificencia, dados los restos que quedan en retablos e imágenes de autores de renombre y la orfebrería rica en la pulcritud de su ejecución. Esto nos habla de una comunidad cristiana adulta, amplia y comprometida que se reúnen en torno a devociones como la del Rosario, San Antonio, San José, San Francisco de Asís con una Orden Tercera y el clero en torno a San Pedro.

Este templo se queda pequeño y a principios del siglo XVIII se trata de ampliar, esto nos da pistas de la importancia de la población y del empuje de estos cristianos queriendo dar esplendor al culto de Dios y la celebración de los sacramentos. De aquí surge la idea de la nueva Iglesia Mayor colocándose la primera piedra en 1776 y, después de muchas contrariedades, se inaugura en 1814 predicando nuestro insigne paisano Antonio Cabrera, magistral del cabildo de la Catedral de Cádiz.

En 1914, otro chiclanero lidera el primer siglo de este templo con júbilo para todo el pueblo, Fernando Salado Olmedo. Llegados a los doscientos años

de existencia de este templo, inconcluso, en los que las obras de mejora no han parado, aunque a distintos ritmos, hay que ver la necesidad de rematar la obra que se proyectó y que con tanta ilusión y esfuerzo iniciaron nuestros predecesores y que hoy a nosotros nos toca continuar hasta el final.

Templo, pastoral y vida cristiana van de la mano.

Sin vida cristiana, sería un museo; la pastoral y vida cristiana sin templo, se haría un poco más complicada. Es bueno que sigan unidos y también se vea la pujanza del ardor cristiano, aunque este no sea el aspecto fundamental del testimonio de la vida cristiana, que sí es la caridad. Es por esto que esta celebración debe tener un fuerte acento evangelizador, caritativo y también cultural. Por lo que empezamos esta efeméride con una acción de gracias a Dios, un Te Deum, con el que se inauguró también el Año Jubilar.

Un Año Jubilar, que se celebra en la Iglesia desde siempre, hunde sus raíces en el Antiguo Testamento, pero es Jesús en el Evangelio de Lucas donde explicita, dice, que desde ese momento en el que Él asume la misión de la redención y salvación de la humanidad entera se proclama el año de Gracia del Señor.

Y este es su sentido: un acercamiento al Señor, conocerlo y dejarse seducir por Él. Proyectamos, además, unas Misiones Populares por las que la Iglesia sale a la calle y a las casas de la feligresía para llevarles el Evangelio y reanimar así su seguimiento a Cristo y su vinculación a la Iglesia. De esta forma, queremos dejar un “monumento” espiritual en el segundo centenario del Templo parroquial de nuestro Patrón: San Juan Bautista, el precursor de Cristo.

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CRÉDITOS Organizan Ayuntamiento de Chiclana Iglesia Mayor de San Juan Bautista II Centenario de la Iglesia Mayor de San Juan Bautista Colaboran Obispado de Cádiz y Ceuta Delegación Territorial de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía en Cádiz Museo de Chiclana Emsisa Empresa Municipal, S. A. Comisario Jesús D. Romero Montalbán Comité técnico Rvdo. David Gutiérrez Domínguez Carmen Arias Guerrero Jesús Romero Aragón Coordinación Juan Carlos Rodríguez Rodríguez Diseño gráfico Antonio Vela Oliva Vexel | Estudio Publicitario Seguros Mapfre Transporte Artetrans Participan: Museo de Cádiz • Archivo Diocesano del Obispado de Cádiz y Ceuta • Seminario Conciliar San Bartolomé • Santuario de Ntra. Sra. de la Oliva (Vejer) • Iglesia de Santa María la Coronada (Medina Sidonia) • Iglesia de San Juan de Dios (Cádiz) • Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo (Cádiz) • Catedral de Cádiz • Fundación de Estudios Universitarios “Francisco Maldonado” (Ayto. de Osuna) • Cofradía de Ntro. Padre Jesús Cautivo y Rescatado (Vulgo Medinaceli) y Mª Stma. de los Dolores de la V.O.T. de Servitas (Chiclana) • Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Vera Cruz (Chiclana) • Archivo Municipal del Ayto. de Chiclana • Sociedad Cooperativa Unión de Viticultores Chiclaneros • Asociación Parroquial San Juan Bautista Santo Patrón de Chiclana • Colegio La Salle-San José • Colegio del Niño Jesús • Ignacio Solís Martel • Gressierra • Fernando Rubio • Juan de Dios Brea • Pedro Leal Aragón • Jorge Carmona Betanzos.

TORCUATO BENJUMEDA Y LA IGLESIA DE SAN JUAN BAUTISTA Teodoro Falcón Márquez, profesor emérito de la Universidad de Sevilla San Juan Bautista es uno de los edificios más representativos de la arquitectura neoclásica de la región.

Es de tres naves, con planta de salón y cúpula, a la que le falta la proyectada linterna. Las cubiertas, con bóvedas vaídas, se apean sobre seis pilares cruciformes. Estos están decorados en sus frentes por pilastras jónicas, con ovas y guirnaldas entre los roleos, peraltándose sus extremos con un banco, más un cimacio de perfil toscano. Está muy acusado el presbiterio, que se cubre con bóveda de cañón; sirve de eje de simetría a las capillas laterales, de bóvedas elípticas, bajo las que se halla la cripta. Detrás de la capilla mayor se sitúa la sacristía, más otras dependencias anexas. En los espacios que delimitan las pilastras laterales, se insertan los retablos, diseñados también por Torcuato Benjumeda. A los pies de la iglesia, opuesto a la fachada, corre una tribuna, y en los accesos alternan frontones triangulares con los semicirculares rebajados.

La fachada principal está compartimentada por las típicas pilastras con guirnaldas, que festonean la portada. Ésta consta de cuatro columnas corintias sobre banco, pareadas en zig-zag, lo que se acusa también en el entablamento, sobre el que se abre un balcón de corto vuelo, en cuyo espacio se había proyectado la imagen del Santo Patrón. El vano está flanqueado por cuatro columnas del mismo estilo, sobre las que se apoya un frontón semicircular. Remata todo el conjunto un amplio frontón, con esculturas que portan un escudo heráldico. Quedaron sin ultimarse las dos torres-fachadas, a los pies de las

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naves laterales, como figura en los planos diseñados por Benjumeda en julio de 1786. Están realizadas hasta donde debería arrancar el cuerpo de campanas –que tendría un vano en cada frente– rematado por cuatro florones y un chapitel de perfil bulboso.

Todo ello haría presentar una fisonomía muy similar a la fachada de la iglesia de San José en Cádiz.

La única noticia que teníamos sobre la iglesia afirmaba que el edificio se encontraba ruinoso en 1774, por lo que fue cerrado al culto. Dos años después –el 10 de febrero de 1776–, se colocó la primera piedra del nuevo templo y empezaron las obras bajo la dirección del arquitecto Torcuato Cayón. Sin embargo, en el archivo parroquial hemos tenido ocasión de encontrar una copiosa documentación, a través de los libros de fábrica y de Juntas de Obras, lo que nos permite seguir al día el proceso de su construcción. Las obras comenzaron a instancias de una Junta nombrada por el Obispo de la Diócesis, Fray Tomás del Valle, integrada por doce miembros, seis eclesiásticos y seis seglares. Torcuato Cayón hizo los primeros planos, y al frente de las obras estuvo por espacio de diez años, hasta su fallecimiento.

Con este motivo, entró como arquitecto director Torcuato José Benjumeda, asignándosele conjuntamente con el aparejador, su hermano Juan, la cantidad de 30 pesos mensuales. Quedaba por hacer –en todo o en parte– la fachada, torres, cúpula, bóvedas, presbiterio, capillas laterales, sacristía y anexos. En el transcurso de las obras, la parroquia se trasladó a la iglesia de los agustinos [San Martín]. Pronto,

San Juan Bautista. Anónimo.

Madera policromada. s. XVIII. Iglesia de Santa María la Coronada.

Medina Sidonia.

Retrato de Antonio Pizano. Anónimo. Óleo sobre lienzo.

Hacia 1833. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

empezaron a escasear los fondos, y se hizo necesario recurrir al Consejo de Castilla, el 12 de marzo de 1789, por parte de la Justicia y Regimiento de la Villa, para que se le concediesen los arbitrios necesarios. La fachada se estuvo haciendo entre 1791 y 1797. Los materiales empleados en ella fueron parte de la piedra de la que se estaba utilizando en la catedral de Cádiz, y piedra de Estepa para las esculturas que labró Cosme Velázquez. Los materiales más empleados en todo el edificio fueron piedra del Jardal y de La Barrosa y ladrillos de Sevilla. Las obras continuaron a ritmo muy lento, paralizadas en numerosas ocasiones por falta de fondos y por la invasión francesa. El 7 de febrero de 1810 penetraron en la villa las tropas napoleónicas, que permanecieron hasta el 24 de agosto de 1812. Durante su estancia el edificio sufrió grandes deterioros, al ser destinado a cuartel y parque de artillería. Desaparecieron los mármoles labrados para el altar mayor y podios de los pilares.

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El conde de Maule y Antonio Pizano ante un paisaje de Chiclana. Franz Xavier Riedmayer. Óleo sobre lienzo. 1806. Colección particular.

Asimismo dispusieron de los fondos de la Junta de Obras. Cuando se retiraron los franceses, se inició otra etapa constructiva que comenzó cerrando provisionalmente la capilla mayor con una cúpula de madera. Ello permitió que el 24 de junio de 1814 se bendijera el templo y se oficiara la primera misa.

Pero al llegar el invierno, el edificio estaba, según el párroco, “lloviéndose como una canasta, nada bastaba para remediarlo, y nos vimos afligidos, perdidos lo hecho y tal vez obligados a abandonar la iglesia”.

A pesar de estar inaugurada, quedaba aún por hacer el presbiterio y sus dependencias anexas, las torres, el coro, la tribuna, el revestimiento de jaspe negro de los pilares y ultimar la cúpula. Benjumeda presentó en 1825 cuatro proyectos para ultimar la cúpula.

Se trataba de revestirla exteriormente con ladrillos de Sevilla; azulejos vidriados de Valencia; chapas de cinc, procedentes de Rusia, o con planchas de plomo. Fue aprobado el primer proyecto, que se concertó en 5.000 reales. Benjumeda estuvo al frente de las obras durante 42 años; de ellos, permaneció más de 27 sin cobrar. Su hijo Manuel, como primer albacea testamentario, reclamó la deuda a la Diputación Provincial, sin efecto. Otro hijo suyo, Francisco de Paula, cedió el débito a la parroquia.

La arquitectura religiosa de Benjumeda responde a los criterios estéticos del momento. Su formación académica rompe con la tradición barroca, tan arraigada en Cádiz, y con las extrañas corrientes americanistas, que algunas órdenes religiosas habían introducido en la ciudad a mediados del siglo XVIII. A pesar de ello sus primeras obras aún van a tener cierta estética barroca, a causa de su formación con Cayón de la Vega, y porque a la muerte de éste tendría que continuar las obras iniciadas por su maestro. Como los arquitectos de su época, conocía e interpretaba a los tratadistas italianos de arquitectura y sus obras estaban condicionadas por las normas que dictaban las academias. Debió conocer muy de cerca la producción artística de Borromini. Aunque Germain Bazin pretende negar la existencia de ninguna influencia sustancial de Borromini en España,

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Torcuato Cayón de la Vega. Anónimo. Óleo sobre lienzo. s. XVIII. Catedral de Cádiz.

El arquitecto Torcuato Benjumeda. Juan Rodríguez “El Panadero”. Óleo sobre lienzo. 1800-1830. Museo de Cádiz.

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no cabe duda que su reflejo es bien patente en el arquitecto gaditano. Sin embargo, pese a esa formación y ambiente eruditos, Benjumeda supo compaginar sus conocimientos académicos con las constantes de la tradición local, manteniendo así en sus obras ese carácter que tipifica a la zona de la Bahía.

Las plantas y alzados de las iglesias de Benjumeda tienen una gran uniformidad. Predomina el tipo mixto entre la iglesia de planta de cruz latina y Ia de salón –con una cúpula en el crucero– como las iglesias clasicistas de la Contrarreforma. Suelen tener tres naves y las torres se sitúan a los pies. La cabecera es plana y a uno y otro lado del presbiterio se colocan distintas dependencias o capillas elípticas, como sucede en Chiclana. En cuanto a los alzados, el elemento sustentante es el pilar, decorado con pilastras toscanas arquitrabadas o jónicas, siguiendo la ordenación del edificio. Sobre ellos se voltean arcos de medio punto sobre impostas. La nave central suele cubrirse con bóveda de cañón, con lunetos, y las laterales con bóvedas de arista. Desaparecen en ella las tribunas; solamente la encontraremos en la Iglesia Mayor de San Juan Bautista a los pies del templo. Las fachadas generalmente acusan el material constructivo. Queda muy marcado en la iglesia de Chiclana, en la de Puerto Real y en San José de Cádiz, sobre todo en las pilastras; en las demás están enfoscadas.

Característica de todas las fachadas de Benjumeda es su única portada en la que se concentra toda la atención del frente, con un eje en el que se sitúa la hornacina de Ia imagen titular y escudos. Los espacios se dividen por un orden gigante de pilastras, generalmente jónicas –con guirnaldas– o toscanas.

Proliferan en la arquitectura religiosa de Benjumeda las cúpulas; unas son completas, con tambor, cúpula y linterna, y otras que únicamente son espacios cupuliformes. Colocadas en el centro del crucero o antepresbiterio, estos sistemas cupuliformes se apean siempre sobre pechinas, comprendidas entre los arcos torales que se voltean sobre las pilastras del alzado. Las que carecen de tambor y linterna se elevan sobre un banquillo moldurado por su intradós y se aligeran por una serie de vanos para ventanas, a lo largo de todo el anillo. La decoración es siem-

Vista interior cortada por la línea A. B. a lo largo del plano de la Iglesia Parroquial de la Villa de Chiclana de la Frontera.

Torcuato José Benjumeda. Plano. Julio, 1786. Colección Solís.

Planta de la Iglesia Parroquial de la Villa de Chiclana de la Frontera. Torcuato José Benjumeda. Plano. 1806. Colección Solís.

pre de molduras de meridianos y paralelos. Aunque interiormente son de media naranja, al exterior son a veces del tipo brunelleschiano, poligonales. La cúpula más completa es la de San José, de Cádiz, cuyo trazado iba a repetirse de forma más esbelta en el proyecto de 1786 en la parroquia de Chiclana.

El tipo más generalizado de torres que realiza Benjumeda es el de torres-fachada, gemelas, que se sitúan a los pies de la iglesia. Son en realidad campanarios, que contrarrestan el predominio de la horizontalidad de la fachada. Destacamos los de la iglesia de San José de Cádiz, los del Rosario y los que el arquitecto diseñó para San Juan Bautista de Chiclana, que no se llegaron a realizar. Constan general-

Vista interior cortada por la línea C. D. a lo largo del plano de la Iglesia Parroquial de la Villa de Chiclana de la Frontera.

Torcuato José Benjumeda. Plano. Julio, 1786. Colección Solís.

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Pensamiento para los altares de las capillas del Sagrario y San Pedro de la Iglesia Parroquial de Chiclana. Torcuato José Benjumeda. Dibujo. 1805. Archivo Diocesano. Obispado de Cádiz y Ceuta.

Proyecto para los dos altares primeros colaterales de la Iglesia Parroquial de Chiclana. Torcuato José Benjumeda.

Dibujo. 1805. Archivo Diocesano.

Obispado de Cádiz y Ceuta.

mente de planta cuadrada, espacio uniforme y linterna (San José) o pináculo (Rosario). La decoración se reduce a columnas jónicas adosadas en los vértices y a revestimiento de cerámica en el trasdós de la pequeña cúpula, como ocurre en San José. Para darle mayor esbeltez, en la iglesia del Rosario introduce un espacio intermedio entre el cuerpo de campanas y el remate cupuliforme, de sección poligonal; en él se abren vanos circulares, y en los vértices se adosan grandes ménsulas, muy sencillas. De líneas más clásicas es la torre de la iglesia de San José de Puerto Real, de dos cuerpos de planta cuadrada, decrecientes, más remate de perfil bulboso. Sus trazas son una versión más severa de las torres sevillanas.

Los retablos qué realizó Benjumeda responden a las normas de las Reales Órdenes de 1777 y 1789,

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Proyecto para los dos altares [segundos colaterales de la Iglesia Parroquial de Chiclana]. Torcuato José Benjumeda.

Dibujo. 1805. Archivo Diocesano.

Obispado de Cádiz y Ceuta.

que propugnaban su construcción en obra de fábrica y estuco, para evitar los peligros de incendios.

Siguen, por tanto, las normas académicas que se ponen en boga en estas latitudes en el último decenio del siglo XVIII. Los materiales básicos empleados por este arquitecto son la piedra, bronce, estuco y madera pintada –imitando mármoles–, aunque no faltan materiales ricos, tales como mármoles, jaspes e incluso metales preciosos, como ocurre en el oratorio de la Santa Cueva.

Las trazas que diseña Benjumeda son muy uniformes, y responde a dos tipos que se repiten: de forma circular, para presbiterios; o, sobre un fondo liso y alto banco, para altares laterales. Los primeros constan de un plinto ortoédrico, que sirve de mesa de altar, más un remate cupuliforme, que se apea

Arriba. Orfebrería alusiva a la Eucaristía para la Comunión de enfermos e impedidos. Anónimo. Tela bordada. Hilo de oro y plata. s. XIX. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

A la izquierda. San Juan Bautista. Franz Xavier Riedmayer. Óleo sobre lienzo. 1817. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

sobre columnas, generalmente seis y corintias, peraltadas sobre basamentos, las que cobijan el manifestador. En moldura circular en el centro, y en el trasdós de la cúpula, a meridianos y paralelos. Adornan el conjunto un grupo escultórico de virtudes y ángeles, situados a uno y otro lado del manifestador, a lo largo de la cornisa, y en el remate de la pequeña cúpula. Esta labor escultórica corrió siempre a cargo del también académico Cosme Velázquez. De este tipo de altar destacamos el de la Santa Cueva y el que diseñó para la parroquia de Chiclana, aprobado en 1805, que se encuentra inutilizado en la cripta de la iglesia. Aunque no hayamos encontrado su documentación, entra dentro de este círculo los tabernáculos de la Prioral de El Puerto de Santa María, consagrado el 31 de agosto de 1828, y el de la iglesia de Santa Cruz, de Sevilla. El tipo de retablo más generalizado es el de fondo liso, con columnas pareadas de orden dórico toscano, jónico con guir-

naldas entre las volutas y corintios. Suelen tener un cuerpo con una calle central, sosteniendo un pesado y liso entablamento, dividido a veces en dos trozos.

Sobre la mesa del altar hay un manifestador, idéntico al retablo de tipo circular. Remata el conjunto un ático con una pintura y esculturas alegóricas, y también un frontón curvo o triangular decorado con dentículos, sobre cuyos lados hay grupos de ángeles tenantes, con medallones, que representan símbolos de la Santísima Trinidad o el Padre Eterno, así como jarrones que corresponden al eje de las tres columnas.

Texto extraído de “Torcuato Benjumeda y la arquitectura neoclásica en Cádiz“, Instituto de Estudios Gaditanos - Diputación de Cádiz, Cádiz, 1974 (III Premio José de las Cuevas), con autorización del autor. Págs. 83-98.

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UNA OBRA CUMBRE DEL NEOCLÁSICO GADITANO Jesús D. Romero Montalbán, comisario de la exposición “Vox Clamantis“ El impresionante edificio que acoge la parroquia del Señor San Juan Bautista, iniciado en el último tercio del siglo XVIII y aún inacabado, es sin duda el resultado del compromiso, arrojo y deseo del Clero ilustrado, unido a la voluntad y entusiasmo de los habitantes de Chiclana. El período de la Ilustración, conocido en nuestra Bahía como “Siglo de Oro de Cádiz”, supuso para nuestra entonces villa, por su cercanía a la capital, la época más importante jamás vivida, desarrollándose las ciencias, la cultura y la economía. El esplendor comercial del puerto de Cádiz en la carrera de Indias y el apogeo del astillero de la Carraca, surtiendo de barcos a la Real Armada, trajo a Cádiz y a los pueblos de su Bahía un importante progreso y bienestar. Se desarrollan las artes nobles: arquitectura, escultura, escritura, pintura, etc. Chiclana, por su singularidad y cercanía, fue el lugar elegido por las elites gaditanas como sitio de recreo y esparcimiento, el “jardín de Cádiz”, y también el lugar de descanso para el cabildo catedralicio, que necesariamente influirá apoyando la construcción de la nueva iglesia principal de Chiclana.

La construcción de tan importante edificio fue en principio consecuencia de un imprevisto. En 1773, el obispo de la Diócesis de Cádiz, Fray Tomás del Valle, promueve la construcción de un panteón justo en el osario de la antigua Iglesia Mayor, anexo a la misma.

El trabajo se le encarga al arquitecto mayor de la Catedral, Torcuato Cayón de la Vega (1725-1783). Para tal fin se crea una Junta de Obras el día 20 de enero de 1773, compuesta por doce individuos: seis ecle-

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siásticos y seis seglares. Iniciadas las obras de preparación y rebaje del terreno, observaron que la pared de la iglesia colindante se había resquebrajado, provocando la ruina de la antigua iglesia. Por esta razón, coincidente con esta época de prosperidad, facultaron al mismo arquitecto, Cayón de la Vega, para la realización de los planos de una nueva iglesia y su dirección técnica, acorde con la población que albergaba la villa en aquellos tiempos. Así pues, Torcuato Cayón fue el primer director de las obras de la nueva iglesia parroquial de San Juan Bautista de Chiclana, desde el 13 de marzo de 1773 hasta 1783, año en el que falleció y pasó a ocupar su cargo como director su sobrino y discípulo, Torcuato Benjumeda y Laguna (1757-1836), tras el nombramiento que se le hizo en Junta del 14 de marzo de 1783.

Aprobado el derribo de la antigua iglesia y la construcción de la nueva, era necesario coordinar los medios económicos para llevar a buen término la impresionante obra que se acometía. Dichos medios consistieron principalmente en el producto del beneficio de la cuarta parte decimal y los arbitrios de los cuartos en cuartillos de vino y aguardiente, concedidos para dicho efecto en varias ocasiones por el Real y Supremo Consejo de Castilla; el arrendamiento de la casa de la fábrica, así como las limosnas y donaciones voluntarias de los fieles. Tenemos constancia de los ingresos habidos desde el 3 de marzo de 1773 hasta el 31 de diciembre de 1802. Según las cuentas de dicho tiempo, reconocidas escrupulosamente el 17 de agosto de 1803, la suma ascendía a

La fuente vieja. L. López de Pereda. Óleo sobre tabla. 2010. Colección particular.

2.202.374 reales con 24 maravedíes y los gastos en materiales y jornales, incentivos y otros indispensables 2.200.787rs. con 33ms.

El 2 de enero de 1805 se creó una nueva Junta de Obras para la nueva iglesia, compuesta por el Corregidor de la Villa como presidente, el Vicario eclesiástico, el síndico personero, dos eclesiásticos nombrados por el vicario y dos vecinos honrados nombrados por el Ayuntamiento. Los gastos producidos por la realización de las obras, desde enero de 1805 hasta el 14 de abril de 1819, ascendieron a 418.486rs. con 24ms., según el informe de Francis-

co de Paula Valdovino, secretario de aquella Junta.

Reproducimos, dada su importancia, fragmentos de textos originales con los hechos más notables ocurridos en el transcurso de las citadas obras: El día 10 de febrero de 1776, se empezó el primer cimiento de la santa y nueva iglesia de esta villa de Chiclana de la Frontera, que es el que hace testero o cabeza de la obra: Asistió en este día el director y diputados con la mayor parte del clero: Dio la primera cavada dicho director D. Andrés del Barco, canónigo lectoral de la Santa Iglesia Catedral de la ciudad de Cádiz, que fue

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Estado de cuentas de las obras de la Iglesia Mayor enviadas al Consejo de Castilla. Manuscrito. 1803. Archivo Parroquial. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

Pensamiento de planta y alzado para el Tabernáculo, Altar Mayor y Sagrario de la Iglesia Parroquial. Torcuato José Benjumeda.

Dibujo. 1805. Archivo Diocesano. Obispado de Cádiz y Ceuta.

electo en este empleo por el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Don Fray Tomás del Valle, obispo de dicha ciudad, asimismo los diputados siguientes: El vicario de esta parroquia don Antonio Fernández de Otaz que siguió dando la segunda cavada, don Pedro García del Canto, cura propio y más antiguo de dicha parroquia, don Antonio de Ariza, don José Valdovino, don Álvaro Cebada Ballesteros y don Alonso Gil. Presbíteros: Don José Narciso Barreda, don Diego de Ariza. Alférez Mayor de esta villa, don Sebastián Benítez. Seculares: Don Juan de la Cuadra, tesorero. Todo a dirección de don Torcuato Cayón, maestro principal de la Catedral de Cádiz.1 El día 26 de agosto de 1778, se trasladaron los RR.PP. agustinos de su convento a la iglesia ermita de

San Telmo, dejando la de San Martín, la que había sido convento más de 200 años, que fue donde hicieron su fundación. La parroquia el día 3 de octubre de 1778 se trasladó con los oficios en este convento de San Martín, la primera fue la Virgen del Rosario y permanece hasta que finalice la nueva que están haciendo.2 El día 3 de octubre de 1778, yo el cura semanero y menos antiguo, hice la solemne traslación del Santísimo Sacramento de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, que se iba a demoler para reedificarla de nuevo excepto la torre que subsistía útil, a esta de San Martín, de la que poco antes se habían trasladado también a la del Señor San Telmo los padres agustinos, que la habían habitado desde el año 1577. Firmado: Cristóbal Campón y Pacheco.3

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San Juan en el desierto. Anónimo. Óleo sobre lienzo. Sin datar. Capilla del Sagrario. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

En el año de 1788, el clero, junto con la Hermandad del Santísimo Sacramento y algunos bienhechores, aprobaron la realización en plata sobredorada de una nueva custodia, mayor y más hermosa que la que existía, acorde con el nuevo templo que se estaba construyendo; para tal fin unas señoras importantes de la villa donaron las alhajas y piedras preciosas que la iban a adornar, siendo encomendado el trabajo de platería en Nueva España. Al mismo tiempo se mandan construir en madera pintada y dorada al estilo de la época unas nuevas andas procesionales para dicha presea.4 A partir del año 1789 se permitió, nuevamente, facultar a la Villa para que pudiese imponer durante cuatro años: dos cuartos por cada cuartillo de vino –se corresponden 64 cuartos por cántara– en todo lo consumido en ella; ya fuera en las tabernas públicas por cuartillos o al por mayor. Así mismo, cuatro cuartos por cada cuartillo de aguardientes y demás licores que se vendiesen en los puestos públicos de la Villa, para que, con lo que produjese estos arbitrios, más el importe de la cuarta decimal y las limosnas voluntarias, se continuara la obra de la iglesia parroquial.5 El día 8 de mayo del año 1791 supuso para la obra de la iglesia uno de los momentos más importantes. Concluida la fachada principal con el frontón, antes de retirarse los andamios, eligieron los ornamentos decorativos de

Crucificado. Anónimo. Madera policromada. s. XVIII (Escuela Genovesa). Capilla del Sagrario. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

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El Padre Añeto. Anónimo. Óleo sobre lienzo. s. XX. Hermanas de la Caridad.

Colegio del Niño Jesús.

Retrato del Padre Salado. Anónimo.

Fotografía. s. XX. Sociedad Cooperativa Andaluza Unión de Viticultores Chiclaneros.

la misma. Se concertó acondicionar la portada colocando en cada uno de los cuatro pedestales que están sobre las columnas del primer cuerpo, otras tantas estatuas de piedras alusivas al nacimiento, vida, bautismo y muerte de San Juan Bautista, patrono de la parroquia. Para tal fin se pidió que se hicieran los cálculos correspondientes y la contratación que conviniera con el escultor que había de dar forma a dichas estatuas. También se acordó la colocación en el hueco central de una estatua del patrono y en el frontón poner dos mancebos sosteniendo el escudo de armas de la iglesia.

El arquitecto de las obras, Torcuato José Benjumeda, confió el trabajo de las esculturas a Cosme Velázquez, director de la Academia de Bellas Artes de Cádiz que, por asuntos económicos, no pudo comenzar los trabajos hasta el año 1798. Cosme Velázquez labró los dos mancebos del frontón de la fachada principal, que se ejecutaron en piedra sipia de Estepa y con tal material se hizo también el escudo.

Su precio se estableció en 20.000rs. de plata en efectivo. Para el escudo se resolvió por unanimidad que se dividiese en cinco cuarteles: uno en el centro formando un óvalo, y de los cuatro restantes, dos iguales en la parte superior y otros dos en la inferior. Se

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El Padre Caro. Hno. Samuel Alfredo. Óleo sobre lienzo. 1931. Colegio La Salle-San José.

grabaron en el centro las armas del rey, en el cuartel principal de arriba las armas de la Iglesia (tiara y llaves), al otro lado las armas de la mitra; en el principal de abajo el cordero y la bandeja, símbolos alusivos al patrono y titular San Juan Bautista y en el que resta, las armas de la Villa.

En este mismo año de 1798, se solicitó a la ciudad de Medina Sidonia permiso para extraer mármoles y jaspe de unas canteras situadas en el Palmetín.

El 15 de marzo de dicho año el Cabildo de Medina concedió la licencia para sacar los materiales de mármol y jaspe. En ese mismo período el aparejador José de Cuevas solicitó para el acopio de materiales 73.940rs., apuntando que las 70 vigas, de 7 a 9 varas de largo, se podrían cortar en este término bajo la licencia que tenía el mayordomo del Señor Conde del Pinar. Dicho aparejador pidió que se comprobase si en el sitio de La Barrosa había 400 cantos de piedra que se necesitaban para la obra y habiéndolos, se embarcasen y que procurasen tratar pronto de los materiales con los carreros “para que así se presten con más exactitud y satisfacción”6. Se contrató a Miguel Aragón Yeste para que trajera con sus carretas los mil cantos o más que eran menester para las obras en ese año de 1798 y se le pagaron

a 5rs. por arroba. Después de haberse descubierto abundante piedra de jaspe en el Palmetín, el día 10 de marzo de 1799, el arquitecto Benjumeda diseñó para el presbiterio un tabernáculo circular de orden corintio, con seis columnas y mesa de altar, sagrario, manifestador que concluye con cúpula, unos niños con los atributos del Sacramento y, en la parte de abajo, dos ángeles en actitud de adoración. Para el testero del mismo presbiterio se acordó y eligió un diseño de orden compuesto, con seis columnas y en el centro una medalla o pintura del martirio de San Juan Bautista, como patrono que es de dicha iglesia.

Para el Sagrario y capilla de San Pedro, ambas colaterales, resultó elegido un diseño con cuatro columnas y un frontón con ráfagas, sagrario y mesa; todo también de orden compuesto. Para las capillas del cuerpo de la iglesia, se eligieron dos pensamientos con dos columnas y un ático todo de orden jónico compuesto. Los dos altares colaterales del crucero se diseñaron del mismo orden, con cuatro columnas y ático, con pintura o medallón concluido con ráfagas y niños. De este modo, no hay duda que la iglesia hubiese quedado con la mayor simetría y buen gusto, sujeta a las reglas más finas de la arquitectura imperante. El día 25 de abril de 1802 se reunió la Junta de Obras con las cofradías que existían en la antigua parroquia y que eran las que siguen: Esclavitud del Santísimo Sacramento, Orden Tercera de San Francisco, Venerable Hermandad de San Pedro, Nuestra Señora del Rosario y Hermandad de Ánimas.

A todas se les invitó a tener altares en la nueva parroquia, siguiendo los proyectos del arquitecto que pasaban por que cada una de ellas costease los gastos de su construcción. Además tendrían altar propio, como lo tenían en la antigua iglesia, las imágenes del Señor San José y Nuestra Señora de la Antigua. En cuanto a las maderas nobles necesarias para las puertas, coro y demás ornamentos de la iglesia, la Junta celebrada el día 9 de febrero de 1803 informó que Andrés Jiménez, natural de esta Villa y residente en Nueva España, las había ofrecido voluntariamente. Tan sólo pidió, si era posible en recompensa, se ubicara para su culto en cualquiera de los altares una efigie de Nuestro Padre Jesús Na-

Obispo Fray Félix María de Arriete y Llano. P. González Bermúdez. Óleo sobre lienzo. 1916. Seminario Conciliar San Bartolomé, Cádiz. Obispado de Cádiz y Ceuta.

Obispo José María Rancés. Hno. Samuel Alfredo. Óleo sobre lienzo. s. XX. Colegio La Salle-San José.

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Expediente de la Junta de Obras de la Iglesia Mayor de 1797. Manuscrito.

Archivo Parroquial.

Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

Acta de constitución de la Junta de Obras de 1813.

Manuscrito. 21 de noviembre de 1813. Archivo Parroquial.

Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

zareno que era de su propiedad. Dicha imagen de pequeño tamaño se colocó en el altar del Señor San José. A principios del año 1805, la Junta de Obras ante la necesidad imperiosa que tuvo de obtener dinero para continuar las obras, decidió solicitar de la Hermandad de San Pedro un préstamo de 8.000rs. del caudal que la hermandad tenía para finalizar el altar de mármol y jaspe de su capilla, en el que ya llevaban gastados más de 23.000rs. El arquitecto Benjumeda, el día 11 de marzo de 1805, presentó los planos principales de la iglesia y los de los altares. La crisis de los últimos años del siglo XVIII, que se acrecentó tras las batalla de Trafalgar, hizo que la Junta de Obras propusiese al arquitecto la sustitución de algunos altares de mármol por otros de estuco, más económicos. Ya en 1806 se enviaron los planos de la iglesia nueva a la Real Academia de San Fernando de Madrid, para que los examinasen y dieran su aprobación, lo que ocurrió en el mes de abril de dicho año. Indicaron que las pinturas de los cuadros para los altares se encargaran a profesores de mérito de Sevilla. El 20 de marzo de 1808, el arquitecto expone la necesidad urgente de cerrar la obra: A fin de evitar la introducción de aguas que todo lo van lastimando, despegando y corrompiendo, obli-

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Cuentas de los honorarios de Torcuato José Benjumeda. Manuscrito.

1804-1808. Archivo Parroquial. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

Expediente de un crédito de 51.550 reales contra el Ayuntamiento de la Villa.

Manuscrito. 1804-1809.

Archivo Parroquial. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

gando a composturas indispensables. Además de la piedra de Jardal, son necesarias maderas fuertes y de poco primor, aunque sean servidas de desbaratos de navíos, para la andamiada, cerchas y demás del crucero. Juntamente piedra quebrada y cal para que ésta se apague con tiempo. Tratar alguna piedra negra para la conclusión de los zócalos […].

El señor arquitecto reclama que no se le han abonado sus salarios desde hace más de cuatro años.7

Aquel mismo año, las tropas francesas ya habían invadido España y la Junta Suprema de Sevilla solicitó para la guerra con Francia 8.000rs. que fueron cedidos de los arbitrios de licores destinados a la continuación de las obras de la iglesia. El 13 de diciembre de dicho año, la Junta de Obras y el Ayuntamiento acordaron no solo entregar los 8.000rs. ”sino lo demás que sea necesario del fondo existente”8.

Consecuentemente, las obras se paralizaron. Durante 1809 intentaron reanudar las obras para formar la cúpula de la iglesia. Sin éxito, a consecuencia de la situación financiera provocada por el estado de guerra contra los franceses. En febrero de 1810 Chiclana se rinde sin violencia ante la superioridad manifiesta del ejército de Napoleón, tal como lo refieren las notas de los Libros Sacramentales de la Iglesia Mayor:

San Juan Bautista. Anónimo. Madera policromada. s. XVIII. Hermandad de la Santa Caridad, Iglesia de San Juan de Dios. Cádiz.

El día 7 de febrero de 1810, entró en esta villa la caballería francesa y el once del mismo la infantería, todo en número de 10.000 hombres. Y han permanecido ocupando este pueblo hasta el 24 de agosto de 1812, en cuya noche como a las once de ella, comenzaron las tropas a retirarse después de haber clavado todos los cañones e inutilizados las cureñas, y el 25 por la mañana se vio libre de la esclavitud más dura, y con alegría de servir a los españoles que inmediatamente la ocuparon.9

Una vez retiradas las tropas francesas que ocuparon la villa y convirtieron la nueva iglesia en cuartel de artillería y cuadra para la caballería, se verificó que habían desaparecido todos los útiles de las obras. Se llevaron los mármoles labrados para el altar mayor y los de la capilla de San Pedro, los zócalos de las columnas. En resumen, lo ya labrado del edificio sufrió un considerable deterioro.

En vista de tan deplorable situación, el clero y el Ayuntamiento, convencidos de la necesidad de terminar las obras y poner en uso la nueva iglesia parroquial, acudieron a la caridad de los vecinos tanto de la villa como de la ciudad de Cádiz para emprender tan importante obra.

Una Real Orden, expedida el día 5 de febrero de 1813, nombró una nueva Junta de Obras que tuvo su primera sesión el 25 del mismo mes. La citada Junta estaba compuesta, entre otros, por los señores Antonio Pizano Carrión y Nicolás de la Cruz (Conde de Maule), que fueron los efectivos mecenas y principales impulsores de la finalización de la iglesia. Así pues, sin contar con más ingresos que las limosnas y donativos de los fieles, se reanudaron las obras con el objetivo principal de habilitar el templo de la mejor forma posible.

Así lo relata Antonio Pizano en un memorial que presentó con motivo de su renuncia como tesorero de la Junta el 30 de septiembre de 1818 y del que extraemos los siguientes párrafos:

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Capas pluviales, dalmáticas y casulla [donadas por la Catedral de Cádiz a la parroquia de San Juan Bautista entre 1770 y 1773]. Bordado. s. XVIII. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

Contrato para ejecución de la cúpula de la Iglesia Mayor. [Firmado entre Torcuato José Benjumeda, Antonio Pizano y el Conde de Maule. Con Manuel Espinosa, profesor de Arquitectura y aparejador, y Pedro Ovando, maestro albañil de la Villa]. Manuscrito (Legajo). 14 de abril de 1814. Archivo Parroquial. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

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Comenzada una obra de tanta importancia, solo atenidos a la providencia Divina, tuvimos el gusto de abrirla a los dieciséis meses de comenzada en que se bendijo el templo de Dios, para servicio de uso público, que con tanta admiración vieron aquel día memorable verificadas las esperanzas remotas que tenían perdidas. […]

Para ayudarnos a la obra en la escasez, se inventaron regocijos de toros. Y para ello obtuvimos licencia del gobierno, se efectuaron y el resultado de que esperábamos beneficios, perdió el fondo de la iglesia 9.000rs. […]

Abierto y en uso el templo por aquel primer invierno, comenzamos a experimentar los trabajos que deberían tener presente, con respecto a la cúpula de madera construida en Cádiz, que habiéndome costado más de 18.000rs. separado de la madera que dio el señor Conde de Maule, fue desde su principio mal construida, malas maderas, y por consiguiente lloviéndose como una canasta, nada bastaba para remediarlo y nos vimos afligidos, perdido lo hecho y tal vez obligados a abandonar la iglesia.

Después de haberse bendecido y dicha la primera misa el 24 de junio de 1814, la experiencia les hizo

conocer muy pronto lo insuficiente de dicha cúpula de madera y la necesidad de hacerla de materiales perdurables.

Para ello se decidió encargar al arquitecto Torcuato Benjumeda el diseño de una nueva cúpula, más sencilla que la del proyecto inicial, utilizando para su construcción los sillares de la derribada torre-castillo de Lirio. Esta es la cúpula que actualmente presenta la iglesia y que no incluye su linterna original para abaratar costes, entre otros detalles.

Antonio Pizano consiguió también hacer la nueva sacristía, el archivo, la sala de juntas y algunas otras obras. En el año 1816, se solicitó una prórroga del arbitrio sobre el vino y aguardientes, siendo concedida por el Supremo Tribunal el 6 de junio con una duración de cuatro años.

Dicha prórroga tuvo principio en enero de 1817, pero la falta de fondos, los impagos del arrendador de vinos y licores, el desánimo de los principales promotores tras la renuncia del tesorero Antonio Pizano y la consecuente falta de fondos, obligaron a parar de nuevo las obras. Entre los años 1888 y 1890, con la ayuda del obispo Calvo y Valero, al fin se pudo finalizar la capilla de San Pedro, quedando to-

talmente perfiladas las aristas exteriores del templo.

Finalmente no podemos por menos que nombrar a una de las personas más importantes y que más intervinieron en la construcción de la iglesia: Manuel Espinosa, profesor de arquitectura y aparejador de la obra de la iglesia de San Juan Bautista, quien también labró las piedras en su condición de cantero; además, la Junta le concedió en 1799 un aumento de salario por el primor y buen hacer de dicha obra.

Entre todos ellos nos legaron este providencial templo neoclásico que contemplamos como el más monumental de los edificios de nuestra ciudad, testigo en sí mismo de los avatares de toda nuestra historia contemporánea.

Archivo Parroquial San Juan Bautista (A.P. S.J.B.). Libro de Matrimonios 1776, final.

2 A.P.S.J.B. Libro de Matrimonios 1778, final.

3 Ibídem.

4 A.P.S.J.B. Libro de actas Hdad. Santísimo Sacramento, 23-8-1878.

5 A.P.S.J.B. Legajo de Obras. 1789.

6 A.P.S.J.B. Legajo de Obras 1798.

7 A.P.S.J.B. Legajo de Obras 1808.

8 Ibídem.

9 A.P.S.J.B. Libro de Bautismo nº 40, final.

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SAN JUAN BAUTISTA, DEVOCIÓN Y CULTO Carmen Arias Guerrero, restauradora de la exposición “Vox Clamantis“ Este año 2014 conmemoramos la apertura al culto de la “nueva” iglesia que se construyó entre los siglos XVIII y XIX. Un momento idóneo para reflexionar sobre este templo desde diferentes ópticas: como monumento artístico, como lugar de culto religioso y como ejemplo de obra colectiva y participativa.

Habitualmente el templo mayor y principal de una ciudad suele estar dedicado a algún santo patrón o patrona. En muchos pueblos la advocación de uno u otro santo viene establecida por un suceso de aparición (como es el caso de nuestra patrona la Virgen de los Remedios). Pero la advocación a la que está dedicada nuestra Iglesia Mayor, San Juan Bautista, sigue teniendo un origen desconocido, y se hunde en los inicios de la primera parroquia que fundó el entonces duque de la villa allá por el siglo XVI. Poco sabemos de esta iglesia primitiva y del que debió ser su santo titular. Dos siglos más tarde comenzaría la construcción de la iglesia neoclásica que hoy festejamos. Gracias a la organización de Vox Clamantis hemos podido iniciar una nueva reflexión de las fuentes documentales acompañada de ejemplos iconográficos de la diócesis. Entre las fuentes documentales contemplamos el pequeño esbozo de una escultura de San Juan Bautista que se proyectó para la fachada pero que no pudo finalmente concluirse.

O la piadosa inscripción que se acordó colocar en el vestíbulo, dedicada al santo Precursor.

San Juan, conocido como el Bautista, el Precursor de Cristo, es una figura primordial en el catolicismo.

Podemos hacer una aproximación a la vida de este profeta y mártir a través de diferentes manifestaciones artísticas. En la vida de San Juan que podemos

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deducir de las fuentes bíblicas encontramos tres etapas diferenciadas: el nacimiento y la infancia; la vida pública, predicación y bautizo en el Jordán y, por último, la prisión y la muerte. El modelo iconográfico que ha llegado hasta nosotros hoy día es el de un joven vestido con piel de camello (con el pelo hacia el interior) acompañado de un cordero simbólico y con una vara que puede o no llevar filacteria con el lema “Ecce Agnus Dei” (He aquí el cordero de Dios).

En la exposición Vox Clamantis observamos este modelo en tres pinturas sobre lienzo: la magnífica “Predicación de San Juan Bautista” atribuida a Luca Giordano del Museo de Cádiz, el modelo más habitual del Santuario de Nuestra Señora de la Oliva y la pintura de rasgos tenebristas –”San Juan en el desierto”– conservada en la capilla del Sagrario de nuestra Iglesia Mayor. Una escultura de escala media hace alusión a este modelo iconográfico de San Juan representado como un joven adulto, se trata del San Juan conservado en Medina Sidonia que presenta una cuidada talla del cabello a la par que un piadoso cordero simbólico que mira directamente al espectador. En pequeño formato, cuidando al máximo los detalles, tenemos el tondo de Franz Xavier Riedmayer conservado en la Iglesia Mayor y otra pequeña escultura procedente de la Hermandad de la Santa Caridad de Cádiz. Una excepción a este modelo, heredada del barroco, hace que se represente a San Juan Bautista de niño (popularmente conocido como San Juanito), con los mismos atributos que si fuera joven. Es el caso del San Juanito procedente de la capilla del Santo Cristo de Chiclana, con una excelente factura decorativa en la túnica dorada,

Libro de bautismos nº 5.

Portada Ilustrada. Manuscrito.

1745 [Copia del original de 1552-1558]. Archivo Parroquial. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

La virgen con el Niño Jesús y San Juanito [Copia de un original de Carracci]. Anónimo. Óleo sobre lienzo. s. XVII-XVIII. Hermandad de la Santa Caridad, Iglesia de San Juan de Dios. Cádiz.

realizado con punzones y motivos florales policromados. Siguiendo esta línea encontramos un modelo de San Juanito para vestir que sigue de cerca los modelos de Niño Jesús del barroco sevillano.

Otro modelo iconográfico que tuvo gran difusión es el que representa a San Juan Bautista niño participando en la infancia de Jesucristo. Un magnífico

Libro de matrimonios nº 6.

Portada interior. Manuscrito.

1745 [Copia del original de 1756]. Archivo Parroquial.

Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

ejemplo de este modelo de infancia de San Juanito es el delicado lienzo que presenta a los dos infantes jugando siguiendo un modelo del barroco italiano, procedente de la Hermandad de la Santa Caridad de Cádiz. Gracias a estas obras de arte podemos hacernos una idea del importante culto que tiene San Juan en nuestra diócesis. De hecho el nombre

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Anverso y reverso de la Declaración del Patronazgo de Nuestra Señora de los Remedios y de San Juan Bautista.

Manuscrito.

12 de julio de 1916. Archivo Diocesano.

Obispado de Cádiz y Ceuta.

Libros de bautismos nº 1. Folio 130.

1745 [Copia del original de 1537-1544].

Archivo Parroquial. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

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Libro de bautismos nº 2. Folio 111.

Manuscrito. 1745 [Copia del original de 1548-1562]. Archivo Parroquial.

Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

Libro de bautismos nº 4. Folio 1.

Manuscrito. 1745 [Copia del original de 1572-1595]. Archivo Parroquial.

Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

de San Juan y sus reliquias aparece en una estela conmemorativa del obispo Pimenio junto con el de los santos gaditanos Servando y Germán allá por el siglo VII conservada en Alcalá de los Gazules.

Volviendo a nuestra Iglesia Mayor, no es de extrañar, por tanto, suponer que desde el siglo XVI haya tenido diferentes imágenes de San Juan. Posiblemente los dos retablos que se encargaron (uno a Roque Balduque y después a Juan de Herrera) estuvieran presididos por una escultura del Precursor.

Posteriormente, con la nueva iglesia neoclásica, es muy probable que un gran lienzo rematase la cabecera tras el templete-sagrario a juzgar por el enmarcado de medio punto que se conserva donde hoy está el órgano. De hecho, un “lienzo de San Juan” se menciona en una visita pastoral del obispo Jaume Català y Albosa en 1879. A finales del siglo XIX es el obispo Vicente Calvo y Valero quien dona una imagen procedente del convento de Santo Domingo de Cádiz, que será desde entonces la imagen titular de la Iglesia Mayor.

Una fecha destaca ya en el siglo XX: 1916, en la que se declara el copatronazgo de San Juan Bautista y la Virgen de los Remedios. La copia manuscrita realizada por la Sagrada Congregación de Ritos del Vaticano también puede contemplarse en la exposición. A partir de entonces, la Iglesia Mayor dedicada a San Juan Bautista comienza, paradojicamente, a perder culto, fiestas y tradiciones en torno a su titular en la mayor parte del siglo XX. Afortunadamente el culto a este santo precursor y patrón de Chiclana renace con fuerza hace unos años de la mano de una asociación parroquial que retoma incluso las salidas procesionales de la imagen titular. Sin duda es una realidad indiscutible que el culto y devoción a San Juan Bautista prosigue cuatro siglos después.

San Juanito [Corona de plata de S. Isidro Labrador. Santo Cristo]. Anónimo.

Escultura en madera policromada. S. XVIII (Escuela sevillana). Colección particular.

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VOX CLAMANTIS, ARTE E HISTORIA EN LA IGLESIA MAYOR DE SAN JUAN BAUTISTA Juan Carlos Rodríguez, coordinador de la exposición “Vox Clamantis“ “El 10 de febrero de 1776 se abrieron los cimientos de esta iglesia parroquial del Sr. S. Juan Bautista, colocando la primera piedra D. Andrés del Barco, Canónigo lectoral de Cádiz, comisionado por el Ylmo. Sr. D. Fr. Tomás del Valle, Obispo de la diócesis”.

Lápida conmemorativa de primera misa celebrada el 24 de junio de 1814. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

Doscientos años después de su apertura al culto –el 24 de junio de 1814–, la Iglesia Mayor de San Juan Bautista sigue siendo el edificio más emblemático de Chiclana. Su perfil y estampa neoclásica –junto al Arquillo del Reloj, la torre del antiguo Concejo que hoy le sirve de campanario– es visible desde cualquier punto de la ciudad y con la ermita de Santa Ana representa los dos grandes hitos de la arquitectura y de la religiosidad chiclanera.

Su construcción fue iniciada por Torcuato Cayón de la Vega, inmediatamente después de que el arquitecto proyectara la ermita de Santa Ana. Cayón dibuja los primeros planos de la Iglesia Mayor entre 1774 y 1776, dando inicio a una épica historia en la que el hermoso templo nace como un singular proyecto arquitectónico del clero y de los ilustrados chiclaneros y gaditanos. La riqueza que en el último tercio del s. XVIII genera el comercio con América está íntimamente vinculada al ambicioso edificio que concibe Cayón y culmina su discípulo predilecto y ahijado, Torcuato José Benjumeda.

Treinta y ocho años transcurren hasta la primera

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misa, pero el esplendor con el que Benjumeda rehace el proyecto inicial nunca verá al completo la luz. El edificio, erigido con piedras de La Barrosa y de la cantera del Jardal, va a quedarse para siempre incompleto. El fin del comercio de Indias, la independencias americanas y la invasión francesa imposibilitan la terminación de las obras: sin torres, sin la espléndida cúpula propuesta por Benjumeda, sin su fachada dedicada a San Juan Bautista encargada a Cosme Velázquez, sin los mármoles de jaspe negro que se incautaron los soldados napoleónicos.

El templo, de medidas inusuales y extraordinaria presencia, simboliza el original neoclasicismo gaditano. Pero es mucho más: es testimonio de cómo una ciudad emerge de las ruinas y del fervor hacia San Juan Bautista, la voz que clama en el desierto –“Vox clamantis in deserto”–, el que habla sin ser escuchado. Un culto medieval que tiene su origen en los duques de Medina Sidonia, a los que pertenecía Chiclana, pero a lo largo de los siglos el “precursor”, el Mensajero de Cristo, es también “Patrón y Protector del pueblo por unanimidad”. Así lo reconoce el Papa Benedicto XV al declararlo en 1916 junto a la Virgen de los Remedios como Santos Patronos de Chiclana.

1. Una iglesia en el estilo neoclásico reinante en la Bahía de Cádiz La construcción de la Iglesia Mayor es consecuencia del momento histórico que vive la provincia de Cádiz en el siglo XVIII, que es el Siglo de Oro de la

Magistral don Antonio Cabrera. Ricardo Escribano. Óleo sobre lienzo. s. XIX. Museo de la Catedral de Cádiz [Depósito del Seminario Conciliar San Bartolomé]. Obispado de Cádiz y Ceuta.

Bahía. Chiclana, ante la ruina de la primitiva iglesia de San Juan Bautista –del siglo XVI–, construye un templo que sobrepasa la magnitud de la villa por el impulso del clero ilustrado. En ese momento de opulencia, los chiclaneros lo que quieren es hacer un monumento dedicado a Dios con el máximo esplendor que se podía y en el estilo reinante entonces, el Neoclásico. El nuevo templo ocupa el mismo solar de la antigua iglesia, que fue derribada una vez que al construirse en el año 1773 un panteón –cuyo proyecto se había encargado a Torcuato Cayón–, sus muros se resquebrajan. Es cuando se plantea hacer

Ostensorio y viril. Moreno. Plata dorada y pedrería.

1790. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

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Cáliz. Anónimo. Plata. S. XIX. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

Cáliz. Anónimo. Plata. S. XIX. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

la nueva iglesia que ya demandaban el Concejo municipal y el propio Obispado de Cádiz, además de los comerciantes gaditanos que acuden a sus casas de recreo en Chiclana.

No se han conservado la planta de la iglesia medieval ni ninguno de los planos de Cayón, afortunadamente sí los firmados por Torcuato Benjumeda en 1786 –plantas general, cortes longitudinal y transversal– y en 1805, cuando firma sus “pensamientos” para los altares que envía a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. “Se está haciendo una Iglesia Parroquial, que es la única, con proporción al pueblo, y la dirige el arquitecto don Torcuato Benjumeda, quien ya ha dado pruebas de que sigue el buen camino del Arte”, que escribe en 1794 Antonio Ponz en su célebre Viaje de España [Tomo XVIII. Pág. 44-45].

2. Benjumeda, arquitecto y vecino de Chiclana Torcuato Benjumeda tuvo una íntima vinculación con Chiclana. Aquí, en este mismo edificio –hoy sede del Museo de Chiclana– vivió, propiedad entonces de su suegro, Manuel Martínez de Pinillos, quien también perteneció a la Junta de Obras de la Iglesia Mayor

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Cáliz. Anónimo. Plata sobredorada. s. XIX. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

en 1813. La fachada que aún vemos en este museo es posiblemente obra suya, aunque está atribuida a Miguel de Olivares. Y aquí, en la cercana iglesia de San Martín –hoy desaparecida–, también se casó.

Todo esto da una idea de lo que para él significaba, del anhelo que puso en el nuevo templo, de cuyas obras estuvo al frente 42 años.

La iglesia Mayor fue su gran obra cumbre, pero también le supuso grandes quebraderos de cabeza. En 1824 sabemos que presentó cuatro proyectos para ultimar el revestimiento de su cúpula: con ladrillos sevillanos, azulejos de Valencia, chapas de zinc o de plomo, aprobándose finalmente la primera solución. Además, no cobró gran parte de sus trabajos.

Al morir, en 1836, su hijo Francisco de Paula perdonó la deuda a la Junta de Obras a cambio de que se dijeran misas en su memoria.

3. Testimonio del esplendor y ruina del comercio gaditano En la nueva iglesia, además del esplendor del siglo XVIII, también se va a reflejar la ruina de los primeros años del XIX, cuando Cádiz deja de detentar el mo-

Obispo Pedro José Chaves de la Rosa.

Anónimo. Óleo sobre lienzo. s. XVIII. Fundación de Estudios Universitarios “Francisco Maldonado” [Antigua Universidad de Osuna]. Ayuntamiento de Osuna. Debajo fotografía del epitafio de este Obispo en el crucero de la Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

nopolio con Indias y comienzan a independizarse, a partir de 1797, las colonias americanas. La batalla de Trafalgar (1805) y la invasión francesa durante la guerra de la Independencia (1810-1812) va a provocar, unidas a la crisis comercial, el periodo más dramático en la historia de Chiclana. La Iglesia Mayor servirá de cuartel de artillería y caballerizas de las tropas napoleónicas en pleno asedio a Cádiz y a la Isla de León. Tras la marcha de los franceses, la Junta de Obras, reconstituida en febrero de 1813, decide

emprender la tarea de abrir por fin la iglesia al culto gracias al empuje –y aportación económica– de dos ricos comerciantes, el chiclanero Antonio Pizano Fernández y el chileno Nicolás de la Cruz Bahamonde, Conde de Maule. El Archivo Parroquial conserva hoy parte del extraordinario patrimonio documental de la antigua Iglesia de San Juan Bautista: libros de bautismos –el primero, de 1537–, matrimonios y enterramientos desde el siglo XVI. Muchos de ellos se copiaron entre 1775 y 1776. Posee, además, la docu-

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En la página siguiente. Predicación de San Juan Bautista. Luca Giordano (atribuido). Óleo sobre lienzo. s. XVII. Museo de Cádiz.

mentación de las Juntas de Obras desde 1787. “La iglesia parroquial es de bella arquitectura –escribió Nicolás de la Cruz, Conde de Maule, en su Viaje de España, Francia e Italia–. La portada tiene dos cuerpos, cada uno con cuatro columnas pareadas de orden compuesto. En la parte superior, en el frontis, se ven dos genios sosteniendo un escudo”.

De arriba a abajo. Concha de bautismo. Anónimo. Plata. s. XVIII. Vinajeras y bandeja. Aderieden. Plata. 1777. Crismera. Orfebrería de Arenas (Cádiz). Plata. s. XVIII. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

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4. Testigos del templo y villa de Chiclana Muchos son los personajes eclesiásticos vinculados a la historia de la actual Iglesia Mayor, como el canónigo magistral de la Catedral de Cádiz, el sabio botánico Antonio Cabrera y Corro –nacido en Chiclana en 1762–, que predicó en la primera misa inaugural el 24 de junio de 1814 y tuvo importante cargos religiosos y civiles en el Cádiz doceañista. Entre ellos, habría que destacar a dos insignes obispos de la diócesis de Cádiz, que mantenían en Chiclana casa de recreo, como era habitual desde que en el siglo XV ya lo hiciera el obispo Gonzalo de Venegas. Uno es Fray Félix María de Arriete y Llano (1811-1879), quien presidió la consagración de la Iglesia de San Juan Bautista en 1847 y trasladó oficialmente a la Villa su residencia –a la desaparecida Casa del Obispo–, meses antes de su muerte, cuando renuncia a la sede gaditana. Fue enterrado en la propia Iglesia Mayor y luego trasladado a la catedral de Cádiz. El otro, José María Rancés y Villanueva (1842-1917), residió en la casa de don José del Retortillo, en la plaza a la que hoy da nombre.

Solo un obispo permanece enterrado en la Iglesia Mayor. Su tumba ocupa el crucero bajo un epitafio que le oculta como “Pedro José/ Obispo Pecador”. Aunque gaditano, Pedro José Chaves de la Rosa fue rector de la Universidad de Osuna, obispo de Arequipa (Perú) y nombrado en 1813 Pro-Capellán de Palacio, Limosnero Mayor del Rey y Patriarca de las Indias, aunque Fernando VII, al volver de Francia, rechaza su nombramiento, ordenando su destierro a Chiclana, donde ya había residido desde su vuelta de América. Destacan también sacerdotes

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Memorial de renuncia del comerciante chiclanero Antonio Pizano a la Junta de Obras. Manuscrito. 1818. Archivo Parroquial. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

Libro de bautismos nº 41. Folio 155.

[Noticia sobre la apertura al culto de la Iglesia en 1814]. Manuscrito. 1810-1816.

Archivo Parroquial. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

chiclaneros fundamentales en el paso del siglo XIX al XX, como los piadosos Francisco de Paula Fernández-Caro Pareja y Manuel Añeto Guijarro. Además del padre Fernando Salado Olmedo, que presidió la conmemoración de I Centenario de la Iglesia Mayor.

5. Un legado arquitectónico y patrimonial vivo La Iglesia Mayor es una obra inacabada. El templo se abre al culto con una cúpula provisional de madera, que años después se construye con menores proporciones y materiales muy pobres, y sin su linterna, nada que ver con el esplendor imaginado por Benjumeda. Los altares dibujados por el arquitecto tampoco se pueden construir en mármol, sino que se realizan también en madera policromada. Décadas más adelante se reconstruirán inspirándose en los modelos de 1805. No se pueden rematar las torres ni se puede concluir la serie escultórica prevista en la fachada, con un San Juan Bautista como imagen titular, para la que se había contratado a Cosme Velázquez. El famoso escultor academicista tan solo

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Libro de entierros nº 14. Folio 290.

[Noticia sobre la inauguración de la Iglesia neoclásica y primer bautizado]. Manuscrito.

1814-1817. Archivo Parroquial. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

pudo erigir el conjunto heráldico del frontón. Entre los daños causados por el ejército napoleónico, se incluye el expolio de los mármoles labrados para el altar mayor y para el podio de los pilares. Pero, a pesar de todo, la Iglesia Mayor ha podido conservar testimonios de su historia artística y eclesiástica –como la rica orfebrería y ornamentos litúrgicos de los siglos XVIII y XIX–, que es un legado patrimonial aún en uso y, por tanto, vivo.

6. El año 1814 y el resurgir económico de Chiclana La inauguración de la Iglesia Mayor tiene lugar el 24 de junio de 1814, cuando se dice en ella la primera misa. Esa ceremonia de apertura al culto del templo dedicado a San Juan Bautista no solo pone fin a un largo periodo de infortunios y pesares económicos, sino que también simboliza el renacer de Chiclana.

Ningún momento histórico tiene la significación que este año de 1814. La fecha tiene la mayor de las importancias. Tanto en lo espiritual como en lo arquitectónico, por lo que significó abrir al culto una

Corona que ciñe las sienes de la Santísima Virgen de los Dolores de la V.O.T. de Servitas. Manuel Román Seco (Sevilla). Presea de plata repujada sobredorada y policromada en estilo barroco. 1959.

Cofradía de Jesús de Medinaceli y Mª Stma. de los Dolores. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

Iglesia Mayor que, aunque se terminó como bien se pudo, aún hoy es, sin duda, la construcción más importante de su historia.

“El día 23 de Junio de 1814 se trasladó la Majestad de Nuestro Dios a la nueva parroquia del Sr. San Juan Bautista de la iglesia de San Martín que estuvo sirviendo de parroquia desde el día 3 de octubre de 1778”, se puede leer en el Libro de entierros nº 14 [Folio 290. 1814-1817], conservado en el Archivo Parroquial de la Iglesia Mayor de San Juan Bautista. Nunca el pueblo chiclanero –y su clero– pusieron tanto anhelo en una obra de tanta envergadura como ésta.

La nueva iglesia simboliza, además, la íntima vinculación de Chiclana con la capital gaditana, con su arquitectura y con su economía. Seguirá siendo, por supuesto, ciudad de recreo de las familias ricas de Cádiz. En lo económico y en lo social, es también el año en el que de nuevo se pudo comenzar a labrar las tierras o a reponerse las viñas, aunque desaparecieron para siempre los olivares.

San Juanito. Anónimo. Escultura en madera policromada. s. XIX. Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Vera Cruz. Retablo de la Virgen de Guía. Capilla del Santo Cristo.

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Corazón pectoral con siete espadas perteneciente a la Santísima Virgen de los Dolores de la V.O.T. de Servitas. Anónimo. Cincelada sobre metal argénteo sobredorado y enriquecida con piedras.

1940-1950. Cofradía de Jesús de Medinaceli y Mª Stma. de los Dolores. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

San Juan Bautista. Anónimo. Óleo sobre lienzo. s. XVIII. Santuario Nuestra Señora de la Oliva. Vejer.

Feria de ganados, velada y festejos en Chiclana de la Frontera. Cartel. 1874. Archivo Municipal. Ayto. de Chiclana.

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7. ¿Por qué San Juan Bautista?

La tradición nos dice que el templo principal de un municipio suele estar dedicado a su santo patrón. En muchas ciudades el patronazgo, además, está vinculado a una aparición o plegaria satisfecha, como es el caso de la Virgen de los Remedios. Pero, ¿por qué San Juan Bautista? Para identificar el origen del culto al “Precursor” en Chiclana debemos remontarnos al siglo XVI. Encontramos la primera referencia a la primitiva iglesia de “Sant Juan” en la Crónica de Pedro de Medina (1561), aunque también habla de una pequeña iglesia anterior dedicada a San Martín.

Es muy probable que, al aumentar la población de la entonces aldea, el Duque de Medina Sidonia, señor

Consagración de la Iglesia Mayor presidida por el Obispo Fray Félix. Hoja impresa.

1871. Archivo Parroquial. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

Indulgencia plenaria de S. Pío X en el primer centenario del Templo Parroquial S. Juan Bautista de Chiclana. 1914. Archivo Diocesano. Obispado de Cádiz y Ceuta.

de la villa de Chiclana, contribuyese con la edificación de una iglesia más digna. La titularidad de San Juan Bautista podría deberse a la onomástica habitual de la Casa de Medina Sidonia, cuyos duques alternaban con frecuencia el nombre de Alonso y Juan Alonso. Entre 1445 y 1615 se sucedieron hasta cuatro duques con el nombre de Juan. La iglesia primitiva se construyó durante el gobierno del VI Duque de Medina Sidonia, Juan Alonso Pérez de Guzmán y Zúñiga –casado con Ana de Aragón y Gurrea, nieta del rey Fernando el Católico–, familiar directo de Antonio de Zúñiga y Guzmán (1480-1533), prior de la Orden de San Juan de Jerusalén (posteriormente Orden de Malta), el cual, a su vez, era nieto del primer Duque de Medina Sidonia, Juan Alonso de Guzmán. La duquesa Ana de Aragón mandó construir en Chiclana las ermitas de Santa Ana y San Sebastián.

Y ella fue quien, probablemente, decidiera en honor de su esposo la advocación de San Juan Bautista a la primera parroquia de la villa de Chiclana.

El Libro de bautismos nº 41 [1810-1816. Folio 155] del Archivo Parroquial recoge cómo “el día del Sr. San Juan Bautista, Patrono del pueblo y titular de la igle-

Proclamación Año de Gracia por el II Centenario de la Iglesia Mayor de San Juan Bautista. Obispo Rafael Zornoza Boy. 2014. Iglesia Mayor de San Juan Bautista.

sia, cantó el Sr. Vicario capitular de la ciudad de Cádiz, D. Mariano Martín de Esperanza, la primera misa y en ella predicó el Magistral D. Antonio Cabrera natural de esta villa”. La crónica la escribe el párroco Nicolás Martínez, sin embargo es en el Libro de entierros nº 14 [1814-1817. Folio 290], donde otro sacerdote, Montero de Espinosa según firma, anota la “inscripción que se ha de poner en la puerta de la Iglesia”, pendiente aún desde hace doscientos años: A JESUCRISTO DIOS UNO Y VERDADERO BAJO LA TUTELA DEL PRECURSOR FUE DEDICADO ESTE TEMPLO VENCIDO LOS FRANCESES REINANDO EL REY FERNANDO VII EN EL AÑO DEL SEÑOR MDCCCXlV.

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CRONOLOGÍA 1510 Construcción de la primitiva iglesia de San Juan Bautista, según el Marqués de Santa Cruz de Iguanzo.

1552 Culmina la obra del retablo mayor, obra de Roque Balduque y Andrés Ramírez. Cristóbal León, vecino de Sevilla, instala el órgano.

1561 Crónica de Pedro de Medina, en la que refiere la construcción de la iglesia.

1576 Concluye la obra de la sacristía y su torre.

1606 Juan Gómez, pintor residente en Chiclana, pinta y dora de nuevo el retablo.

1683 Juan de Herrera firma contrato para un nuevo retablo.

1765 El Cabildo solicita ayuda económica para la ampliación de la iglesia ante “la frecuente concurrencia de los muchos vecinos de Cádiz”.

1773 Inicio de las obras de un nuevo panteón [3 de marzo]. Las obras provocan grietas y se decide suspender las obras [2 de abril]. Un terremoto provoca el desplome de la cruz, cornisa, y veleta [23 de Abril].

1774 Torcuanto Cayón recibe el encargo de un nuevo templo para sustituir a la iglesia antigua.

1776 Inicio de las obras, colocando la primera piedra Andrés del Barco, canónigo de la Catedral de Cádiz [10 de febrero].

1778 Traslado de la parroquia de San Juan Bautista a la iglesia de San Martín.

San Juan Bautista, Santo Titular de la Iglesia Mayor.

Madera de cedro, policromada, estofada y corlada. s. XVIII. Anónimo. Restaurado en 2014 por el taller Arias Restauro. Fotografía: Jorge Carmona.

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1783 Muere Cayón. Benjumeda continúa el proyecto. Quedaban por hacer fachada, torres, cúpula, capillas laterales, presbiterio, sacristía y anexos.

1880 El obispo J. Catalá y Albosa ordena reparar la peana del trono del Santísimo y recomponer el cuadro de San Juan que se encontraba en el ábside.

1810 Paralización de obras. Ocupación francesa, la iglesia sirve de cuartel de artillería y caballerizas.

1889 Visita Pastoral. El obispo Calvo y Valero realiza donación para losas de las cubiertas de la iglesia.

1812 Fin de la ocupación. La Junta de Obras decide acelerar los trabajos para abrir la iglesia al culto.

1891 Finalizada la capilla de San Pedro (actual Jesús de Medinaceli).

1813 Antonio Pizano y el Conde de Maule entran a formar parte de la nueva Junta, tras dar la Regencia de Reino autorización para reanudar las obras [5 de febrero].

1892 Se expone al culto el nuevo San Juan Bautista, donado por el obispo Calvo y Valero. Consta que procedía de Cádiz y se restauró en Valencia.

1814 Traslado del Santísimo desde iglesia San Martín a la nueva Iglesia Mayor de San Juan Bautista [23 de junio]. Apertura al culto. Primera misa, presidida por Mariano Martín de Esperanza, vicario capitular de la ciudad de Cádiz. El Magistral Antonio Cabrera y Corro predica la homilía. Primer bautizo, apadrinado por Antonio Pizano [24 de junio]. Benjumeda firma contrato para finalizar la cúpula [14 de abril].

1914 Centenario de la apertura al culto de la Iglesia Mayor promovido por el Padre Salado. Monumento al Magistral Cabrera.

1816 Informe de Benjumeda sobre la obra, actuaciones pendientes: estatua de mármol en la fachada.

1825 Benjumeda presenta cuatro proyectos para la cúpula: ladrillos de Sevilla, azulejos vidriados de Valencia, planchas zinc de Rusia o planchas de plomo.

1836 Muere Torcuato Benjumeda. Falta aún finalizar las torres, el cubrimiento de la cúpula, detalles interiores y la capilla de San Pedro.

1855 Traslado a la Iglesia Mayor desde el Santo Cristo de la Hermandad de Servitas.

1868 La iglesia acumula deterioros (Carta al periódico “La Esperanza”).

1871 Consagración de la iglesia presidida por el obispo Fray Félix.

1916 Bula papal que reconoce patronos de Chiclana a San Juan Bautista y la Virgen de los Remedios.

1955 La imagen de Jesús Medinaceli se coloca en la antigua capilla de San Pedro.

1975 Declaración de Monumento Histórico Artístico.

1986 Comienzan las obras de rehabilitación. Reparación de la esquina superior derecha de la fachada.

Azulejos vidriados azules y blancos se colocan en la cúpula (Junta de Andalucía).

1989 Acaban las obras de rehabilitación.

2011 Se inician trámites y estudios sobre la escultura titular de San Juan Bautista.

2012 Primera salida procesional de San Juan Bautista tras 46 años.

2014 Firma del convenio de colaboración entre la Iglesia Mayor y el alcalde de Chiclana para celebrar el II Centenario.

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Relieve conmemorativo del II Centenario de la Iglesia Mayor [Modelado original]. José Manuel Sierra Galera. Terracota. 2014. Gressierra.

La edición de este catálogo conmemorativo se terminó en noviembre de 2014 en Chiclana de la Frontera (Cádiz)