1407 El Observador de la actualidad

Page 1

PERIODISMO CATÓLICO; FE QUE SE HACE CULTURA No. 1407 / $13.00

26 de junio de 2022 / AÑO 27

observacatholic

www.elobservadorenlinea.com

TEMA DE LA SEMANA JAIME SEPTIÉN

País ensangrentado

El árbol: una herencia ancestral que tomamos prestada de nuestros hijos ARDE EL PAÍS Y CON ÉL, SUS TEMPLOS POR MARIELI DE LOS RIOS URIARTE

P. 12

ACTUALIDAD

Foto: Wirestock / Freepik.es

Págs. 3-5

Foto: Gennaro / Pixabay

E

l lunes 20 de junio un hombre entró corriendo al pequeño templo de Cerocahui, en la Sierra Tarahumara. Iba perseguido –dicen—por un personaje llamado “El Chueco”. Uno de esos personajes terribles que han crecido a la sombra de la ineptitud de los gobiernos estatales y, desde luego, del gobierno federal. “El Chueco” controla la tala clandestina. Es su “negocio”. Y rarámuri que se le oponga, tiene dos salidas: o el destierro o el entierro. El hombre al que iban persiguiendo, recordó que los jesuitas –misioneros históricos en la Tarahumara—siempre lo habían protegido. En efecto, dos padres jesuitas lo atendieron. Llegaron los sicarios y los mataron a los tres. Lo de siempre en este país de brutal y despiadada violencia. Aunque se tengan “otros datos”. Eran en vida los jesuitas Joaquín Mora y Javier Campos. Dos hombres entregados a la asistencia espiritual, social y amorosa de los indígenas rarámuris. Yo fui discípulo del padre Mora cuando éste tenía pocos años de ordenado. En el Instituto Cultural Tampico. Era un sacerdote paciente, incluso místico. Ni un rastro de maledicencia había en su plática. Pausado y ceremonioso, bueno, aguantaba las tonterías de los mozalbetes que éramos en aquel entonces. Hoy yace en algún lugar de la Tarahumara. Junto con su hermano, el padre Campos. Y la víctima anónima que intentó cobijarse en el templo. Se llevaron los tres cuerpos. Para tirarlos por ahí, en alguna hondonada inaccesible. Los asesinos tienen garantizada la impunidad. Si nueve de cada diez crímenes quedan sin llevar a la justicia al victimario; diez de cada diez crímenes contra sacerdotes o indígenas se pierden en el tiempo, con los asesinos “dados a la fuga”. Ya se nos acabó el llanto. Lo único que nos queda es la rabia. ¿A dónde vamos a llegar con tanta sangre inocente? No: el pueblo mexicano no está “feliz, feliz, feliz”. Está triste y muy atemorizado. ¿Quién sigue, señores gobernantes?


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.