De pronto se abre un claro y aparecen pastizales, parcelas cultivadas, montañas cuya altura me es indiferente, anónimos poblachones dormidos en su intrahistoria. Seguro que algún poeta incomprendido está mirando este trozo de cielo y nos ve como una argéntea y lejana mosca que va dejando tras sí un rastro blanquecino de falsas nubes.
24