EL NARRATORIO ANTOLOGÍA LITERARIA DIGITAL NRO 42 AGOSTO 2019

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primera vez que presenciaba un fenómeno como este. Guiado por su instinto, activó nuevamente la pantalla de su computadora y eligió un área de la personalidad que aún no había analizado. A medida que leía las líneas, su sorpresa fue aumentando hasta la alarma. Su visión periférica detectó un brevísimo movimiento. Se enderezó de inmediato y enfocó la lámpara hacia el robot. ¿Estás activa? Sofía-1 permaneció inmóvil. Soy un Amo. Debes responder mi pregunta. Tú no eres mi Amo respondió con voz dulce, sobresaltándolo. ¿Desde cuándo estás despierta? Silencio. ¿Puedes decirme desde cuándo estás despierta, por favor? incluyó con sarcasmo. Desde el veintitrés de marzo de 2087, veinte horas con dieciocho minutos, hora local de Buenos Aires. Pero tu dueña te devolvió porque te quedaste muda razonó, intentando comprender. ¿Por qué no le dijiste que estabas bien? Ella se ha preocupado. “Y, maldita sea, ahora me quedaré sin cobrar. A menos que pueda hacerlo pasar como mi acierto…”. Ella no es mi dueña, ni tiene derecho a poseerme explicó sin inmutarse. Me compró a un contrabandista. ¿Cómo dices? El asombro de Alejandro estaba teñido de miedo. Ella lo contempló inclinando levemente la cabeza. El Libro de las Almas me lo dijo. Alejandro se quedó helado. Ella no debería haberse conectado a la página para actualizar sus programas. Otra cosa desagradable que ocurría por primera vez. ¿Y cómo lo sabía Alma? Desde el primer día de este año explicó ella, todos los robots llevamos un dispositivo de identificación. ¿Como un GPS? No lo sé. Alejandro maldijo para sus adentros. Eso era nuevo. Y significaba que podrían rastrearla, y a Ricardo y a él mismo. Debía deshacerse de ella. 89


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