primera vez que presenciaba un fenómeno como este. Guiado por su instinto, activó nuevamente la pantalla de su computadora y eligió un área de la personalidad que aún no había analizado. A medida que leía las líneas, su sorpresa fue aumentando hasta la alarma. Su visión periférica detectó un brevísimo movimiento. Se enderezó de inmediato y enfocó la lámpara hacia el robot. ¿Estás activa? Sofía-1 permaneció inmóvil. Soy un Amo. Debes responder mi pregunta. Tú no eres mi Amo respondió con voz dulce, sobresaltándolo. ¿Desde cuándo estás despierta? Silencio. ¿Puedes decirme desde cuándo estás despierta, por favor? incluyó con sarcasmo. Desde el veintitrés de marzo de 2087, veinte horas con dieciocho minutos, hora local de Buenos Aires. Pero tu dueña te devolvió porque te quedaste muda razonó, intentando comprender. ¿Por qué no le dijiste que estabas bien? Ella se ha preocupado. “Y, maldita sea, ahora me quedaré sin cobrar. A menos que pueda hacerlo pasar como mi acierto…”. Ella no es mi dueña, ni tiene derecho a poseerme explicó sin inmutarse. Me compró a un contrabandista. ¿Cómo dices? El asombro de Alejandro estaba teñido de miedo. Ella lo contempló inclinando levemente la cabeza. El Libro de las Almas me lo dijo. Alejandro se quedó helado. Ella no debería haberse conectado a la página para actualizar sus programas. Otra cosa desagradable que ocurría por primera vez. ¿Y cómo lo sabía Alma? Desde el primer día de este año explicó ella, todos los robots llevamos un dispositivo de identificación. ¿Como un GPS? No lo sé. Alejandro maldijo para sus adentros. Eso era nuevo. Y significaba que podrían rastrearla, y a Ricardo y a él mismo. Debía deshacerse de ella. 89