Cielo adentro arriba

Page 1

Martha Riva Palacio Obón Armando Fonseca, ilustración

Cielo adentro arriba

Dirección editorial: Ana Laura Delgado Cuidado de la edición y diseño: Raquel Sánchez Revisión del texto: Elena Borrás

© 2022. Martha Riva Palacio Obón, por el texto © 2022. Armando Fonseca, por las ilustraciones Primera edición, octubre de 2022 D. R. © 2022. Ediciones El Naranjo, S. A. de C. V. Avenida México 570, Col. San Jerónimo Aculco, C. P. 10400, Ciudad de México. Tel. +52 (55) 5652 1974 elnaranjo@edicioneselnaranjo.com.mx www.edicioneselnaranjo.com.mx

ISBN: 978-607-8807-31-4

Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por es crito de los editores, en términos de la Ley Federal del Derecho de Autor, y en su caso de los tratados internacionales aplicables. La persona que infrinja esta dispo sición se hará acreedora a las sanciones legales correspondientes.

Impreso en México / Printed in Mexico

Cielo adentro

Martha Riva Palacio Obón Armando Fonseca, ilustración
arriba

Enjambre nube de polen, seis alas transparentes: gira la bóveda celeste. En el centro, tres hermanas, tres vestales apoideas. Si les das miel, te revelarán sus secretos; pero si se la niegas, se arremolinarán una sobre otra y te mentirán.

Nadie se dio cuenta de que las abejas estaban de vuelta.

La gente del pueblo solo tenía ojos para el fuego que consumía la escuela. Permanecían de pie alrededor del incendio como si con eso bastara para convencer al viento de que no propagara las llamas. No se mo vieron de ahí ni siquiera cuando estallaron uno a uno los vidrios de las ventanas; sabían que si trataban de extinguir el incendio, a la próxima vendrían también por ellos. Ganar días, semanas, sobrevivir un poco más, aunque se haya olvidado para qué. Esta guerra no era como otras.

Esta guerra que ni siquiera llevaba el nombre de guerra, no había sido declarada por un bando a otro ni aparecería en ningún libro de historia. Esta guerra era una guerra que se había declarado a sí misma y que se regodeaba en destruirlo todo por el simple hecho de que podía y quería.

Así que no, nadie notó que las abejas estaban de vuelta. Nadie salvo Zu.

11

Esta niña con un nombre tan pequeño y tan fuera de lugar como ella misma, contempló en silencio al enjam bre que zigzagueaba por encima de las llamas. Los pa nales de la región se habían secado desde hace mucho y nadie recordaba ya el sabor de la miel fresca; pero aquí estaban las abejas, justo en el lugar más improba ble de todos: ellas, que detestaban el humo, se arremolinaban ahora en el aire como si quisieran mantener a raya a ese fuego tan ofuscado y tan lleno de odio que no parecía que fuera a extinguirse con nada. Zu siguió atenta la batalla entre los insectos y la lumbre. El caos en torno suyo pasó a segundo plano y por momentos le pareció escuchar por lo bajo un zumbido que no pare cía venir de este lado del mundo.

Humhumhumhumhumhum

El techo de la escuela colapsó y su mamá le apretó la mano, pero ella siguió con la mirada perdida en el cielo.

Humhumhumhumhum

Una coreografía que era una advertencia.

14

Tres cenizas, no más grandes que media mota de polvo, se desprendieron de la hoguera y cayeron en el ojo izquierdo de Zu; introduciéndose por el lagrimal, ini ciaron lentamente el recorrido hacia su corazón. Tras ellas, venían también las tinieblas. A pesar del dolor, la niña intentó seguir a las abejas con su ojo derecho pero, visto a medias, no fue lo mismo: arriba solo había humo, abajo, las brasas que crepitaban entre los escombros y oídos adentro, un zumbido constante, apenas perceptible, que se sumó a esa sensación indefinida que acompañaba a la niña en todas sus pesadillas. Humhumhumhumhum

15
Tuvieron que ponerle un parche en el ojo izquierdo.

Hasta el brillo más tenue se encajaba en su pupila como un alfiler. ¿Cómo vivir con un ojo que funciona con luz y otro con su ausencia? Después de que los hombres de los que nadie quería hablar, quemaran la escuela, la gente del pueblo hizo lo posible por retomar su vida diaria. Comer, dormir, salir lo menos posible a la calle y fingir que se desea permanecer donde se está mientras que de soslayo se busca la ruta más rápida de escape. Zu olvidó contarle a su mamá sobre las abejas. Tampoco le dijo que después del fuego, su ojo iz quierdo había comenzado a soñar por su cuenta. Sin importar qué sucediera del otro lado, en el fondo ne gro del parche aparecía invariablemente un grupo de gente parada muy junta, como posando para un retrato. Cada noche, el número de siluetas fue en aumento hasta volverse multitud y Zu sabía, como se sabe siempre que se tiene miedo, que todas las personas frente a ella tenían pies con tres dedos. Pero lo que realmente la perturbaba eran sus rostros: cada mañana, sin re cordar bien por qué, amanecía con la garganta irrita da, como si hubiera gritado por horas.

16

El ojo izquierdo de Zu continuó mostrándole lo mismo hasta la noche en que la primera de las tres cenizas se clavó en su corazón. Noche de cielo rojo, los perros del pueblo guardaban silencio. Al contrario de lo que pudiera parecer, la calma de los últimos días tenía in quietos a los adultos y su mamá pasaba más tiempo de lo usual junto a la ventana. Unos minutos antes de la medianoche, la niña escuchó un sonido extraño. O más bien, volvió a cobrar conciencia del zumbido que no había dejado de vibrar en sus oídos desde el incendio. Un destello dorado iluminó la casa, se encendieron los colores de los muros y todo lo que había en ellos cobró mayor definición. Zu saltó de la cama y, poniéndose los zapatos, corrió tras el haz de luz que titilaba más allá del jardín.

17

Martha Riva Palacio Obón escritora

Poeta, sonidista, apoidea, experta en sueños raros y espectros tímidos. A veces en luna llena le da un anto jo terrible de comer miel a cucharadas para ver si así puede descubrir qué campos visitaron las abejas del panal. Estudió Psicología y Artes Visuales porque son formas distintas de contar historias y siempre que tiene tiempo, realiza exploraciones interminables por las junglas diminutas de sus macetas. Antes de escribir Cielo adentro arriba, se sumergió en un océano y soñó con la patrona del mar que aparece en Ella trae la llu via, exploró el cosmos con un Pequeño elefante trans neptuniano y compuso un Haikú. También hace cara de pez cuando da un Beso y le gustan las Cosquillas. Ha recibido reconocimientos como el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños en 2014 y ha presentado sus ensayos sonoros en espacios como Radiophrenia, Tsonami y Sur Aural. Polinización es una de sus pala bras favoritas.

66

Armando Fonseca ilustrador

Un día, preguntándome cómo podía ilustrar este libro e investigando sobre el polen, encontré en internet la obra del artista alemán Wolfgang Laib. Abrí por casualidad un video en el que esparcía en el piso de una enorme sala del MoMa, un polvo amarillo muy liviano. Conforme él iba coloreando el cuadrado, noté que Wolfgang se volvía cada vez más pequeño. Después supe que esa vibrante inmensidad amarilla era un polen que el diminuto artis ta-abeja había estado cultivado por mucho tiempo y que se volvería la imagen de una danza colorante. No acostumbro dibujar con mucho color, a veces creo que soy incapaz de escuchar su música. Pero el texto de Martha Riva Palacio me hablaba de la música de los tres colores primarios: el azul, el amarillo y el rojo. Me parece asombroso que de las combinaciones de estos tres colores nazcan todos los colores del mundo y, aún más asombroso, que todo esté en todas las cosas, desde el renacuajo hasta el cometa.

67

Cielo adentro arriba se imprimió una tarde de octubre de 2022 en la Ciudad de México, mientras las flores desprendían destellos de polen.

colección asómate a...

Para jóvenes lectores

Nadie se dio cuenta de que las abejas estaban de vuelta... Nadie salvo Zu. Esta niña con un nombre tan pequeño y tan fuera de lugar como ella misma seguirá una batalla entre los insectos y la lumbre. Cenizas se clavarán en su corazón. Destellos y sombras. Y arriba de este cielo, contemplará filamentos de gas y polvo; cúmulos de galaxias, enjambre de estrellas, fuego y oscuridad.

Martha Riva Palacio Obón nació en la Ciudad de México. Es escritora, poeta y artista sonora. Estudió Psicología en la Univer sidad Iberoamericana y la maestría en Artes Visuales en la unam. Ha recibido varios reconocimientos, entre ellos el XVI Premio de Literatura Infantil El Barco de Vapor, el XVIII Premio Gran Angular de Literatura Juvenil, el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2014, el Premio Fundación Cuatrogatos 2020 y también for ma parte del Catálogo White Ravens. En El Naranjo publicó Haikú. Todo cabe en un poema si lo sabes acomodar, Cosquillas, Beso, Pequeño elefante transneptuniano y Ella trae la lluvia. Armando Fonseca nació en la Ciudad de México. Estudió la li cenciatura de Filosofía en la unam. Ha ilustrado diversos libros y publicaciones periódicas, también ha impartido distintos cursos y talleres tanto en México como en el extranjero. Su trabajo fue expuesto en la 26 Bienal de Ilustración de Bratislava; estuvo seleccionado dentro de la Muestra Internacional de Ilustradores de la Feria de Bolonia en 2021 y fue ganador de la Exposición de Ilustración de Libros Infantiles de Sharjah en 2022. En El Naranjo también ilustró El fantasma de la casa del lago.

ISBN: 978-607-8807-31-4

www.edicioneselnaranjo.com.mx

Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.