EL MUNDO I Sábado 10/11/2012
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Inmigrantes en Cataluña complican debate separatista en España Con una producción anual de aproximadamente $260,000 millones en bienes y servicios, una independiente economía catalana sería mayor que una docena de los 27 miembros de la unión. THE NEW YORK TIMES NEWS SERVICE/SYNDICATE RAPHAEL MINDER
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ADALONA, España.- El impulso por separarse de España que se ha ido acumulando ha sido una bendición mixta para Enrique Shen. Ha sido bueno para los negocios. El mes pasado, antes de un gigantesco mitin en la vecina Barcelona para apoyar la independencia, Shen se quedó sin banderas catalanas, que vende como mayorista, porque los clientes se habían llevado más o menos 10,000 de ellas en tan solo una semana. Pero como inmigrante que se mudó aquí de Shanghái hace 20 años, le preocupa la manera en que los separatistas promueven su argumento por la formación de una nación con reclamos sobre una cultura nacional catalana que es distinta, con el lenguaje e identidad que la separan de España. “Siempre es mejor formar parte de un país mayor, justamente como tener una familia más grande para que te ayude”, dijo Shen. Inmigrantes como Shen ilustran las complejidades de la identidad en Cataluña, donde ellos han contribuido a hacer de la economía tanto la mayor entre las regiones de España como la más diversa, al lado de Madrid, con poblaciones considerables de musulmanes, sijs, chinos y otros. A medida que Cataluña se preparara para una elección regional a efectuarse el 25 de noviembre que pudiera convertirse en un referendo ex-
Un grupo de sijs asisten a un concierto en la ciudad catalana de Badalona, España./NYTNS
Enrique Shen, frente a su tienda, emigró a Cataluña hace 20 años. /NYTNS
traoficial sobre la independencia, casi 1.5 millones de residentes de la región, de una población total de 7.5 millones, no serán elegibles para votar porque no son ciudadanos españoles. Si bien estos recién llegados han participado poco en el debate separatista hasta ahora, su solo número y sus contribuciones a la economía catalana han reforzado indirectamente los alegatos de algunos políticos en el sentido que la región debería ocupar un lugar aparte de España en la Unión Europea. Con una producción anual de aproximadamente $260,000 millones en bienes y servicios, una independiente economía catalana sería mayor que una docena de los 27 miembros de la unión. Ciudades como Badalona, justo al noreste de Barcelona en la costa el Mediterráneo, ilustran los desafíos sociales y económicos que Cataluña enfrenta, sin consideración a cuál sea el resultado del impulso separatista. El año pasado, Badalona, con 220,000 habitantes, eligió a un alcalde conservador de línea dura, Xavier García Albiol, “en parte debido a sus polémicas opiniones que vinculan a inmigrantes de Rumania y otros países con la delincuen-
cia y prometiendo una política más dura sobre la inmigración ilegal”, asentaba el Departamento de Estado de EE.UU. en su informe más reciente sobre derechos humanos de España. García Albiol es uno de apenas unos pocos políticos del gobernante Partido Popular del Primer Ministro Mariano Rajoy que ganó un cargo en Cataluña. A la par de sus conservadores colegas, García Albiol se opone a la separación, y ha proyectado una gran sombra sobre los inmigrantes de Badalona, al punto que ha sido demandado con base en acusaciones de incitación al odio en contra de la población local de roma. “Una de las razones por las que fui elegido es que la gente pudo ver que yo estaba listo para identificar un problema y emprender acciones para resolverlo”, dijo García Albiol en una entrevista. Cuando le pidieron que explicarla el problema, García Albiol respondió: “Una buena parte de los inmigrantes viene aquí a trabajar, pero una pequeña parte también llegó con la única intención de convertirse en delincuentes, dedicándose a robar y hacerle la vida imposible en general a
todos sus vecinos”. Para esta minoría, concluyó, “la única solución es presión policial, eficiente acción judicial, y si es posible, enviarlos de vuelta a sus países”. Este año, García Albiol intentó sin éxito impedir la inauguración de una nueva mezquita en Badalona. Las políticas de inmigración del alcalde son “un mal chiste”, dijo Abdelkrim Latifi I Boussalem, quien ayuda a administrar Amics, asociación que ofrece enseñanza islámica y clases de árabe en Badalona. De cualquier forma, Latifi I Boussalem, quien dejó su nativa Casablanca, Marruecos, hace 22 años, dijo que el municipio tenía dificultades para aceptar a los marroquíes y paquistaníes que integran la mayoría de la población musulmana de la ciudad incluso antes de que la ciudad eligiera a García Albiol. “Todos los grandes partidos políticos muestran cierto temor al islam”, dijo. “Nunca ha sido fácil, pero al menos otros políticos solían hablarnos y no nos llamaban meramente un problema”. Boussalem arguyó que inmigrantes recientes deberían tener una voz en cualquier referendo por la independencia. “Nosotros no estamos aquí pa-
ra diluir la identidad catalana, y estamos dispuestos a trabajar arduamente para entender el lugar en el que vivimos, particularmente debido a que Cataluña siempre ha sido una tierra de acogida y refugio”. Antes de la II Guerra Mundial, la población de Cataluña era de aproximadamente 2.9 millones pero se duplicó en las décadas posteriores, a medida que los españoles llegaron en tropel a las industrias de la región desde partes más pobres y más rurales de España. El padre de García Albiol, por ejemplo, vino de Andalucía en la década de los 60, en la cúspide de ese movimiento migratorio. En tiempos más recientes, Cataluña ha estado a la vanguardia de una ola de inmigración que empezó a finales de los 90, cuando España abrió sus puertas a millones de trabajadores extranjeros para alimentar un auge encabezado por la construcción. Ese auge terminó en 2008 con la crisis mundial de finanzas y el colapso de la burbuja de bienes raíces aquí, en tanto muchos de los inmigrantes han empezado a marcharse o se han visto obligados a engrosar las filas de los desempleados de España, quienes ahora conforman 25% de la fuerza laboral. “Para la mayoría de los inmigrantes que ayudamos, sus únicas preocupaciones ahora
son encontrar empleo, asegurarse de que sus papeles estén en orden y cubrir sus necesidades básicas”, dijo Fátima Ahmed, la portavoz de Ibn Batuta, asociación con sede en Barcelona que ofrece servicios legales y sociales a inmigrantes. Estos temas, dijo, “están muy lejos de un debate político, a grado tal que ellos ni siquiera tienen el derecho a votar al respecto”. De hecho, Artur Mas, el presidente de Cataluña, dijo en una entrevista reciente que no estaba en claro si un referendo formal sobre separación estaría abierto a inmigrantes legales. Los sijs están entre los inmigrante aquí que expresan cierta empatía por el movimiento separatista, trazando un paralelismo con sus propias luchas en casa. Se estima que 13,000 de los 21,000 sijs que se han mudado a España desde 2000, en su mayor parte de la región india de Punyab, se han establecido en Cataluña. Gagandeep Singh Khalsa, quien habla español con fluidez pero prefiere hablar catalán, actúa como portavoz local e intérprete de sus correligionarios sijs. “Aquí me siento en armonía con la gente”, dijo, “porque hemos estado enfrentando los mismos problemas con India en torno al Punyab que ellos han enfrentado con España”.