El Mirador Nº8

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sensación de ahogo que le oprimía no se debía únicamente a la indecisión para abandonar la ciudad puesto que su oficina e incluso su propia casa, hicieron que evocara de nuevo el concepto de prisión un sinfín de veces. Todo navega bajo pabellón falso, ninguna palabra responde a la verdad. Yo, por ejemplo, me voy ahora a casa, pero sólo en apariencia. En realidad voy a entrar en otro calabozo especialmente instalado para mí, que es tanto más duro porque parece una casa burguesa corriente y porque nadie, salvo yo, la reconoce como prisión. Por eso también fracasan todos mis intentos de fuga. No se pueden romper cadenas invisibles. Por eso la reclusión está organizada como si se tratara de una vida cotidiana normal, confortable pero no en exceso (…)124 La casa de la familia Samsa en La Metamorfosis contiene una simbología muy cuidada. Puede concebirse como el microcosmos en el que se desarrolla la trama. No se conoce nada fuera de la casa por la que desfilan los distintos personajes que conforman el relato. Lo único que el lector puede evocar son las imágenes que describe Gregor sobre lo que observa al otro lado de la ventana de su habitación. Pero son unas vistas prácticamente inalcanzables ahora, lo cual refuerza la percepción de los sentimientos del protagonista: Está encerrado, su propia casa es ahora su prisión y su antiguo cuarto se ha convertido en una celda. (…) En tales momentos dirigía sus ojos lo más agudamente posible hacia la ventana, pero, por desgracia, poco optimismo y ánimo se podían sacar del espectáculo de la niebla matinal, que ocultaba incluso el otro lado de la estrecha calle. <<Las siete ya- se

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JANOUCH, Gustav, op. cit., p. 108.

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