Edicion 1 septiembre 2013

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Cuenca,

DOMINGO 1 de septiembre de 2013 • redaccion1@elmercurio.com.ec

Oralidad, memoria y cotidianidad

La memoria colectiva es tan determinante para la vida social como la memoria individual y familiar para cada persona.

S

egún la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el patrimonio inmaterial se visibiliza, dado su perfil intelectual y sensible, en diversas formas. Desde usos y locuciones verbales, donde se incluye el idioma como vehículo de dicho patrimonio, lo cual es lógico ya que, gracias a él se inició el despegue cognoscitivo de la humanidad hace miles de años. Este patrimonio intangible, sus conocimientos y expresiones artísticas (danza, comparsas, escenificaciones de mitos, ceremonias, rituales), ha logrado ser almacenado y trasmitido, y en el cual la tradición oral es sobresaliente, pues interconecta y trasmite esas tradiciones

mediante cantos, versos, fábulas y leyendas, conteniendo las pautas para desplegar un apropiado ceremonial. En la ritualidad tradicional rige un procedimiento comunicacional que descansa justamente en la voz viva, la música, la danza, diversos lenguajes plásticos, la gestualidad, la escenografía y la participación colectiva. Las manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial son incontables, penosamente, en el país aún no existe un registro de la totalidad de éstas. Está en marcha un proyecto de cartografía cultural y patrimonial, la cual servirá como información para el fortalecimiento y potenciación de estas man ifestaciones, muchas de las cuales perduran gracias a la

La lengua zápara ha sobrevivido por milenios en medio de la foresta tropical amazónica, La UNESCO reconoció a este pueblo por conservar su lengua. (Foto Presidencia)

obstinación y dinámica de los practicantes de la oralidad que transmiten sus saberes tradicionales, sin que se haya contado antes, con el apoyo institucional efectivo.

Lengua zápara Así, por ejemplo la lengua Zápara, ha sobrevivido por milenios, en medio de la foresta tropical amazónica, dolorosamente, en este momento languidece y se halla en proceso de extinción. En el Ecuador apenas existen tres zápara-hablantes y todos ellos octogenarios. La supervivencia de esta lengua a través del tiempo se debe a su trasmisión oral de generación en generación, empero, con los fenómenos de planetarización cultural, donde el bienestar social significa consumismo extremo y debilidad del nosotros solidario por el fortalecimiento del yo consumidor, su conservación y mantenimiento empezaron a mostrar graves fisuras y el número de sus hablantes se redujo a la mínima expresión. Es entonces que los ojos de la UNESCO se fijaron en ellos y así se declaró como patrimonio inmaterial y obra maestra de la humanidad (2001). Con ello, en la actualidad, la lengua Zápara, de alguna manera, se revitaliza, mediante proyectos de investigación y de apoyo a la socialización de este idioma a través del registro y sistematización para garantizar su preservación, aunque la meta principal es que los Zápara encuentren en el uso de su lengua rentabilidad social, lo que supone que el Estado debe garantizar su presencia mediante su oficialización en el territorio de influencia.

Patrimonio cultural inmaterial De esta manera, la oralidad es el componente esencial del patrimonio cultural inmaterial y dentro de las sociedades tradicionales es la forma fundamental que tiene el ser humano para relacionarse en todas las esferas de la vida; con la divinidad, sus semejantes y con la naturaleza. Por lo tanto, la tradición oral se engancha plenamente al concepto de memoria, como una mezcla sólida de las expresiones y significaciones de las sociedades tradicionales. La memoria y el patrimonio coexisten y siguen presentes mediante el registro y la salvaguarda, lo que nos permite archivar imágenes, manuscritos, grabaciones audiovisuales y conocimientos que forman parte de la identidad cultural. La memoria y su sostenimiento son un tema que debe orientar las investigaciones, proyectos y la gestión. Un colectivo sin memoria está forzado al olvido, entendido este como la ausencia de recordación, puesto que sin memoria no sería viable la preservación de saberes para traspasar las distintas formas de la cultura. Al no poder hacerlo careceríamos de identidad y no se lograría reconocerse como parte de un todo y definitivamente no se conseguiría pertenecer al mundo en el que existimos.

(Fuente: Tomado de “Bases y Estrategias de la Gestión Cultural” del autor Fabián Saltos Coloma)


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