FARMACOTERAPIA ANTIMICROBIANA Desde el siglo XVII se utilizan fármacos para el tratamiento de las infecciones (p. ej., la quinina para el paludismo, la emetina para la amebosis); sin embargo, la farmacoterapia como ciencia empezó durante el primer decenio del siglo xx una vez que se conocieron los principios de la toxicidad selectiva, las relaciones químicas específicas entre los microorganismos patógenos y los fármacos, el surgimiento de resistencia farmacológica y la participación del tratamiento combinado. Los experimentos culminaron en la creación de las arsfenaminas para la sífilis, que fue el primer régimen quimioterapéutico planeado. La era actual de la farmacoterapia antimicrobiana empezó en 1935 con el descubrimiento de las sulfonamidas. En 1940 se demostró que la penicilina, descubierta en 1929, es una sustancia terapéutica eficaz. Durante los siguientes 25 años, la investigación sobre los compuestos quimioterapéuticos se centró en gran parte en las sustancias de origen microbiano llamados antibióticos. Después de aislar, concentrar, purificar y producir en masa la penicilina, se crearon la estreptomicina, las tetraciclinas, el cloranfenicol y muchos otros fármacos. Estas sustancias se aislaron originalmente a partir de medios filtrados en los que se habían cultivado los mohos respectivos. Una de las características más sobresalientes de los antibióticos modernos es la modificación sintética de los fármacos conocidos. Este capítulo describe los antibióticos más utilizados en el tratamiento de infecciones bacterianas. La farmacoterapia de virus, hongos y parásitos se describe en los capítulos 30, 45 y 46, respectivamente. El capítulo 47 contiene más información sobre las pruebas de susceptibilidad de las bacterias a los antibióticos.
MECANISMOS DE ACCIÓN DE LOS ANTIBIÓTICOS Estos actúan de diversas formas: por toxicidad selectiva, por inhibición de la síntesis y la función
de la membrana celular, por impedimento de la síntesis de proteínas o al inhibir la síntesis de ácidos nucleicos.
TOXICIDAD SELECTIVA El antibiótico ideal muestra toxicidad selectiva, lo cual significa que el fármaco es nocivo para el microorganismo patógeno sin dañar al hospedador. La toxicidad selectiva a menudo es relativa y no absoluta. Esto implica que un fármaco, a la concentración que tolera el hospedador, es nocivo para el microorganismo infeccioso. La toxicidad selectiva es una función de un receptor específico necesario para la fijación del fármaco o depende de la inhibición de algún acontecimiento bioquímico indispensable para el microorganismo patógeno, pero no para el hospedador. Los mecanismos de acción de los antibióticos se pueden describir bajo cuatro encabezados: 1. Inhibición de la síntesis de la pared celular. 2. Inhibición de la función de la membrana celular. 3. Inhibición de la-síntesis de proteínas (es decir, inhibición de la traducción y la transcripción de material genético). 4. Inhibición de la síntesis de ácidos nucleicos.
INHIBICIÓN DE LA SÍNTESIS DE LA PARED CELULAR Las bacterias poseen una capa externa rígida, llamada pared celular. Esta última conserva la forma y el tamaño del microorganismo, cuya presión osmótica interna es elevado. Cuando la pared celular se lesiona (p. ej., por una lisozima) o su formación se inhibe, la célula se lisa. En un ambiente hipertónico (p. ej., sacarosa al 20%), la formación dañada de la pared celular provoca la formación de “protoplastos” bacterianos esféricos en los microorganismos grampositivos o “esferoplastos” en los microorganismos gramnegativos; estas variedades están limitadas por una membrana citoplasma frágil. Si estos protoplastos o esfero plastos se colocan en un ámbito con tonicidad ordinaria, captan líquidos rápidamente, se edematizan y explotan. Las