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SE HACE pOESÍA
Daniel Vera
Revelaciones
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I
Apocalipsis De incierto porvenir Entona en lengua De extranjera gramática Versos con ritmos Y cadencias insólitas Imaginario yermo.
II
Enrarecida Mente traza figuras Desatinadas Haces de paradojas Con luz lunar Reflejos de un lejano Sol que expande su muerte.
III
No menos alto Que la luz o la sombra Tan evidente Como un obscuro código Que no descifra Ningún encantador Ni sabio ni profeta.
IV
Canta su canto Borrachera de tiempo Contrasentido Recién venido ser Hecho de enigmas Mientras cae la noche Sobre tierra desnuda.
V
Siempre excesiva Y no discriminada Pálida sombra
Cubre las inocentes Flores apenas Nacidas a pesar De siniestros oráculos.
VI
No se descarta Entre tantos pronósticos Que lleguen días
Plenos de buenaventura Reconocibles Por su propia rareza Obscuramente hostil.
VII Nada mejor Que una fuerza serena Nacida en íntimas
Regiones cuya causa Primera y última No conoce y de otras Causas tampoco sabe.
VIII
Del ignorado Fondo surge alegría Súbito encuentro Con razón sin razón Momento lúdico Motivo sin motivo Tal vez original.
IX
El mal despierta Por asuntos menores Y con el peso De su insignificancia Atrae furias Y penas que devoran Toda conversación.
X
Menos que nada Pero siempre se arroja Sobre la luz
La sombra más obscura Y la reduce A pequeñas cenizas Que dispersa en el cielo.
XI
A veces viene Qué malestar obscuro Callado y frío Vibrando con el viento Tiñe las nubes Y despoja la atmósfera De toda luz pasada.
XII
Tierna esperanza
Arrojada a la tierra
Frágil retoño De bosques opulentos En la aridez De un tiempo devastado Por fuegos y sequías.
XIII
No era mejor Entonces el futuro
Pero faltaban Los rostros de ceniza Los latrocinios Y las grotescas grutas De anómalos infiernos.
XIV
Sin fin de tiempo De pronto fin de todo Tiempo pasado
Queda sin porvenir Barcaza inmóvil En un caos eterno De océanos estériles.
XV Sabiduría
Maligna de profeta Seguramente
Falso cuya palabra
Ciega el oído De cualquiera que escuche A toda sensatez.
XVI
Lejos del mar El viejo bucanero
Busca tesoros En palacios de letras Subordinadas A cierto incierto sino De finitud sin fin.
XVII
En otras horas Tejía el ajedrez Hilos de tiempo Con drama de batallas Días y noches De astucia y sacrificios Sin pena ni piedad.
XVIII
El tiempo era Una vicisitud Más entre muchas
No menos importantes Ni más gloriosas A veces con sentido De perpetua amenaza.
XIX
Pregunta eterna De juegos infantiles
Por fin y causa De sitiado sujeto Que se entretiene Con un interrogante Inhábil y vacío.
Azul el verso Y verde la esperanza
Gris teoría Vestida de amarillo Que se confunde De vez en vez con oro Como toda ilusión
XXI Revelaciones O copias desveladas De antiguos ritos O leyes o costumbres O delirantes
Frases que se pronuncian Vestidas de silencio.
XXII
Toda escritura
Finalmente se cumple Todo profeta
Reclama su prestigio No más que esto Era profetizado Si se sabe ver bien.
Daniel Vera (Córdoba, 1947) es poeta, ensayista, se ha desempeñado como docente de Lógica y Filosofía del lenguaje en la UNC y como maratonista, actividad que reemplazó luego por la marcha. De todo esto y de las relaciones que en su vida pudo trazar entre estos diversos pero afines intereses y actividades podemos enterarnos si leemos su último libro publicado: A qué se llama correr. Ensayos en prosa y verso (Córdoba, Los Ríos, 2019).
Además de este, entre los libros del autor se cuentan Perísfrasis griegas (1981), Cinco sonetos aéreos (1982), Elegía de Junio (1983), Fundamento Hsin (Dianus, 1987), Formas de la oración (Alción, 1989), Corona para los mares y maría (Alción, 1991), Las leyes libertad (Alción, 1993), Machiavelli, (Alción, 1998), Angel en lamas (2014), Meditation mortis, 2014, Pasos de Tigre seguido de Hilario Sombra De beata vita (Alción, 2016) entre otros. Administra y escribe en dos blogs “Tortugas y lentejas” y “Chuzas y lechuzas. El primero inactivo desde 2017, pero sumamente interesante por las publicaciones sobre literatura a las que se puede acceder (hay también notas vinculadas con las carreras de maratón). El segundo sigue despierto todavía y reúne reseñas y notas sobre artistas y poetas, reflexiones sobre diversos temas de su interés.
Bernardo Schiavetta
Sorpresas Al Profundizar Un Poema
Un día de los años 1970 advertí que el yo lírico de todos los poemas de mi primer libro (que dejé inédito) coincidían siempre con mi yo de autor. Esa impúdica pretensión expresiva, egocéntrica y narcisista, me asqueó: mi yo consciente dejó de parecerme un tema interesante, y lo desplacé fuera del centro de mi escritura poética. Desde su nueva posición periférica, mi ego asumió un papel de artesano minucioso que contemplaba el centro vacío de la escritura, adonde fueron apareciendo proyecciones de lo inconsciente, muy pronto bajo la forma de una relectura totalmente inesperada de fragmentos de mis antiguos poemas. Recordando una cuarteta cuyos versos pueden leerse en cualquier orden sin que su sentido se altere, el epitafio de Midas que Sócrates recita en el Fedro (264d), advertí, con gran sorpresa, que siete versos de “Eco” (cuya larga historia es un perfecto ejemplo de profundización de un poema) admitían dos lecturas: una de arriba para abajo y otra de abajo para arriba. Agregué pues en el medio un verso repetido dos veces “que los siglos reciben de los siglos” y armé un poema “en espejo” verticalmente simétrico, de 16 versos, donde ambas lecturas se sucedían. Fue publicado en Diálogo (Valencia, Prometeo, 1983). Reflejos y ecos comparten una similitud; por esa razón añadí más adelante, en el inicio y en el final de “Eco” un mismo verso “sabremos dar respuestas, éstas, éstas...”; el texto resultante de 18 versos se llamó “Espejo de los ecos” (publicado en Fórmulas para Crátilo, Madrid, Visor 1990, Premio Loewe). Sin embargo, no quedé satisfecho: retiré el doble agregado ecoico y lo puse como un único verso (con mínimas variaciones): “para encontrar respuestas, éstas, éstas” en la interlínea vacía, visionaria, que estaba al acecho entre las dos líneas centrales: “que los siglos reciben de los siglos”. En mi segunda antología personal, Antes de los apócrifos (Bs. As. Audisea, 2018) el poema tiene ahora un tercer título: “Los Amantes”. Su versión actual (2023) figura en la página siguiente.
Los Amantes
volveremos a hacer vivir más ecos si un eco por azar nos repitiese nuestras palabras, nuestras voces vivas, a pesar de saber que sólo somos más tenues que los ecos, que copiamos espejismos y ensueños, las preguntas de amantes olvidados, su pasión, que los siglos reciben de los siglos para encontrar respuestas, éstas, éstas… que los siglos reciben de los siglos, de amantes olvidados, su pasión, espejismos y ensueños, las preguntas más tenues que los ecos, que copiamos a pesar de saber que sólo somos nuestras palabras, nuestras voces vivas, si un eco por azar nos repitiese volveremos a hacer vivir más ecos
Lo más sorprendente, es que el verso ecoico central (objeto de meditación colocado en el vacío del yo descentrado) fue el germen de un rapto de escritura automática. Produjo, de un solo tirón, un poema formalmente circular, que muerde su propia cola, en un sinfín de ecos: un mantra hiper-estructurado, intraducible, solamente posible en castellano, “Ronda de los mortales” (2018). El texto ha sido rebautizado ahora, en 2023, “Ronda de los amantes”. Esta revelación espontánea (como también lo fue la estructura en espejo de “Los Amantes”) me llevó a una conclusión lógica: mi ascesis de la expresión egocéntrica había permitido que un pensamiento creativo complejo se desarrollase fuera de mi conciencia lúcida. Fue, para mí, una manifestación de la autonomía de la Imaginación creadora, un oráculo, semejante a “Kubla Khan, o una visión en un sueño” de Coleridge, muy diferente de los procedimientos con que los surrealistas buscaron hacer aflorar lo Inconsciente en sus poemas.
Ronda De Los Amantes
Kyklos tesgeneseos
Ciclo de las generaciones Orfeo
…vives y olvidas vidas vidas vidas gestos fugaces haces haces haces y es tu jornada nada nada nada pero en extraños años años años serás reflejos lejos lejos lejos todos los seres eres eres eres que han sido amantes antes antes antes nunca son huecos ecos ecos ecos esos latidos idos idos idos que en ti, si callas, hallas hallas hallas tu voz más queda queda queda queda vuelve en respuestas éstas éstas éstas vives y olvidas vidas vidas vidas…
(Versión 2023)
Releyendo “Ronda de los amantes”, comprendí que su mensaje correspondía a lo que se llama en sánscrito “Samsara” y en griego antiguo “ciclo de las generaciones” (o de las reencarnaciones). Kyklos tes geneseos aparece en los fragmentos atribuidos a Orfeo, doctrina irracional (de la que descreo pero que me fascina) retomada por el Sócrates platónico del Fedón (lo que me permite cerrar el bucle). Ahora bien, mi yo consciente adhiere, tanto como le es posible, a la escuela agnóstica no dogmática (la de Pirrón de Elis y de Sexto Empírico) y suspendo mi juicio (epojé) salvo cuando tengo que tomar decisiones inevitables, en cuyo caso opto por la menos improbable. Ya que la reencarnación me parece improbable, debí admitir que una personalidad esotérica inconsciente había escrito “Ronda de los amantes”: un arquetipo de la psicología profunda de Carl Gustav Jung (de la que descreo pero que me fascina) definida como Ánima para los hombres y Ánimus para las mujeres. Siguiendo esa hipótesis fictiva, “Ronda de los Amantes” es por lo tanto una obra poética de mi Ánima, la poeta Carmen Moctezuma, que ya había escrito en Diálogo varios poemas sobre la reencarnación, textos que yo había suscrito sin pena porque lo que dicen mis poemas son surgimientos de sentido independientes de mi yo: ficciones, más allá de lo verdadero y de lo falso, juegos que los lectores sabios deben jugar en serio. Doy pues, como ejemplo: “Al Despertar” de Carmen Moctezuma (de quien estoy escribiendo la biografía como parte de mis obras reunidas).
Al Despertar
Hembra o varón, quien fuese no lo sé, conmigo estuvo, a mis espaldas, alguien presente pero apenas, como un sueño que el despertar esconde en el olvido. Temblor en la silueta de mi sombra, conmigo estuvo, a mis espaldas, alguien que en lo mínimo y único que importa llegó a vivir de un modo igual al mío aquel momento: cuando el hoy es siempre. De todo lo que pudo sucederle no sé si habrá dejado algún recuerdo. Después, fue menos todavía, sangre en el río viviente de la sangre que llega hasta mis días que están siendo los suyos mismos. Pronto el resto, el último, pronto mi nombre o sólo estas palabras, pronto ya menos todavía, un sueño que se disipa, al despertar, mañana.
(Versión 2023)
Mi libro Con Mudo acento (Albacete, Barcarola, 1996), Premio Barcarola, contiene más de veinte poemas de Carmen, todavía no firmados por ella. Después de esa fecha, dejé de publicar poesía durante casi un cuarto de siglo, porque me dediqué a escribir Almiraphel, un largo poema de otro heterónimo esotérico, Bruno, el compañero de Carmen. Almiraphel sólo ha encontrado recientemente su forma definitiva, permitiéndome así delinear claramente las biografías imaginarias de esa pareja de heterónimos (mis “apócrifos”). Son relatos fantásticos que alternan y glosan los poemas del uno y de la otra. Las relecturas y reescrituras de mis antiguos poemas, reunidas en Antes de los Apócrifos (2018), me ha permitido reconocer retrospectivamente qué textos correspondían a Bruno y cuáles a Carmen. “Pareja que duerme” tiene, indiscutiblemente, el estilo de mi Apócrifa:
PAREJA QUE DUERME
Más que para el deseo se desnudan y mucho más se entregan mientras duermen. Como se aquietan las aguas turbadas, todo gesto se borra de sus cuerpos y solas fluyen la carne y la sangre por hondos cauces donde navegaron breves días los padres más remotos: superficie aquietada de la piel en la que ambos se miran hondamente con rostros ahogados pero vivos sin que ningún espacio los separe de sus propios reflejos, los más fieles: ojos que en sí se miran tras los párpados, fieles miradas, densas como el agua cuando sobre las lenguas arde en hielo casi negándose a la sed que extingue. (O acaso estén librados sin saberlo a sueños donde alientan como náufragos).
(Versión 2018)
Bernardo Schavetta es escritor, traductor y editor franco-argentino. Escribe poesía y narrativa en español y poesía y ensayos en francés y español. Autor de los siguientes libros de poesía Diálogo (Valencia, Prometeo, l983) Premio Gules 1983, Fórmulas para Cratilo (Madrid, Visor, l990) Premio Loewe 1990; Espejos (Madrid, Fundación Loewe, 1990); Entrelíneas (Córdoba, Argentina, Alción, 1992); Con mudo acento (Albacete, Barcarola, 1996). Premio Barcarola 1996. Asimismo, sobre su poesía: Texto de Penélope, diálogos con Didier Coste (Córdoba, Argentina, Alción, 1999). En el género ensayo: Le goût de la forme en littérature (Noésis, París, 2001). Ser clásico hoy, ensayos sobre la obra de Ricardo H. Herrera (Alción, Córdoba. 2016) y Borges como símbolo (Audisea, Buenos Aires, 2017).
Radicado en Francia desde 1971, ha editado y codirigido hasta 2009 dos revistas anuales franco-estadounidenses de investigación y de creación literarias, ambas centradas en la problemática de las formas: primero, en 1997, Formules, Revue des créations formelles et des littératures à contraintes, fundada en colaboración con Jan Baetens, y luego, con Jean-Jacques Thomas, FPC, Formes poétiques contemporaines, fundada en 2003. A partir del año 2017, en coedición de Reflet de Lettres / Audisea (París – Buenos Aires) ha creado junto con Ricardo H. Herrera, director de la revista argentina Hablar de poesía (fundada en 1999), la colección de libros Cuadernos de Hablar de poesía, especializada en libros de ensayos de teoría y crítica poéticas así como en traducciones de poesía extranjera al español y también en la edición de creaciones de poetas argentinos contemporáneos.
