Felipe II
La artesanía
La leyenda
La historia de Gonzalo y sus amigos se sitúa en los últimos años del siglo XVI, durante el reinado de Felipe II: entonces, el Imperio español era enorme (incluía España, Portugal, Países Bajos, Cerdeña, Sicilia, Milán, Nápoles, Túnez, Filipinas, la parte descubierta de América y, a partir de 1580, Portugal y su imperio en África y Asia).
Los maestros espaderos mantenían en secreto la técnica del temple de las armas; cada uno tenía fórmulas especiales como recitar ciertas oraciones o canturrear ciertas canciones para medir el tiempo que duraba la inmersión de las hojas en el agua. Se decía que las aguas del río Tajo, que eran usadas para enfriar el acero, eran mágicas y gracias a ellas las espadas eran indestructibles.
Pero Toledo ya no era la capital del Imperio, por lo que su economía sufrió enormemente. Sin embargo, la Iglesia tenía una gran importancia, y además era una ciudad famosa por sus artesanos, sobre todo en la forja del acero. El acero de Toledo ha sido uno de los más prestigiosos del mundo desde la época visigoda (s. VI), sobre todo por su flexibilidad, ideal para las espadas. Lo que las distingue es que sus hojas no son de acero puro, sino que están formadas por un núcleo interior de hierro, envuelto completamente en acero. De esta manera, las espadas eran duras (acero) y flexibles (hierro): ¡no se rompían nunca! Un forjador de espadas trabajando
59
En la época medieval las espadas eran tan importantes, que algunas tenían un nombre propio. ¿Recuerdas Excalibur del rey Arturo? Tizona y Colada eran las dos espadas del Cid Campeador, héroe medieval español. El lugar donde fueron forjadas estas espadas es incierto.