La Regenta

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LECTURAS

JÓVENES Y ADULTOS

NIVEL 4

Leopoldo Alas “Clarín” La Regenta

La Regenta

La joven Ana Ozores, a quien llaman la Regenta por estar casada con un viejo regente jubilado, vive oprimida por la hipocresía provinciana. Álvaro Mesía, un donjuán de pacotilla, se propone seducirla. Ana, sexualmente insatisfecha, acosada por constantes sueños eróticos, revela en el confesonario sus íntimos tormentos al ambicioso Magistral, su confesor, el cual comienza a sentir una morbosa pasión por ella. Ana oscila entre la exaltación amorosa y los arrebatos místicos. La ciudad espera complacida la caída de la virtuosa esposa y asiste a la pérdida de influencia espiritual del Magistral… El gran clásico de Clarín adaptado para el nivel B2.

Leopoldo Alas “Clarín”

Leopoldo Alas “Clarín” La Regenta

NIVEL 4

Las Lecturas ELI son una serie de lecturas graduadas, magníficamente ilustradas, que van de originales historias actuales, a los clásicos de siempre.

En esta publicación vas a encontrar: - Información sobre la vida de Leopoldo Alas “Clarín” - Documentación sobre el ambiente y el contexto - Glosario con las palabras y expresiones difíciles - Actividades de comprensión - Preparación para el DELE - Test final Temas Amor

Matrimonio

Adulterio

Honor

600 palabras

A1

NIVEL 2

800 palabras

A2

NIVEL 3

1.000 palabras

B1

NIVEL 4

1.800 palabras

B2

NIVEL 5

2.500 palabras

C1

NIVEL 6

Textos integrales

C2

Clásico

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Sociedad

ELE B 2

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Con CD audio + lectura completa en MP3 que se puede descargar del sitio web

Religión

LECTURAS ELI JÓVENES Y ADULTOS

NIVEL 1

Educación

ELE B2

LECTURAS

JÓVENES Y ADULTOS


Ana Ozores, la Regenta

Víctor Quintanar

PETRA


Personajes principales

don Fermín de Pas, el Magistral

don Álvaro Mesía

DOÑA PAULA


ANTES DE LEER

La obra 1

Contesta marcando (3) la opción correcta. 1 El título de la obra, La Regenta, se debe a que la protagonista… A ■ B ■ C ■ D ■

2 La Regenta cuenta la historia de una joven mujer casada con un hombre mucho mayor que ella, que vive en una ciudad de provincias, sueña con el gran amor y se enfrenta a la tentación de la infidelidad. ¿Cuál de las siguientes obras de la literatura universal no trata de este mismo asunto? A ■ B ■ C ■ D ■

es la esposa del Regente. es una especialista en el estilo Regencia. es muy autoritaria (uno de los significados de la palabra “regente”). regenta un burdel.

Madame Bovary del escritor francés Gustavo Flaubert (1857) Ana Karénina del escritor ruso León Tolstoi (1877) Lolita del escritor ruso Vladimir Nabokov (1955) El amante de lady Chaterley del escritor británico D.H. Lawrence (1928)

3 Clarín eligió el nombre de Vetusta para bautizar la ciudad donde transcurre su historia porque… A ■ B ■ C ■ D ■

es una ciudad joven, dinámica y alegre. la ciudad es antigua, vieja y triste. es así como los romanos denominaban la ciudad de Oviedo. la palabra “vetusto” significa “lluvioso” en el norte de España.

2 Bajo el nombre de Vetusta es fácilmente reconocible la ciudad de Oviedo. ¿Eres capaz de situar esta capital de provincias española en el mapa?

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3 Hay en Oviedo una estatua que representa a la Regenta. ¿De cuál de las siguientes obras escultóricas crees que se trata?

A ___________

B ___________

C ____________________

4 Completa el siguiente texto con las palabras que faltan para obtener el argumento de la obra. una escapatoria • el ansia • su confesor • mediocre • las certezas • sentimientos • el seductor • el aburrimiento • la religión • sentimental Ana Ozores es la soñadora, sensible, _____a_____, romántica, inocente, y guapísima mujer del exregente de la Audiencia, don Víctor Quintanar, hombre mucho mayor al que ella no quiere. Su vida transcurre entre la soledad y _____b_____ en una ciudad de provincia llamada Vetusta. Ana busca caminos para huir de este mundo _____c_____ y opresivo. Cree encontrar _____d_____ en la fe, gracias a don Fermín De Pas, el Magistral de la catedral, sacerdote sin vocación, dominado por _____e_____ de poder, que se convertirá en _____f_____; pero _____g_____ se revelará insuficiente. Asimismo, _____h_____ de Vetusta, don Álvaro Mesía, intentará conquistarla por todos los medios. Y al mismo tiempo, _____i_____ y las convicciones del Magistral van a empezar a tambalearse con nuevos _____j_____ que él no conocía antes…

¡Tienes la palabra! 5 La obra , que criticaba duramente la sociedad burguesa y al clero, causó un enorme escándalo en la ciudad de Oviedo cuando fue publicada. ¿Por qué crees que los ovetenses reaccionaron así? A ■ B ■ C ■ D ■

Eran personas muy tradicionales. Muchos se sintieron identificados con los personajes de la novela. Eran personas muy susceptibles. No les gustó que un forastero hubiera escrito sobre su ciudad.

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Capítulo 1

Vetusta

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La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas. Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión y descansaba oyendo entre sueños el monótono y familiar tañido de la campana de coro, que retumbaba allá en lo alto de la esbelta torre en la Santa Basílica. Bismarck, un pillo* de Vetusta, empuñaba el cordel atado al badajo de la gran campana. A su lado, Celedonio, el acólito*, con una sotana negra, sucia y raída, estaba asomado a una ventana, y escupía y, a veces, tiraba piedrecitas sobre algún raro transeúnte que desde allí arriba le parecía del tamaño de un ratoncillo. Bismarck tocó la campana. Alguien subía por la escalera de caracol. Los dos pilletes se miraron estupefactos. —¿Quién será? —preguntó Celedonio. —¿No oyes el manteo*? —respondió Bismarck. Bismarck tenía razón; el roce de la tela con la piedra producía un rumor silbante. El manteo apareció: era el de don Fermín De Pas, Magistral* de aquella catedral y provisor* del Obispo. Bismark temía que el Magistral fuera a pegarlos. Como allí no había modo de escapar, Bismarck se escondió detrás de la campana para aguardar así los acontecimientos. Celedonio tenía doce o trece años, la boca un/a pillo/a muchacho/a que hace travesuras de poca importancia el acólito seglar facultado para ayudar al sacerdote durante la celebración de la misa el manteo capa larga y amplia

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un magistral predicador eclesiástico un provisor juez diocesano nombrado por el obispo, que tiene potestad ordinaria para ocuparse de causas eclesiásticas


la regenta

desdentada, sus ojos eran grandes, de un castaño sucio y su mirada tenía a veces un brillo lúbrico*. El monaguillo, que apenas le llegaba a la cintura a don Fermín, veía enfrente de sí la sotana tersa de pliegues escultóricos, rectos, simétricos, sobre la cual flotaba el manteo de seda. Si los pilletes hubieran osado mirar cara a cara a don Fermín, lo hubieran visto, serio; levemente turbado al notar la presencia de los campaneros, y en seguida sonriente, con una suavidad resbaladiza en la mirada y una bondad estereotipada en los labios. Su tez* blanca tenía los reflejos del estuco. En los pómulos, un tanto avanzados, había un ligero encarnado*. En sus ojos, verdes, lo más notable era la suavidad de liquen; pero en ocasiones salía de ellos un resplandor punzante. Aquella mirada la resistían pocos: a unos les daba miedo, a otros asco. La nariz larga, recta, sin corrección ni dignidad, también era carnosa hacia el extremo y se inclinaba hacia abajo acercándose peligrosamente a la barba puntiaguda y levantisca*. Los labios eran largos y delgados, finos, pálidos. En aquel rostro no era fácil leer y traducir lo que su dueño sentía y pensaba. La cabeza pequeña y bien formada, de espeso cabello negro muy recortado, descansaba sobre un robusto cuello, blanco, de recios músculos, un cuello de atleta, proporcionado al tronco y extremidades del fornido* canónigo. El Magistral saludó a Celedonio, extendiendo hacia él la mano derecha, blanca, fina, de muy afilados dedos, no menos cuidada que si fuera la de una aristocrática señora. Celedonio contestó con una genuflexión. El canónigo sacó de un bolsillo interior de la sotana un tubo que parecía de oro y lo estiró y se convirtió en dos, y luego en tres, todos seguidos, pegados. Asomado a una ventana, el Magistral acercó el catalejo* a la cara y lo apuntó hacia la calle. Uno de los recreos* lúbrico/a dominado/a por el deseo sexual la tez piel de la cara encarnado/a de color rojo levantisco/a con propensión a levantarse

fornido/a fuerte, robusto/a o de gran corpulencia un catalejo instrumento óptico para ver a larga distancia un recreo diversión o distracción con la que se pasa el tiempo

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leopoldo alas "clarín"

solitarios de don Fermín De Pas consistía en subir a las alturas para ver las cosas a vista de pájaro, abarcándolas* por completo y desde arriba. En Vetusta solía subir algunas veces a la torre de la catedral. El Magistral paseaba lentamente sus miradas por la ciudad levantando con la imaginación los techos, aplicando su espíritu a aquella inspección minuciosa, como el naturalista estudia con un poderoso microscopio las pequeñeces de los cuerpos. Vetusta era su pasión y su presa*. La conocía palmo a palmo*, por dentro y por fuera, por el alma y por el cuerpo, había escudriñado* los rincones de las conciencias y los rincones de las casas. De Pas había soñado con más altos destinos, y aún no renunciaba a ellos, por ahora se contentaba resignado con Vetusta. Pero, llegado a los treinta y cinco años, estos sueños, según pasaba el tiempo, se alejaban. Don Fermín contemplaba la ciudad, aquel imperio que era suyo. El modo como ahora mandaba en Vetusta le provocaba un placer intenso, infantil y material que gozaba De Pas como un pecado de lascivia. Emociones semejantes ocupaban su espíritu altanero* mientras el catalejo se movía lentamente. Alrededor de la catedral se extendía el primitivo recinto de Vetusta; comprendía el barrio de la Encimada y dominaba todo el pueblo. Casi todas las calles de la Encimada eran estrechas, tortuosas, húmedas, sin sol. La Encimada era el barrio noble y el barrio pobre de Vetusta. Los más linajudos* y los más andrajosos* vivían allí, cerca unos de otros, aquellos a sus anchas, los otros apiñados. El buen vetustente era de la Encimada. Allá abajo abarcar dominar o alcanzar con la vista una presa persona, animal o cosa que resulta atrapado y no puede escapar palmo a palmo con detalle y minuciosidad

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escudriñar examinar con mucha atención, para averiguar los detalles altanero/a orgulloso/a o que se cree superior linajudo/a que tienen una ascendencia ilustre andrajoso/a que va vestido/a con ropa vieja, rota o sucia



leopoldo alas "clarín"

al Sudeste había las barriadas nuevas, en el Campo del Sol, donde la Fábrica Vieja levantaba sus augustas chimeneas, alrededor de las cuales había surgido un pueblo de obreros. Hacia el Norte, entre prados de un verde oscuro, se levantaba el convento de las Salesas, donde habitaban las herederas de muchas familias ricas y nobles. El Magistral volvía el catalejo al Noroeste, allí estaba la Colonia, la Vetusta novísima, deslumbrante de colores vivos: allí se habían instalado los indianos* a su regreso de América. Empezaba el otoño. Los prados renacían, la yerba había crecido fresca y vigorosa con las últimas lluvias de septiembre. De Pas volvía* amorosamente el catalejo a su Encimada querida, la noble, la vieja. Amaba el barrio de la catedral por encima de todos. La Encimada era su imperio natural, la metrópoli del poder espiritual que ejercía. Más de media hora empleó el Magistral en su observatorio aquella tarde. Cansado de mirar, se separó de la ventana, plegó el catalejo, lo guardó cuidadosamente en el bolsillo y, despidiéndose de los campaneros, se fue con paso majestuoso. En cuanto se encontró en la nave norte de la iglesia, recobró la sonrisa inmóvil, habitual expresión de su rostro, cruzó las manos sobre el vientre, inclinó hacia delante un poco con cierta languidez, entre mística y romántica, la bien modelada cabeza, y más que anduvo se deslizó sobre el mármol del pavimento que figuraba un juego de damas, blanco y negro. En la gran nave central había muy pocos fieles; en las capillas laterales se veían apenas grupos de mujeres arrodilladas o sentadas, rodeando los confesonarios. Aquí y allí se oía el leve rumor de la plática* secreta de un sacerdote y una devota. En un/a indiano/a persona que emigró a América en busca de fortuna y regresó a España rica

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volver dirigir algo en una dirección una plática charla, conversación


la regenta

la segunda capilla del norte, la más oscura, don Fermín divisó a dos señoras que hablaban en voz baja. Siguió adelante. Ellas quisieron ir tras él, llamarlo, pero no se atrevieron. Lo esperaban, lo buscaban, y se quedaron sin él. El Magistral siguió sin detenerse y distinguió a don Custodio, pálido el rostro, menos las mejillas encendidas. El Magistral lo miró sin sonreír, pues don Custodio era un enemigo doméstico que creía, o por lo menos propalaba*, todas las injurias con que se quería derribar al Provisor. De Pas lo despreciaba. El Magistral entró en la sacristía y se acercó a un grupo que en el otro extremo cuchicheaba con la voz apagada de la conversación profana que quiere respetar el lugar sagrado. Eran cuatro visitantes que contemplaban un cuadro. Cinco minutos llevaba don Saturnino Bermúdez empleados en explicar el mérito de una pintura a dos señoras y un caballero. El erudito arqueólogo de Vetusta era bajo, traía el pelo rapado y barba negra; no era viejo, tenía “la edad de Nuestro Señor Jesucristo”, decía él. Tenía la boca muy grande, y al sonreír con propósito de agradar, los labios iban de oreja a oreja. Cuando se acercó a saludar a don Saturno, el Magistral reconoció a la viuda Obdulia, que era su hija de confesión y se inclinó sonriente; pero menos sonriente que al saludar a Bermúdez. Aquella hermosa mujer crispaba los nervios* a don Fermín; era despreocupada, tal vez demasiado; una original... ¡Y un escándalo andando! No había más que notar cómo iba vestida a la catedral. La doña Obdulita lo fatigaba, lo mareaba, sobre todo cuando ella le echaba aquellas miradas ardientes intentando seducirlo. A pesar de esta cordial antipatía, siempre estaba afable y cortés con la viuda, porque en este punto no distinguía entre amigos y enemigos: la urbanidad era un propalar dar a conocer algo que se tenía oculto

crispar los nervios irritar

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leopoldo alas "clarín"

dogma para el Magistral. El sabio le presentó a los ilustres visitantes y, tras intercambiar algunas banalidades, el Magistral se despidió. Terminado el coro, los venerables canónigos fueron entrando en la sacristía. El Magistral vio al Arcipreste*, el ilustrísimo señor don Cayetano Ripamilán, un viejecillo de setenta y seis años, vivaracho, alegre, flaco, seco, arrugado como un pergamino. Detrás de los cristales de unas gafas de oro montadas en una nariz larga y corva brillaban unos ojuelos inquietos, muy negros y muy redondos. Era don Cayetano no solo canónigo, sino además poeta bucólico. El anciano lo servía y lo defendía. Si le traían a cuento* sus aventuras amorosas, que no pasaban de ser rumores anónimos, sin fundamento, el Arcipreste sonreía al negar, dando a entender que aquello era posible, pero no tenía gran importancia: —La verdad es que don Fermín es muy buen mozo*, y, si las beatas* se enamoran de él, él no tiene la culpa. 3

Don Custodio, el beneficiado*, anunció al Magistral que la Regenta estaba en su capilla esperándolo para confesar. La Regenta, muy principal señora de la ilustre familia vetustense de los Ozores, era la esposa de don Víctor Quintanar, quien había sido Regente* en varias Audiencias, últimamente en la de Vetusta. Aunque ya jubilado, a su mujer se la siguió llamando la Regenta. La Regenta siempre había sido hija de confesión de don Cayetano, pero este, cansado por los años y resuelto a retirarse por completo del confesonario, le había designado un sucesor. Los enemigos del Magistral habían averiguado que el Arcipreste dejaba al Magistral aquella codiciada joya, como lo era sin duda la digna y virtuosa y hermosísima esposa de don Víctor un arcipreste sacerdote que, por nombramiento del obispo, tiene autoridad sobre varias parroquias de una misma zona traer a cuento introducir en una conversación un buen mozo joven atractivo y de buena presencia física

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un/a beato/a persona que muestra una virtud o una devoción religiosa exageradas un beneficiado clérigo que goza de un beneficio eclesiástico un regente magistrado que presidía una audiencia territorial


la regenta

Quintanar. Algunos aspiraban a esta sucesión particular, como el Arcediano* quien creía que le pertenecía por razón de su dignidad el honor de confesar a doña Ana Ozores. “La Regenta venía por primera vez a confesarse”, pensaba el Magistral. Una primera confesión era algo bastante solemne y merecía preliminares más ceremoniosos. “¿Por qué habían venido sin avisar?” Don Cayetano debía de saberlo. “¿Era orgullo? ¿Era humildad? ¿Era que, con una delicadeza y un buen gusto cristiano y no común en las damas de Vetusta, quería confundirse con la plebe, confesar de incógnito, ser una de tantas?” Esta hipótesis lo halagaba* mucho. Don Cayetano comprendió que el Magistral deseaba decirle algo a solas, y recordó de repente que él también quería hablar al Provisor: —Don Fermín, tenemos que hablar largo de intereses espirituales… Pero cuando supo que la Regenta estaba en la catedral, y que él no había corrido a saludarla y a confesarla, si a eso venía, como era de suponer, don Cayetano se azoró* y mandó a que alguien fuera a la capilla del Magistral. Era inútil. Entraba en aquel momento Celedonio, el acólito, que se metió en la conversación y les dijo que doña Visita y la señora Regenta ya se habían ido, pero que creía que habían ido a pasear, porque doña Visita había mencionado el Espolón. —¡Al Espolón! —gritó el Arcipreste, cogiendo con una mano un brazo del Magistral. De ese desaire* tengo yo culpa en cierto modo. —Pero si no fue desaire —repetía el Provisor con el rostro hermoseado por una especie de luz espiritual de alegría que lo inundaba. —¡Sí, señor! Y, de todos modos, desaire o no, yo quiero dar una explicación a mi querida amiga, ese ángel de bondad… un arcediano eclesiástico que está al frente de la comunidad de eclesiásticos de una catedral halagar satisfacer el orgullo o la vanidad

azorarse inquietarse, perder la serenidad un desaire humillación a una persona por indiferencia

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ACTIVIDADES

Comprensión lectora 1

Elige la respuesta más adecuada. 1 Al principio de la historia, ¿en qué lugar de la catedral se encuentran los dos pillos, Bismarck y Celedonio? A ■ en la sacristía B ■ detrás del altar

C ■ cerca del confesonario D ■ en el campanario

2 ¿Qué le gustaba hacer a Fermín De Pas en su tiempo libre? A ■ tocar las campanas C ■ escupir a los transeúntes B ■ espiar la ciudad D ■ mirar los pájaros desde la torre del campanario 3 ¿Quién vive en el barrio de la Encimada? A ■ los noble y los pobres B ■ los burgueses

C ■ los indianos D ■ los obreros

4 ¿Qué sentimiento siente el Magistral hacia don Custodio? A ■ admiración B ■ temor

C ■ desprecio D ■ indiferencia

5 Ana Ozores está esperando al Magistral para... A ■ confesar B ■ ir a pasear

C ■ comulgar D ■ cantar en el coro

6 Algunos rumores acusan al Magistral de... A ■ tener aventuras amorosas C ■ robar el dinero del cepillo B ■ llevar un tren de vida muy D ■ drogarse lujoso 7 ¿A qué se dedica don Víctor Quintanar, el marido de Ana Ozores? A ■ Es poeta. B ■ Es arqueólogo.

C ■ Es el Regente. D ■ Está jubilado.

8 ¿Adónde van don Cayetano y el Magistral al final del capítulo? A ■ Van a tomar un café al Espolón. B ■ Van a confesar.

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C ■ Vuelven a su casa. D ■ Van a buscar a la Regenta.


Comprensión auditiva 2

Escucha de nuevo la pista 2 con el inicio de la historia y luego completa este texto. La _____a_____ ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y _____b_____, empujaba las nubes blanquecinas. Vetusta, la muy noble y _____c_____ ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión y descansaba oyendo entre _____d_____ el monótono y familiar tañido de la campana de coro, que retumbaba allá en lo alto de la esbelta torre en la Santa Basílica. Bismarck, un pillo de Vetusta, empuñaba el _____e_____ atado al badajo de la gran campana. A su lado, Celedonio, el acólito, con una sotana negra, sucia y raída, estaba _____f_____ a una ventana, y _____g_____ y, a veces, tiraba piedrecitas sobre algún raro _____h_____ que desde allí arriba le parecía del tamaño de un ratoncillo. Bismarck tocó la campana. Alguien subía por la escalera de _____i_____. Los dos pilletes se miraron _____j_____.

Vocabulario 3 Corrige, si es necesario, las siguientes descripciones de los personajes. A Don Fermín: Tiene 30 años. Es muy atractivo. Tiene la piel morena, los ojos marrones, la nariz respingona, los labios gruesos y carnosos. Tiene la cabeza grande y es calvo. Su cuerpo es atlético y musculoso, y sus manos groseras y sucias. B Celedonio: Es un adolescente bajo y rubio, con ojos pequeños; cuando sonríe deja al descubierto una dentadura perfecta. C Don Saturnino: Tiene 33 años, es alto y pelirrojo, lleva el pelo muy corto y barba. D Don Cayetano: Es un anciano bastante gordo. Tiene una nariz pequeña y recta, y ojos negros; lleva gafas. Es una persona triste y taciturna. E Doña Obdulia: Es una mujer soltera muy guapa, muy discreta y minuciosa, y un poco convencional.

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4 Completa con la palabras de este capítulo que corresponden a las definiciones y verás aparecer en la columna vertical un concepto muy íntimamente relacionado con la religión y el mundo de don Fermín. 1 2 1 Espíritu celestial puro, servidor y 3 mensajero de Dios. 4 2 Edificio destinado al culto 5 cristiano. 6 3 Parte de una iglesia que tiene un 7 altar o en la que se venera una 8 imagen. 9 10 4 Lugar de una iglesia en la que se guardan las ropas y los objetos 11 12 necesarios para el culto. 13 5 Conjunto de eclesiásticos que 14 cantan o rezan los divinos oficios. 6 Persona que profesa el cristianismo. 7 Prenda de vestir negra usada por los sacerdotes católicos que llega hasta los tobillos. 8 Niño que ayuda al sacerdote durante la celebración de la misa. 9 Parte espiritual e inmortal del ser humano. 10 Referido a un creyente, que acata las normas de su fe o su religión. 11 Declaración a un sacerdote de los pecados cometidos. 12 Acción, palabra, pensamiento u omisión que van en contra de la ley de Dios y de sus preceptos o mandamientos. 13 Espacio interior alargado de un edificio delimitado por muros o por filas de columnas. 14 Iglesia principal y generalmente de grandes dimensiones, que es sede de una diócesis.

5 ¿Con qué otros nombres se designa a don Fermín? Ripamilán • el Acólito • el Vetusto • Celedonio • el Regente el Arcipreste • De Pas • el Indiano • don Custodio • Bismarck Bermúdez • el Magistral • don Cayetano • el Espolón el Provisor • el Arcediano • el Pillo • el Obispo

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Gramática 6 Transforma en presente las siguientes frases, que están en pasado.

1 De Pas volvía el catalejo a su Encimada querida. Más de media hora empleó en su observatorio aquella tarde. Cansado de mirar, se separó de la ventana, plegó el catalejo, lo guardó cuidadosamente en el bolsillo, se despidió de los campaneros y se fue con paso majestuoso.

2 En la gran nave central había muy pocos fieles; en las capillas laterales se veían apenas grupos de mujeres arrodilladas o sentadas. En la segunda capilla, don Fermín divisó a dos señoras que hablaban en voz baja. Siguió adelante. Ellas quisieron ir tras él, pero no se atrevieron.

Expresión oral 7 Describe el pueblo o la ciudad en que vives, dando detalles acerca de sus diferentes barrios, los monumentos y lugares de interés, y habla también de la vida de sus habitantes.

Antes de leer

¡Tienes la palabra! 8 La Regenta ha estado largo tiempo esperando al Magistral en su confesonario, pero como este no ha ido, ella se ha marchado. ¿Cómo crees que se siente Ana Ozores? A ■ B ■ C ■ D ■

No le da ninguna importancia, puesto que no había anunciado su visita y, por lo tanto, es normal que el Magistral no haya ido a confesarla. Está muy ofendida y ya no quiere que el Magistral sea su confesor. Está deprimida, pues piensa que el Magistral la ignora ostensiblemente para humillarla. Se siente aliviada, ya que no tenía muchas ganas de confesar todos sus pecados.

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Reportaje

La España de “Clarín” De la Regencia a la Restauración La Regenta pertenece a la segunda mitad del siglo XIX. Este período comienza con la muerte de Fernando VII, y la división entre los partidarios de su hija Isabel II y los de su hermano don Carlos que desembocaría en una guerra civil, la llamada Guerra Carlista. En su minoría de edad fue regente su madre María Cristina de Borbón, quien se vio obligada a entregar la regencia al general Baldomero Espartero en 1840. En 1843 Isabel II sube al trono y su gobierno evolucionará hacia extremos reaccionarios, lo que provocará una oposición general. En 1854 se verá obligada a gobernar con los progresistas. Poco tiempo después hay una crisis económica y el desprestigio del gobierno de la reina es tal que lleva a la llamada Revolución de 1868, una sublevación militar que terminó con la victoria de los revolucionarios y el exilio de Isabel II. El gobierno provisional del general Serrano instaura una monarquía constitucional y en noviembre de 1870 las Cortes proclaman rey a Amadeo de Saboya, quien abdicó tres años más tarde. Se proclama la I República presidida por Pi y Margall. El nuevo régimen deberá hacer frente a las tensiones con los republicanos, partidarios de acelerar la implantación de una república federal, a un nuevo conflicto con los carlistas y a la aparición de la revuelta cantonal. En 1875 Cánovas del Castillo consigue la Restauración borbónica personificada en la figura de Alfonso XII, estableciéndose así una 120

la Regente María Cristina de Habsburgo (1742–1789)

monarquía parlamentaria caracterizada por un sistema bipartidista basado en la alternancia en el gobierno del partido liberal y el partido conservador. A la muerte de Alfonso XII en 1885, María Cristina de Habsburgo, embarazada del futuro rey Alfonso XIII, asume la Regencia y se mantiene en el trono hasta 1902, cuando el nuevo rey alcanza la mayoría de edad. En este contexto asistimos al crecimiento de las ciudades que viene de la mano del desarrollo económico (minería, siderurgia vasca, industria textil catalana y las actividades comerciales). El triunfo de la burguesía es evidente; mientras que las clases populares permanecen al margen de la política, la cultura y cualquier tipo de modernización. Esta época ve aparecer las organizaciones obreras socialistas y anarquistas.


El Realismo Esta corriente artística tiene como fin representar la realidad lo más fielmente posible. Surgió en Francia en la primera mitad del siglo XIX en un contexto de sociedad urbana e industrial, con una clase burguesa predominante. En España apareció hacia 1870, después de la Revolución, y tuvo su mayor apogeo en la década de 1880. Pero algunos consideran que había aparecido mucho antes, durante el Siglo de Oro, con la novela picaresca, Quevedo y Cervantes. Los escritores dejan de centrarse en sí mismos y ponen su interés en la sociedad, observando y describiendo objetivamente los problemas sociales, y para ello se valen de un nuevo tipo de novela, la novela burguesa, en la que encuentran el género ideal para reflejar la realidad. Los autores son burgueses comprometidos con su sociedad, que ofrecen un panorama completo de las costumbres y la realidad del momento. Muestran interés por lo cotidiano y popular. Las descripciones son minuciosas, hay un deseo de reproducir la realidad con el mínimo detalle. Todas las novelas tienen como propósito analizar, reproducir y denunciar los males que aquejan a la sociedad, y son un medio para defender unas ideas propias y transmitirlas de la forma más verídica y subjetiva posible. Utilizan un estilo sencillo, sobrio y preciso, en el que adquiere relevancia la reproducción del habla coloquial, especialmente en los diálogos, es decir, adoptando los niveles de lenguaje adecuados a los personajes, que representaban todos los estratos sociales.

Jules Bastien-Lepage, Pas Mäche

El Naturalismo El Naturalismo es una evolución del Realismo surge en París y será Zola el iniciador del movimiento. En sus obras describe de manera cruda y realista el contexto social de París. Mientras que el Realismo refleja y describe la burguesía, el Naturalismo se ocupa de las clases más desfavorecidas y explica los problemas sociales haciendo una crítica social profunda. En España autores como Galdós, Clarín y Vicente Blasco Ibáñez forman parte de este movimiento que, sin embargo, en España no seguirá al pie de la letra el Naturalismo de Zola: lo sigue en la forma pero no en su doctrina ideológica ya que incorpora una dimensión espiritual. La importancia de la presión ambiental y social sobre la protagonista acerca La Regenta a las teorías del Naturalismo. 121


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