El Informador impreso 2009.10.22

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SUCESOS |

EL INFORMADOR [INFORMACIÓN AL INSTANTE EN: ELINFORMADOR.COM.VE ] BARQUISIMETO JUEVES 22 DE OCTUBRE DE 2009

CRÓNICA DEL DELITO

7B

W

Expediente: 051

ESCENA DEL CRIMEN / NO PASAR / ESCENA DEL CRIMEN / NO PASAR / ESCENA DEL CRIMEN / NO PASAR / ESCENA DEL CRIMEN / NO PASAR / ESCENA DEL CRIMEN / NO PASAR / ESCENA DEL CRIMEN / NO PASAR / ESCENA DEL CRIMEN / NO PASAR / ESCENA DEL CRIMEN / NO PASAR /

CHARLIE ‘EL MONSTRUO DE CHIRGUA’ GERARDO MORÓN SÁNCHEZ

VÍCTIMA

•En Lara, como en cualquier otro estado del país, la gente tiene por costumbre calificar de monstruo al que asesina a un niño, una mujer o alguna persona indefensa. Este término despectivo va sucedido con el nombre del sector o lugar donde ocurrió el hecho. En Chirgua II, de Barquisimeto, hace cuatro años ocurrió una de estas historias sangrientas. Carlos Armando Arias y Daisy Milagros Ramos Torrealba, de 32 años, eran felices como esposos y padres de cuatro niños; dos hembras y dos varones. Vivían en la calle José Félix Ribas con calle Don Pío Alvarado, del sector 2 del barrio Chirgua, al noreste de Barquisimeto. Juraron amarse para siempre y ese era el rumbo, se mantuvieron juntos durante 22 años, hasta que todo cambió en un abrir y cerrar de ojos. La noche del viernes 27 de mayo del año 2005, Daisy se ausentó de la casa. Eran como las 10 de la noche cuando le dijo a su esposo que iría a comprar a la bodega. Nadie sospechaba que en ese sector, aparentemente tranquilo y pacífico, estaba por suceder algo espeluznante. Carlos Armando se quedó leyendo el periódico y vencido por el sueño se quedó dormido en su cama. A las cinco de la madrugada del sábado 28, quiso abrazar a su esposa, pero el espacio que ella ocupaba en la cama estaba vacío. Angustiado, se puso de pie y fue hasta el cuarto de sus hijos. Tampoco estaba. En la humilde casa había el más absoluto silencio, casi tenebroso. No había alguna señal que indicase que Daisy hubiera regresado de la bodega. La preocupación se hizo mayor, porque Daisy no era de las que acostumbraba a quedarse en casas ajenas. Entonces presintió que algo malo le había pasado. Carlos Armando recordó que días atrás su esposa le había comentado que un tipo del sector había querido abusar de ella, incluso violarla, pero afortunadamente ella escapó. También le vino a la mente el testimonio de un vecino, respecto a que el hombre quiso hacer lo mismo con su concubina. La amenaza de un aberrado sexual en el barrio, salvo con estos dos testimonios, no había provocado alarma. Nefastas sospechas

El aberrado era Charlie José Sojo Alvarado, un caraqueño hijo de padres barquisimetanos, a quien la Policía etiquetó como delincuente en el año 2000. Esa vez lo detuvieron por alterar el orden público; pero luego incurrió en casos de lesiones y atraco, delito por el que estuvo detenido algún tiempo en el Centro Penitenciario de la Región Centroccidental Uribana, una de las cárceles más peligrosas de Venezuela, ubicada al Norte de Barquisimeto.

Daisy Milagros Ramos Torrealba, tenía 32 años, cuando la madrugada del sábado 28 de mayo del 2005 fue ultrajada y asesinada a cuchilladas.

cuantificaron siete heridas y determinaron que fueron provocadas con un cuchillo. No hubo forma de quitarle de las manos a la víctima, el monte que arrancó, seguramente al sentirse impotente mientras abusaban de ella o al desangrarse en la oscuridad sin poder ser socorrida. Detención del asesino

Al ser ingresada a la morgue, Daisy empuñaba restos vegetales, los que arrancó de impotencia cuando era ultrajada y acuchillada. (Foto: Roger Valera)

Igual estuvo detenido por el delito de porte ilícito de arma blanca. Este caso sucedió el 31 de enero del año 2002, en la avenida 20 con calle 36, cuando a la 1:30 de la tarde, un piquete de policías de la Brigada de Patrulla revisaron a los pasajeros de una Ruta 21 luego que un particular alertara sobre la presencia de dos delincuentes. A uno de los pasajeros le incautaron un chopo, mientras que Charlie se resistió a la requisa, pero uno de los funcionarios le quitó de la cintura un filoso cuchillo de cocina. Mientras esperaba la audiencia, el 3 de febrero fue recluido en la Cárcel de Uribana. El detenido alegaría después que uno de los policías le había sembrado el cuchillo para justificar la detención luego de comprobar, a través del sistema de datos, que estaba bajo presentación ante un Tribunal. Los testigos nunca comparecieron al juicio, ante lo cual el Tribunal de Primera Instancia Judicial Penal en funciones de Juicio Nº 6, absolvió a Charlie del delito de porte ilícito de arma blanca y ordenó su libertad plena. Quedaba entonces en duda, si pertenecía o no el cuchillo o si tenía alguna atracción hacia este tipo de implementos. Tortuosa búsqueda

En todo este escenario se habían desarrollado los últimos cinco años de Charlie, pero sobre tal prontuario, Carlos Armando no tenía ni la más remota idea. Hasta entonces tenía una vaga sospecha de que él estuviese detrás de

Después del crimen, Charlie se puso a limpiar parabrisas, pero el CICPC lo detuvo. (Foto: Roger Valera)

la misteriosa desaparición de su esposa, por el hecho de haber pretendido violarla antes. Atormentado por los negativos pensamientos que aumentaban su angustia, Carlos Armando dejó a sus hijos dormidos y comenzó a buscar a Daisy. Recorrió las oscuras, polvorientas y solitarias calles durante varios minutos, hasta que próximo a la calle Las Clavellinas, se llenó de pánico. Las chancletas que observó en medio de la calle, salpicadas de sangre y distantes una de otra, resultaron ser las de su esposa.

La búsqueda estaba a punto de acabar y aunque ansiaba un final feliz, temía lo peor. Pistas y lamento

A pocos metros de donde estaban las chancletas, Carlos Armando observó entre la vegetación una masa parecida al cuerpo de una persona. Fue en la avenida Las Trinitarias con avenida Chiquinquirá, sector I de Chirgua. A medida que se fue acercando, su temor se convirtió en una amarga realidad. La que estaba inerte en el suelo era su esposa, sobre quien se abalanzó para ayudarla. Pronto la

siente bañada en sangre y fría de muerte. Daisy tenía el pantalón y ropa interior hasta las rodillas. El abrumado esposo supuso que, después de ser violada, fue asesinada. El homicida, probablemente era conocido y ante el temor de ser denunciado o delatado, le quitó la vida. A la víctima se le observaba a simple vista heridas punzocortantes en el cuello, una de las cuales le cortó la aorta. También otras en diferentes partes del cuerpo. Efectivos de la Brigada Contra Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC)

Los sabuesos del CICPC conocieron de las sospechas que Carlos Armando, esposo de la víctima, tenía sobre ‘El Charlie’, de quien supieron trabajaba en la avenida Bracamonte con avenida Venezuela, al Este de Barquisimeto, limpiando los vidrios de los carros. El mismo día del crimen lo detuvieron y sin poder urdir una coartada, no tuvo más remedio que admitir que había violado y asesinado a Daisy Milagros a pocos minutos de salir de su casa. El homicida contó a los funcionarios que al momento de cometer la violación y el crimen, vestía pantalón jeans y chemisse amarilla con franjas de color azul, además de calzados de cuero color vinotinto, los que aún llevaba puestos al ser detenido. Los zapatos tenían salpicaduras de sangre que se convirtieron en evidencia. Al saber que el resto de la ropa estaba en la casa en el sector Chirgua I, los efectivos del CICPC fueron al lugar, que casualmente estaba cerca del sitio del suceso y colectaron las evidencias, para entonces remojada en unos tobos ubicados en el baño y a punto de ser lavadas por la madre del homicida. Los sabuesos registraron la casa y ubicaron el arma incriminada, un cuchillo de unos 20 centímetros, marca Staninless Steel. Nuevamente en Uribana

Con todo este cúmulo de evidencias, más el testimonio, Charlie fue puesto a orden de la Fiscalía del Ministerio Público bajo los cargos de homicidio intencional y violación previstos y sancionados en el Código Penal. El Juzgado de Control Nº 2, a cargo de la abogada Perla Rondón, ordenó la reclusión del ‘Monstruo de Chirgua’ en la Cárcel de Uribana, donde se salvó de ser linchado por los reos, por el hecho de haber estado recluido antes. Charlie José Sojo Alvarado, tiene actualmente 29 años de edad y según un expediente de fecha 27 de enero del año 2009 del Tribunal de Ejecución Nº 1, está redimiendo su condena con trabajo y estudio. Por la venta de café y cigarros desde el 24 de mayo de 2006 hasta el 21 de noviembre de 2008, logró una redención de un año, dos meses, 28 días y 12 horas de condena. Por ser estudiante de la Misión Robinson, durante un lapso de 159 horas, ha reducido de su pena 20 días.

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Entre estos matorrales encontró Carlos Armando a su esposa.

Profunda conmoción y repudio generó el brutal asesinato.

(Foto: Roger Valera)

(Foto: Roger Valera)

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