Boca de Potrerillos
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Boca de Potrerillos Boca de Potrerillos es un sitio arqueológico que se encuentra a unos 14 km de la cabecera municipal del municipio de Mina, Nuevo León, México. A unos 60 km al noreste de la ciudad de Monterrey en los valles interserranos de la Sierra Madre Oriental aparece la “boca” o entrada al Cañón de Potrerillos entre los cerros de la Zorra y el Antrisco. El área abarca unos 6 km². La principal característica de este sitio es albergar una de los mayores concentraciones de arte rupestre de México. Aunque hay algunas pinturas, la gran mayoría de las obras son petrograbados. Aproximadamente [1] 3000 en toda el área.
Vestigio de petroglifos grabados en piedras en Boca de Potrerillos.
El sitio Su extensión aproximada es de 6 kilómetros cuadrados y los vestigios arqueológicos se distribuyen en tres principales topoformas: • a) Un extenso abanico aluvial al oriente del sitio con cientos de hornos prehispánicos conocidos como fogones y miles de artefactos líticos de talla y molienda diseminados en la superficie. • b) Un segundo abanico al poniente de la zona, conteniendo (aunque en menor escala), los mismos elementos del abanico oriente, y • c) El flanco oriente de los cerros El Antrisco y La Zorra, donde se encuentran miles de rocas con grabados en una o varias de sus caras, convirtiéndolo en uno de los sitios con petroglifos más extensos e importantes del norte de México. La zona arqueológica de Boca de Potrerillos se encuentra en una región hoy bastante inhóspita. Domina allí el paisaje desértico con muy poca o ninguna fuente de agua con la vegetación típica del área: cactáceas. Sin embargo la cantidad de arte plasmado en las rocas y los estudios sobre la técnica, estilo, etc., en que éstos fueron realizados, sugieren una ocupación prolongada de grupos humanos por intervalos. Las pruebas de radiocarbono sometidas a los fogones encontrados en el área y los estudios sobre la oxidación de los trabajos gráficos y la pátina indican que el primer asentamiento humano pudo haberse instalado en el lugar en el 8,900 a.C. y de esta misma fecha podrían ser algunos de los grabados.[1] La labor de los arqueólogos ha logrado diferenciar más de 25 especies botánicas que ocuparon la región, ahora desaparecidas, probando que la zona fue mucho más verde y habitable. El sitio tuvo cierta importancia a finales del siglo XVIII por la producción de caña, fue también de alguna relevancia durante la Revolución mexicana de 1910, pero después de la introducción de ganados a la zona y los esfuerzos gubernamentales por hacer converger el agua de los mantos acuíferos del Estado de Nuevo León hacia su capital, Monterrey, el sitio es más árido que nunca antes.