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EL GRAN CUENTO DE LA MERITOCRACIA NACIONAL

Se ha sabido vender, y los suyos han hecho y hacen lo propio, día sí y día también, más y más histéricamente según se acerca el 2024, como una persona surgida de la pobreza, y no solo eso: de la pobreza del México profundo; del México, si me permiten la expresión anticuada e incorrecta, provinciano, ese que no tiene acceso a los servicios más básicos de que sí disfrutan los chilangos o los habitantes del norte industrial.

Vaya: de la pobreza que es dos veces pobreza. Más importante aun, se ha sabido vender asimismo como parte del México indígena, el México no dos sino ya tres veces pobre. Ya saben: cubrirse de bordados artesanales y arreglos de flores; participar en un ritual como de familia de San Ángel con temazcal que nadie se cree que sea propio de los pueblos originarios; darse una vuelta por las comunidades para tomarse la foto y asegurar que, por fin, ahí vienen la lana y la justicia.

Sí: muy hábilmente, ha sabido inventar una infancia de marginalidad y miseria como parte de ese personaje que ha protagonizado, con enorme éxito, toda su carrera política.

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