El Cuaderno 77

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ZAGAJEWSKI-BURNSIDE

Número 77 / Tercera época, nº 2. Segundo trimestre 2016

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Zagajewski en conversación po. Para mí es como emerger de la banalidad de lo cotidiano, ir más allá de la rutina diaria. Y el origen de este impulso reside en la inspiración, una palabra desfasada que aún empleo. Con todo, lo realmente interesante es la energía que brinda la aparición de lo novedoso, algo que sucede raras veces. Ojalá apareciera más a menudo; cada día, o cada hora, a ser posible. En ese acto de emerger de o de parar el tiempo, no le das la espalda al tiempo histórico, sino que lo llevas contigo y lo miras constantemente. Es como estar en una montaña, por encima de las nubes, viendo las nubes. En realidad, no es una buena imagen porque ves las nubes, unas nubes que eclipsan la tierra. Lo que ves gracias a la inspiración es la vida como se vive. Se trata de la vida histórica, importante para mí porque nací en un territorio profundamente marcado por la historia del siglo xx. Para mí, la noción de poema lírico engloba también una historia. Cracovia se halla a cuarenta minutos de Auschwitz y, aunque no pienso en ello cada día, sí pertenece a mi Umwelt. Incluso en esos momentos de inspiración en los que hasta cierto punto el tiempo se detiene, sigues teniendo en cuenta el tiempo histórico. A veces escribir un poema implica inspiración y la existencia de obstáculos. Tienes un momento de inspiración, que en sí mismo es como el aire, y en él hay metáforas, espíritus… Y todo aquello que tiene un elemento de aire es transparente, sin substancia, de modo que debe encontrarse con un obstáculo para poder materializarse. Todo lo que odiamos de la vida, la rutina, el aburrimiento, el sufrimiento o la crueldad de la historia, forma parte de estos obstáculos. La energía pura con que sentimos esos espíritus proviene de no se sabe dónde; es un

inicio misterioso. Luego esa energía se topa con una red enorme y banal de obstáculos y circunstancias. p. Así pues, esa consciencia consiste en salir del tiempo a la vez que sentimos que el tiempo sigue fluyendo. Por un lado, escapamos de lo real cotidiano, pero a la vez ese escaparse ofrece una posición estratégica para examinar lo real más atentamente. Burnside. Al hablar de consciencia distingo tres conceptos: el primero es la consciencia, que es un estado de apertura y el lugar de donde procede la inspiración. El segundo es la atención, y el tercero es la distracción. Para mí, la experiencia diaria de lo banal, de lo aburrido, del sufrimiento pertenece a la distracción. La atención consiste, por ejemplo, en tomar mi taza de café, en fijarme en el sabor y pensar que es el mejor café que he tomado nunca. Esos momentos te hacen centrar tu atención, lo que puede ser divertido o desagradable… La consciencia es un tipo de apertura que permite a las cosas emerger. La poesía y otras formas de escritura proceden de esa consciencia, de ese sentimiento de apertura. Pueden suceder muchas cosas, e incluso lo banal puede ser la ocasión que nos haga entrar en ese estado. Me refiero a un tipo de consciencia similar a la que se alcanza en la meditación sentada, que antes practicaba de manera casi monástica. Zagajewski. ¿Qué tipo de meditación? Burnside. Meditación budista, meditación sentada. Al meditar sentado te abres a ese tipo de consciencia en la que no prestas atención a nada, no te distraes. Permites al mundo estar a tu alrededor sin hacer nada para bloquearlo o para asimilarlo. Lo dejas ser y te dejas ser en él. Pero no es un momen-

to para la poesía porque ahí no hay obstáculos. Creo que el obstáculo del que has hablado es, a menudo, la ocasión del poema. Es interesante, ya que a veces lo más doloroso o lo más banal se convierte en la ocasión para un poema, en el punto de emergencia a partir del cual el poema sucede. Pero quizás no eres consciente de ello, y eso también es importante. ¿Cómo empieza un poema? Empieza mucho antes de que sepa el tema. Cuando empiezo a escribir algo, y normalmente escribo a mano, siento como si tratara de reflejar algo ya escrito antes; algo que, en cierto modo, preexiste a mi consciencia de ello. Zagajewski. Lo que dices me recuerda a mis propios poemas. Escribí uno titulado «Misticismo para principiantes». Creo que la meditación perfecta conduce al silencio, y esa es mi definición personal de poesía. La poesía es misticismo para principiantes. Si avanzamos dentro del misticismo, entonces dejamos de ser poetas porque ya no hay necesidad de serlo. El poeta es un místico imperfecto porque lo que le caracteriza es la locuacidad. Un buen místico está encantado con el silencio, no tiene motivos para escribir. Los poetas son absolutamente imperfectos, necesitan publicar su obra. Otro aspecto que me fascina de la poesía es el hecho de leer en público, siempre y cuando no suceda muy a menudo; detestaría hacerlo cada semana, pero de vez en cuando me resulta vigorizante. Me refiero más bien al espectáculo que rodea a esas lecturas públicas. Te ríes para complacer al público, seducirlo, y a veces sientes una ola de aceptación por su parte. Todo esto es muy palpable cuando lees, y además te permite ver la diferencia entre una buena y una mala lectura. No hay nada más antimístico [Ã]


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