Suplemento SEMANAL 459

Page 1


Semanal

Miércoles 17 de diciembre de 2025

Editorial

Experiencias, desafíos y sueños: la donación de archivos y su impacto en la identidad universitaria

Sandra Omelina Araiza Benuto

Columna

Papalina sociológica

Edwin G. Mayoral Sánchez

Nota

Sonámbulos del siglo XX

José Antonio Granados

Fotogra昀a:

Experiencias, desafíos y sueños: la donación de archivos y su impacto en la identidad universitaria

¿Qué significa ser parte de la Universidad de Colima? Para resolver tal encrucijada, recurriré a un clásico de nuestra literatura que hace 75 años publicó uno de sus libros más reconocidos: El laberinto de la soledad. En él, Octavio Paz, caviló profundamente sobre un tema: la identidad. Con una precisión quirúrgica afirmó: “la identidad es la memoria de la comunidad”.

Ese aforismo paziano, nos obliga a recordar que la identidad no es algo estático; es dinámica, evoluciona y se alimenta de la diversidad de experiencias que cada miembro de nuestra comunidad aporta. La identidad universitaria se construye a través de la unión de tres vías que convergen en diferentes momentos de la cotidianidad: compartir experiencias,

afrontar desafíos de manera conjunta y cultivar sueños.

La entrega de la donación de documentos del exrector el Dr. Carlos Salazar Silva, el pasado 11 de diciembre, es más que un acto generoso, representa también un valioso gesto hacia la preservación de nuestra memoria colectiva y el fortalecimiento de nuestra identidad universitaria. Nutre el significativo camino de compartir experiencias de generaciones de universitarios, que en épocas pasadas asumieron la tarea de continuar el engrandecimiento de la Universidad de Colima. Generosidad y memoria van de la mano, por lo que su sinergia se convierte en un acto de celebración.

El conjunto de documentos que se incorpora para su protección y conservación en el Archivo Histórico de la Universidad de Colima (AHUC) es un tesoro que un destacado universitario comparte con la sociedad, por eso adquiere un carácter

colectivo y nos invita a explorar, investigar y, principalmente, a recordar nuestro pasado. Al incorporar el acervo del Dr. Salazar Silva, garantizamos que su historia, su legado y su visión continúen presentes en nuestra institución. Este empeño no solo engrandece nuestro Archivo, sino que también aporta a un ambiente académico más robusto y dinámico. Es importante recordar que cada hoja, cada documento y cada historia que recogemos forman parte del tejido que conforma nuestra Universidad.

El patrimonio que recibimos nos recuerda que la historia de la Universidad de Colima es rica y diversa, conectada con las historias de quienes han transitado por sus espacios. Así, los archivos tienen la capacidad de abrir ventanas hacia épocas pasadas, permitiéndonos aprender tanto de los aciertos como de los errores de nuestros predecesores. Cada documento que se añade a nuestro Archivo no solo narra una historia, sino que además brin-

da nuevas oportunidades de interpretación y reflexión sobre la realidad que nos rodea.

La memoria que atesoran, al ser compartida, nos equipa mejor para enfrentar los desafíos actuales y futuros, desde una perspectiva informada y reflexiva. El acto de compartir documentos históricos no solo enriquece a nuestra comunidad, sino que también permite un intercambio vital entre generaciones. Los universitarios actuales podemos aprender de quienes han estado aquí antes y comprender los retos que enfrentó la Universidad en un contexto diferente.

Almirarhaciaelpasado,descubrimosque los desafíos siempre están ahí, al acecho de comunidades como la nuestra. Pero la unidad y el liderazgo de los universitarios son la fortaleza que permite enfrentarlos sin importar su denominación: transición democrática u otro proyecto que represente un viraje del sentido, la tradición y la esencia de la universidad pública. La entrega de estos documentos, por lo tanto,

no es un acto aislado. Es una invitación a la reflexión y al compromiso. Es un recordatorio de que nuestra historia está en constante evolución y que cada uno de nosotros puede contribuir a su enriquecimiento.

De ahí la importancia de la donación del acervo del Dr. Salazar Silva, integrado por 4724 soportes documentales. En gran medida son un registro de una gestión que reconoció a los universitarios que iniciaron este gran proyecto educativo. En este proceso, el AHUC se convierte en un espacio esencial, un refugio de nuestra memoria colectiva donde las voces del pasado se entrelazan con las del presente y el futuro. Los documentos también son un abanico de muestras de la relación intergeneracional, de la confianza y respaldo que durante su rectorado otorgó a universitarias y universitarios que actualmente se desempeñan en diferentes áreas de la Institución. Personas que, desde su integración a la comunidad universitaria, asumieron un compromiso con ella y acumulan experiencias con el andar de los años para enfrentar juntos los retos de la actualidad.

Como bien dijo el filósofo y escritor español José Ortega y Gasset: “La vida es

una lucha de horizontes”. Es pertinente reiterar que esos horizontes los definen las experiencias, los desafíos, pero también los anhelos y sueños. En su rectorado, el Dr. Salazar Silva tuvo la sensibilidad y el interés por guardar y valorar la memoria institucional, para que nuestras raíces históricas estuvieran siempre presentes. Han transcurrido 21 años desde la creación del AHUC, cuando cristalizó con su nacimiento un proyecto de anhelos compartidos, tanto del Dr. Salazar Silva en su calidad de rector, como de su directora fundadora, la Dra. María de los Ángeles Rodríguez Álvarez, que con gran responsabilidad orientaron el camino y son muestra palpable de que los sueños pueden materializarse.

Los 13 integrantes del personal actualmente adscrito al AHUC, a quien expreso mi reconocimiento por el esfuerzo que a diario realizan en las diferentes áreas del Archivo, continúan la senda emprendida durante más de dos décadas. En ese sentido, la donación del acervo del Dr. Salazar

Silva, nos permite consolidar los procesos archivísticos que realizamos cotidianamente y a la vez, nos ayuda a mostrar a la comunidad universitaria, y a la sociedad, la importancia de la conservación del patrimonio documental de nuestra máxima casa de estudios, principalmente por medio de su difusión en el Sitio Web, Redes Sociales Institucionales, Visitas Guiadas, Muestras Documentales y Exposiciones. Por ello, aprovecho este espacio para reiterar la invitación a las universitarias y universitarios que resguardan documentos de carácter histórico a sumarse a la convocatoria “Engrandece Nuestro Patrimonio Documental”.

Tengan la certeza de que una donación generosa, como la que recibimos por parte del Dr. Salazar Silva, adquiere un valor imponderable cuando se comparte a la sociedad, al convertirse en patrimonio de carácter público. No solo añadimos documentos a nuestras estanterías, sino que con los archivos asumimos el compromiso de investigar, preservar y compartir

este tesoro con las generaciones que nos sucedan. Confíen que esta es la visión de la gestión rectoral del Dr. Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño, a quien expreso mi enorme agradecimiento por el apoyo y respaldo en la interminable tarea de impulsar una robusta cultura archivística en nuestra Universidad. Aprecio su gran sensibilidad y paciencia ante mi inquebrantable insistencia, muchas veces desproporcionada por el peso de mis desafíos y sueños, que se impone sobre la prudencia que la experiencia otorga.

Agradezco a El Comentario Semanal el espacio brindado y comparto finalmente una reflexión del filósofo Jacques Derrida, de su reconocida obra “Mal de Archivo”: “El archivo es el lugar de la memoria, un espacio donde se establece la posibilidad de recordar y de construir el sentido del pasado.”

Sonámbulos del siglo XXI

Hay épocas en la historia en las que el silencio entre las naciones pesa más que los disparos y los cañones. Momentos en los que no son las guerras las que anuncian peligro, sino la ausencia del diálogo capaz de evitarlas. Actualmente vivimos uno de esos momentos. El mundo se llena de discursos amenazantes y el crecimiento de los presupuestos militares, mientras que la diplomacia se ve cada vez más reducida, descuidada o desplazada. La diplomacia, que alguna vez sostuvo a sociedades enteras al borde del abismo, empieza a parecer un lujo prescindible.

Podríamos pensar que la militarización global es inevitable. El ascenso de China y las tensiones que esto ha traído consigo en el Mar del Sur, la guerra en Ucrania, la

violencia en Medio Oriente, las guerras civiles en el centro de África son algunos de los diversos conflictos ocurriendo hoy, mientras se escriben estas palabras. El mapa político del siglo XXI parece un tablero donde las piezas se mueven con una velocidad que impide pensar, sin embargo, la clave no está en la cantidad de conflictos, sino en un cambio más sutil y grave: hemos comenzado lenta y fatalmente a aceptar la idea de que las armas pueden sustituir al diálogo, y este no es un fenómeno espontáneo; es una construcción política e ideológica que se ha ido asentando sin grandes debates públicos.

Los datos recientes hablan por sí mismos, solo en 2024, el mundo registró el mayor aumento en gasto militar desde los años más tensos de la Guerra Fría, casi diez por ciento en promedio. Al mismo tiempo, la cooperación internacional para el desarrollo cayó en proporciones similares,

donde, por ejemplo, por primera vez en décadas, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania redujeron simultáneamente sus presupuestos de ayuda exterior. En otras palabras, los estados se están armando mientras desmontan los mecanismos que desde el final de la Segunda Guerra Mundial han evitado que esas armas se usen.

Esta tendencia, sin embargo, no se explica solo por el cambio de paradigma en el sistema internacional. La verdad es más compleja, por ejemplo, Michael Mandelbaum argumenta en su libro The Rise and Fall of Peace on Earth, que la relativa paz entre las grandes potencias entre 1989–2014 no fue el resultado automático del fin de la Guerra Fría y el triunfo de los Estados Unidos, sino de un acuerdo tácito entre los Estados, donde todos estuvieron de acuerdo en que la guerra abierta poseía un costo demasiado alto (en términos económicos, políticos y humanos) y que la diplomacia, con todos

Nota

sus defectos, ofrecía la única opción viable para resolver las controversias que se presentaban entre los actores de la comunidad internacional. En la última década, ese consenso pareciera que se ha resquebrajado, no solo por los conflictos que hoy ocupan los titulares, sino porque la opinión pública parece haber perdido la convicción de que la diplomacia es una herramienta efectiva para garantizar la seguridad internacional.

Zygmunt Bauman advertía que vivimos en una “modernidad líquida”, donde instituciones que antes parecían sólidas se diluyen sin que lo notemos. La diplomacia no es la excepción. No porque ésta haya desaparecido, sino porque se ha quedado sin capacidad. Cada año se celebran decenas de cumbres, foros multilaterales y reuniones de alto nivel que prometen cooperación, pero donde los Estados acuden más a “cumplir” con la asistencia que a resolver problemas. Son espacios que, en teoría, existen para acercar posiciones, aunque en la práctica, se han convertido en escenarios donde cada país recita discursos y asume compromisos que no se cumplen.

Esa reducción de la diplomacia a mero protocolo (la foto, al comunicado, al discurso cuidadosamente calculado para

no comprometer nada) tiene un costo, y muy alto. Los mecanismos creados para evitar que el sistema internacional caiga en el caos de “la anarquía” de la que hablaba Kenneth Waltz están perdiendo eficacia. Las cumbres climáticas se eternizan sin resolver los compromisos asumidos hace más de una década, la COP 30 recién celebrada es prueba de ello; el Consejo de Seguridad de la ONU permanece paralizado ante conflictos que crecen ante sus ojos por los intereses de las potencias con el poder de vetar las decisiones de este órgano; los foros económicos globales se han convertido en vitrinas donde se presentan diagnósticos que casi nunca derivan en acciones coordinadas, y la historia nos muestra que cuando los canales de negociación dejan de funcionar, los Estados suelen recurrir a cálculos de poder que los empujan, casi sin darse cuenta, hacia dinámicas más agresivas.

En ese sentido, quienes defienden un enfoque más militarista argumentan que, en un contexto global más agresivo, como en el que nos encontramos, fortalecer la defensa es una cuestión de supervivencia, esto podría ayudar a explicar tensión global que pareciera imperar. A manera de contraargumento, convendría echar un vistazo al libro de Christopher Clark sobre las causas de la Primera Guerra Mundial

titulado “The Sleepwalkers”, donde nos muestra como las potencias europeas en 1914 no deseaban una guerra mundial, sin embargo, avanzaron hacia ella como si estuvieran dormidas, empujadas por percepciones distorsionadas de los intereses de otros Estados, mala comunicación y la sustitución de la diplomacia real por declaraciones vacías, no fueron monstruos, fueron sonámbulos, y los sonámbulos solo despiertan cuando ya es tarde. Pareciera que ese sonambulismo al que se refería Clark, está de regreso.

Quizá por eso, como internacionalista, me resulta tan inquietante ver al mundo repetir viejos patrones con nuevas banderas. No estamos condenados a la guerra, definitivamente, pero sí estamos en riesgo cuando los Estados permiten que la diplomacia se convierta en un eco de sí misma. La historia no avanza por inercia, sino que avanza por decisiones (o por la falta de ellas). Y si los Estados abandonan los espacios donde esas decisiones pueden tomarse de manera conjunta, lo que se oscurece no es solo es el papel de las instituciones internacionales, sino el futuro mismo.

En el curso de la historia, las bebidas alcohólicas han sido compañeras milenarias de la humanidad. Algunos alcoholes son representativos de ciertas naciones o regiones, por lo que están asociados a la identidad, cultura e historia de los territorios donde se producen. A grandes rasgos, las bebidas alcohólicas se dividen en fermentadas y destiladas. Las bebidas fermentadas se obtienen por la obra de levaduras sobre azúcares de frutas o cereales, las cuales generan una graduación alcohólica que va del 0.5% hasta los 18% de alcohol por volumen. Aunque es motivo de intensos debates precisar orígenes y antigüedad, el consenso es que las bebidas alcohólicas más viejas del mundo son, justamente, las fermentadas. Ejemplos de ellas son el vino de Georgia (para algunos, la cuna del vino de uva, hace ocho mil años); la cerveza (las evidencias más contundentes de su

Papalina

sociológica: las bebidas alcohólicas contempladas desde las ciencias sociales

hechura se ubican en los actuales Irak y Siria, hace cuatro o cinco mil años) e hidromiel (fruto de intercambios culturales euroasiáticos, su origen fluctúa entre los cuatro a los nueve mil años).

En cambio, las bebidas destiladas se consiguen a partir de un cuidadoso proceso de la fermentación de materias primas y su posterior destilación. Lo anterior se traduce en una mayor riqueza alcohólica que va de mínimo 20% hasta los 75% de alcohol por volumen. El proceso de destilación no es otra cosa más que la separación de una mezcla líquida en diferentes puntos de ebullición o temperaturas. En la época contemporánea, por motivos de salud y normativas, lo usual es que los destilados oscilen entre los 40 y los 55 grados de alcohol. Los ejemplos de esta gama de alcoholes, son: whisky, ginebra, coñac, ron, tequila, mezcal, cachaza. El baijiu chino, el soju coreano, el brandy europeo o el mezcal mexicano son consideradas algunas de las bebidas destiladas más antiguas del mundo.

¿Qué es el alcohol? Esta es una pregunta elemental para comprender el devenir de las bebidas alcohólicas. El connotado historiador francés Lucien Febvre nos enseñó que las palabras y los conceptos también tienen una historia. Así, al rastrear la palabra alcohol, nos percatamos de sus diferentes acepciones a lo largo del tiempo. La primera etimología de alcohol proviene del árabe andalusí o árabe hispánico al-kuḥūl, que significa “toda sustancia pulverizada”. En concreto, refería al polvo fino de sulfuro de antimonio que se utilizaba como maquillaje para los ojos (era empleado, por ejemplo, para ennegrecer las pestañas). La segunda raíz de la palabra alcohol proviene del latín kohl, denotando el espíritu, líquido destilado, esencia destilada. Por este motivo y de-

rivado de esta segunda definición, a las bebidas destiladas se les conoce también como “bebidas espirituosas”.

Pero la noción de alcohol como la entendemos hoy ha variado mucho en el tiempo y espacio (una frase que les encanta repetir a los historiadores). Si bien el proceso de fermentación para obtener alcohol es sofisticado, física y químicamente, la destilación lo es todavía más. La historia de larga duración de la destilación abarca, al menos, 3 500 años. En este esfuerzo milenario encontramos a algunos actores clave, hombres y mujeres: magos, sabios, alquimistas, filósofos, teólogos, médicos, monjes, apotecarios. O gente común como campesinos. En términos de ciencia, la química o la bioquímica es la heredera contemporánea de aquellos saberes y sujetos. Los avances y fines de la destilación han sido heterogéneos: transmutación, filtración, desalinización de agua, extracción de aceites vegetales, sublimación, conservación de alimentos, elaboración de medicinas, etcétera. Sin embargo, uno de los últimos usos o aplicaciones de la destilación es la obtención de bebidas espirituosas.

Esta es la primera entrega de la sección llamada “papalina sociológica”. Papalina es una palabra informal o coloquial, poco conocida en español: refiere a embriaguez o borrachera extrema. Es una in-

Columna

toxicación etílica profunda asociada con la pérdida de control y la disminución de las facultades mentales y corporales. Para expresarlo de otro modo (y considerando que muchos lo hemos experimentado), es cuando hay vacíos en la memoria y la resaca es inmemorial. Por otra parte, sociológica remite a procesos grupales o colectivos situados en contextos históricos y culturales diversos.

Las visiones más actuales de la sociología consideran no sólo los efectos de las interacciones humanas en nuestro comportamiento, sino también de los objetos o las entidades no humanas. Por ejemplo, animales, dispositivos electrónicos o el uso de la inteligencia artificial. Como muestra, un acto tan rutinario y básico de nuestra vida como alimentarnos, conlleva una acción mutua entre objetos

(platos, vasos, copas, mesas, manteles, servilletas, sillas) y reacciones físico-químicas de las que muchas veces no somos conscientes o estamos habituadas a ellas. Como áreas especializadas de la ciencias sociales, por ejemplo, la antropología o la sociología de la alimentación, nos explican que comer y beber es un fenómeno histórico, social y cultural, que refleja identidades, pero también expresa clases sociales. Comer o beber va más allá de colmar una necesidad fisiológica o para satisfacer un fin dietético. Como dice la frase cliché: “somos lo que comemos” —y bebemos—.

Los intereses de los estudios sobre el alcohol son amplios: van desde los orígenes de cierto tipo de bebidas alcohólicas, su expansión, consumo, regulación o control, su auge o declive, hasta los efectos

en la economía o los problemas sociales. Incluso está asociado a avances técnicos o tecnológicos en función a una época determinada. Algunas ciencias sociales que han abordado la investigación sobre el alcohol son la geografía, la historia, la arqueología, la antropología, la economía, la sociología y la psicología. En efecto, muchas veces todas estas disciplinas dialogan entre ellas para dar respuestas a dinámicas muy elaboradas que están atrás de lo que conocemos como bebidas alcohólicas.

A través de múltiples entregas en esta sección —que espero sea extensa y nutrida—, nos adentraremos en el estudio de las bebidas alcohólicas desde la perspectiva de las ciencias sociales. ¡Nos leemos en la próxima papalina sociológica!

Por

Inteligencia Artificial Generativa (IAG): ¿Amiga o enemiga?

El papel de la IAG en la Universidad

¿Qué porcentaje de tu tarea se realizó con la Inteligencia Artificial?

“Hasta un cien por ciento. El prompt lo hace todo”, dice José Arcadio1, estudiante de Psicología. Así como José Arcadio varios jóvenes universitarios se ven en el dilema de usar o no inteligencia artificial para elaborar sus tareas. La Inteligencia Artificial (IA), según el portal de IBM, es “una tecnología que permite a las computadoras y máquinas simular el aprendizaje humano, la comprensión, resolución de problemas, toma de decisiones, creatividad y autonomía”.

En los últimos años ha crecido el uso de las IA en distintos campos. En el ámbito educativo, específicamente, las IA Generativas (IAG), “modelos de deep learning que pueden crear contenidos originales complejos, como texto extenso, imágenes de alta calidad…” (Stryker, 2024) etc. se han vuelto un recurso popular y accesible desde el 2023 (Forbes, 2023). Con el objetivo de regular este nuevo recurso la Universidad de Colima (UCOL) dio a conocer, este 2025, la guía Integración de la IAG en la UCOL y el curso virtual IA Tools; e impartió ponencias a cargo de los especialistas Tania Yael Cortés Álvarez y Emanuel Ángel Argenis Mondragón, responsable de Comunicación y Diseño Pedagógico y director general de Integración de las Tecnologías de Información, respectivamente.

Para este reportaje se entrevistaron a 10 estudiantes de diferentes licenciaturas de la Universidad de Colima para conocer

1 Los nombres fueron cambiados a pe琀椀ción de los entrevistados.

sus hábitos y opiniones en cuanto al uso de la IAG.

Detectamos que la IAG, en manos del estudiantado UCOL, ha facilitado el plagio y suplantación en trabajos que requieren análisis, creatividad y razonamiento humano, como ensayos, resúmenes y análisis, mencionó Tania Yael Cortés, (2025). Úrsula, estudiante de Comunicación, declaró: “Una vez me dejaron diez preguntas sobre un libro. Entonces yo puse el documento del libro, le dije [a la IA] que me realizara diez preguntas enfocándose al tema que necesitaba y me diera sus respuestas”.

Los estudiantes entrevistados de Letras Hispanoamericanas dijeron usar la IAG en dos circunstancias. La primera para resolver ejercicios solicitados por los docentes que previamente hayan indicado el uso de IA y la segunda como herramienta de acceso a bibliografía de algún tema, para analizarla y luego complementar con fuentes externas. Mientras que Melquiades, un estudiante de la Licenciatura en Psicología, la aprovecha para automatizar ciertas funciones con sus dispositivos y demostró ser consciente del impacto que las IAG pueden tener: “creo por eso tuvieron que recurrir a que la limitaran un poco y a que declaremos como estudiantes su uso”, dice.

El auge de la IAG repercute de diversas maneras en la vida académica, y para el 2025 la UCOL decidió tomar acción: “Entonces empezamos a trabajar con esto [IAG] porque nos dimos cuenta que era algo que no podíamos ya negar”, afirmó la Dra. Tania Yael Cortés Álvarez (2025), experta en el campo de la IAG y responsable del departamento de Comunicación y Diseño Pedagógico.

El doctor Omar David Ávalos Chávez, profesor de la Facultad de Letras y Comunicación, tuvo un contacto más directo con el uso cuestionable de la IAG por parte del alumnado: “generalmente es por el nerviosismo, cuando aumenta la carga de trabajos, sobre todo hacia el cierre de parcial […] y pues por cuestión de cumplimiento o porque quieren cumplir, también resulta que utilizan este tipo de herramientas para entregar”.

Por otro lado, el profesorado también se vio atraído por los beneficios de la IAG: “cuando nos acercamos por primera vez a algo que nos emociona y sólo vemos lo positivo” (Cortés, 2025). Eso resultó en docentes que usaban esta herramienta para agilizar el trabajo sin declarar su uso o cuestionar seriamente la existencia de posibles efectos negativos.

Entonces nunca hacemos como un cuestionamiento de, o sea, que tú ves que tu

Nota

planeación que te tomaba cuatro horas, la ves en tres minutos terminado. Y tú dices “¡guau!”. Entonces, cuando dices eso jamás cuestionas inicialmente si eso está bien o está mal” (Cortés, 2025).

Ávalos Chávez, desde su función como docente ha detectado el uso también cuestionable por parte de otros docentes: “¿Qué opino al respecto? Me reservo mis comentarios. Pero sí he sido testigo cercano del uso poco ético de la Inteligencia Artificial Generativa”. Cabe mencionar que la academia, a nivel internacional, aprovechó la eficiencia de estas herramientas generativas cuando su uso fue más accesible: “repentinamente empezamos a ver que la producción académica era más rápida [papers], entonces tú decías ‘Ay, sospechoso” (Cortés, 2025).

Sin embargo, culpar a la IAG por los problemas que puede generar sería también un error. En opinión de los doctores David Chávez y Tania Yael Cortés, un ambiente educativo ideal aprovecharía a la IAG como una herramienta. “Yo por eso sí la mantendría, lo usaría como herramienta, no basar ni como un pilar, como una herramienta, como un accesorio”. “Negar la presencia de la IAG es negarle al estu-

diante, y negarle al profesorado, la oportunidad de saber por qué sí o por qué no la tengo ahí”, agregan.

Ambas fuentes están de acuerdo en que la IAG, como herramienta, carece de maldad o bondad, siendo responsabilidad del usuario aprovecharla de manera ética. La UCOL se ha dado a la tarea de capacitar a sus alumnos y docentes en esta nueva realidad tecnológica, con el objetivo de evitar caer en dependencias, abusos y, en el peor de los casos, la pérdida del pensamiento crítico y capacidad creativa.

Hay que recordar que el uso irresponsable de la IAG podría traer problemas de los que quizá no somos conscientes. Entre ellos la disminución de originalidad en las ideas (todos pensaríamos igual), robo de datos y sensación falsa de inmediatez. “Cuando no tenemos fondo de algo, pareciera que esa cosa lo sabe todo. Pero cuando tienes un poco de profundidad y de críticas […] te das cuenta que hay que hacerle preguntas de otra naturaleza […], ahí ya notas los vacíos” (Cortés, 2025).

Los humanos aún somos muy jóvenes en el conocimiento de las Inteligencias Artificiales Generativas. Muchas de sus

consecuencias están por descubrirse y su impacto a largo plazo sigue siendo un misterio. “No hay que tenerle miedo a que el estudiante sepa que nosotros hacemos el mismo uso a la herramienta, porque al final del día en el ejercicio en el aula, todos [docentes y alumnos] estamos aprendiendo y todos estamos enseñando” (Cortés, 2025).

Referencias

Ávalos Chavez, O. D. (2025, mayo 28). Entrevista personal por audio de WhatsApp.

Cortés Álvares, T. Y. (2025, mayo 22). Entrevista personal.

Forbes Staff. (2023, 1 de junio). 2023, el año en que todo el mundo empezó a hablar con la inteligencia artificial. Forbes México. https://forbes.com. mx/2023-el-ano-en-que-todo-elmundo-empezo-a-hablar-con-la-inteligencia-artificial/

Stryker, C., & Kavlakoglu, E. (2024, 9 de agosto). ¿Qué es la inteligencia artificial (IA)? IBM Think. https://www. ibm.com/mx-es/think/topics/artificial-intelligence

Poemas Música silenciosa de las cosas (2025)

Número 27

Aún era muy pequeño cuando aprendí a hablar con los muertos. Había una casa en los lindes del progreso social, donde mis padres cimentaron una imaginación de fuego y algunas canciones de los setenta. No sólo la irrupción de la rebeldía, también un carbón encendido para iluminar mi mudez, el cáñamo secreto de la profecía y el relámpago en un vaso pequeño, el ingreso más profundo al vacío interior. Entonces vino la muerte de mi hermano, y mi iniciación no fue sencilla. Ardieron mis manos lentamente y supe que nunca sería músico, ni un muchacho alegre. Pero al cerrar los ojos quedó sellado un panorama, una isla desconocida, la melodía de las esferas y los números que saben ordenar el llanto y la risa, el silabario secreto para hablar con mi hermano. Y desde entonces no pregunto la hora en que vendrá el silencio, a mí me corresponde el compás para marcar los ritos conque las palabras signan la armonía densa de los huesos de cada amanecer.

Lomas Vista Hermosa, 1999

Como no quería ser el desastre pensé que podía evitarlo, pero nadie, ni la memoria de los ausentes que tanto amamos, puede contener, con la esperanza, al tiempo. Entonces intenté asumir por nombre la desgracia, pero era un traje demasiado corto, o demasiado grande, o demasiado incómodo, entendí que estar desnudo era el mejor desastre para mi pobre humanidad ya de por sí ridícula.

Sólo podía ser este muchacho que sale de casa por las noches, con la mano izquierda metida en el bolsillo, silvando, viendo las estrellas, sobre las aceras húmedas y vertiginosas de mi barrio. Y aquí estoy, a la espera de que llegue la noche y con ella la luna que me dicta esta melodía salvaje.

Puebla, 2014

Miro mi mesa y pienso que siempre pienso en ti. Escribo tu nombre con nombres diferentes, Innana, avenida San Fernando, Ahzab Kab Ek, y las palabras andan por su parte mientras afuera llueve y hay un gris melancólico que me recuerda a Escocia o una playa de Perú de la que he olvidado el nombre pero no el olor, ni su imagen acerada, partes tuyas que llevo en un lugar del cuerpo que llamaría memoria. Y pienso que Escocia y Perú y la lluvia y las palabras eres tú misma acechándome, escuchando mis nervios crujir debajo de la piel cuando pienso en ti de esta manera no sé si llamar erótica, profundamente enamorada de todo lo que tú eres, cuando creo que eres todo, con la esperanza de que vendrás como llegaste un día hace varios días ya, para decirme: quiero que veas llover conmigo, entra a mi corazón, eres bienvenido.

Ajusco,

2002

Para Efraín Bartolomé

La pesadilla cabalga en la mirada ebria de la noche, condensa en mí su miedo.

Soy el temblor y el llanto frente al acantilado.

Amé a la Poesía, como a ti misma, y desde entonces confundo los días con algo inagotable, inalcanzable, impredecible.

La pesadilla cabalga en la mirada ebria de la noche y sólo sábanas de luz podría entregarte para este invierno breve.

Amé a la Poesía y te amé a ti, y es imposible expresarlo con palabras. Escribo poemas y comparto contigo esta porción de acantilado.

La pesadilla cabalga en la mirada ebria de la noche, le amo y le temo, como cuando observas fijamente el abismo: algo inmanente atrae tu cuerpo y sólo percibes el llamado secreto del fuego blanco del vacío.

La

ventana

La mañana inmóvil crece en la ventana. Fija, en su mirada, la cadencia absoluta del tiempo. En su reflejo, en la memoria, resplandecen, uno mismo, los amigos, las peleas, los platos rotos. La luz se condensa en armonía con esta enorme ventana que abraza al día y la noche. El tiempo crece, se aproxima, me contempla. Yo lo espero y lo observo como un niño asombrado, que escucha la música silenciosa de las cosas.

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.