Edición 26 de diciembre

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El Ciudadano & la gente

Sábado 26 de diciembre de 2009

Reflexiones

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NUESTROS LECTORES

OPINIÓN

Ilegales

Kirchner y la calle que no le responde

Hay dos cosas que se promueven desde los periódicos y son cosas ilegales. Una es un aviso que dice más o menos así: “Haya o no trabajado, jubílese”. Trámites en tal o cual lugar. ¿No es ilegal que alguien que no tiene derecho a jubilarse igualmente obtenga una a costa de los fondos del Ansés? La otra es una flagrante mentira: este año adelantaremos los aguinaldos. Por si estos desvergonzados leyeran la ley original de los pagos de los aguinaldos, debían ser pagados antes de la Navidad, no menos de 10 días. Entonces los capitales que le “provocamos” 24 mil millones de pesos de utilidad con nuestros fondos a la Ansés, queremos que nos lo devuelvan. Se lo han apropiado y no les correspondía. Era producto de nuestros ahorros los intereses generados por ese capital y se los quedaron. Si algo les quedaba por demostrar, ¡cartón lleno! Ahora salen a decir que “magnánimamente” nos adelantan el aguinaldo a partir del 21 de diciembre. Ya no les queda nada de rostro y los que salen, gozan de sus beneficios de privilegio. Ya para nosotros, los jubilados, el vaso esta desbordando. No son de ellos. Se los están apropiando y esos se llaman ladrones, o ¿saldrá el bigotudo a decir cuatro pavadas? Son unos cretinos que es sinónimo de necio, tonto, bobo, estúpido, atontado aunque estamos pensando que son más que vivos. ¿Les pediremos cuentas o los dejaremos ir tranquilamente a sus casas?

Pablo Ibáñez Especial para El Ciudadano

Apenas coronado presidente, Néstor Kirchner desplegó un inédito operativo para “sacar” a los piqueteros de la calle. Fue una jugada en dos tiempos: primero los amansó con prebendas urgentes; luego les sedujo con cargos y promesas de pertenecer a una cruzada histórica y, en su imaginario, revolucionaria. Lo logró. Entre mayo y julio de 2003 el grueso de las organizaciones sociales de desocupados, que habían tenido su pico de efervescencia con Fernando De la Rúa y acompañaron atrincherados el interinato de Eduardo Duhalde, Kirchner consiguió desactivar el conflicto social al menos en su versión más violenta. Tres factores, por entonces, se conjugaron para que el ex presidente decida, entre sus prioridades de sus primeros 100 días de gobierno, resolver el problema piquetero. Uno fue táctico. Mientras esos grupos permanecieran en la calle, sin margen del Estado para desalojarlos –estaba presente la masacre de Avellaneda donde fueron asesinados por la policía Kosteki y Santillán– era infructuoso, entendió Kirchner, transmitir la idea de que se entraba en un proceso de normalidad. Otro estratégico. Llegado con escaso respaldo social y sin estructura política propia, Kirchner entrevió al piqueterismo movilizado como posible tropa propia para compensar el despliegue del peronismo que había hecho una demostración de su capacidad de fuego con la caída de De la Rúa. El último, y no menos importante, fue conceptual: la impronta setentista, con su enfoque en los derechos humanos, no encajaba con una postura de mano dura con la protesta social. Ese discurso fue dirigido, sobre todo, hacia las propias organizaciones que lo tomaron, en general, como un gesto y un mensaje. El proceso tuvo, para Kirchner, un primer objetivo cumplido. A los pocos meses, cuatro de las organizaciones más poderosas eran abiertamente K, otras habían negociado una tregua mientras que sólo las alineadas con grupos de izquierda quedaron paradas enfrente del gobierno y sin postura extremas. Fueron los tiempos en que Luis D’Elía (FTV ), Emilio Pérsico (Movimiento Evita), Humberto Tumini (Libres del Sur/Barrios de Pie) y Edgardo Depetri (Frente Transversal) se integraron orgánicamente al gobierno, mientras que la CCC de Juan Carlos

Juan R. Bell NA

En la actualidad, Kirchner es ajeno a los movimientos que agitan la protesta social.

Alderete tuvo un repliegue pero con buen diálogo. Quedaron, entonces, sólo el Polo Obrero (del PO), Teresa Vive (del MST), una fracción del MTL (del PC) y grupos dispersos como Quebracho, CUBa y los MTD derivados de la Aníbal Verón original. Kirchner ganó la pulseada: conquistó a varios grandes, pactó con otros y relegó a la ultraizquierda. Pasado el tiempo, aquel control de la calle se fue licuando y en la actualidad Kirchner es ajeno a los movimientos que agitan la protesta social o, incluso, a los que defienden el modelo como es el caso de los muchachos de Hugo Moyano. Pero la ficción, para los piqueteros K, duró poco. De sostenes de una cruzada de Kirchner contra el PJ ortodoxo, mutaron a “convivientes” con los mismos jerarcas que querían destruir. Al final, salvo Depetri, todos los demás terminaron “crucificados” por el patagónico, directa o indirectamente. Ese acuerdo se deterioró, las treguas se terminaron y la ultraizquierda volvió a la calle en dos frentes: el piquetero, que renació con el plan de cooperativas de

Cristina; y el sindical, con levantamientos en varios gremios y el objetivo de lograr la libertad sindical. Jaqueado, el gobierno no controla ese frente. Encima, el PJ, golpeado por la derrota del 28 de junio y cruzado por una ácida batalla interna, no logra ordenar sus esquemas para repetir antiguas movilizaciones con escasas salvedades como la de Mario Ishii, cacique de José C. Paz, que suele montar actos masivos en su pago para el matrimonio K. El colmo es que el socio que ostenta, hoy por hoy, mayor capacidad de movilización es Hugo Moyano (lo demostró con el acto de 50 mil personas en Vélez) pero el camionero, con doble formación de peronista y sindicalista, “presta” a su tropa pero no la entrega. Esa multitud responde a Moyano, no a Kirchner. Es más: algún día, quizá no muy lejano, la ola verde y blanca de camioneros cambie de dirección y se mueva al ritmo de otro dirigente del PJ siempre, claro, con Moyano como maestro de ceremonias.

Al gobernador de la provincia de Santa Fe El Grupo Hepatitis C-Rosario hace llegar al gobernador Hermes Binner su apoyo total para “asegurar el derecho a la salud” de los habitantes al que hace referencia en sus últimas declaraciones. Le recuerda además que se ha presentado en el Honorable Congreso de la Nación un petitorio para que las hepatitis virales sean ley nacional como otros verdaderos flagelos que aquejan a los argentinos. Para ello, miles de firmas rosarinas sumaron su conformidad. En este 2010 que se viene, necesitamos que las hepatitis estén incluidas en la agenda del gobierno provincial, para sumar el esfuerzo de nuestro populoso accionar al de las buenas intenciones que acaba de manifestar el señor gobernador. Con los mejores deseos de que sus palabras se conviertan en realidad, lo saludamos y ofrecemos nuestros esfuerzos para que en forma conjunta podamos llegar a erradicar las hepatitis virales. Edith Michelotti DNI 3995054 Coordinadora general Grupo Hepatitis C-Rosario


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