EL TELÉGRAFO, 5 de noviembre 2013
Monseñor Leonidas Proaño, la carta roja, la represión en marcha Leonidas Proaño fue un adelantado de la expresión “opción preferencial por los pobres”, surgida del Concilio Vaticano II, afirmada en Medellín y ratificada en Puebla. Revolucionó la diócesis de Riobamba, cuando en 1956 declaró su preferencia por los indígenas, es decir los más pobres de entre los pobres, que eran mayoría en el territorio donde ejercía el magisterio. Estaba convencido de que una misión redentora pasaba por un apropiamiento de la realidad de las propias comunidades, y que esta comprensión sería aprehendida solo con educación. Creó en 1962 las Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador (ERPE), que alfabetizaban en la lengua materna de los indígenas. Y entregó dos haciendas de la curia de Riobamba a los descendientes de los pobladores originarios. Dos actos fundamentales de la nueva hora que vivía la iglesia progresista latinoamericana. Luego del Concilio Vaticano II, monseñor Proaño se reunió con obispos, sacerdotes y equipos misioneros que estaban formándose en Riobamba y propuso un manifiesto titulado “La iglesia que queremos”. La posición central del manifiesto era que los equipos pastorales tuvieran la facultad de ofrecer los servicios eclesiales y que estos no fueran potestad única del párroco”. La nueva orientación fue anotada en un documento conocido como “La carta roja” porque fue escrito con tinta de ese color y circuló durante 1966. Sus orientaciones sirvieron también para Medellín. Este mensaje comenzó a preocupar a los poderes locales e internacionales. Y los curas rojos, como se los comenzó a llamar, comenzaron a ser perseguidos. Reuniones, fiestas, ritos eclesiales, cualquier encuentro era motivo de sospecha y causal de persecución.
Monseñor Proaño La Iglesia de los Pobres en Ecuador es fiel reflejo de lo que el Papa Juan XXIII hablaba de “una palabra viva de la realidad” sobre la cual la teología debía reflexionar. La Iglesia Liberadora emergió años antes del Concilio Vaticano II cuando identificó al indio como el más pobre de los pobres. El inspirador de esta Iglesia fue Monseñor Leonidas Proaño. Introducción Hace 40 años el Papa Juan XXIII inauguró el Concilio Vaticano II para reflexionar sobre “una teología que partiera de la palabra viva de la realidad de nuestros pueblos” y América Latina empezó a hablar de la Teología de la Liberación con una iglesia que tuviera “opción preferencial por los pobres”. Así emergió la Iglesia de los Pobres y en Ecuador sucedió algo singular: comenzó ese trabajo seis años antes, identificando al indio como el más pobre de los pobres. El adelantado que animó su proceso de liberación fue monseñor Leonidas Proaño Villalba. Nacido el 29 de enero de 1910, en un hogar pobre de San Antonio de Ibarra, fue nombrado obispo de la Diócesis de Riobamba, al sur de Quito, el 18 de marzo de 1954. Allí encontró una población mayoritariamente indígena, abatida por un 80% de analfabetismo, miseria y abuso.