Elcaribe Impreso

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PANORAMA elCaribe, LUNES 9 DE ABRIL DE 2012

PAÍS

Adicción que inició apostando cinco pesos La OMS define la ludopatía como una enfermedad crónica y cada vez en el mundo se suman más adictos al juego hoteles para estar cerca del club de juego. Esperaba en el lobby a que abrieran. ATRAPADOS Al principio todo el que va gana. Esa es EN EL JUEGO la trampa. Ese mundo te vende la ilusión de que te puedes hacer rico. El jugador FELIVIA MEJÍA ignora que ese negocio está hecho para fmejia@elcaribe.com.do que gane el dueño”, dice. Una noche de suerte lo que más obtuvo fueron 14,000 odo empezó con la apues- pesos pero ya había apostado el doble. La Organización Mundial de la Salud ta de cinco pesos en la ruleta electrónica de una ban- define la ludopatía como un “trastorno ca de apuestas. Eduardo del comportamiento, consistente en la Betances apenas salía de pérdida de control en relación con un juela adolescencia. Esos cinco pesos se con- go de apuestas o más, tanto si incide en virtieron en setenta pesos tras detener- las dificultades que supone para el indise el giro de la ruleta. Eduardo, de 39 años, viduo dejar de jugar cuando está aposcuenta que aquella vez estaba emocio- tando, como en mantenerse sin apostar nado y al día siguiente quiso experimen- definitivamente en el juego”. El ludópata es la persona que tiene un impulso irretar esa misma sensación de ganador. “Cambié a las apuestas deportivas. primible de jugar, a pesar de ser consMientras esperaba el partido de las Gran- ciente de las consecuencias personales, des Ligas jugaba en la ruleta. Más ade- sociales y económicas de esa conducta. lante, como ya había perdido tanto pen- Aunque no hay estadísticas oficiales, la sé que podía recuperarlo jugando y me Organización Panamericana de la Salud estima que entre el 1% y el 3% de fui a los casinos”, narra Eduardo. la población mundial es adicSin darse cuenta pronto se ta al juego. De esta cantidad, convirtió en un ludópata. La 40% de ludópatas entre 5 y 20 millones viven adicción a los juegos de azar Inició en el juego en América Latina. lo llevó a perder su negocio apostando más de dos Eduardo advierte que el de repuestos de vehículos veces a la semana por mercado de los juegos de y su familia. Su esposa lo más de 15 minutos. azar mueve el vicio de la droabandonó junto a su hijo. ga, alcohol, cigarrillo y prosHabía perdido también la contitución. Al verse acorralado por fianza de parientes y amigos cerel juego y endeudado hasta el tope, canos: “Es una actividad engañosa, la persona que sufre esa patología no se optó por consumir drogas para evadir su percata del grave error que comete. Em- dramática realidad. En ese momento sinpiezas a jugar de manera compulsiva. Yo tió que “tocó fondo”, fue entonces cuanvisitaba el casino a diario pensando que do decidió buscar ayuda profesional. Caen la próxima jugada me iba a recuperar. da año más personas buscan rehabilitarEn una noche jugué 45,000 pesos y los se en el centro Hogar Crea. En el 2010 perdí. Lo que menos llevaba al casino habían recibido 23 personas y el año pasado 27 ludópatas asistieron a terapia. eran 5,000 pesos”. Eduardo tenía un negocio próspero que descuidó por irse al casino, donde “Perdí mi vida en el juego” sabía permanecer hasta por 48 horas sin La ludopatía, como otras adicciones, insentir hambre, cansancio o deseos de es- cita al individuo al robo para conseguir tar con su esposa. “Me hospedaba en los con qué saciar su necesidad. Fue el caso

En los casinos hay máquinas tragamonedas, ruletas y mesas de póker. ARCHIVO

COMPORTAMIENTO

Una vida como “perro de fritura”

T

de José (nombre ficticio), un contador de 45 años que ahora está en recuperación después de jugar en las bancas deportivas por 20 años. “La ansiedad no te permite pensar en nada, no tienes control del tiempo. Mi vida era jugar. El juego robó mi vida”, explica. Suicidios, desintegración familiar, deudas que nunca se terminan de saldar y autodestrucción económica son las consecuencias del juego excesivo. José podía permanecer todo un fin de semana apostando a los partidos de fútbol, baloncesto o béisbol. “Tomaba dinero de mi esposa, el dinero de la comida o el de la leche de mi bebé para apostar, no importaba”, recuerda. Cuenta que antes de entrar al lugar de apuestas pensaba: “llego con 10,000 pesos y dentro de un rato salgo sin dinero” y así mismo sucedía. “Es una de las adicciones más fuertes que hay, te podría decir que es más destructiva que el consumo de drogas”, agrega. Cambio

Eduardo Betances narra que en varias ocasiones vio gente que llegaba al casino en automóvil de lujo y al salir de allí pedían dinero para irse en taxi porque perdió el vehículo en una partida de póker: “Ví gente que iba sin dinero, que ya no le quedaba nada, pero iba a mendigar que alguien le diera cien pesos para jugar. Yo los llamo ‘perros de fritura’, que se quedan esperando que el otro coma para que le tire el hueso”. Eduardo, que lleva un año en recuperación en Hogar Crea, está feliz de su decisión de cambiar. Habla con entusiasmo sobre sus planes para cuando salga del centro de rehabilitación. “Es una vida que no la deseo a nadie. Cuando ya no te queda un peso, aparece un prestamista que te da dinero a cambio del carro o de tu casa. Ese no juega en el casino, simplemente está ahí esperando ver a alguien desesperado para ofrecerle dinero”, dice.

Teresa Adames, coordinadora del Programa de Acompañamiento Psicológico de Casa Abierta, explica que la ludopatía se trata como cualquier adicción. “Generalmente son personas que vienen de familias disfuncionales, que han sufrido abandono emocional, abusos en la infancia, vivieron eventos traumáticos, tuvieron padres muy permisivos o presentaron dificultades de aprendizaje”, expone. El ludópata debe empezar por reconocer su adicción y después, recomienda Adames, debe visitar a un especialista en conducta humana que lo guíe: “Trabajamos la autoestima, que la persona aprenda que tiene una enfermedad y cómo puede manejar sus emociones”. La psicóloga atribuye el aumento de ludópatas a la proliferación de bancas de apuestas y máquinas tragamonedas en el país. El apoyo de la familia es fundamental para que el adicto se mantenga firme en su decisión de cambiar. l


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