Cultura 25 octubre 2025

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Las

sombras de Argel y el final de

una historia

En esta edición llega a su epílogo la novela por entregas del escritor Basilio Rodríguez Cañada, sobre el cautiverio y liberación de Cervantes. p.11

Las vainas de Mercader

Los estragos de un huracán llamado Inés

OGM rememora el paso de la tormenta Inés, que destruyó casas y sembrados, desbordó ríos y cañadas y causó desastres en septiembre de 1966. p.7

“Soy un creado de contenidos de actualidad”

Albert Cuentacuentos tiene casi doce años, y una habilidad especial para narrar historias junto con un talento natural para la actuación. p.16

Las manchas que pintó Juan de Jáuregui cultura

El hombre que retrató a Cervantes pasó con el autor del Quijote a la inmortalidad

José Mercader 666mercader@gmail.com

don Miguel caminó toda la calle empedrada por el borde de la muralla que protegía a Madrid desde el año 850 cuando Muhammad l la construyó y la llamaba Mayrit, pasó por la Catedral, cuyo nombre se borró con el paso del tiempo (quizás porque estaba mal medido en un destartalado reloj de Sol), hasta llegar al estudio de Jáuregui. Tocó tres veces y del otro lado sonó el aldabón que liberaba el portón. Lo soltó todo en el taller de su amigo Juan que además de pintor era poeta. Era una mañana de junio y se aflojó la pretina, se quitó los pantuflos y el cuello escarolado que le hacía sudar igual que las medias de seda, el coleto y los guantes.

-No Juan, no me dé tu tisana, prefiero una jarra de agua fresca como para un batallón que acaba de llegar de La Meca.

-Tómese su tiempo vuestra excelencia que yo solo le hago el boceto y queda usted liberado del fastidio de la pose. Se va como gaviota que regresará a la próxima sesión.

Tres cosas desatan la lengua desde siempre: un sillón de barbero, un butacón de artista para posar y una copa de vino bien fermentao. La Inquisición agregó muchos más con los diversos instrumentos de torturas que poseía para imponer todo a rajatablas.

La seriedad de ambos, concentrados en lo que le correspondía, los dejó mudos hasta que Cervantes volvió a la carga con la carga del relato largo que preparaba. l

historia de la medicina

Doctor Luis Rotellini

salón de la fauna

lencio, necesitan expansión; -

rito del doctor, y que en nuestrasteres indelebles los servicios que en estas circunstancias nos han dispensado. Quede, pues, el señor doctor Rotellini, bien penetrado de

Entre los años 1854 a 1860 figuró entre los formantes de la Comisión Central de Instrucción Pública, en unión de don Tomás Bobadilla, don Domingo de la Rocha, don Nepomuceno Tejera y don Francisco Moreno, presidente este último de la citada Comisión y ministro de Instrucción Pública. Casó en el país con la señorita Gregoria Evelina Coen Mansuit, hija de don Abraham Coen, cónsul de Dinamarca, e integrante de una reconocida familia de origen sefardí. Tuvo dos hijos: David y Luis Rotellini. En el periódico “El Progreso”, de fecha 7 de agosto de 1853, los señores Juan y V. Vicioso expresan sus gracias al doctor Rotellini por la asistencia que prestó a un deudo de ambos. El suelto decía así: “Tenemos la grande satisfacción de expresar al doctor Rotellini los sentimientos de la más profunda gratitud y somero aprecio, no tan solo por la esmerada asistencia, que como médico prodigó a la persona más cara para nosotros, durante la grave enfermedad que hizo dudar de sus días, sino también por la fina y exquisita complacencia de que, como particular, tantas pruebas dió a la familia, en aquellos momentos de tribulación. Bien conocemos que esta pública manifestación se halla muy en pugna con la modestia del doctor Rotellini, pero él

da. Santo Domingo, 4 de agosto de Rotellini fué considerado como unotentes e ilustrados que llegaron al país para aquella época. Se le juzgó como una autoridad y se comenta que dió clases de medicina a los doctores Guerrero, Delgado, y Piñeyro, así como que es probable que laborara como profesor de medicina en el Colegio Nacional de San Buenaventura en el año 1853. El doctor Rotellini fué autorizado a ejercer la profesión de médico en el mismo año de su llegada al país. De esta manera, en la Memoria del Ministerio de Interior y Policía de fecha 31 de enero de 1848, correspondiente al 1847 se lee: “El señor Luis Rotellini, doctor en medicina de la Facultad de Roma, solicitó permiso para ejercer la profesión en la República, y en vista de los títulos que presentó para acreditar su profesión y previo examen que hizo de ellos el Juro Médico del Hospital Militar, se le concedió el correspondiente permiso como lo deseaba”. Participó junto al doctor Pedro Delgado en el Hospital San Francisco de Asís, una iniciativa privada que se encontraba cerca de las ruinas del monasterio de San Francisco y que ofrecía diversos servicios médicos a los habitantes de la ciudad, pero también ofrecía servicios a los tripulantes de los barcos que venían al país y que enfermaban por cualquier motivo. El doctor Rotellini falleció en Santo Domingo en 1864. l dr. Herbert stern

Alvin Holsey

(Décima cibaeña)

Iba a enfrentai a Maduro

Y de allí se retiró

Laj lancha que deguañangó

Seguro que no fue un rulo

Se va pa’ su casa en mulo

Pue hace mucho que e guaidia

Comerá caliente en paila

Se oividará ya dei mundo

Laj guerra lo pusién dundo

Solo lo saiva una faida.

Ei generai Aivin se va

Ya sirvió a su paí

Aunque no e su raíz

No lo paran ni a trompá

Se cansó dei tililá

Que en el army suena mucho

Créanle, que ej aguilucho

Que ej un sobreviviente

De laj guerra en Oriente

Donde tiró su caitucho. l josé merCader

Cuando Jáuregui pintó a Cervantes

-¿Y en fin, qué somos? No somos nadie, somos una repetición de todo, somos unos copiones, una réplica humana de lo que nos enseñan y nos obligan a ser. El padre ladrón tendrá hijo corrupto; familia fanática religiosa, hijos prisioneros de una “fe” que tiene respuesta a todo; hijo educado en las apuestas, jugador vicioso; hijo que ve en su niñez el maltrato a los animales, un futuro psicópata y violento; hijo que vea maltratar a su madre hará lo mismo con su mujer. Padre lector, hijos lectores, o, como dice Sancho, “hijo e culebra salen larguitos”.

Vuestra lealtad al rey es una hipocresía de costo bajo en maravedíes. Vuestro gusto e inclinación a comer cebolla no es como la del caballo que le corre por sus venas y que si no hay yerba se negara y preferiría morir que jartarse un buen tasado de oveja.

-Y yo que pensé que a todos los cristianos les gustaba la cebolla…

-Te gusta porque te enseñaron. Y eso resuelve el problema de la eternidad que tanto preocupa a Quijano. Somos una cadena que aprende y reemplaza al otro anterior. Y si leyeras, como un servidor lee, todos los libros que existieren y existen bajo este cielo que nos cobija, fuera, sin la duda de un ejército, un caballero andante que todo el reino de mi reina necesita para limpiar de herejes, canallas y malulos, de la faz de la tierra, que nos corresponde. Y lo haríais con mucho gusto y sobrada alegría que es lo más importante además de la buena compañía de alguna Dulcinea que endulce vuestro lar y se ocupe de espantar amarguras y pesares de vuestro corazón.

Don Juan ya no oía ni veía aquel rostro que en su habladería no usaba ni puntos ni comas en su conversatorio, que ya era como si hubiese leído su novela que él con tanto entusiasmo escribía de noche con su pluma y con su palabrería que repetía a sus amigos, de día.

Regresó Don Miguel a su casa, de la calle Huertas, donde estaba a punto de

terminar la primera parte de su Don Quixote de la Mancha y sus aventuras con su escudero, el bueno, ingenuo y alegre Sancho.

Cuando pasó por la Plaza de la Cruz Verde, sintió que lo seguían, que unos ojos, desde aquella tarde gris, lo acechaban en cada esquina, ojos que más adelante admitió eran de unos gatos hambrientos y en celo que le evitaron batirse en duelo, lo que trasladó a uno de sus capítulos para que fuese el Quixote quien realizara aquella hazaña.

Y todo lo que aprendió de la humanidad, que fueron lecciones grandes y muchas, a lo largo y ancho de sus 60 años bien cumplidos por la gracia y bendición de su Dios Omnipotente, las acotejó en graciosas aventuras en cada capítulo que él escribió, él mismo y con su pluma, sin descansar hasta el último aliento del año 1616 cuando terminaba el segundo tomo que completaba el primero.

Juan de Jáuregui Pinxit terminó el retrato que dejó colgado en su taller o soñó que lo hizo y quizás hasta se imaginó que visitó su amigo que, de tanto leer libros sobre escritores y viejos filósofos, se declaró escritor y nadie le pudo parar su pluma que se humedecía en una tinta que él mismo fabricaba machacando carbón mezclado con agua y unas cuantas gotas de aceite de oliva.

Tan bien escritas estaban sus aventuras, decía Jáuregui, que todas daban mucha risa y parecía que no terminaban nunca, como un cuento de Las Mil y una Noches.

Muchísimos años después de la muerte del pintor en el 1641, el retrato de Cervantes anduvo por España de pared en pared como si fuera un caballero andante y, los críticos, que nunca faltan, decían que no correspondía al escritor que perdió la mano izquierda de tres arcabuzazos en la batalla naval de Lepanto y que se pasó varios años en una cárcel de Argel donde los árabes le llamaban Saavedra que luego se supo, quería decir “aquel que tiene un brazo chueco y retorcío”. l

Quijote por Doré. f. e. Quijote por Doré. f. e.
Portada de El Quijote de Cervantes. f. e.
Don Quijote por Daumier. f. e.
Cervantes por Juan de Jauregui. f. e.
<viene de la portada

4 Cultura

Los viajes de Marco Polo

los viajes de Marco Polo, junto a su padre y su tío, se iniciaron en 1271 y concluyeron en 1295, al cabo de una estadía de veinticuatro años en el lejano oriente. Solamente el viaje de ida, desde Venecia a Pekín, duró unos tres años y el de regreso casi dos. Modernamente, un vuelo sin escalas de una a otra ciudad se toma un promedio de doce horas.

La distancia entre Venecia y Pekín, en línea recta, es de ocho mil kilómetros y de unos once mil por carretera. Pero la distancia a través de la ruta de la seda de aquel tiempo era más o menos de veintidós mil. Ese fue el camino por el que transitaron. En principio, los Polo pensaban atravesar Persia para salir al mar y completar el viaje por esa vía, pero el transporte marítimo de esa región no ofrecía al parecer la más mínima garantía y se decidieron por la ruta terrestre, que no era menos peligrosa. Se unieron, desde luego a una caravana y viajaron a lomo de caballo y a lomo de camello por una geografía que combinaba paisajes de ensueño y ambientes de pesadilla. Eran, sin duda, los tiempos heroicos de los comerciantes.

Concretamente viajaron de Venecia a Bizancio y viajaron a Palestina, donde visitaron las ciudades de Acre y Jerusalén, viajaron por las ciudades de Mosul, Bagdad y Basora en el actual Irak, pasaron por Armenia y luego por las ciudades Persas de Tabriz, Kermán y Ormuz y pasaron por Afganistán. Allí, según según cuenta Marco Polo, en las tierras del norte, casi a mitad de camino, su salud se resintió y tuvieron que hacer un alto, se detuvieron durante un año hasta que el joven se recuperó:

«Hay también en este reino montañas donde el aire es tan puro que, cuando alguien se ve aquejado de alguna enfermedad, sube a las cimas y la enfermedad desaparece de inmediato. Yo Marco Polo puedo asegurarlo, pues lo comprobé por mí mismo, ya que estando allí estuve enfermo por un año y cuando subí a las montañas me recuperé».

Se internaron después por el desierto de Karakum en Turkmenistán, pasaron por Samarcanda, Bujara y Taskent en la actual Uzbekistán, atravesaron una cadena de montañas llamadas Pamir que eran tan altas como las nubes y cruzaron por Mongolia a través un desierto llamado Gobi que no parecía tener fin. Finalmente llegaron a Suzhou y llegaron a Cambulac o Pekín en la China actual, conocida en esa época como Catai. La misma China que en esa época se encontra-

ba bajo el dominio de los mongoles (12711368), a los que llamaban tártaros.

Los tártaros no eran más que una de muchas tribus de las estepas a la que los mongoles conquistaron. Tras la conquista, el nombre se convirtió en genérico, pasó a designar el conjunto de pueblos de esa región. De manera semejante, el nombre de Grecia en latín, el genérico de los helenos, proviene de los Graikoi, una tribu helénica del sur de Italia.

A pesar de su mala fama, los mongoles eran más tolerantes y abiertos que los chinos, sobre todo en lo que respecta a la religión y el comercio. Sus conquistas militares fueron desde luego destructivas y violentas en grado superlativo, pero durante la llamada «Pax Mongolica», que también se llamó «Pax Tartarica», se produjo un notable desarrollo de las comunicaciones y el comercio y el intercambio cultural, y se adoptó una política de tolerancia religiosa. Se abrieron, en efecto, las puertas al cristianismo y el islam y el budismo y otras religiones. Paradójicamente no se intentó imponer la apreciabilísima religión chamánica de los mongoles, basada en la creencia en el dios Tengri, en el culto del cielo azul y eterno, en la búsqueda de la armonía con el cosmos y con la naturaleza, la veneración de ancestros y de espíritus naturales. Es decir, la misma religión de las estepas asiáticas que hoy parece estar resurgiendo. Aunque parezca mentira, Gengis Kan (que era chamanista) promulgó o decretó la libertad de culto para todos los súbditos de su inmenso imperio. Su nieto Kublai Kan estableció el dominio completo de los mongoles en China y creó la la dinastía Yuan en 1271. Sus conquistas unificaron a un territorio que permanecía fragmentado desde hacía muchos siglos y, sin proponérse-

lo, creó las condiciones para el surgimiento de la dinastía Ming, que expulsaría a los mongoles en 1368. Durante el largo imperio de Kublai Kan (12601294), los mongoles incentivaron la agricultura, el comercio y el uso del papel moneda y llegaron a establecer un dominio total a través de la ruta de la seda, que unía los principales centros comerciales de Asia y Europa y ofrecía a los comerciantes y viajeros una seguridad desconocida hasta entonces. No sin exageración, alguien se atrevió a afirmar que «una doncella podía recorrer el reino con una diadema de oro en la cabeza sin sufrir ningún daño».

Una de las cosas que causaron estupefacción entre los lectores del libro de Marco Polo fueron sus descripciones del orden que reinaba en el imperio mongol y de las muchas facilidades que, bajo la tutela de Kublai Kan, se ofrecían a comerciantes y viajeros. Entre ellas, plantar «árboles a lo largo de los caminos» para que los viajeros pudieran orientarse y disfrutar de sombra y abrigo. Para los Polo, nada podía ocurrir de mejor manera posible y a su llegada fueron objeto de todo tipo de consideraciones. Así lo cuenta Marco: XIV de cómo los dos hermanos y Marco llegaron a la ciudad de Clemeinfú, en donde se hallaba a la sazón el Gran Khan.

Y micer Nicolás, Mafeo y Marco, hijo de Nicolás, se pusieron en camino y cabalgaron tanto toda la primavera y el estío hasta llegar a la ciudad de Clemeinfú, en donde se encontraba el Gran Khan. No haré mención, sino más adelante, de lo que encontraron en el camino, pues deseo contároslo a su tiempo en mi libro. Sabed sólo que emplea-

ron tres años y medio en este viaje, pues las grandes nevadas y las lluvias y los ríos desbordados les impedían cabalgar en invierno. Y, en verdad, cuando supo el Gran Khan que llegaban les envió al encuentro un mensajero con cuarenta días de anticipación, y fueron bien atendidos y servidos por todos. XV de cómo los dos hermanos y Marco fueron al palacio del Gran Khan. Cuando Nicolás, Mafeo y Marco llegaron a esa gran ciudad se fueron al Palacio Principal, en donde se hallaba el Gran Khan rodeado de muchos barones. Se arrodillaron y humillaron ante él; pero el Gran Khan les hizo levantar, les colmó de honores y les recibió con grandísimo júbilo, interrogándoles de cuanto habían hecho desde que se separaron. Los hermanos le aseguraron de que todo había ido a pedir de boca, puesto que volvían sanos y salvos. Entonces presentaron sus breves y cartas que el Papa le enviaba, que le causaron gran alegría. Cuando el Gran Khan vio a Marco, que era el joven bachiller, les preguntó quién era. «Señor —dijo micer Nicolás—, es mi hijo y esclavo vuestro». «Sea bienvenido», dijo el Gran Khan. Mas ¿por qué extenderme en referiros más tiempo las grandes manifestaciones de cariño y los honores con que fueron recibidos por el Gran Khan? ***

Lamentablemente ni la «Pax Mongolica» ni el imperio mongol sobrevivirían mucho tiempo a la muerte de Kublai Kan. Sus dominios comenzarían rápidamente a fragmentarse y los chinos recuperarían su país. Casi al mismo tiempo, la peste negra, mencionada anacrónicamente en la entrega anterior, asolaría todo a su paso tanto en Asia como en África como en Europa.l

elCaribe, Sábado 25 de octubre de 2025

elcaribe.com.do

Apuntes de infraestructura

Huellas de Paz

pedro delgado malagón pedrodelgado8@gmail.com

Quizá como nadie, Octavio Paz congregó en su vida y su obra las angustias y los aciertos, las dudas y los delirios del siglo XX. Una centuria de barbaries, maravillas, catástrofes y grandezas.

Paz nace en 1914, en Ciudad México, cuando el país se encuentra en plena lucha revolucionaria. Estas son sus palabras: “Vengo de una familia típica de México. Por parte de mi padre, mi familia es muy antigua y es originaria del Estado de Jalisco. Una familia mestiza. Mi abuelo paterno era un mexicano de acentuados rasgos indígenas. Mis abuelos maternos eran andaluces y mi madre nació en México”.

Con 14 años, ya poeta, asiste a cursos y escucha profesores que nada le dicen ni le enseñan. Concurre a la Facultad de Filosofía y Letras para satisfacer a sus padres, pero tampoco le interesa un título universitario. Se inclina él, como autoeducado, según sus prelaciones literarias, artísticas y políticas. Quizá profetizando que en Hispanoamérica la ideología haría las veces de un ambiguo dogma irreligioso.

A los 17 años su actividad es notable: funda y dirige revistas a la vez que anima grupos literarios. Ha leído a Lorca, a Rafael Alberti, a Pedro Salinas y a Jorge Guillén. Conoce asimismo a Machado y a Juan Ramón Jimenes. En su revista Barandal, de la que fue fundador y director, se publica en 1933 un fragmento traducido del Ulises de Joyce. Aquellos días lo familiarizan con la obra de T. S. Elliot y Saint John Perse, además de acercarlo a los románticos alemanes (Hölderlin, Novalis) e ingleses (Keats, Shelley, Blake). Conoce en México a Cernuda, a Vallejo, a Huidobro, a Borges. En 1933 publica su primer poemario, no incluido en ediciones posteriores: Luna silvestre. Sus lecturas políticas lo llevan a simpatizar con la facción trotskista del Partido Comunista. En 1937 es invitado, por sugerencia de Pablo Neruda, al Congreso de Escritores Antifascistas reunido en Valencia, España. Paz conoce a Neruda en París y lo reencuentra en Valencia y luego en México, donde Pablo es el cónsul chileno.

A Paz le resulta decisiva la coincidencia en Europa con Neruda. Dice Paz: “Su influencia fue como una inundación que se extiende y cubre millas y millas —aguas confusas, poderosas, sonámbulas, informes”. Pero lo que aporta Neruda de genialidad poética y deferencia amistosa,

lo rebaja con su sectarismo y la exigencia de sumisión. Paz se pelea con él y, desde aquel instante, se aleja para siempre de un tipo de poesía esclavizada a un “compromiso”. Neruda detesta a los “arte-puristas”, a los cultivadores del “arte por el arte”. Paz, en contraste, defiende el derecho a la libre expresión. La discordia con Neruda significará, pues, el abandono de una estética y una ética fundadas en la utilidad política de la poesía.

Tres instancias, tres obras definen el eje creativo esencial de Octavio Paz: El laberinto de la soledad. El arco y la lira y Piedra de sol.

Tras vivir algunos años en los Estados Unidos., donde observó la vida y las tribulaciones de los emigrantes mexicanos, de los “pelados”, Paz publica en 1950 su ensayo El laberinto de la soledad. Quizá sea este libro el texto infinito de México, o acaso el discurso del México sempiterno. En estas reflexiones, Paz propone una búsqueda de la identidad mexicana a través de la investigación –que en muchos casos deviene en creación— de mitos poderosos y salvajes que enlazan, en ceremoniales de humo y ceniza, las fiestas y expiaciones de la muerte.

En el Laberinto, Paz procura definir las ficciones básicas y fundacionales del

nuestra experiencia aflora como un ‘hecho bruto’, en oposición, el pensamiento “silvestre” codifica el mundo real como un sistema de signos, en que cada experiencia es la lectura, no de un ‘hecho bruto’, sino de un ‘mensaje’; que en el pensamiento de Paz se transforma (cada mensaje) en un mito.

La preocupación por las máscaras mexicanas, otro de los temas principales del Laberinto, lleva implícita una teoría de la cultura. La mexicanidad es una peculiar expresión histórica de la esencia de mitos universales y de estructuras inconscientes que Paz denomina máscaras.

En Postdata, él apunta: “El carácter de México, como el de cualquier otro pueblo, es una ilusión, una máscara; al mismo tiempo es un rostro real. Nunca es el mismo y siempre es el mismo. El otro México, el sumergido y reprimido reaparece en el México moderno; cuando hablamos con él, hablamos con nosotros mismos”. […] “El caudillo vivió la historia como hazaña, el azteca como rito. Entre estos dos extremos, la hazaña y el rito, han oscilado siempre la sensibilidad e imaginación de los mexicanos”.

En El arco y la lira (1955) uno de los textos básicos y más controvertidos de Paz, él reflexiona acerca de la poesía y la propone como una forma de existencia. Son las ideas de André Breton y el superrealismo. Conceptos como otredad, alteridad, ritmo, origen y tiempo quedarán ligados, desde aquí, a su discurso.

ser mexicano, del ‘onto’ mexicano, tanto como razonarse a sí mismo. La imagen que Paz tiene de México y la que tiene de su propio ser aparecen confrontadas en el Laberinto de la soledad y en Postdata, un libro que es la secuela del primero, publicado veinte años más tarde.

A modo de espejos de papel, estos alegatos permitirán escrutar la esencia de Octavio Paz y la íntima raíz del mundo que lo envuelve. En años de búsqueda apremiante, México y Paz se recogen sobre sí mismos. El poeta se interna en los solitarios meandros de su pueblo y -Teseo desenfrenado- a garrotazos puros y refulgentes desnuca al Minotauro. Para luego entender su secreta identidad con el monstruo y advertir que ambos no son sino dos rostros de una misma realidad multiforme y aterradora.

La muerte y sus símbolos constituyen el tema central del Laberinto de la soledad. A lo largo del texto deambulan temas universales: el conflicto entre la vida y la muerte, la oposición yo/el otro, la idea del progreso posible… Decía LévyStrauss que en tanto el pensamiento ‘cultivado’ (expresión del ‘ethos’ de la ciencia moderna) ordena el mundo real como un tejido de propiedades físicas cuantificables, donde cada instancia de

A partir de El arco y la lira comienzan la vecindad y la convergencia entre el lenguaje poético y la prosa de Paz. El flujo caviloso de la poesía ya no estará definido por la cadencia del ritmo y las cesuras de los versos. Ahora se impondrá la respiración, cargada con el tiempo interior de las palabras. El cuadro poético será la imagen de una corriente que mueve las hojas caídas de los árboles, mientras habla del otoño y del bosque desnudo en una imagen agrupada que, con el agua y las hojas y la sombra, nos revela algo sobre el tiempo y el movimiento.

Él apunta: “No son las sagradas escrituras de las religiones las que fundan al hombre, pues se apoyan en la palabra poética. El acto mediante el cual el hombre se funda y revela a sí mismo es la poesía”. […] “La poesía nos abre la posibilidad de ser que entraña todo nacer; recrea al hombre y lo hace asumir su condición verdadera, que no es la disyuntiva: vida o muerte, sino una totalidad: vida o muerte: un solo instante de incandescencia”. El magno poema de Octavio Paz es Piedra de sol, publicado dos años después de El arco y la lira. Este resplandor de la palabra se funda en el calendario circular azteca y tiene 584 versos, que se corresponden con los 584 días del ciclo del planeta Venus. Los seis primeros versos son idénticos a los seis últimos, en la sustancia de un poema que deviene circular e infinito, mágico y desquiciante. He aquí los seis versos que abren y clausuran la Piedra de sol: “Un sauce de cristal, un chopo de agua / un alto surtidor que el viento arquea / un árbol bien plantado mas danzante / un caminar de río que se curva, avanza, retrocede, da un rodeo / y llega siempre”. Sol de piedra en una voz que disuelve la eternidad secreta del instante…! l

Octavio Paz (1914-1998) Poeta y ensayista mexicano. Premio Nóbel de Literatura 1990. f.e.

6 Cultura

Semana de Investigación PUCMM 2025: la inteligencia artificial y el futuro del conocimiento

Prof. Gina Esth E r Díaz Góm E z, m a .

Centro de eStUdIoS CArIbeñoS, PUCMM ge.diaz@ce.pucmm.edu.do

La Vicerrectoría de Investigación e Innovación de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), celebró del 20 al 24 de octubre la Semana de Investigación 2025 y se desarrolló en un contexto en el que la inteligencia artificial (IA) atraviesa transversalmente las disciplinas científicas. Más que una moda tecnológica, la IA se ha consolidado como una infraestructura de conocimiento que acelera la formulación de hipótesis, depura macrodatos en tiempo récord, propone diseños experimentales y, en algunos campos, ya sugiere soluciones que dialogan con el ingenio humano. bajo el lema “Inteligencia Artificial: transformando vidas, impulsando sociedades”, se presentó un amplio programa de conferencias que mostró cómo la IA interactúa con la ciencia en todas sus dimensiones.

durante la apertura, celebrada en el auditorio I del campus de Santo domingo la dra. Virginia Flores, vicerrectora de Investigación e Innovación, destacó que “la inteligencia artificial no es solo tecnología; es también una oportunidad para repensar cómo aplicamos la ciencia al servicio del bienestar humano, la sostenibilidad y el progreso colectivo”.

La conferencia inaugural estuvo a cargo del Prof. Francisco Luis Machín Aragonés, de la Ie University, quien abordó el tema “Inteligencia Artificial en la investigación: de la teoría a la transferencia”. explicó cómo la adopción de la IA en distintos ámbitos del quehacer humano constituye un proceso transformador que está cambiando las reglas del juego. Señaló que las instituciones de educación superior no son ajenas a esta dinámica, pues tanto alumnos como docentes utilizan herramientas de IA en sus procesos de enseñanza y aprendizaje, transformando la manera en que se adquiere el conocimiento. este cambio es clave para entender cómo las nuevas generaciones asimilan saberes y desarrollan habilidades sociales en un entorno tecnológico.

La revolución que propone la IA en la investigación científica se fundamenta en su capacidad de procesamiento y aprendizaje sobre grandes volúmenes de datos. Como explican Xu et al. (2021), “la inteligencia artificial es un paradigma poderoso para la investigación científica”, ya que permite integrar modelos de aprendizaje automático, y análisis de redes en la generación de conocimiento. este cambio transforma la cadena completa de la investigación: desde la pregunta hasta la interpretación de resultados, acelerando procesos antes impensables en la ciencia tradicional. en el ámbito de la educación superior, los efectos de la IA son notorios. Los estudiantes emplean herramientas de aná-

lisis de datos, simulaciones o asistentes generativos que antes estaban reservados a investigadores. Los docentes, a su vez, adoptan nuevos roles como facilitadores, diseñadores de entornos y supervisores de procesos mediados por algoritmos. Investigaciones recientes demuestran que la adopción de IA en las universidades depende más de la preparación técnica, la interactividad del entorno y la conciencia ética que de la simple confianza en la tecnología (Alshammari et al., 2025). este hallazgo cobra especial relevancia en la Semana de la Investigación, que plantea un uso responsable y crítico de la inteligencia artificial. el estudio global de Jin et al. (2025), realizado en 40 universidades de seis regiones, resalta que la incorporación de IA generativa requiere no solo infraestructura tecnológica, sino también formación docente, políticas de uso y comprensión cultural del cambio. en sinto-

nía con esa visión, la Semana de Investigación de la PUCMM incluyó talleres y paneles sobre las diferentes aplicaciones de la IA y las competencias transversales, impulsando un diálogo interdisciplinario entre ingeniería, educación, salud, ciencias sociales y humanidades. La aplicación de la IA en la investigación no solo acelera procesos, sino que plantea nuevos dilemas éticos y metodológicos. ¿Cómo garantizar la reproducibilidad de modelos de “caja negra”? ¿Cómo evitar sesgos en los datos? ¿Hasta qué punto puede automatizarse la autoría académica sin comprometer la integridad científica? Xu et al. (2021) advierten que la IA, aunque potente, debe integrarse con transparencia y rigor metodológico. La Semana de Investigación de la PUCMM se convirtió así en un espacio para reflexionar sobre estos desafíos y para promover una cultura institucional que combine innovación con responsabilidad.

durante su ponencia, el Prof. Machín Aragonés subrayó que la enseñanza mediada por IA no debe reducirse a la automatización de tareas, sino que debe fortalecer las habilidades metacognitivas, sociales y éticas de los estudiantes. esta perspectiva se apoya en estudios que alertan sobre los efectos secundarios del aprendizaje asistido por IA. Por ello la tecnología debe integrarse en la docencia desde un enfoque humanista, centrado en el estudiante y su desarrollo integral.

Asimismo, la Semana de Investigación se consolidó como un puente para vincular la IA con problemáticas específicas del contexto dominicano y regional: salud pública, movilidad urbana, agricultura inteligente, recursos hídricos, responsabilidad patrimonial del estado y educación. estas aplicaciones evidencian que la inteligencia artificial no es un fin en sí misma, sino un medio para generar una ciencia más ágil, rigurosa y orientada al bien común.

Más allá de la técnica, la Universidad reconoce que la IA plantea un reto humano. Si bien su potencial es enorme, también puede afectar la salud mental, las interacciones sociales y las competencias socioemocionales. Por ello, desde la Universidad se promueve una formación integral que combine conocimiento técnico con reflexión ética, colaboración y bienestar académico. La Semana de Investigación 2025 permitió articular esta visión en un espacio de encuentro entre investigadores, docentes y estudiantes comprometidos con la innovación y la responsabilidad social.

en conclusión, la Semana de Investigación 2025 de la PUCMM representó una apuesta institucional por situar la inteligencia artificial en el centro del debate científico, educativo, ético y social. no se trata solo de adoptar nuevas herramientas, sino de construir un ecosistema universitario donde la tecnología, la ética y el sentido humano convivan. Más que publicar más rápido, se trata de investigar mejor; más que automatizar, de humanizar.

Referencias bibliográficas

Alshammari, S. H., et al. (2025). determinants of student adoption of artificial intelligence–based applications in higher education. Scientific reports, 15(1). https://doi.org/10.1038/s41598-02519851-5

Jin, Y., et al. (2025). Generative AI in higher education: A global perspective of adoption and implementation strategies. Computers & education: Artificial Intelligence, 6. https://doi.org/10.1016/j. caeai.2025.100229

Xu, Y., Li, Q., & Wang, X. (2021). Artificial intelligence: A powerful paradigm for scientific research. Proceedings of the national Academy of Sciences, 118(28). https://doi.org/10.1073/pnas.2107925118.l

Centro estudios caribeños. PUCMM.

elCaribe, Sábado 25 de octubre de 2025 elcaribe.com.do

Central de Datos

Huracán Inés: el ciclón que estremeció a la República Dominicana en 1966

La

tormenta destruyó cosechas, viviendas y puso en alerta a todo el sur del país

Desbordamiento del río Palomino paraliza el tránsito en la sección Habanero, entre Palo Alto y Barahona. ogm

Sergia Mer C ado smercado@elcaribe.com.do

Han pasado 59 años desde que la República Dominicana enfrentó uno de los huracanes más destructivos de su historia reciente, el huracán Inés, que tocó tierra el 29 de septiembre de 1966 por la península de Barahona, y dejó profundas huellas en la agricultura, la infraestructura y la vida de sus habitantes.

A propósito del paso de la tormenta tropical Melissa, que mantiene en alerta a 12 provincias del país, incluida Barahona, La Zona Retro de esta semana comparte este recuento del impacto histórico de Inés y su trayectoria a su paso por el territorio nacional.

Según publicaciones de periódicos de la época, desde su formación como depresión tropical el 24 de septiembre de 1966, Inés se intensificó rápidamente. Para el 27 de septiembre, los aviones de reconocimiento reportaron que la tormenta se encontraba a 615 millas al este-sudeste de Santo Domingo, con vientos sostenidos de 120 millas por hora y ráfagas que alcanzaban 165 millas en su cuadrante sur. Ante la creciente amenaza, el Servicio Meteorológico Nacional estableció vigilancia especial para la región sur, especialmente para la península de Barahona, mientras el ciclón ganaba fuerza y se desplazaba lentamente hacia el oeste-noroeste, sin que en un primer momento pareciera que tocaría territorio dominicano. Sin embargo, las condiciones cambiantes del clima hicieron que Inés recurvase su trayectoria y la advertencia se convirtiera en una amenaza real para comunidades costeras y agrícolas.

Estragos en el sur

Ya para el jueves 29 de septiembre, los vientos alcanzaron 200 kilómetros por hora, arrasaron poblados desde Ojeda y Paraíso, en Barahona, hasta Oviedo, en Pedernales. Los torrentes de lluvia provocaron inundaciones en ríos como el Ya-

Vehículos encuentran dificultad en avanzar por la avenida George Washington. ogm

Damnificados del huracán Inés que fueron alojados en el palacio de Bellas Artes, en la ciudad de Barahona tras producirse las inundaciones. ogm

que del Sur y el Palomino, mientras que los sembradíos de plátanos y café, ya listos para la cosecha, fueron prácticamente destruidos en Tamayo, Jaquimeyes, Vicente Noble y Canoa. Familias enteras abandonaron sus predios en los bateyes, temerosas de perecer ahogadas. Cientos de personas fueron trasladadas a refugios en el palacio de gobernación, el Palacio de Bellas Artes y residencias de oficiales del Ejército, especialmente aquellas provenientes de sectores costeros como Tortuguero, Caracoles y Los Negros. En la isla Saona, se registraron también víctimas, y muchas viviendas quedaron inhabitables debido a las crecientes y al oleaje.

El balneario Las Saladillas quedó completamente desbaratado, con pérdidas estimadas por el propietario que alcanzaban a tres mil trecientos pesos de la época. Pequeñas casuchas a lo largo de la costa de Azua fueron rescatadas por fuerzas militares antes de que el gigantesco oleaje las arrasara. A lo largo de la región sur, se implementó un constante patrullaje de unidades policiales y militares, prepara-

das para actuar ante cualquier eventualidad y con suficiente equipo médico para prestar asistencia inmediata.

Impacto en la capital y la costa Otra de las publicaciones de la portada de elCaribe del 30 de septiembre de 1966 señala que, durante el jueves 29, Inés obligó al cierre de comercios, escuelas y oficinas, y sumió a Santo Domingo en la calma forzada de la tormenta. Asimismo el transporte urbano quedó detenido la mayor parte del día, mientras que las crecientes del río Ozama provocaron la muerte de tres personas arrastradas por las aguas. Árboles derribados y tendidos eléctricos caídos bloqueaban calles, dificultaban cualquier desplazamiento, y solo algunos establecimientos de provisiones básicas permanecieron abiertos. Muchas calles eran intransitables, con escombros y zafacones arrastrados por los vientos. En la costa, el paseo de Boca Chica fue arrasado por las olas y los vientos, que destruyeron el concreto del malecón y derribaron el muro que separaba la playa del

Varias personas abandonan sus hogares inundados en uno de los barrios vulnerables de la ciudad. ogm

paseo. El Hotel Hamaca registró inundaciones de hasta dos pies de altura, y varias embarcaciones privadas fueron estrelladas contra cocoteros cercanos, una de ellas completamente destruida. Los residentes describieron un mar que rugía con fuerza inusitada, comparable solo con las peores tormentas de la región.

Respuesta del Gobierno El presidente Joaquín Balaguer se trasladó personalmente a las zonas afectadas, acompañado de médicos y funcionarios gubernamentales, mientras técnicos del Ministerio de Agricultura y representantes de organismos internacionales evaluaban los daños, principalmente en la producción agrícola, que dejó pérdidas millonarias en la región sur.

La evacuación y atención a los damnificados se organizaron rápidamente, incluyendo la disposición de refugios y asistencia médica, evitando que las pérdidas humanas fueran mayores. La coordinación incluyó a los tres viceministros de Agricultura, jefes departamentales y técnicos, así como especialistas extranjeros enviados para evaluar daños y asistencia alimentaria.

Impacto regional y comparativa con Melissa

De acuerdo con Associated Press, Inés también afectó Haití, Guadalupe y Cuba, dejó 23 muertos, 500 heridos y 10,000 personas sin hogar en Guadalupe. En la República Dominicana, la isla Beata fue escenario de fuertes vientos y oleaje que obligaron al personal naval a buscar refugio en cuevas. La trayectoria del huracán incluyó la península de Tiburón en Haití y el extremo oriental de Cuba, donde causó destrucción a su paso.

En la actualidad, la tormenta Melissa sigue un patrón similar, que afecta principalmente la región sur del país, incluida Barahona, y pone en alerta a varias provincias debido a las intensas lluvias pronosticadas, un recordatorio de la vulnerabilidad que tienen estas zonas frente a fenómenos atmosféricos severos. l

En Canoa, una plantación de guineos derribada por los fuertes vientos del huracán Inés. ogm

crítica arte

lilian CarraSCo lilycarrascor@hotmail.com

Salomé Ureña de Henríquez

nació el 21 de octubre de 1850 en Santo Domingo, República Dominicana, en el seno de una familia con profundas raíces culturales y literarias. Hija del abogado y escritor don Nicolás Ureña de Mendoza y de doña Gregoria de León.

Desde muy joven mostró un talento excepcional para la poesía y la escritura, con un estilo marcado por la sensibilidad, la reflexión y un fuerte sentido patriótico. En 1867, publicó por primera vez bajo el seudónimo “Herminia”, que mantuvo hasta 1874. En 1880 publicó sus poemas bajo el título “Poesías” a través de la Colección Sociedad Literaria Amigos del País. El 11 de febrero de 1880, contrajo matrimonio con el más tarde doctor y escritor Francisco Henríquez y Carvajal, con quien procreó cuatro hijos: Francisco Noel ‘Fran’, Pedro Nicolás Federico, Maximiliano Adolfo ‘Max’ y Salomé Camila.

El 3 de noviembre de 1881, fundó el Instituto de Señoritas, primer centro dominicano dedicado a la formación de maestras normales, bajo los lineamientos de la pedagogía del humanista Eugenio María de Hostos. En abril de 1887, se realizó la ceremonia de graduación de las primeras maestras formadas en el Instituto de Señoritas.

A causas de problemas de salud, Salomé Ureña se vio forzada a cerrar temporalmente el Instituto en 1893. En 1896 se estableció en Puerto Plata en busca de mejoría. Falleció el 6 de marzo de 1897 en Santo Domingo a causa de tuberculosis. Recibió cristiana sepultura en la iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes. Posteriormente, el 24 de agosto de 1988, mediante el Decreto No. 396-88, sus restos fueron trasladados al Panteón de la Patria. Es reconocida como una de las figuras literarias más importantes de la República Dominicana, pionera en la educación superior femenina.

Agradecemos el apoyo en el proceso de investigación para la curaduría de la muestra “Siempre Salomé”, presentada en Dos Calles, Espacio Creativo, a: Ylonka NaciditPerdomo, Jaime Read Ortega, Chavelly Torres Andújar, María Teresa Ruiz de Catrain, Miguel Collado, Miguel D. Mena, Mónica Sánchez, Mauricia Domínguez, José Batlle y Diana Martínez. l

crítica cine

EtzEl BáEz etzelbaez@gmail.com

Ripley

iteración del filme The Talented Mr. Ripley, 1999, no es. Mientras el filme tiene como sinopsis “A fines de la década de 1950, Tom Ripley, un joven de bajo rendimiento, es enviado a Italia para recuperar a un playboy millonario. Pero cuando la misión falla, Ripley toma medidas extremas”; y esta miniserie “Un estafador llamado Ripley que vive en Nueva York durante los años 60 es contratado por un hombre adinerado para iniciar una compleja vida de engaños, fraudes y asesinatos”. Comparativamente, la miniserie es un éxtasis con una estética monocromática y narrativa introspectiva que ofrece una calculada visión del personaje de frialdad acentuada, sobre todo en su naturaleza amoral. A diferencia del filme que enfoca conflicto emocional y tensión psicológica y humaniza a Ripley con sus dilemas internos, la miniserie nos lo presenta como un depredador meticuloso, y resalta su atemporalidad como símbolo del engaño sofisticado. Ahí tenemos dos perspectivas estilísticas y morales marcadamente distintas. Desde el primer episodio, de ocho, asistimos a la construcción ante nuestros ojos de una identidad del engaño. Ripley no busca beneficio material per se; su gusto, lo que se goza, es el ejercicio del artificio que

el libro

vive

Frank núñEz

franknunez463@gmail.com

Jarvis Luis y el nombre de La Romana

Pese a su pronunciación evidentemente latina, tanto en el artículo como en el sustantivo, no han faltado teóricos que atribuyen el nombre de la dinámica provincia del Este a un supuesto origen indígena.

El profesor y escritor romanense Rafael Jarvis Luis se auxilia de textos históricos que descartan la visión indigenista, lo mismo que la que sostiene que el nombre de La Romana surgió de una balanza con números romanos, establecida allí en los tiempos que comenzara a operar un puerto para la entrada y salida de materias primas y productos manufacturados.

desde mi ventana

Santiago almada salmada@elcaribe.com.do

Trampas que no ayudan

Entre las tantas acepciones de la palabra trampa que figuran en el diccionario de la RAE, la primera es: “Artificio de caza que atrapa a un animal y lo retiene”. La autoayuda bien puede encajar en esta definición, más perniciosa que la publicidad o la credibilidad dispensada a ciertos discursos políticos.

Una trampa implica un peligro potencial cuando aún no hemos caído en ella, incluso cuando sabemos dónde está y para qué está. Y la cuestión es que no hay prácticamente nadie que no tenga algún problema, una preocupación por una enfermedad, una frustración, un motivo de angustia que requiera de atención especializada, ya sea médica, sicológica o siquiátrica y que pueda caer en la autoayuda como panacea.

afirma su astucia sobre el otro. Sentirse acorralado lo deprime, lo desconforma; su existencia emocional y psíquica se establece en la medida en que tiene éxito con la máscara que elige ante los demás. No es un estafador cualquiera, es un jugador de identidades cuya ética sucumbe en su requintada estética del artificio. El guión va desgajando por capas una identidad que procura el engaño en su juego existencial y dominar es su signo. Ejerce el poder con sutileza y, si se ve acorralado, responde con el crimen en total frialdad para que todo a su alrededor esté bajo la sombra de su propia narrativa. Un jugador ontológico cuya atemporalidad reside en aquella socorrida universalidad de dominar sin que se sepa que se es el sostenedor de los hilos. En cuanto al estilo, obviamente meticuloso, la tensión psicológica y el uso del suspense visual, sobre todo en cuanto a “ironía dramática”, cada minuto es una exhibición de dominio del arte de crear atmósferas donde ya sabemos, como público, el peligro que representa Ripley. Y todo nos retrotrae a Hitchcock, cosas tales como la estética en blanco y negro, encuadres calculados, ritmo pausado y la exploración de la mente criminal como en Psicosis, donde el villano nos atrae e inquieta. La cinematografía matizada por el estilo estético del pintor Caravaggio es alucinante. En Netflix. l

HHHHH Género: thriller psicológico. Duración: 8 episodios, 60 minutos cada uno.

El autor de Historia del nombre de La Romana analiza las tres interpretaciones sobre el conflictivo tema que divide a los interesados, para llegar a la conclusión que enarbola, y que a nosotros en particular nos parece la más acertada y lógica. Jarvis Luis sostiene: “La mención de La Romana apareció por primera vez en el Archivo de Indias en 1659, y más tarde en la Carta Plana de Navegación confeccionada por Juan López en 1784, ambos documentos procedentes de España sugieren que fueron los españoles quienes le fijaron el nombre al río”. El río Dulce, se convierte en ría Romana en su cercanía al mar Caribe. Entre los que han planteado que el nombre de La Romana tiene raíces aborígenes figura el fenecido intelectual romanense Vetilio Ciprián Beras, en tanto que el historiador Vicente Tolentino Rojas defendía la teoría de que tenía origen en una balanza, algo que se creyó y predicó durante más de un siglo.

En sus argumentos, Jarvis Luis refiere que, en Murcia, Andalucía: “En el último reducto moro en la península quedó un lugar con el nombre La Romana. A fines de siglo XX, una ciudad homónima en aquel territorio del sudeste de España tenía más de un cuarto del millón de habitantes”.

Entendemos que, ante el debate sobre los orígenes del nombre de La Romana, que se une al conflicto interprovincial con La Altagracia por Bayahibe, debe imponerse la verdad histórica sobre las leyendas. l

Un filósofo coreano que escribe en alemán y muy de moda en estos días, Byung Chul-han, describe el mundo en que vivimos como “la sociedad del cansancio”, donde se identifica la felicidad con productividad, con esfuerzo para ganar más dinero, aunque lleve una carga de trabajo que agote por completo las ganas de vivir.

La autoayuda ofrece no solamente esa felicidad, sino también la posibilidad de alcanzarla mediante fórmulas muy simples, sin otra ayuda que la propia voluntad, y carga toda la responsabilidad en uno mismo. Esto se reduce a ser positivos, tener una actitud firme, asumir cada tarea cotidiana con optimismo y fijarse metas, dar siempre lo mejor y, si con eso no se solucionan los problemas de angustia, depresión, ataques de pánico y ansiedad, la culpa siempre ha de ser de uno, porque ha fallado en aplicar correctamente el método o la manera de seguir los pasos que la autoayuda establece para conseguir los resultados, según el manual del gurú en que se apoye.

La autoayuda, que se resume en ser tu propio sicólogo, tu propio médico, tu propio entrenador, es una industria que mueve miles de millones de dólares en libros, canales de Youtube, programas de TV, podcasts y otros medios, dinero que se embolsillan charlatanes que ni siquiera tienen un título académico y si lo tienen lo usan para embaucar.

A veces se disfraza o se filtra en textos literarios, como las novelas de Paulo Coelho o las obras de Robin Sharma. Paramos aquí, aunque hay mucha más tela para cortar en este enorme lienzo entretejido con mentiras y que huele a estafa. l

9 Cultura

CERTIFICO Y DOY FE

El valor moral del progreso

Introducción

Vivimos en una época que avanza a una velocidad vertiginosa. La ciencia, la tecnología, la economía y las comunicaciones han transformado profundamente la manera en que vivimos, producimos, pensamos y nos relacionamos. Sin embargo, en medio de tanto cambio, surge una pregunta que no podemos eludir: ¿todo crecimiento es realmente progreso?

El desarrollo no puede medirse única y exclusivamente por cifras, estadísticas o balances financieros. La grandeza verdadera de una nación no está en su Producto interno bruto, sino en la calidad moral y humana de su gente. Un pueblo no se engrandece únicamente cuando sus edificios se elevan hacia el cielo o sus carreteras se multiplican, sino cuando sus ciudadanos viven con dignidad y justicia.

El progreso material, sin principios éticos que lo orienten, puede construir estructuras impresionantes y al mismo tiempo destruir los fundamentos morales de una sociedad. Se puede tener abundancia de bienes, pero pobreza de alma; riqueza de objetos, pero escasez de valores. Esa es la gran paradoja de nuestro tiempo: avanzar tecnológicamente mientras retrocedemos humanamente.

1-El desarrollo sin ética es un espejismo

El progreso económico, cuando se separa de la ética, termina convirtiéndose en un espejismo que deslumbra pero no sacia. La búsqueda desenfrenada de ganancias, el afán de éxito inmediato y el culto a la productividad pueden hacernos olvidar que detrás de cada número hay personas, rostros concretos, familias, historias y esperanzas.

Un desarrollo que se logra a costa de la justicia social, del respeto a los derechos laborales o del equilibrio ambiental no es desarrollo. Al contrario, es abuso. Cuando los recursos naturales se explotan sin límites y se destruyen por intereses económicos o cuando la corrupción desvía los fondos públicos que deberían servir al bien común, el progreso deja de ser progreso y se convierte en degradación moral.

La historia está llena de ejemplos de naciones que alcanzaron niveles impresionantes de riqueza, pero colapsaron internamente por no sostener su crecimiento en valores sólidos. Ninguna economía

puede mantenerse fuerte si su tejido ético se deshilacha. Por eso podemos decir con toda seguridad que la prosperidad sin moral es como un edificio sin cimientos: tarde o temprano se derrumba.

2-El rostro humano de la economía Toda economía, para ser verdaderamente humana, debe tener rostro y corazón. No se trata de negar, de ninguna manera, la importancia del crecimiento económico, sino de recordar que el dinero, los mercados y la tecnología son medios, no fines. Su función es servir a la persona y al bien común, no esclavizarlos. Cuando se mira la economía solo desde la perspectiva de los números, se corre el riesgo de deshumanizarla. Pero cuando se la mira desde el rostro del otro, dígase del trabajador, de la madre, del joven, la economía recupera su sentido más noble.

El auténtico progreso se reconoce por lo que comparte. Una sociedad progresa cuando sus avances benefician a todos, especialmente a los más vulnerables. La equidad social es una exigencia moral. Nadie puede llamarse desarrollado si una parte de su pueblo vive en la exclusión o en la desesperanza.

3-La ética del bien común

El bien común es la convicción profunda de que el bienestar de cada uno está ligado al bienestar de todos. Cuando una sociedad se organiza en función del bien común, los intereses particulares ceden ante la justicia, la solidaridad y la responsabilidad compartida.

Sin embargo, el individualismo contemporáneo tiende a romper ese tejido. Se ha instalado la mentalidad de que el éxito personal justifica cualquier medio. Pero una sociedad donde cada uno busca solo su provecho termina fragmentándose. Nadie puede ser verdaderamente feliz en medio de la desigualdad, del abuso o del egoísmo generalizado.

Por eso, hablar del valor moral del progreso es recordar que toda obra humana debe tener un alma. Las grandes transformaciones sociales surgen cuando la conciencia colectiva se ilumina por valores firmes: la honestidad, la verdad, el

respeto, la solidaridad, la justicia y la responsabilidad.

4-La educación moral como base del desarrollo

No habrá desarrollo sostenible sin una educación que forme la conciencia ética de los ciudadanos. De nada sirven los avances técnicos si no se educa al corazón. La educación moral enseña a discernir lo que construye y lo que destruye, lo que dignifica y lo que envilece.

Un país progresa por sus industrias y su tecnología, pero más por la calidad de su gente. Cuando las nuevas generaciones crecen con sentido de justicia, respeto por la vida, amor por la verdad y sensibilidad por el otro, se aseguran los verdaderos pilares de un futuro digno.

Educar para la ética es educar para la libertad. La persona moralmente formada no se deja arrastrar por las modas ni por la corrupción del ambiente. Sabe decir no a lo fácil, porque entiende que la rectitud tiene un precio, pero también un profundo valor.

5-La responsabilidad de quienes dirigen

Los que tienen en sus manos el poder de decidir, políticos, empresarios, educadores, comunicadores, tienen una responsabilidad mayor. Su conducta debe ser ejemplar, porque sus decisiones afectan la vida de muchos.

El dirigente que pone la justicia por encima del interés personal se convierte en un verdadero servidor del pueblo. Pero aquel que usa el poder para enriquecerse o manipular, traiciona su misión y contribuye al deterioro moral de la nación.

No basta con tener leyes: es necesario que haya conciencia. Las normas pueden ser burladas, pero la conciencia recta es un juez que nadie puede sobornar. Cuando los líderes actúan movidos por la ética, siembran confianza. Y sin confianza, ninguna economía ni institución puede sostenerse.

6-Progreso con alma solidaria El progreso debe unir. Su medida más alta está en la solidaridad. Una sociedad

verdaderamente desarrollada es la que tiene menos pobres.

La solidaridad no es filantropía que se ejerce ocasionalmente, es justicia en movimiento. Es entender que el otro no es un competidor, sino un hermano de camino. En un mundo marcado fuertemente por tantas desigualdades, la solidaridad se vuelve la fuerza que humaniza el progreso y lo convierte en fuente de esperanza. Un pueblo solidario es un pueblo fuerte. Nadie puede sentirse realizado mientras otros viven en la marginación. Por eso, la equidad es la forma más elevada de progreso moral.

7-El compromiso con la verdad y con el bien

Toda transformación auténtica parte de una conciencia que busca la verdad y se compromete con el bien. Cuando la mentira y la manipulación dominan el discurso público, el progreso pierde su rumbo. La verdad ilumina, da claridad, y evita que la sociedad se construya sobre engaños. El bien, por su parte, es el horizonte que da sentido a todo esfuerzo humano. Una nación que camina hacia el bien común, que promueve la justicia, que protege la vida y la dignidad, está en el camino correcto, aunque su crecimiento sea lento. Pero un país que avanza rápido sin mirar sus heridas, sin cuidar su alma, corre el riesgo de perderse.

El progreso sin verdad se convierte en propaganda. El progreso sin bien se transforma en poder vacío. Solo la unión de ambos garantiza un desarrollo que enriquezca la vida en todas sus dimensiones.

8-La grandeza de lo humano

Los pueblos que han dejado huella en la historia, repito, no fueron necesariamente los más ricos, sino los que supieron vivir con justicia y sentido ético.

Construir un futuro digno implica rescatar la dimensión moral de la vida pública, fortalecer la conciencia cívica y promover una cultura donde la honestidad y el servicio sean virtudes admiradas, no excepciones.

El desarrollo económico es importante, pero si no va acompañado de desarrollo ético, termina vaciándose de sentido. La prosperidad sin valores es como un árbol sin raíces: puede parecer frondoso, pero cualquier viento fuerte lo derriba.

Una sociedad que une progreso material y crecimiento moral puede mirar el futuro con esperanza. Porque el progreso verdadero eleva, integra y ennoblece.

Conclusión

CERTIFICO que el progreso de los pueblos debe estar fundamentado en la ética y los valores, jamás poniendo en juego su moral.

DOY FE en Santiago de los Caballeros a los veinticuatro (24) días del mes de octubre del año del Señor dos mil veinticinco (2025). l

Ramón de la Rosa y Ca R pio
ArzobiSPo DE SANTiAgo

10 Cultura

novela por entregas

Sombras de Argel

ESPECiAL

Capítulo VIII – La obra secreta

En los años posteriores a su regreso, cuando ya se había asentado en España y luchaba por abrirse camino como escritor, Cervantes llevaba consigo no solo las cicatrices de Lepanto y Argel, sino también una historia que ardía en su interior como un rescoldo imposible de apagar. No podía contarla en público, ni siquiera confiársela a sus amigos más íntimos. Pero la escritura ofrecía un refugio, una forma de sublimar lo inconfesable.

Así nació la idea de una obra secreta, un relato que jamás llegó a imprimir ni a mostrar completo, quizá perdido en borradores dispersos, quizá oculto en pliegos destruidos por él mismo. Era la historia de un caballero cristiano apresado por corsarios, que en tierras de cautiverio hallaba no solo cadenas, sino también un amor que lo transformaba.

La protagonista era Zoraida, hija de un príncipe moro, joven de belleza serena y carácter indomable. En ella se traslucía la figura de Aixa, con sus ojos oscuros, su inteligencia y su valentía para desafiar las convenciones de su mundo. El héroe cristiano, en cambio, no era reflejo exacto de Cervantes, sino un doble idealizado: más osado, más afortunado, capaz de conquistar no solo el corazón de la princesa, sino también un lugar en su sociedad.

En las páginas de aquella obra imaginada, el amor prohibido no acababa en renuncia ni en silencio. El caballero se quedaba en Argel, abrazaba el destino que el azar le había ofrecido, y junto a Zoraida fundaba un hogar. Tenían hijos — varios, fuertes y risueños—, levantaban una casa luminosa cerca del puerto, y el cautivo, convertido en mercader, prosperaba en sus negocios hasta hacerse respetar tanto por cristianos como por musulmanes.

Era una fantasía, un mundo invertido, donde el dolor real de Cervantes encontraba su redención en la ficción. La pluma ofrecía lo que la vida le negó: la plenitud de un amor sin cadenas, una familia que lo acompañaba en la madurez, una existencia de paz en la misma ciudad que lo había atormentado.

No se sabe si alguna vez se atrevió a leer en voz alta fragmentos de esa obra a algún amigo confiable, disfrazándola de simple invención. Pero en su interior, sabía que era el espejo más fiel de lo que había sentido por Aixa y de lo que había soñado para Hasan.

La obra quedó inconclusa, borrada quizá por miedo a que alguien reconociera la verdad encubierta. Sin embargo, sus ecos sobrevivieron: reaparecerían en pasajes de su narrativa posterior, en los relatos de cautivos, en los amores imposibles, en personajes que se debaten entre la fe, la patria y la pasión.

Cervantes había perdido a Aixa y a su hijo en la realidad. Pero en la escritura

encontró el modo de mantenerlos vivos, reinventados en un universo donde la vida en Argel no era cautiverio, sino promesa cumplida.

Epílogo – El hijo del silencio

Madrid, 1615. Miguel de Cervantes Saavedra se hallaba ya al final de su vida. El manco de Lepanto, el cautivo de Argel, el soldado errante y el escritor incansable había entregado al mundo sus libros, aquellos hijos de papel que llevaban su nombre más allá de lo que él mismo hubiera imaginado. Sin embargo, en las largas tardes en que la fiebre lo atenazaba y la vista le flaqueaba, su mente volvía siempre a un recuerdo que no había podido enterrar: el jardín de Argel, la sonrisa de Aixa, los balbuceos de un niño al que había renunciado.

Era primavera cuando un criado golpeó la puerta de su modesta casa en la calle de León.

—Señor, hay un joven que insiste en hablar con vos. Dice traer un recado de alguien importante, pero no quiere decir más.

Cervantes, cansado de visitas vanas, estuvo a punto de rechazarlo. Pero algo en la voz del criado, cierta extrañeza, lo hizo dudar.

—Hacedle pasar.

El joven entró con paso firme. Vestía de manera sobria, sin lujo, pero en su porte había dignidad. Los ojos oscuros, la tez

morena, los rasgos que mezclaban lo castellano y lo árabe golpearon a Cervantes como un mazazo. Se vio reflejado en aquella frente, en la manera de mirar, en la fuerza contenida del gesto.

—¿Qué recado traéis, buen hombre? —preguntó con voz grave, intentando contener la agitación que lo estremecía.

El joven guardó silencio unos instantes, como si buscara el modo justo de hablar. Finalmente, dijo:

—No traigo cartas ni órdenes, señor. Solo traigo mi nombre: Hasan ibn Miguel.

Cervantes sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. El nombre golpeó cada fibra de su memoria: Hasan, el niño que había dejado dormido en una cesta junto a su madre.

—Vengo de Argel —continuó el joven, con serenidad—. Mi madre, Aixa, me habló de vos cuando era niño. Dijo que un hombre valiente había amado su corazón y que de ese amor nací yo. He querido conoceros antes de que el destino os reclame.

Las manos de Cervantes temblaron. El tiempo, con toda su crueldad, se había quebrado en un instante: aquel hijo al que había renunciado estaba allí, vivo, adulto, testimonio de un amor que creía perdido en las arenas de Argel.

No encontró palabras. Apenas pudo extender los brazos, y el joven se inclinó para abrazarlo. En ese gesto,

Cervantes sintió que la culpa de toda una vida encontraba un resquicio de redención.

Conversaron hasta entrada la noche. Hasan le habló de su madre, de la vida en Argel, de los años en que había crecido entre dos mundos. Cervantes, con lágrimas en los ojos, narró lo que jamás había confesado a nadie: sus tentativas de fuga, su amor por Aixa, la agonía de la renuncia.

Al despedirse, Hasan no pidió nada. No buscaba herencias ni reconocimiento público. Solo quería mirar a los ojos de su padre y confirmarse en su historia. Cuando la puerta se cerró tras él, Cervantes permaneció largo rato en silencio. Luego, con mano trémula, tomó la pluma. En el margen de un cuaderno, escribió una frase breve, apenas un susurro para sí mismo: “He vivido cautivo en muchos lugares, pero solo en este encuentro he sentido la libertad verdadera.”

Pocos días después, la enfermedad se lo llevó. Y aunque España lo lloró como genio literario, nadie supo que en su último aliento también había partido un padre reconciliado con su hijo y con su propia memoria. l

BASILIO RODRÍGUEZ CAÑADA Casa de Campo, La Romana (República Dominicana) 20 de septiembre de 2025

elCaribe,

11 Cultura

Entre Bataille y Pastor de Moya, el abismo como revelación

Hay escritores que llegan a la literatura como quien entra a una catedral: con respeto por las formas, con veneración por la medida, con la esperanza de encontrar en las palabras un orden que dé sentido al mundo. Y hay otros —más raros, más necesarios— que entran en ella como quien se lanza a un pozo sin fondo. Georges Bataille fue uno de esos. Pastor de Moya también lo es. Lo que los une no es el idioma ni el tiempo, ni siquiera la intención de escribir poesía, sino la voluntad de mirar al abismo sin parpadear y de convertir esa oscuridad en materia de revelación.

En Bataille, la literatura es un ejercicio de transgresión. Sus libros, más que discursos filosóficos, son experiencias de desborde. Nada en ellos obedece al mandato de la razón, porque su tarea no es explicar el mundo sino desarmarlo. En lugar de ofrecernos ideas ordenadas, nos lanza imágenes de sangre, deseo y descomposición. No busca elevarnos a lo sublime; nos arroja a lo bajo, a lo que el pensamiento siempre ha querido esconder: el cuerpo, la muerte, el excremento, el sacrificio. Allí, en esa zona prohibida donde se cruzan el asco y el éxtasis, Bataille encuentra lo sagrado. Lo grotesco no es, para él, una categoría estética menor, sino el rostro desnudo de lo real.

La poesía del libro de Pastor de Moya en Álgebra de peces nace de un impulso semejante. Sus versos no buscan el orden ni la transparencia, sino la turbulencia y el desborde. No son poemas que describan la mar: son poemas que son la mar. Las palabras se agitan, chocan, se disuelven unas en otras como olas, y en esa violencia encuentran su verdad. Leerlo no es un acto de comprensión, sino una experiencia física, casi corporal. No leemos Álgebra de peces con la mente: lo respiramos, lo padecemos, nos dejamos arrastrar por su corriente. Ambos escritores, cada uno a su modo, entienden que la literatura comienza donde el pensamiento racional termina. Bataille lo explica con crudeza: para tocar lo sagrado hay que atravesar el límite, y ese límite no está en los cielos sino en el barro. Pastor de Moya lo demuestra con imágenes: el pez, el salitre, el cuerpo abierto, la herida. No hay metáforas decorativas en sus versos; hay símbolos primordiales que nos devuelven a la ma-

teria original de la existencia. Su “álgebra” no resuelve problemas, los multiplica. Su mar no consuela, devora. Hay en ambos una ética del exceso. La belleza, entendida como proporción o armonía, no les interesa. Lo que buscan es la fisura, el derrumbe, el lugar donde el lenguaje se rompe porque ha tocado lo que no puede decirse. Bataille llamaba a eso lo informe: aquello que no puede clasificarse, que destruye las jerarquías del pen-

samiento. Pastor de Moya convierte ese concepto en música verbal. Su poesía no se deja encerrar en la métrica ni en el sentido; es una lengua que se descompone para acercarse al origen, que se quiebra para revelar lo que la sintaxis no alcanza. Pero hay una diferencia esencial. Bataille construye su obra desde la reflexión, desde la lucidez teórica de quien quiere dinamitar la tradición filosófica occidental. Pastor de Moya, en cambio, actúa des-

de la intuición poética: no teoriza el exceso, lo encarna. Donde Bataille explica, De Moya canta; donde el filósofo disecciona, el poeta tiembla. Sin embargo, en ambos casos el destino es el mismo: romper el cerco del lenguaje y devolvernos a la intemperie del ser.

Tal vez por eso leerlos produce un efecto parecido: nos saca de la comodidad. La literatura de Bataille no se deja leer sin incomodidad ni vértigo; la poesía de Álgebra de peces no se deja leer sin naufragio. En sus páginas uno no encuentra respuestas, sino preguntas que no sabíamos que teníamos. No nos dicen quiénes somos, sino que nos muestran lo que tememos ser: animales finitos, cuerpos abiertos, deseo y herida, espuma que vuelve a la mar. Y, sin embargo, hay en ese descenso una forma de luz. Porque si lo sagrado está en lo prohibido, si la verdad habita en el fango, entonces el arte que se atreve a bajar hasta allí nos revela más que cualquier templo. Bataille lo sabía: no se trata de huir del horror, sino de atravesarlo. Pastor de Moya parece entenderlo del mismo modo: no hay redención en sus poemas, pero sí hay revelación. La mar que devora también engendra, la herida que duele también ilumina. Al final, entre Bataille y Pastor de Moya hay un puente secreto. No es un puente hecho de conceptos, sino de intuiciones profundas: la de que el arte no es ornamento sino abismo; que el poema no es refugio sino salto; que lo humano no se explica desde el cielo, sino desde la profundidad del cuerpo y del caos. Ambos saben que el camino hacia la verdad no asciende, sino que desciende. Y en ese descenso —oscuro, impuro, desbordado— la literatura alcanza su más alto poder. l

Georges Bataille. F.e.
Pastor de Moya. F.e.

Obras maestras que nacieron de la lluvia

Andrés Tov A r

Especial para elCaribe

Estos días en que la lluvia marca el pulso del Caribe bajo los caprichos de la tormenta Melissa parecen recordarnos que el agua, además de fuerza natural, es también una música antigua. Hay algo profundamente musical en el sonido de la lluvia: un compás líquido que se desliza sobre tejados, hojas y asfalto, modulando con la precisión de una orquesta invisible.

Ningún otro fenómeno natural ha inspirado tanto a los compositores, quizás porque en cada gota palpita una emoción. La lluvia cae, y el oído humano busca inmediatamente el orden que se esconde en su aparente caos.

Música clásica, tormentas interiores Desde el siglo XVIII, la música clásica ha encontrado en la lluvia un espejo perfecto de los estados del alma. Beethoven, siempre atento al dramatismo del clima, escribió su Sonata Op. 31 No. 2, conocida como La Tempestad, no como descripción meteorológica sino como tormenta interior. En sus arpegios se escucha el viento levantando el alma del oyente, mientras los truenos del bajo presagian la calma.

Un siglo después, Frédéric Chopin encerró una tarde de lluvia en Mallorca dentro de su Preludio Op. 28 No. 15, el famoso Raindrop. Dicen que el polaco odiaba las interpretaciones literales, pero es imposible no oír en sus compases la repetición hipnótica de las gotas golpeando un techo, el crescendo que anuncia el aguacero y la serenidad posterior cuando el piano parece suspenderse sobre un charco de luz. Claude Debussy, en cambio, convirtió la lluvia en color. En Jardins sous la pluie, compuso una pintura impresionista que evoca la infancia, los juegos bajo el aguacero, la humedad del aire. Y en La Mer, aunque el tema es el mar, la textura orquestal vibra como una cortina de lluvia. La música francesa de comienzos del siglo XX supo traducir el agua en emoción difusa, en pinceladas sonoras que se evaporan. Más cerca en el tiempo, Benjamin Britten hizo de la lluvia un personaje dramático. En los Four Sea Interludes de su ópera Peter Grimes, cada movimiento refleja un estado del mar y del alma. El tercero, Storm, es puro teatro climático: la orquesta se convierte en tormenta, los metales rugen como truenos, las cuerdas cortan el aire como ráfagas. Britten comprendió que el clima es también moral, que las nubes tienen su ética.

Y si la lluvia puede ser trágica, también puede ser traviesa. Leroy Anderson, el maestro de las miniaturas orquestales americanas, escribió Plink,

Plank, Plunk! para recordarnos que el agua también juega. Cada pizzicato es una gota alegre que salta sobre las cuerdas. La música sonríe, y el oyente vuelve a la infancia.

En el Caribe, donde la lluvia no es excepción sino respiración cotidiana, también hay música que nace de su rumor. Julio Alberto Hernández, con su fino instinto melódico, captó en muchas de sus obras ese equilibrio entre melancolía y vitalidad tropical. Lo mismo podría decirse de Paul C. Castellanos, compositor costarricense que supo escribir la humedad de su tierra en texturas orquestales que parecen neblina. Aquí la lluvia no es un accidente climático: es un modo de ser.

Quizás por eso, cuando el cielo se abre sobre Santo Domingo y las calles se llenan de reflejos, uno siente que todo suena diferente: el motor, el paso, la voz. Escuchar la lluvia es un acto musical, una afinación del alma. Y si alguna vez dudamos de que el agua tenga ritmo, basta detenerse y dejar que los truenos marquen el compás. La lluvia enseña a escuchar: cada gota contiene su propio silencio, su propia cadencia.

La música, al final, no hace más que devolverle al agua su voz original. Beethoven la convirtió en tormenta, Debussy en perfume, Chopin en lágrima, Britten en drama y Anderson en juego. Y nosotros, que vivimos bajo un cielo que cambia de humor con cada estación, tenemos el privilegio de escucharla como preludio. No sólo en la música clásica

En el Caribe, el pulso del clima convertido en sonido no es solo un privilegio de la música clásica. Así como los grandes compositores europeos transformaron la tormenta en sinfonía, la música popular nuestra ha hecho del agua

ConCierto Sentido

Eric Lu y el vals que Chopin habría aprobado

A ndrés T ov A r

Afirmé en una columna anterior que, de las últimas ediciones del Concurso Chopin no había surgido algún paricipante del Concurso Chopin que impresionara y que esperaba equivocarme en la edición de este año. Y agradezco que así fuera.

una metáfora cotidiana. Lucho Bermúdez llevó el espíritu de la lluvia al porro y al cumbión: un pulso líquido que evoca los ríos del Magdalena y el sudor de la costa. Sus arreglos de vientos y percusión imitan el vaivén de las gotas, el diálogo entre tambor y cielo. Al otro extremo, Ernesto Lecuona pintó con el piano las emociones del clima cubano: en piezas como La comparsa o Andalucía, el agua se disuelve en nostalgia, en una melodía que parece evaporarse al sol. Juan Luis Guerra convirtió la lluvia en poesía popular. Ojalá que llueva café no solo es un himno de esperanza: es una metáfora agrícola, política y sensorial. En esa canción, la lluvia deja de ser amenaza y se vuelve bendición. Su eco aún resuena en cada época de huracanes, recordando que el Caribe ha aprendido a transformar la incertidumbre en canto.

Más contemporáneo, Michel Camilo ****heredó esa tradición climática para llevarla al jazz. En obras como On Fire o From Within, su piano parece conjurar tormentas tropicales con energía rítmica y luz armónica. Camilo no describe la lluvia: la improvisa. Cada ráfaga de notas es un aguacero sonoro donde percusión y piano se confunden, evocando la humedad del Caribe urbano. En tiempos donde la fuerza de la naturaleza recuerda nuestra fragilidad, la música caribeña responde con una lección de resiliencia sonora: cada aguacero deja una melodía, cada trueno una cadencia. Escucharla es comprender que el Caribe nunca se detiene: solo cambia de tempo.l

l La paritura original del “Raindrop” de Chopin refleja un “diluvio” musical.

El nacido en Estados Unidos, de padre taiwanés y madre china (toda una paradoja), dejó a asisentes, críticos y amantes de la música clásica sin ovaciones luego de su consagración el pasado domingo en el 19º Concurso Chopin de Varsovia, donde deslumbró, sin exagerar, por su madurez, sutileza y extraordinario fraseo. Los críticos elogiaron un pianismo de alto nivel, “en un espíritu que habría conmovido al propio Chopin”. Lu ya había obtenido el 4º premio en el Chopin 2015 y ganado el Leeds 2018. Lo del domingo pasado es otro eslabon de una carrera fulgurante.

Con ese revuelo, Deutsche Grammophon no perdió tiempo y se apresuró a lanzar, ayer viernes, un single del Vals Op. 64 n.º 2 en do sostenido menor (Chopin: Waltz No. 7 in C-Sharp Minor, Op. 64 No. 2 Live) de Chopin, interpretado por Eric Lu. El sencillo ya está en las principales plataformas, desde YouTube hasta Apple Music. Lu aborda esta página con lirismo y elegancia notables. La naturalidad de su rubato (manejo de la velocidad de la pieza para ‘disolver’ un acorde en otro) dan a cada compás un aliento orgánico, llevando a “re-descubrir” la pieza como si fuera la primera vez. A sus 27 años, la madurez artística de Lu impresiona: no busca virtuosismo vacío, sino comunicación profunda.

Da gusto saber que la música de Chopin sigue siendo piedra angular para jóvenes pianistas como Lu: un trampolín competitivo y, a la vez, escuela de madurez artística. Agradezco enormemente haberme equivocado. l

La partitura original de “Raindrop” de Chopin refleja un diluvio musical. f.E.

Espejo de tinta

La literatura náhuatl: palabra, cosmos y trascendencia

AndreÍn A Mor A les

Especial para elCaribe

la literatura náhuatl constituye una de las expresiones más refinadas del pensamiento mesoamericano. En ella se funden la espiritualidad, la historia y la sensibilidad estética de los pueblos mexicas, cuya visión del mundo estuvo determinada por un complejo entramado religioso, social y filosófico. A través de sus cantos, mitos y poemas, los antiguos nahuas transformaron la palabra en una vía hacia lo sagrado, en un espejo del universo y del alma humana. Un pueblo que erigió su palabra en piedra y canto

El altiplano mexicano fue el escenario donde floreció la civilización mexica, un pueblo procedente de Aztlán que, tras una larga peregrinación, halló en 1325 el sitio prometido: un islote de la laguna de Texcoco donde el águila devorando la serpiente marcó el destino de Tenochtitlan. Allí, en el corazón de Mesoamérica, se alzó una urbe monumental con templos, canales y mercados, sustentada por una organización social rigurosa y una cosmovisión que ligaba todos los actos humanos al equilibrio del universo.

Los mexicas eran un pueblo guerrero y agrícola, pero también poético. Su sociedad estaba jerarquizada entre nobles, sa-

cerdotes, guerreros, comerciantes y campesinos, todos subordinados a un principio superior de orden cósmico. En ese marco, la palabra —el in xochitl, in cuicatl, “flor y canto”— era concebida como una manifestación divina, un don del Dador de la Vida que otorgaba sentido y permanencia frente a la fugacidad de la existencia.

La religión mexica se sustentaba en una visión cíclica del tiempo y en la necesidad de alimentar al Sol con sangre humana, para mantener el movimiento del cosmos. Los dioses eran múltiples y representaban fuerzas naturales: Tláloc, señor de la lluvia; Ehécatl, del viento; Xipe Tótec, de la renovación de la tierra. En lo más alto del pensamiento religioso se encontraba Ometéotl, la divinidad dual —masculina y femenina a la vez— símbolo de la unidad y la dualidad del universo.

Los rituales y sacrificios respondían a una lógica sagrada: devolver a los dioses lo que les pertenecía. Así, la palabra poética y el canto eran también formas de ofrenda, equivalentes espirituales de la sangre y el fuego. Los mexicas desarrollaron un sistema de escritura pictográfica e ideográfica, y un calendario solar y ritual que se cruzaban en ciclos de 52 años. Cada ciclo concluía con ceremonias que buscaban evitar el fin del mundo (Amaro, s.f.).

La literatura náhuatl se manifiesta como una fusión entre la épica, el mito y la lírica. Las epopeyas y leyendas exaltaban las

gica, vislumbra una esperanza de trascendencia a través del arte, la palabra y la búsqueda de “lo verdadero”. Su concepto de “flor y canto” es la metáfora central de su pensamiento: la poesía como camino hacia el Dador de la Vida, a quien nombra Tloque Nahuaque, “el Dueño del cerca y del junto” (León-Portilla, 2006). En su célebre poema, Nezahualcóyotl pregunta:

“¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?

No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.

Aunque sea de jade se quiebra, aunque sea oro se rompe...”

Su voz expresa la conciencia universal del ser humano frente a la muerte, pero también la fe en una dimensión espiritual donde la palabra —más duradera que el cuerpo— permite trascender lo efímero. En su obra, la poesía se convierte en un modo de eternidad.

La poesía náhuatl no fue dominio exclusivo de los hombres. Entre las pocas mujeres poetas de quienes se conserva testimonio destaca Macuilxochitzin, hija del consejero Tlacaélel. Su nombre, que significa “Cinco Flor”, evoca tanto la delicadeza como la fuerza de su palabra. Fue contemporánea del rey Axayácatl, a quien dedicó un canto célebre donde se entrelazan la guerra, la devoción y la compasión.

En su “Canto de Macuilxochitzin”, la poeta exalta la grandeza de los guerreros mexicas y las conquistas de Axayácatl, interpretándolas como ofrendas florales al Dador de la Vida. Pero entre los ecos bélicos emerge una sensibilidad singular: la de las mujeres otomíes que interceden por el soldado que hirió al rey. En esa súplica se percibe una mirada femenina que humaniza la guerra y reivindica la piedad frente a la violencia.

hazañas de los héroes, humanos o divinos, y narraban el origen del cosmos. En cambio, los cuícatl —palabra que designa “cantos” o “poemas”— expresaban emociones, plegarias o reflexiones filosóficas mediante un lenguaje simbólico y musical. Estos cantos se clasificaban según su temática: teocuícatl (himnos a los dioses), yaocuícatl (cantos de guerra), melahuacuícatl (relatos míticos o históricos), xopancuícatl (cantos a la primavera) e icnocuícatl (poesía filosófica y melancólica). En ellos se revela la riqueza estética del pensamiento náhuatl, donde el poema es simultáneamente canto, plegaria y meditación sobre la vida y la muerte. Los cuícatl de Texcoco solían ser más introspectivos y filosóficos, mientras los de Tenochtitlan exaltaban la valentía y el espíritu combativo del pueblo mexica. Entre las voces más ilustres de esta tradición se alza la de Nezahualcóyotl, el sabio rey de Texcoco (1402–1472), quien encarna la síntesis perfecta entre gobernante, filósofo, arquitecto y poeta. Su obra poética, preservada gracias a los códices y a la tradición oral, constituye una de las expresiones más altas del pensamiento prehispánico.

Nezahualcóyotl meditó sobre la fugacidad de la vida y la inevitable certeza de la muerte. En sus versos, compara la existencia con una flor que pronto se marchita, con el jade que se quiebra o el oro que se rompe. Aun en esa conciencia trá-

Su voz revela que las mujeres nahuas también participaron activamente en la tradición poética, aportando una perspectiva emocional y simbólica que enriquece el legado literario del mundo azteca. En ella, la palabra es puente entre la vida y la divinidad, entre el dolor y la belleza (León-Portilla, 2006).

La literatura náhuatl, más que una manifestación estética, fue una forma de conocimiento. En su universo simbólico, la palabra tiene un poder creador: nombra, transforma, eleva. Los antiguos nahuas comprendieron que todo lo visible está destinado a perecer, pero la palabra verdadera —la poesía— puede sobrevivir a la muerte.

Como escribió Nezahualcóyotl, “no para siempre en la tierra: sólo un poco aquí”. Ese “poco” fue suficiente para dejar huella. Sus cantos, sus metáforas florales y sus plegarias filosóficas siguen vibrando como testimonios de una civilización que encontró en la poesía la expresión más alta del espíritu humano.

Referencias

León-Portilla, M. (Ed.). (2006). Trece poetas del mundo azteca. Fundación Editorial El Perro y la Rana. l

La autora del artículo es estudiante de la Licenciatura en Lengua y Literatura en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM).

Microrrelatos de Awilda Cáez

Valentín amaro

Especial para elCaribe

esta semana en “Espejo de tinta”, nuestra invitada es la escritora puertorriqueña Awilda Cáez, autora de los libros de cuentos Adiós, Mariana y otras despedidas (2010, Premio Certamen Interuniversitario de Literatura), Manchas de tinta en los dedos (2013), y de la novela Todo el mal necesario (2023, Premio ILBA a la Mejor Novela de Ficción Popular y Mejor Novela de Tema Latino Femenina; Premio Pen Club de Puerto Rico). También es coautora de Nadie descubrirá tus huellas junto al colectivo literario Amalgama G7 (2019, segundo lugar ILBA en la categoría Novela de Misterio; Premio Pen Club de Puerto Rico). Fue la antóloga de Latitud 18.5 (2019, Premio ILBA en la categoría Mejor Libro de Ficción-Varios Autores). Sus cuentos han aparecido en múltiples periódicos y revistas, y en antologías de Estados Unidos, México, España, Argentina, Italia y Puerto Rico. El Municipio Autónomo de Caguas le otorgó los reconocimientos Escritora Distinguida y Mujer Destacada en las Artes. Posee una maestría en Creación Literaria y un doctorado en Estudios Culturales.

Como alfarera, Awilda Cáez moldea cada pieza con una precisión asombrosa. Los microrrelatos que presenta en esta ocasión constituyen una mirada crítica e irónica a las debilidades humanas y a las estructuras sociales. A través de la parodia, el absurdo, el sarcasmo y el humor negro, desvela realidades ocultas bajo la apariencia de lo simple y cotidiano: el autoengaño amoroso, la manipulación colectiva, la incomunicación familiar, el patriarcado, la ambición desmedida, la hipocresía política y la moral sexual. Cada texto concentra una reflexión punzante que entrelaza fantasía y denuncia, mostrando cómo el poder, la mentira y la ignorancia configuran diversas facetas de la condición humana. Zavala (2004) define el microrrelato como una narración extremadamente breve, pero completa, caracterizada por su densidad, economía expresiva y activa participación del lector, donde predominan la elipsis, la intertextualidad y la ambigüedad para sugerir más de lo que se dice, generando un efecto sorpresivo o meditativo en pocas líneas. Justamente eso logra nuestra invitada con maestría.

LA PRINCESA

La realidad es que a la Cenicienta, el zapato le quedó grande. El príncipe ya la había escogido por su hermosura, así que disimuló ante todos el percance.

Muchos años después, motivada por el desencanto con

que eran dos zapatos.

GANADO

su matrimonio, la princesa le dijo a su esposo: —No debiste haberle hecho creer a todos que el zapato era mío. De seguro hubieses sido más feliz con la verdadera dueña. A lo que el príncipe contestó: —No te preocupes, querida. Recuerda

En el diminuto pueblo de Olivera amanecieron diecisiete vacas muertas. Tres días después, otras veintiocho yacían sin vida, acostadas en desorden cerca del rancho de los toros. La noticia se propagó como canción de verano y algunos aseguraban que se trataba de un asesino en serie. El comisario opinó que podía ser un ataque terrorista. Para no echar aceite a ningún fuego y

poner fin a la histeria colectiva, la alcaldesa decidió proclamar que las vacas murieron de amor porque había muy pocos toros para aparearse. Conmovidos, los habitantes de otras comarcas enviaron sus ejemplares para evitar que siguieran muriendo las afligidas reses enamoradas. Al final del primer mes, la cantidad de toros superaba por una treintena el total de vacas vivas y satisfechas. Dos semanas después, aparecieron los primeros quince toros acostados en

rio, le ayudaban a cuidar los nidos. Por otro lado, los gallos siempre querían hacerle ver a los demás que el secreto de los huevos dorados era el esperma. Lograron convencer a la comunidad durante muchos años. Hasta que la ciencia evolucionó y se inventaron los sonogramas. El primer investigador que examinó a Micaela con un aparato de ultrasonido se dio cuenta de que ella estaba hecha de oro por dentro. Los gallos se enojaron porque ya no se sentían especiales. Decidieron que, desde ese momento, Micaela tendría que pedirles permiso para poner huevos. Como ella se negó, dejaron de fecundarla. Tuvo que dedicarse a tejer para no morirse de hambre.

Con el pasar del tiempo, los gallos llegaron a engendrar miles de huevos normales con cientos de gallinas que bajaban la cabeza cuando ellos se acercaban. Mientras, Micaela se hizo millonaria vendiendo hermosos abrigos tejidos con hilos de oro que brotaban de sus alas.

LA ÚLTIMA MUJER

desorden sobre la pradera. Estaban todos muertos.

EDUCACIÓN FAMILIAR

La tía de Laurita estaba harta de que su sobrina la ignorara cuando hablaba. Ni siquiera tenía la cortesía de levantar la cabeza que mantenía pegada a la pantalla de su celular. “Es como si conversara con una pared”, fue la queja que le dio más de una vez a su hermana Teresa, pero no hubo mejoras en el comportamiento. Molesta y ofendida, decidió

los llanos, las montañas y las ciudades para que se diera cuenta de que sobraba el espacio. Aun así, planificó atacarme mientras yo dormía. Se metió en mi sueño y con una espada de acero me atravesó el corazón. Pero celebró antes de tiempo su “victoria” y el grito de alegría me despertó. La herida desapareció de mi pecho y él se quedó adentro, imposibilitado de salir. Le costó la vida enterarse de que, cuando estoy despierta, las puertas de mi corazón se cierran. Y ese es mi superpoder.

POR ESO EXISTE EL CALENTAMIENTO GLOBAL

La gente se cuestionaba por qué los políticos ignoraban el calentamiento global. Se derretían los glaciales y ellos declaraban guerras. Aumentaban las temperaturas y ellos proponían tratados de libre comercio. Solo un ente sabía la respuesta: —Están entrenando para acostumbrarse al calor del infierno —dijo Lucifer.

MARIONETA

vengarse, aunque sabía que se enfrentaría a la ira familiar. Le envió un mensaje de texto a Teresa, segura de que esa sería la mejor forma de comunicarle su decisión: “De ahora en adelante no cuentes conmigo para nada que tenga que ver con tu hija. Así que ve buscando quién te ayude a bañarla y a darle el biberón”.

MICAELA

Micaela ponía huevos de oro. Ninguna de las otras gallinas la envidiaba por eso, al contra-

Soy el único ser humano que habita el planeta. No era mi intención sobrevivir. Ni siquiera entendí bien el juego cuando me lo explicaron. Hice lo que pude para que los demás supieran que tenía un superpoder. Al final del primer mes se habían aniquilado entre ellos y solo quedó un sobreviviente que me miraba aterrado. Le dije que podíamos coexistir en paz, pero insistió en que el mundo era muy pequeño. Según su lógica, solo cabía uno de nosotros. Le mostré

Cuando la vio, bella y exuberante en aquel cuerpo bien tallado, tuvo una erección tan grande que no puedo esconderla bajo sus pantalones de hilo. A medida que caminaba hacia ella, su masculinidad continuaba alargándose hasta que le dio la vuelta a la plaza y subió por la escalera de la catedral. Con el rostro enrojecido por la más cruel vergüenza, juró que nunca volvería a decir una mentira. l

Esta página es una colaboración especial para este suplemento.

Awilca Cáez, escritora puertorriqueña, ganadora de varios premios literarios. f.E.

Albert Cuentacuentos

el niño narrador

Nacido en 2013, se llama en realidad Albert Wollf II Saint-Felix Nolasco, cursa el primer año de secundaria, no quiere decir en qué escuela “por razones de seguridad”, conocido en las redes sociales como Albert Cuenta Cuentos, es un jovencito inquieto, a punto de

cumplir los doce años y que, con todo el entusiasmo adolescente, habla con seguridad de sus aficiones, dice que le gusta nadar, correr, cantar y tocar la guitarra, también le gusta dibujar comics, una actividad en la que ha comenzado a especializarse a través de ta-

lleres, pero Albert, como su nombre lo indica, es ante todo un contador de cuentos, relatos a los que les imprime su propio estilo y su gracia. Según su mamá, que nos acompaña en la charla, es un buen estudiante y tiene excelentes calificaciones.

“Soy uncreador de contenidos que habla de cosas de actualidad”

s A nti A go A lm A d A foto: xxxxxxxxx

l ¿En qué curso estás ahora?

Estoy cursando el primer año de secundaria.

l ¿A qué te dedicas concretamente?

l Yo soy un creador de contenidos, es decir, me dedico a hablar sobre cosas de actualidad, como cosas de tecnología y datos curiosos o de interés, también hago maestrías de ceremonias, pero más que nada me dedico a contar cuentos, casi siempre para un público infantil pero también puedo hacer cosas dirigidas a todo tipo de público.

l ¿Qué tipo de cuentos son los que tú narras, los escribes tú o los buscas y después los cuentas?

l Por lo general no son cuentos propios, primero los leo y después decido lo que voy a hacer, en realidad a mí no me gusta “embotellarme” las cosas para recitarlas de memoria, sino tener el dominio de lo que estoy diciendo, y aportarles un poco de creatividad propia, de manera que sean historias que cobren vida a medida que las voy contando.

l ¿Recuerdas algún autor de alguno de los cuentos que utilizas en tus contenidos?

l No en este momento, pero cuando selecciono una historia trato de que sea para todo público.

l ¿Cuál es uno de los cuentos que has narrado últimamente?

l Hay uno que se llama Los malos vecinos, y que trata de dos vecinos que se pelean mucho entre ellos y se destruyen mutuamente entre ambos, hasta que terminan en el hospital y solo entonces hablan y se dan cuenta de que solo llevándose bien pueden entenderse y vivir mejor.

l ¿Cómo seleccionas los cuentos que tú narras?

l Primero los busco y después con mi equipo (mamá y papá) seleccionamos cuál puede ser apto para el público al que va dirigido. Si el público es de niños pequeños no se puede buscar un relato muy complicado, en cambio si el público es un poco más “grande” se busca un cuento más acorde con su edad, que no sea demasiado básico.

l Además de contar cuentos, ¿qué otro tipo de actividad realizas?

Lectura

además de leer los cuentos me gusta comprar libros... por ejemplo, ahora estoy leyendo uno que se llama la telaraña de charlotte”

l Además de contar cuentos también canto, interactúo con la gente, charlo sobre diversos temas, como ecología y cosas de actualidad, en una especie de tú a tú, la gente me hace preguntas y reflexionamos juntos para conectar más allá del medio virtual.

l ¿Practicas algún deporte?

l No soy mucho de practicar deportes, pero sinceramente no es mi fuerte, me gusta montar bicicleta, jugar un poco al fútbol, también al béisbol, pero son actividades para recrearme, no como los otros chicos que tal vez vean un futuro en eso.

Me gusta la natación. También estoy en algunos cursos de programación y además trato de desempeñarme como actor de medio tiempo, con mi mamá buscamos castings y ya he participado en algunos comerciales y en algunas películas, hay una que está en posproducción, que se llama Voces rotas y que no sé cuándo saldrá porque usted sabe que las películas dominicanas tardan un poco en salir al público.

l ¿Te gusta escribir?

l Sí, eso es algo que me gusta, y aunque el proceso de publicación es un poco engorroso, cuento con el apoyo de una gran amiga de todos los niños, que se llama Keila González y que ayuda todos los niños que quieren escribir. Además estoy cursando un estudio para hacer comic, es decir ingresé porque quiero aprender a dibujar pero hacerlo bien, y como el comic es una combinación de imagen y texto, decidí inscribirme en ese curso. Todavía no lo he terminado, pero lo estoy haciendo con mucho entusiasmo.

l ¿Has hecho algún comic improvisado para ti?

l Estoy trabajando en el que sería la práctica final, que es una elaboración propia, porque ya las pautas están dadas, pero uno tiene la libertad para inventar, a mí me gustaría alguna vez incursionar en un cómic que transcurra en un universo alternativo, es decir un mundo distópico en el que yo pueda inventar con mi propia imaginación.

l ¿Te gusta leer?

l Sí, claro, además de leer los cuentos que selecciono me gusta comprar libros, siempre que pueda, por ejemplo ahora estoy leyendo uno que para mí es un clásico, y no puede ser que yo no haya leído todavía, que se titula La telaraña de Charlotte (su autor es Elwyn Brooks White), lo vi en la feria del libro y, pues, me lo compré y lo estoy leyendo despacio, para disfrutarlo… también leí Caperucita distraída Verónica Álvarez

l ¿Has pensado en lo que te gustaría hacer cuando termines el bachillerato?

l Lo he pensado, sí, pero todavía no me decido, me interesa todo lo digital, es decir algo que me dé la posibilidad de trabajar de manera remota, sin tener que asistir a un lugar específico de trabajo, pero también me interesa el derecho, o podría ser la ingeniería civil.

Albert Cuentacuentos exhibe simpatía y seguridad en cada respuesta. johnny rotestán

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