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PERIÓDICO DE DISTRIBUCIÓN GRATUITA - AÑO VII - Nº 37 - AGOSTO 2020


Esta columna tiene la intención de conocer las recetas y tradiciones familiares de quienes habitan nuestro querido barrio. Hoy les presentamos a Wanelen Gómez Szokalo y su familia. Como siempre, desafiamos a los lectores a que la prueben. ¡Buen apetito! Que lo disfrute. Mi nombre es Wanelen Gómez Szokalo, mi familia está compuesta por mi papá (Roberto), mamá (Rosa) y hermano (Nathaniel) vivimos en el barrio hace 22 años, en la casa 129. Mis papás siempre nos cuentan que llegaron a Astra con la idea de que pudiéramos crecer en una casa en contacto con la naturaleza; Astra los conquistó con sus paisajes y con la calidez de sus vecinos. Lo que más me gusta de Astra es que crecimos junto con mi hermano con la tranquilidad de salir a la calle y sentirnos libres y seguros, jugando con amigos y compartiendo momentos que siempre recordamos con cariño. Quiero compartirles una receta que nunca falta en la mesa de casa y nos llena de orgullo. Es un placer para mí hacerla, aunque mamá ya no esté con nosotros, nos enseñó y heredamos la receta que deleita a los comensales. INGREDIENTES: · 5 BERENJENAS NEGRAS · 1 L DE VINAGRE DE ALCOHOL · 500 G SAL GRUESA · ACEITE DE GIRASOL C/N · AGUA · AJÍ MOLIDO ·1 DIENTE DE AJO ·1 FRASCO DE VIDRIO 360 CC.

PREPARACIÓN: Existen muchas formas de preparar las berenjenas. Yo le saco el cabito y la cáscara, la corto a la mitad y saco fetas no muy gruesas para que la cocción sea más pareja; las voy acomodando en capas en un colador y por encima de cada una le agrego sal gruesa, hasta llenar el recipiente. Las dejo en sal 2 horas. Una vez pasado ese tiempo, retiro la sal y las dejo en remojo 1 hora en una olla con agua tibia. Paso final, en una olla agrego las berenjenas y le coloco partes iguales de agua y vinagre, generalmente con esta cantidad, son 2 tazas llenas de vinagre y 2 de agua. Conviene hacerlo a fuego medio más bien bajo si es la primera vez, para un mejor control, y revolver cada tanto. Pasada una media hora, cuando está hirviendo notarán que aparece una espuma de color blanco y la berenjena tiene un color verde claro; conviene probar el punto porque si está muy blandita se deshace, pueden retirar una y sobre un plato cortarla para saber la cocción que cada uno quiere lograr. El tiempo de cocción aproximado es de 30 a 40 minutos. Una vez que están, retiramos de la olla sobre un colador y las dejamos enfriar. Respecto del frasco, yo los esterilizo en una olla profunda, y los cubro por completo con agua fría, como también la tapa. Deben hervirse 10 minutos como mínimo. Retirar y dejar secar por completo. Para el envasado pico un diente de ajo bien chiquito y utilizo ají molido como condimento. Comenzamos agregando en el frasco un poquito de aceite y con un tenedor ponemos una a una las berenjenas, un poquito de ajo y por encima ají molido, y así vamos formando capas hasta llenar el recipiente. La cantidad de condimentos varía según los gustos, pueden poner más o menos. Eso es todo, podés acompañar carnes, picadas, pizzas, lo que más te guste. Y recordar que todo lo que hagas con amor, sale mejor. ¡Que las disfruten!

. NOTA: DE WANELEN GÓMEZ SZOKALO


PARA LA PRODUCCIÓN DE HUEVOS

La crianza de gallinas destinada a la producción de huevos es un proceso productivo a través del cual se transforman alimentos energéticos (cereales en general), en alimentos proteicos (huevos y carne). En este proceso la máquina transformadora es la gallina, la cual requiere para producir insumos como los alimentos y requerimientos medioambientales (instalaciones, luz, temperatura, humedad, manejo sanitario, etc.) adecuados. Las gallinas ponedoras actuales se pueden agrupar en dos categorías, productoras de huevos de cáscara blanca y productoras de huevos de cáscara marrón, aunque también hay algunas que ponen huevos “azules o verdes” y se corresponden con las denominadas araucanas o criollas, ya que es característica de animales “americanos”. Se considera que las ponedoras de huevo blanco ponen más que las de color, y mucho más que las gallinas comunes o criollas ej.: 280 huevos por año frente a 180 o menos en igual periodo. Algunas consideraciones sobre la cría de gallinas ponedoras. Las instalaciones son los locales, galpones y/o tinglados destinados a la explotación de las aves. Para obtener de las aves máximo rendimiento, debemos proveerles el máximo bienestar y

comodidad en todas las estaciones del año, cualesquiera sean las condiciones del tiempo. Se busca que sean económicos, bien dispuestos, amplios, ventilados, soleados y secos. En un sistema semi-intensivo para producción de huevos con gallinas a piso se debe contar con galpón, gallinero o dormidero y parque. El parque es la superficie de terreno que permite efectuar el ejercicio de las aves y prevenir la aparición de enfermedades respiratorias. La superficie del parque para cría de ponedoras se recomienda que sea de 2 a 3 veces la superficie del galpón gallinero. Los laterales de menor longitud deben ser paredes totalmente cerradas. Los costados más largos pueden ser prácticamente abiertos, con un zócalo de 50 cm de alto y el resto con alambre tejido. Para asegurarse una buena ventilación y control de temperatura y humedad, deberán colocarse cortinas en dichos costados. El piso debe ser de tal manera que permita una fácil limpieza y desinfección de tierra compactada se adapta muy

bien, ya que es absorbente y evita que las aves mezclen la tierra con la cama al escarbar. En caso de colocar piso de material es conveniente construirlo con ladrillos; no es aconsejable el piso de cemento, pues resulta poco absorbente, lo que favorece el humedecimiento de la


cama, principalmente en invierno. Un gallinero sencillo destinado a la producción de huevos, puede tener las siguientes características: La superficie cubierta del gallinero debe estar en relación con la cantidad de aves que se pretenda alojar; se recomienda una densidad de 5 aves/m2. Aproximadamente un tercio de la superficie del galpón de postura puede cubrirse con un enrejado de tablitas (perchas), colocado a unos 0,50 m del piso. El frente inferior que queda entre dicho enrejado y el piso debe cubrirse con alambre tejido, para que las aves no se introduzcan en ese sector. Durante la noche las aves prefieren “perchar” sobre las tablas, lográndose con este sistema que gran parte de las deyecciones caigan y se acumulen debajo del enrejado. Los nidos pueden construirse de madera, con dimensiones de 30x30x30 cm. Es preferible colocar los nidos a 30 cm del piso, no es aconsejable colocar más de 2 hileras superpuestas. También para evitar que las gallinas suban al techo del nido y lo ensucien conviene construirlo en plano inclinado.

ETAPA DE CRÍA

Este período está comprendido entre el primer día de vida hasta las 8 semanas (2 meses). Antes de recibir el lote de pollitas BB, limpieza y desinfección a fondo del alojamiento. Se pueden alojar, a piso en algún galpón o pequeño gallinero, o en cajas de cartón o cajones de madera, según la cantidad de pollas a criar y la disponibilidad de espacios que se tenga.

Inicialmente las aves crecen rápidamente por lo que debe tenerse en cuenta la densidad de aves/ m2. De 1 a 60 días 20 pollas/m2, hasta 150 días 10 aves/m2, adultas 5 aves/m2. Si se cría a piso debe colocarse una cerca alrededor de la fuente de calor (campana o criadoras, focos etc.), para evitar que las pollas se alejen de la fuente de calor y evitar corrientes de aire. Los comederos y bebederos deben estar distribuidos alrededor de la fuente de calor, de manera tal que las pollitas las encuentren con facilidad al buscar el calor o al retirarse de este. Durante los primeros 10 días se necesitarán 2,5 cm de comedero/ ave. La temperatura óptima para el crecimiento es de 32ºC, la que se consigue con un foco de 40 vatios como mínimo, el que se acercará o alejará para conseguir esa temperatura. Durante los primeros quince días, o hasta que las aves tengan bien desarrolladas las plumas de las alas, es indispensable que los pollitos reciban calor artificial, ya que el enfriamiento es la causa más frecuente de trastornos en la etapa de cría. Durante la cría conviene que las pollitas se alimenten con alimento balanceado (Iniciador), consumirán 2Kg/animal en este periodo (60 días). Al recibir las pollitas de 1 día se debe poner en los bebederos agua templada con azúcar (2 cucharadas/litro), para una rápida hidratación. Hasta aquí una breve mención a las principales recomendaciones para una correcta cría de gallinas ponedoras, seguiremos con la recría y manejo de la postura en sucesivas entregas. Para consultas correo y teléfono al pie.

. NOTA: MED. VET. JUAN JOSÉ MAGALDI Jefe AER INTA Comodoro Rivadavia TE 11 68664047 MAIL: magaldi.juan@inta.gob.ar


Corría 1928 en Buenos Aires, un grupo de taxistas decidió realizar un recorrido fijo de transporte “Colectivo”. Se colocaba un cartel en la parte delantera del vehículo para que el pasajero conociera el recorrido y se permitía subir a más de uno. Como todos conocemos, allí surge el famoso «bondi». *

Foto: Primer colectivo en Astra 1918

Pero lo que pocos saben es que allá por 1918, por la zona de Astra vivía el señor Gert Van Heerden, un inmigrante Boers que llegó a la Argentina con tan solo 19 años en 1907. Llegó a nuestra ciudad con varios oficios en su haber: herrero, carpintero y ebanista. Gerardo se instaló en la zona de Astra y allí puso sus habilidades a disposición de las necesidades. En aquella época no se prestaba mucha atención a patentar ideas ni mucho menos. Había que trasladarse, recorrer distancias y facilitar un poco las cosas en estas estepas y distancias patagónicas. ¡Qué tal! ¡Un colectivo Astrense! Les compartimos algunos párrafos extraídos de Museo Virtual del Transporte Argentino “Durante muchos años se dedicó tanto a reparar como a construir carruajes desde cero, pero en 1918 decidió incursionar en un rubro completamente diferente del suyo propio: el transporte de pasajeros”.

“Se asoció al Señor Federico Simmermacher o Zimmermacher y juntos adquirieron un chasis Ford T, que carrozó el mismo Gert con un salón con ventanillas sin vidriar (suponemos que en invierno, salvo que haya tenido alguna protección de quita y pon, debe haber sido toda una aventura resistir el frío del lugar) y con asientos vis à vis, enfrentados, en los que cabían seis personas sentadas. Por su volumen no creemos que haya llevado pasajeros de pie. La intención fue unir a Comodoro Rivadavia con Astra, pasando por las localidades de Kilómetro 3 (posteriormente denominada Yacimiento Fiscal), Kilómetro 5 (luego Pueblo Presidente Ortiz) y Kilómetro 8 (Comperfet). Era un recorrido paralelo al ferrocarril, que ya unía estos puntos, en su camino a Colonia Sarmiento. Pero como no lo realizaba a diario, el ómnibus circulaba en los días que no pasaba el tren. La gente igual necesitaba movilizarse y el vehículo

de Don Gert cubrió esa necesidad, cuatro días a la semana. Siempre respetaba su horario, salvo por fuerza mayor. Los pobladores sabían a qué hora pasaría el coche del Bóer y lo esperaban. Rara era la vez que los dejaba de a pie. Todos los caminos que recorría eran de tierra, a veces simples huellas. Y algunos tenían cuestas empinadas, que este omnibusito superaba sin problemas. Jamás registró accidentes de gravedad. Desconocemos cuánto tiempo circuló. Ese dato no llegó a nuestra mesa de trabajo. Lo cierto y documentado es que fue el primer ómnibus de la zona”. Fuentes: http://www.busarg.com.ar/2019_ pionero%20cdoro%20rivadavia.htm Libro Kampament. De Marta Eggeling a Pedro Tavianski 1912-1925. (*) fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/ Colectivos_de_Buenos_Aires).

. NOTA: DE MARIELA GAROLINI - B.P.A.


Astra cumple 108 años de existencia en diciembre de 2020. En todo este tiempo transcurrido y con vaivenes económicos y políticos, el barrio siempre se ha caracterizado por algo: su gente emprendedora y luchadora. En esta columna vamos a compartir con ustedes estas pequeñas historias de familias emprendedoras astrenses.

Toda la comunidad convulsionada y sobre todo los vecinos del barrio, que comenzamos a pensar en: -“qué pena”, “y ¿ahora cómo van a hacer?”, “¿y el trabajo?”, “¿y la gomería?”.

GOMERÍA Y LAVADERO ASTRA ¿Quién hubiera pensado que en Astra, a alguien, se le hubiera ocurrido poner una gomería y un lavadero de autos? A nadie, o tal vez a unos un poco locos. La familia Navarro –Huel pertenece a esta estirpe de gente: loca y aguerrida. Patricia hace 43 años vive en Astra, desde que inició su existencia. Gustavo también tiene 43 años y es oriundo de Viedma. Llegó a Comodoro Rivadavia como voluntario del Ejército en 1996, y como siempre, una cosa lleva a la otra y el amor lo ancló en Astra. Tuvieron 2 hijos; Enzo y Agustín. En algún momento de crisis laboral, Gustavo pensó que la familia podría mudarse a Viedma, pero a Patricia no le apetecía mucho la idea, sus raíces estaban profundas en el barrio. Gustavo dejó el Ejército y tuvo trabajos varios, albañilería, tareas generales, gomería y pesca, actividad que comenzó a desarrollar en el año 2005 aproximadamente. Esta tarea es muy difícil, sacrificada e inestable, es por eso que Gustavo siempre la alternó con otras oportunidades laborales. La idea de poner una gomería comenzó a rondar en su cabeza y en octubre de 2017 concretaron el sueño familiar: GOMERÍA Y LAVADERO ASTRA. Algunos pensaron que sí, que estaban locos, pero la familia hizo oídos sordos y comenzaron con su emprendimiento. De a poco los clientes fueron llegando, se sumaron las empresas que por su actividad petrolera circulan por Astra. El 2019 fue un año crítico, Gustavo tuvo un accidente de trabajo en el barco y como él ha dicho varias veces, era su brazo o su vida. Gustavo decidió rápidamente la maniobra y eligió la vida, a costa de perder casi la totalidad de su brazo.

Por suerte la familia Navarro-Huel es de esa estirpe loca de las que les hablaba al principio. Cada pasada que hacíamos frente a la gomería nos daba tranquilidad, la familia se unió más que nunca, con altibajos y miedos, como corresponde a toda gente normal. En la vida pasan cosas y para transitarlas hay que “esquivar baches”. Suman a Franco Choque al equipo, otro joven astrense y siguen andando. Que nadie se atreva a decir que a esta empresa le falta espíritu. Quien desee lavar su auto o cambiar alguna cubierta ya sabe dónde acudir: “Gomería y Lavadero Astra” los espera. Atendida por sus propios dueños. El vuelto, siempre es una sonrisa y la garantía de satisfacción de la buena, netamente astrense.

. NOTA: DE MARIELA GAROLINI - BPA


La respiración yóguica o completa consta de tres fases: abdominal o inferior, costal o media y clavicular o superior. De esta manera se alcanza la máxima capacidad pulmonar.

La vida es una serie ininterrumpida de inhalaciones y exhalaciones. Comienza con la primera inhalación y termina con la última exhalación. Cada célula de nuestro cuerpo necesita tomar oxígeno y desprenderse de dióxido de carbono. Nuestra salud física y mental, nuestra fuerza, nuestra resistencia a las enfermedades, el cansancio, la depresión y la tensión dependen del oxígeno. Podemos decir que respirar es vivir. Podemos estar muchos días sin comer o beber, pero solo algunos instantes sin respirar. Muy pocas veces nos detenemos a pensar en su importancia. La pregunta es: ¿respiramos bien? Generalmente lo hacemos de una manera inarmónica, inconsciente y superficial, como consecuencia del estrés, falta de actividad física, malas posturas, ambientes poco ventilados, etc. A través de lo que el Yoga no enseña podemos hacerlo mucho mejor. Existen distintos tipos de respiración: - Baja o abdominal - Media o intercostal - Alta o clavicular - Respiración completa (que es la sumatoria de las tres anteriores). En la RESPIRACIÓN COMPLETA se busca llenar los pulmones en su totalidad. Inhalando y exhalando por la nariz. Se realiza comenzando a llenar la parte inferior (abdominal), media y alta de los pulmones, al exhalar se elimina el aire en orden inverso. Podés comenzar haciendo 5 o 6 respiraciones profundas por

día, e ir de a poco incrementando la cantidad. Podés repartirlas en grupos de 15 o 20 respiraciones cada una (mañana, tarde, noche). Buscá un lugar donde estés solo/a, adoptando una posición cómoda, sentado o acostado, totalmente relajado, con los ojos cerrados. Podés colocar una mano sobre la zona abdominal y la otra en el centro del pecho. Observá tu respiración por unos minutos. Luego, comenzá a inhalar y exhalar de acuerdo a lo indicado anteriormente. Buscá equiparar el tiempo de cada movimiento respiratorio, sintiendo cómo llenás completamente de aire tus pulmones, y cómo los vaciás, expulsando el aire de las partes inferiores donde tiende a depositarse. Otro ejercicio respiratorio es el denominado RESPIRACIÓN CUADRADA. Se realiza en 4 pasos: 1) Inhalar 2) Detener la respiración con los pulmones llenos 3) Exhalar 4) Detener la respiración con los pulmones vacíos La duración de cada uno de ellos debe ser igual (de ahí el nombre de cuadrada). Mientras respirás, podés visualizar el trazo de cada lado de un cuadrado. Podés iniciar contando 4 segundos, y luego aumentar el tiempo de duración (5, 6, 7, 8 segundos). Te invito a que experimentes estos ejercicios. Date una oportunidad y verás cómo en muy poco tiempo podrás disfrutar de una mejor calidad de vida. Namasté.

. NOTA: DE CECILIA PELLEGRINO


En este bloque compartiremos lo que los niños de Astra dicen LA VIDA DE ARIADNA OJEDA La vida es dura, está llena de tormentas que no paran, pero también arcoíris que no paran, ni pararán. Este año 2020 está lleno de tormentas, pero tenemos que tratar de disfrutar a distancia. ¿Cómo se puede disfrutar? Simple, haciendo cumples virtuales, pijamadas virtuales, etc. Yo lo que hago con familia y amigos es: con mis amigos pijamadas virtuales, vemos la misma peli, nos hacemos pochoclos y la ponemos al mismo tiempo, charlamos y bailamos. Con mi familia festejamos los cumpleaños virtuales, ¡ja! y con las mujeres de la familia hacemos spas virtuales. Eso es lo que quería contar, que siempre va a ver una forma de disfrutar de la vida.

FRANCISCO CUEVAS

Esta vez participaron Francisco Cuevas de 11 años, Eva Vilca de 10 años, Matteo Galleguillo de 11 años y Ariadna Ojeda de 10 años, todos alumnos de catecismo de la Capilla Sagrado Corazón de Jesús del Barrio Astra

EVA VILCA

MATTEO GALLEGUILLO


EL ARTE DE COMPONER “Ella” en la foto. La miraba constantemente. Quemada por el viento y ajada por la ropa roída y sucia, la escondió en el forro de su gabardina que había rasgado con una pequeña Victorinox modelo “Waiter.” Para evitar que la humedad estropeara el papel utilizó el envoltorio dorado de unas barras de chocolates que recibieron una sola vez. Sencilla y convencional, estaba lejos de la excitación tumultuosa de las inquietantes formas imaginarias de la Coca Sarli, Beatriz Salomón, Susana Giménez o Moria Casán que tiran besos al aire alimentando el deseo del roce. Esta fotografía no. Tomada en una habitación con poca luz era una joven cruzando los brazos sobre su cuerpo y manteniendo una sonrisa breve, de ocasión. En el reverso, la inscripción decía “aquí estoy”. Era un ayudante de fotógrafo que se convirtió en soldado por la obligación de un servicio militar obligatorio. La clase 1962. De ese modo, con mínima instrucción y entrenamiento se encontraba en pleno campo de batalla. Supo más tarde que hijos de los ricachones casi no hacían el servicio militar y eso le pareció una canallada.

Estaba en la guerra pero también se veía en la sala de fotografía. Extrañaba el cuarto oscuro, la demora de los negativos, la imagen que emerge en la fuente con los químicos. Allí vestido de soldado soñaba con la fotografía perfecta. En su trabajo, poco a poco se fue ganando la confianza y terminó tomando fotografías. Le encargaban las de primer grado que en ese momento eran bastante populares. Iban con sus madres principalmente y eran retratos de niños o niñas que iniciaban la escuela, retratos de otros niños y niñas posando junto a sus hermanos mayores. Todas composiciones similares. Entusiasmado, la tarea una ceremonia metódica, quería componer contextos, darle volumen al momento, y por ello improvisaba disponiendo un punto, un horizonte panorámico y artístico. En la tienda, que estaba bajando la calle Alem, habían quedado al resguardo de su jefe telones de teatro de un grupo itinerante que en los 60 viajaba por Patagonia presentando sus actuaciones. Estaban allí y nadie los venía a buscar o pretendía hacer algo con los bártulos. Husmeaba el lugar y usaba los telones desplegándolos con escaleras y caballetes desde lo

más alto del techo. A veces eran salas dibujadas de grandes puertas intentando generar efecto de profundidad, por lo que los colores eran intensos atrás y suaves adelante en tonos marrones, verdes o azules. Otros eran paisajes planos y grises con pájaros volando o panorámicas con lagos y árboles. Más tarde encontró maletines de utilería que sirvieron de portafolios escolares. Un depósito de objetos raros y creaciones especiales para la presentación de las obras: cisnes gigantes, caras de dos metros, armazones de alambres, correas con nudos, vestuarios de vestidos y trajes, además de los telones. Con los meses hizo uso de los guardapolvos que algunos niños se olvidaban, se había empecinado en que las familias se llevaran algo para atesorar. En un libro de un tal Bradbury encontró una idea que él interpretó de la siguiente manera: el recuerdo en el tiempo y en el espacio cambia cuando se observa una foto porque el secreto está en que la mente no apela a la memoria sino a la emoción. De esos bártulos extrajo un puñado de fotos donde la gente vestía botamangas anchas, chicas en minifaldas, blusas africanas, pañuelos, cuellos de lana, pulloveres con rayas atravesadas,


ropa grande y sobre todo, muchas sonrisas. Estaban riendo en casi todas. No pudo saber si se trataba de una sesión específica para una actuación o simplemente alguien se las olvidó allí. Y cuando fue reclutado al ejército solo atinó a tomar la imagen de la chica. No sabe muy bien cómo fue que se encontró en medio de la guerra. Recuerda, sí, el reclutamiento, los playones gigantes del ejército, los gritos de los cabos y sargentos. La ropa grande, pero todo fue tan rápido, tan extrañamente rápido… Tirado en la barraca mientras las horas se hacían interminables no apartaba los ojos de “ella”. En la guardia en los mallines sonreía porque la espera y el frío se soportaban con “ella”. Y como una ceremonia, después de verla la guardaba en el escondite. Por momentos la chica que se abrazaba a sí misma lo era todo; por momentos la escritura que estaba en el reverso con letra azul “aquí estoy”

se imponía. Soñaba con que fuera real y que de verdad ella estuviera ahí. Con su cabeza técnica y espacial componía sin saberlo, dioramas mentales. Lo importante eran los puntos de referencia y la secuencia de imágenes. De guardia nocturna siguiendo su propio y solitario juego sacaba la imagen de la joven y la ponía entre las matas como punto de referencia, y narraba la historia de la batalla. Achicaba o agrandaba el ceño como parte de la puesta en escena para que los otros soldados equidistantes de él, también tirados en los matorrales y que apenas se divisaban pudieran alejarse o acercarse. La ubicaba en la punta de los matorrales en los que se ocultaba y le murmuraba: “cuidado, puede salir una bala perdida, alerta en todo momento”. La giraba y leía lo que decía en el reverso: “acá estoy” y fantaseaba otra vez con que “ella” estuviera en el puesto de comando dirigiendo sus movimientos desde una

torreta alta pudiendo configurar un mapa de la disputa por lo que antes de tirarse al piso o de levantar la cabeza sobre el horizonte le preguntaba a la foto y esta respondía “es seguro”. Cuando la balacera fue ensordecedora no tuvo tiempo de esconderla. Apurado la metió en el casco, y lo que pasó después fue aviones rasantes, balas, frío y muchos soldados muertos. A la mañana habían perdido la guerra. Los vencidos fueron subidos a un barco. Algunos compañeros en una acción arriesgada escondieron estandartes y banderas en retazos entre sus ropas, otros simplemente estaban cansados y con hambre. Tirado en el piso del barco que los traía de regreso al continente, permaneció con la cabeza entre sus rodillas. Solo pensó en “ella”.

. NOTA: RAÚL MURIETE

ÉSTE PERIÓDICO ES POSIBLE GRACIAS AL APORTE DE LAS SIGUIENTES EMPRESAS LOCALES


(Maestra ciruela, consejera y otras yerbas. ¡tomá mate!)

De regreso, Agalina… ya saben, más de cinco meses de cuarentena… y yo en edad de riesgo… pero no me deprimo, ¿eh? Cuando uno tiene una pasión, es más difícil que se deprima. Y mi pasión es dar consejos, ya lo saben. En la columna anterior nos entretuvimos con las alternativas del renacido fuego entre Elisa y Pánfilo, mientras les relataba algunos detalles de la vida y obra de Boccaccio, autor de El Decamerón. Les había dicho, en esa oportunidad, que se venía la segunda parte de este “especial de pandemia” sobre la obra, que comienza con una breve descripción de la epidemia de peste bubónica o peste negra, que afectó a Florencia en 1348. No es nada difícil para nosotros, ahora, imaginarnos las circunstancias. Los jóvenes protagonistas, siete mujeres y tres varones, están aislados en una villa y necesitados de entretenimiento. Deciden contarse historias durante los diez días que dure el aislamiento. Este es el marco de los cien relatos de amor que contiene el libro, algunos subiditos de tono, otros trágicos. Pues bien, es probable que, si no me voy por las ramas, les cuente algo más de esta obra maestra que es El Decamerón. Por otro lado, tengo que confesarles que, desde que les di mi asesoramiento, no podía esperar para saber cómo les estaba yendo a Elisa y Pánfilo. Así fue que, violando todo protocolo de las consejeras sentimentales, le mandé un WhatsApp a ella para averiguarlo. Esto no se hace, pero en pandemia está permitido, o por lo menos medianamente aceptado. Uno culpa al estrés del encierro, a la angustia de la incertidumbre y listo. En fin, Elisa me respondió que está viviendo una verdadera luna de miel con su ex, que ahora es su actual, y que el único problema que tiene por estos días es que se le secó la albahaca que tenía en una macetita en la ventana. Y a su vez me preguntó si no tenía algo que recomendarle que ayudara a revivir su albahaca. A mí, tan luego a mí, que me meten el dedo en la llaga consultándome cosas que no son mi especialidad… así que le

di el número de teléfono de mi amiga ingeniera agrónoma que le va a poder ayudar mejor. Y, mientras, le solté unos consejitos como para despuntar el vicio: que no compre macetitas de hierbas en el supermercado y que riegue la albahaca con sus lágrimas, que dicen que da resultado. “¿De dónde voy a sacar lágrimas, si estoy radiante con mi reiniciado vínculo con Pánfilo?” Tal fue la pregunta de Elisa. Y también quería saber de dónde saco ideas tan disparatadas. Aquí va, estimada Elisa, mi respuesta: de El Decamerón. Sí, de paso me viene como anillo al dedo, así retomo con lo que les tenía que contar y en un momento va a entender por qué le digo lo de la albahaca. Más específicamente, la clave está en la Novela Quinta de la Cuarta Jornada, donde se cuentan las penurias de su protagonista Isabetta, una linda joven soltera, a quien sus tres hermanos querían casar con un marido rico. Mire cómo suelen ser las cosas: Isabetta va y se enamora de un tal Lorenzo, apuesto muchacho que no tenía dónde caerse muerto, pero que correspondía al amor de ella. Pues bien, resulta que los enamorados “gustándose el uno al otro igualmente, no pasó mucho tiempo sin que se atrevieran a hacer lo que los dos más deseaban”. Esto dice textualmente El Decamerón. También dice que como pasaban buenos ratos se descuidaron y se olvidaron de mantener en secreto su relación. Así fue que una noche, uno de los hermanos la vio a Isabetta salir del dormitorio de Lorenzo. Al día siguiente, este hermano, considerándose afrentado, corrió a contarle a los otros dos y después de un breve debate, decidieron limpiar la deshonra familiar. Entonces, los tres secuestran a Lorenzo, lo matan y lo entierran en un bosque. Unos salvajes machirulos esos hermanos, diríamos hoy. Pero acá, Elisa, lectores, tengo que decirles, es cuando se pone bueno: el alma en pena de Lorenzo se le aparece a Isabetta en sueños y le cuenta lo que ha sucedido. Ella va al bosque, al lugar que el espíritu le ha indicado y desentierra el cuerpo. Pero como es muy pesado se lleva con ella solamente la cabeza y la pone en una maceta de su casa, debajo de las raíces de una planta de albahaca. Regada diariamente con las lágrimas de la triste muchacha, la albahaca crecería hermosa. Sin embargo, al tiempo los hermanos descubren que el abono de la albahaca es la desdichada cabeza de Lorenzo. Y en vez de condolerse o mostrar algún arrepentimiento, los malvados le quitan la albahaca a la pobre Isabetta, quien finalmente muere de tristeza. Bastante lúgubre el relato, ¿verdad? Resulta que toda la Cuarta Jornada de El Decamerón contiene historias de amor con finales desdichados. Próximamente les contaré alguna de la Quinta Jornada, que tienen desenlaces felices. Último dato de esta maestrita ciruela: John Millais, un pintor inglés, captó en un cuadro esta historia. La obra pictórica, de 1848-1849, se llama Isabetta (o Isabella) y muestra a los jóvenes amantes en lo que parece una sobremesa en la casa de ella. En la pintura aparecen, aparte de Isabetta y Lorenzo, los hermanos, algunos otros parientes, la albahaca, unos perros (que a Millais le salían preciosos) y diversos elementos cargados de simbolismo. Les recomiendo si tienen oportunidad de admirarla que traten de encontrarlos, ya que el pintor quiso contar en esa imagen, de alguna forma, la totalidad del relato. Y, con esa yapa, me despido hasta la próxima. Afectuosamente. AGALINA CATARRATE.


MARTHA SANDRINI es patagónica, abogada y docente en la Universidad Nacional San Juan Bosco. Todas las personas mayores han sido niños antes, pero pocas lo recuerdan Les comparto lo que escribí, cuando terminé de leer El principito.

REENCUENTRO Te agradezco Principito por este reencuentro. Por traer alegría a mi corazón en este contexto de pandemia. El volver a leerte, me hizo dar cuenta que estaba haciendo una vida como las personas mayores, como las personas serias, que mi cabeza estaba llena de preocupaciones, de números y de proyectos que no son los más importantes. Volviste a traer limpieza a mi ser, a encender la luz del farol y alegraste mi alma. Pude permitirme darme tiempo para reencontrarme con ese niño que llevo dentro, volver a soñar, reír y jugar; volver a observar las estrellas en el cielo azul y disfrutar del bello paisaje natural del lugar donde vivo, Comodoro Rivadavia. Que aunque no nací en esta ciudad, sí tengo raíces en este escenario donde elegí vivir desde hace más de treinta años. Disfrutar de mi hermosa flor, que se llama violeta de los Alpes, que está llena de flores efímeras blancas y fucsia intenso y el tiempo que le dedico a ella, hace que sea importante para mí. Te quiero contar que en el lugar donde vivo alrededor de la ciudad hay muchos cerros que están vestidos de blanco en invierno y hay un hermoso mar. Y también vive mucha gente que están muy ocupados en asuntos serios e importantes y que corren el riesgo de olvidarse de disfrutar la vida, como me había pasado a mí. Gracias Principito por volver a despertar ese niño que hay en mí y volver a permitirme sonreír a carcajadas. Hasta siempre. Tú amiga, Martha.

CRISTIAN ALIAGA. Nació en Tres Cuervos, Bs. As., 1962. Periodista, poeta, editor, gestor cultural, docente. Escribió libros de poesía y crónica de viajes. Combinó la escritura de su obra con su labor como docente en Comodoro Rivadavia y en numerosas universidades del mundo; y su incansable tarea como editor de autores imprescindibles de la literatura patagónica en la editorial Espacio Hudson. Recibió el “Primer Premio Nacional de Poesía” otorgado por el Fondo Nacional de las Artes por su libro “La sombra de todo”. Actualmente, dirige Espacio Hudson, Centro de artes & Editorial, en Lago Puelo (Chubut) y el periódico El Extremo Sur, y es columnista de Radio del Mar (Comodoro Rivadavia, Chubut). Publicó: Lejía (1988); No es el aura de Kant (1992); El pasto azul (1996); Estancia La Adivinación (1998); Música desconocida para viajes (2002); Estrellas en el vidrio (2003); La sombra de todo (2003); Lejía – No es el aura de Kant (2009); Música desconocida para viajes”, segunda edición ampliada (2009); “La suciedad del color blanco” (2013); “La caída hacia arriba” (2013); “El rincón de pedir” (2015); “La pasión extranjera” (2018).

LA OVEJA “¿Levantar la cabeza? ¿Dónde cree que estamos, en la Patagonia? SAMUEL BECKETT Atrapada por el cuello al alambre de púas, un mal movimiento la degollaría. La oveja desliza milímetros su cabeza hasta quedar inmóvil a la espera de una solución que escapa a sus propios movimientos. Su cabeza no piensa, ni esboza cursos de acción, apenas percibe el suave ardor de los alambres puntiagudos, mientras a unos metros del alambrado los vehículos atraviesan la soledad. Pasan sin verla, o ven apenas la imagen fugaz de una oveja que permanece muy cerca de la ruta, en una inmovilidad solo rota por gestos imperceptibles. Atrapada por el cuello al alambre de púas, oye la secuencia creciente y luego decreciente de los motores, quieta se queda y algo semejante al placer percibe cuando logra la quietud absoluta. Empieza a dolerle cuando se adormece, y así se despierta, y vuelven a nublarse sus ojos azules hasta que regresa el dolor que para ella no tiene nombre. No puede estimar la duración de la noche ni aspira al azar de alguien que atine a separar su cabeza del alambre.


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