Antes de Yum Yum, Daniela Mazier soñaba con tener el control de su tiempo, con construir algo propio, algo que naciera desde el corazón. Conocía bien la estabilidad de un empleo fijo, pero también el desgaste de madrugar todos los días para cumplir con dos mundos a la vez: el de oficina y el de su emprendimiento. Durante años, Yum Yum fue su "side job", una cocina montada en su apartamento y sostenida por pasión, disciplina y fe. Hasta que un día, con miedo en una mano y coraje en la otra, decidió apostar por sí misma y dar el salto.
Hoy, Yum Yum no es solo un restaurante: es la extensión más honesta de su historia. Cada receta guarda una memoria, cada rincón revela un pedazo de su camino, y cada decisión lleva impreso el amor con el que ha dado vida a su sueño.
Daniela ha logrado transformar su esfuerzo en un proyecto con alma propia: una muestra viva de lo que una mujer puede construir cuando sigue su intuición y su propósito. Su historia nos recuerda que el éxito no siempre empieza con certezas, pero sí