Manual para platicar con seres queridos que han muerto - Efraím Blanco

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Manual para platicar con seres queridos que han muerto

CUENTOS DE HADAS PARA NIÑOS MALCRIADOS (este cuento fue publicado por primera vez en la Revista Penumbria)

Cuando era niño vi morir a un compañero de la escuela. Me miraba como si quisiera decir algo antes de partir. Pedir auxilio o darle el recado a su madre de que esa tarde no llegaría a comer ni a ver caricaturas en la sala de su casa. Lo vi mientras el tiempo se detenía y la vida lo abandonaba teñida de rojo. Cuando al fin se fue pude ver cómo un último suspiro abandonaba su cuerpo y perdía el ligero peso de su alma. Estaba muerto. Tercer strike. Out. Era viernes. Ese día que todo mundo espera como esclavos que se liberan de las cadenas con la magia del avance del reloj. El niño que murió era un estúpido que me molestaba a cualquier oportunidad. Aquel día pensé que si no lo atropellaba un camión, lo habría asesinado yo con mis propias manos. Cuando era pequeño me molestaban muy seguido, y también seguido tenía ganas de cargármelos a todos. También con frecuencia deseaba que el mundo fuera distinto y que mi cuerpo creciera rápido para jugar béisbol en las Grandes ligas; tú sabes, hacer contacto con la pelota y mandarla fuera del campo; jonrón, recorrer las bases y dar un brinquito en el home ante la euforia de los compañeros y el público que invade la cancha.

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