El poderoso privilegio de orar Mayo-Junio de 2019 Richard F. Ames Muchos dan enorme importancia a adquirir privilegios y poder en la vida, sin darse cuenta de que cada uno de nosotros posee el mayor privilegio de todos: ¡acceso al trono de Dios mediante la oración! Cuando aprendemos a orar, se convierte en un gran privilegio que trae bendiciones y beneficios ¡al punto de cambiarnos la vida!
A veces oímos la expresión: “El uno por ciento”, refiriéndose a la élite de ricos y poderosos que tienen acceso a privilegios y oportunidades que la mayoría no tienen. Quizá posean mansiones, yates o incluso un avión personal. ¿Acaso los envidiamos? ¿Imaginamos que sus millones les dan felicidad? La alentadora verdad es que las personas que conocen la Santa Biblia tienen un privilegio que no se puede comprar ni con toda la riqueza del mundo. Muy pocos pueden hablar libremente con el gobernante de su país, pero nosotros podemos desahogar el corazón en conversación con Uno mucho más poderoso: ¡el Gobernante del Universo! ¿Sentimos que Dios responde a nuestras oraciones? La Biblia revela claves de importancia vital respecto de la oración. Son claves que desconocen las personas carnales que andan tras el poder, las posesiones y el placer. El Dios del Cielo nos ofrece un privilegio que puede traer bendiciones y beneficios insospechados. Debemos saber cómo recibir esas bendiciones por medio del poderoso privilegio de orar. Todos tenemos necesidades. Miles de millones de seres en el mundo viven en condiciones de extrema pobreza, carencia de agua, malas condiciones sanitarias, guerras, enfermedades y hambre. En el mundo Occidental estamos acostumbrados a una calidad de vida mejor que los habitantes de los llamados países menos desarrollados, aquellos países donde, según las Naciones Unidas, el ingreso bruto per cápita es menor a US$1.025 dólares al año. Muy pocos en el mundo industrializado conocen pobreza como esta, pero viven la angustia del terrorismo, las matanzas en colegios y otras formas de violencia. Muchos padecen trastornos médicos graves y dificultades económicas. ¿Dónde buscar ayuda? ¿Cuál es el mayor recurso que tenemos? ¿Cuáles cosas necesitamos? ¿Falta alimento, ropa, techo, empleo? Quizá nuestras necesidades sean de índole social. Tal vez necesitemos consuelo, oportunidades, amigos. O tal vez tener mejores relaciones con l