Claves para la oración eficaz Marzo- Abril de 2017 Richard F. Ames ¿Responde Dios a las oraciones en la actualidad? ¿Ha respondido a sus oraciones? Sus oraciones pueden ser respondidas… ¡y los resultados… sorprendentes!
¡La Biblia nos da muchos ejemplos de la intervención de Dios en la vida de quienes lo buscan y confían en Él! Veamos un ejemplo del profeta Daniel: “Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de Dios, como lo solía hacer antes” (Daniel 6:10). Daniel fue lanzado en el foso de los leones, pero gracias a su devoción, Dios lo rescató y le preservó la vida (vs. 11-12). La Biblia también revela el poder de la oración. Casi todos recordamos que la oración de Jesús levantó a Lázaro de entre los muertos (ver Juan 11). Y sus discípulos también comprobaron ese poder de la oración. Cuando el apóstol Pedro llegó a Jope, encontró muerta a una discípula a quien lloraban las viudas que tanto la amaban: “Entonces, sacando a todos [aun a las viudas que lloraban], Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó. Y él, dándole la mano, la levantó; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva. Esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor” (Hechos 9:40-42). Sí, ¡por la oración del apóstol Pedro Dios levantó a una mujer que había muerto! “Pero esos eran hombres que tenían muchísima fe”, podríamos pensar. “Y, ¿si no tenemos tanta fe?” En la Palabra de Dios se encuentra la buena noticia de que podemos tener fe. A lo largo de las páginas de la Biblia, Dios nos enseña muchos principios o “claves” de la oración eficaz. Si ponemos en práctica esas claves, nuestras oraciones podrán ser respondidas.
CLAVE NÚMERO 1: ORE CON FERVOR AL DIOS VERDADERO Mucha gente acostumbra rezar de memoria. Cuando yo era niño, decía una corta oración para dormir; sin embargo, mis padres me ayudaban a orar por los demás en mis propias palabras. Cuando oramos, debemos hablar con Dios en nuestras propias palabras; y ser muy sinceros.