Tío, escúchame esto porque de verdad… lo hemos montado gordo.
Somos cuatro, cuatro chavales que hacemos música desde casa, cada uno con su homestudio montao con lo que hemos podido: un portátil medio petado, un micro que suena si lo miras bien, y la ilusión de que algún día alguien nos escuche. Y claro, tú entras en ese juego de las redes, de los reels, de TikTok, de “hazte viral”, de “súbelo a Spotify que igual te pega”, y te lo crees, porque te lo venden bien.
Pero luego ves los números: siete millones de artistas en Spotify, la peña subiendo música a diario, quemándose por pillar una escucha, un repost, lo que sea… y te das cuenta de que todo eso, en verdad, es humo. Si no pasas de mil reproducciones, no cobras ni un chavo. Cero. Spotify se lleva los billetes, y tú, a seguir subiendo temas desde tu cuarto sin ver ni un café por ello.
Y eso, bro, eso nos dio que pensar. Porque es como si todo el material que compramos, toda esa energía, esas ganas, los temas que grabamos, todo eso que no pega… acaba olvi